Comentario: Sesión
doble algo descompensada y, esta vez sí, gran presencia
de público que abarrotaba las butacas del Centro Cultural
de la Villa. Poco más allá de las nueve aparecía
Tomatito, el eterno tocaor de Camarón de la Isla, ofreciendo
un espectáculo muy desigual. Si bien cuando se centró
en el flamenco en estado puro y concentró toda la atención
en su guitarra llegó a momentos de elevadísima
calidad musical, arrancó olés y puso pieles
de gallina por doquier, la presencia de todo su grupo aportó
bastante poco. En una primera fase el almeriense fue recorriendo
palos flamencos en solitario o bien con ayuda del cajón
de Lucky Losada y las palmas de Diego Amador y Juan de Juan,
mostrando soltura y sabiduría, técnica y profundidad.
A partir del cuarto tema se sumó la original formación
de violín, mandolina, bajo eléctrico y cante,
y el flamenco dejó de fluir, la música evolucionó
hacia una especie de fusión rumbera donde los arreglos
brillaban por su ausencia y, en definitiva, se sacó
muy poco partido a tan curiosa alineación. La heterodoxa
técnica de Diego Amador al bajo eléctrico, quien
pocas veces afincó con la percusión, el cante
tímido de Mª Angeles Fernández o las notas
tenidas de Bernardo Parrilla, unidas al pésimo sonido
de la sala, no dieron de sí todo lo que hubieran debido
para obtener del septeto el resultado que cabría esperar.
Mención especial merece este capítulo del sonido,
ya que se está produciendo en todos los conciertos
del Centro Cultural. Como en las dos noches anteriores, en
este caso se escuchaba con mucha más claridad a los
instrumentos graves y percusivos que a los solistas, una desagradable
pelota de sonido retumbaba en los oídos de los asistentes,
y en los de los músicos. El mismo guitarrista tuvo
que “dar el cante” a los técnicos de sonido
tras un acople que le impedía comenzar uno de los temas.
El público, en cambio, pareció disfrutar de
lo lindo con el espectáculo, muy especialmente con
el visceral número de baile de Juan de Juan sobre cante
de Diego Amador. En el solicitado bis Lucky Losada tomó
algo de protagonismo con un solo de cajón, y posteriormente
el grupo ofreció un segundo bis no solicitado por el
público, pero en todo caso agradecido.
Unos minutos para cambiar de escenario y comentar la jugada,
y el Combo de Javier Colina apareció sobre las tablas,
dispuestos a darnos un buen rato de música y diversión.
Y así fue. El grupo presentó la misma propuesta
que este pasado verano en San Sebastián y, al igua,
que en la capital donostiarra, demostraron una cierta falta
de ensayo que, por momentos, nos hacía presenciar una
especie de jam session de alto nivel, con lo bueno y lo malo
que eso tiene. De muestra un botón: en el inicial Softly
As In a Morning Sunrise Perico Sambeat y Manuel Machado perdieron
la vuelta a la melodía por estar charlando mientras
los percusionistas hacían sus cuatros, y eso que Javier
Colina (que se estaba dando cuenta del desaguisado) les avisó
haciendo una ostensible marca con su contrabajo. No fue la
única imperfección de la noche, pero tampoco
importó mucho. El grupo derrochó técnica
y calidad, y la mezcla entre músicos cubanos y españoles
en este caso estuvo muy compensada y aportó elementos
estilísticos variados. Colina estuvo soberbio, como
suele ser habitual, demostrando una soltura y un conocimiento
de grooves y armonías impresionante. Algo peor le fue
a la hora de coger el micrófono, si bien arrancó
más de una carcajada del respetable. Pancho Amat sorprendió
a quienes no le conocían, afianzando para el resto
la idea que teníamos: es un músico de los pies
a la cabeza. No obstante, aunque estuvo bárbaro acompañando,
y economizando notas en busca de improvisaciones melódicas,
se dejó querer por un enfervorizado público,
apoyándose a veces excesivamente en la pirotecnia,
el artificio y la sobreactuación.
Quirino con su tres, He perdido contigo, Flor de pantano...
Temas vocales que nos hicieron apreciar la voz potente y bonita
de un David Montes que estuvo todo el concierto acompañando
con sus pequeños instrumentos de percusión.
La versión latina de Night and Day demostró
que esta noche a Perico los solos además de técnicos
le salieron bonitos. La armonía ayudaba. No obstante
Machado aprovechó su profundo conocimiento del contexto
cubano para dejar fraseos casi perfectos, citas a otros temas
(Parisian Thoroughfare) y finales de solo de libro de texto.
En Si te contara Javier Colina nos ofreció un precioso
solo con arco, en el estilo lírico de Cachao, y en
Capullito de Alhelí surgió un duelo pregunta-respuesta
entre Amat y el contrabajista navarro donde éste último
demostró su clase e imaginación. Llegó
el final del espectáculo con La Tarde y Ay qué
bueno, pegadiza letra que provocó el unísono
con el público y el broche de oro a la actuación.
No hizo falta bis, pero la imagen del auditorio en pie al
completo fue prueba fehaciente del alto nivel musical de la
velada.
Arturo Mora Rioja