Comentario: Si hay un guitarrista
en el mundo del jazz capaz de ofrecer el más variado
repertorio de técnica rockera, tanto a nivel de interpretación
como de composición, y al mismo tiempo no perder un
ápice de su sentido jazzístico, ese es Mike
Stern. No hay otro capaz de aglutinar ese sonido chirriante
de su Yamaha, esos power chords más propios de un guitarrista
de heavy metal que de un jazzista, esos solos eléctricos
e hilarantes con esa pasión sobre el escenario, esa
capacidad de desarrollo armónico y ese swing que atesora.
El público asistente al acogedor escenario
del Conde Duque a buen seguro lo sabía, y las expectativas
se vieron colmadas, e incluso superadas. Superadas porque
al armamento habitual de Stern hubo que añadir el desarrollo
melódico e intimista de los temas de su último
album Voices, fácilmente encuadrable dentro de esa
etiqueta tan de moda hoy en día: la World Music. La
delicada voz de Richard Bona fue sustituida en directo por
el saxo tenor del eficiente Bob Franceschini, que si bien
no demostró demasiada espectacularidad, supo integrarse
perfectamente en el cuarteto, siguiendo al líder Stern,
interactuando con la sección rítmica e incluso
aportando ideas brillantes en determinadas fases de sus improvisaciones.
A la batería, un Lionel Cordew bastante
sobrio y cumplidor, y la estrella invitada de la noche: Alain
Caron. Con su 6 cuerdas sin trastes dio una auténtica
lección de bajo eléctrico moderno, rayando en
la perfección en algunos momentos. Tan soberbia era
su técnica y tan estructurados sus solos que en algunos
instantes parecía que estábamos presenciando
un vídeo didáctico. En lo negativo, denotar
cierta falta de fuego escénico, ausente ante tanto
academicismo.
El grupo repasó temas de todas las
épocas de Stern, haciendo especial hincapié
en el último Voices, y recordando la aparición
de su nuevo disco These Times para dentro de unas pocas semanas.
En definitiva: un grupo entregado, un público entregado
y una agradable velada.
Arturo Mora Rioja