Sigüenza: reflexiones sin un orden preciso. El Festival de Jazz de Sigüenza por Chema García Martínez
Hablemos de música
Un festival de momentos. Pequeños, medianos, incluso Grandes Momentos. Los que protagonizaron Daniel Humair y Ramón López en su concierto a dúo absolutamente memorable. La reunión de los distintos. Grestch (López) contra Yamaha (Humair). López, nobleza obliga, se doblega ante el mayor grado del suizo. Humair, movimientos aéreos y autoritarios: la autoridad de un Paul Bocuse ante los fogones. Humair-López persiguen un sueño imposible que es el mismo que llevó a Max Roach a reunirse con 9 percusionistas en “M´Boom Re: Percussion”.
A alguna distancia se movieron las propuestas naif de Digital Primitives y Brigada Bravo y Díaz, por donde quiere decirse, Antonio Bravo, guitarra, “loops” y cachivaches, y Germán Díaz, zanfona, caja de música y cachivaches. Interpretar el repertorio cancioneril de la Guerra Civil entraña sus peligros y tienen que ver con el continente, el contenido y el difícil equilibrio entre una cosa y otra (para más información escúchese a Chema Saiz “jazzeando” a Manolo Escobar). La cosa funciona por el lado perverso: una “Internacional” al estilo Stephane Grappelli; un “Arrión” (“arrión, tira del cordón, cordón de la Italia, dónde irás amor mío, que yo no vaya”…) que es un “Take Five” de aquella manera…
La música de Digital Primitives (Cooper-Moore-Tsahar-Taylor) apela a un latido primitivo, básico, fundamental, puede que algo tosco. Lo que empieza en una noche de estrellas y “multikutis” (Don Cherry) termina en el “buenismo viva la gente” de Pharoah Sanders: “estamos tan felices de vivir en este mundo que no cabemos en nosotros mismos”. Cooper-Moore, puesto que de él se trata, trabaja sobre formas, instrumentos y técnicas con denominación de origen –el “khöömii” mongol- convenientemente descontextualizado/as. La música de Digital Primitives tiene su parte bucólica “easy listening” y su lado “free” que la audiencia seguntina disfrutó tanto o más que la primera. Para tomar nota.
Vanguardia estilo “West Coast”, la de Larry Ochs Sax & Drumming Core. Música fronteriza al margen de cualquier corriente. El proceso de organización de la misma resulta tan interesante como el resultante. Secuencias acordadas sobre la marcha brotando de un lenguaje de signos que toma la forma a un extraño ballet. De Count Basie a Larry Ochs; de Duke Ellington a Natsuki Tamura convertido en un Arthur Whetsol desquiciado: el camino es el mismo. Sonidos sin un origen preciso que nacen y mueren sin darnos tiempo a reaccionar: nos rendimos a la apariencia de esta música desarraigada y desconcertante. Algo a lo que llaman jazz.
Chema García Martínez
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Etiquetas: Festival de jazz de Sigüenza, Ochs Larry
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