Comentario: La proximidad
del verano ha puesto fin al ciclo Directo Jazz, y la despedida
fue un auténtico broche de oro. El buen guitarrista
Santiago de la Muela y su cuarteto demostraron estar muy por
encima de un público apagado por momentos y de unos
responsables de sonido cuya labor fue sencillamente lamentable.
Así, entre ensordecedores acoples, micrófonos
que no funcionaban y el pobre Carlos Ibáñez
desgañitándose a hacer señas a la mesa
de sonido, el grupo abordó temas de grandes compositores
como Billy Strayhorn, Antonio Carlos Jobim, Richard Rodgers
o Tom Harrell, junto con un original del guitarrista y otro
de Pascual Piqueras, quien deleitó con un sonido limpio
de trompeta con y sin sordina, delicado al fliscorno y ejecutando
un fraseo académicamente impecable. La sección
rítmica muy sobria y con mucho, mucho swing. Ibáñez
actuó con muchísimo oficio y Sir Charles con
suavidad, ambos entregados al sonido del cuarteto.
Pero fue, sin duda, Santiago de la Muela quien acaparó
más miradas. Su estilo clásico a caballo entre
Wes Montgomery y Kenny Burrell, pero siempre con contenido
propio, provocó grandes momentos en la tarde/noche
madrileña. Largos pasajes en semicorcheas, improvisaciones
en acordes, preciosos acompañamientos sin púa,
... El canario de nacimiento demostró estar en un momento
de plena madurez artística, y tocó con decisión
y convicción. Interesante en lo expresivo, en lo técnico,
en lo didáctico, en lo estilístico y, sencillamente,
en lo bonito que lo hacía.
Sólo queda esperar que esta grata iniciativa Directo
Jazz tenga continuidad, como ya hemos comentado anteriormente
en estas mismas páginas, y que cambien urgentemente
de técnico de sonido.
Arturo Mora Rioja