PRESENTACIÓN
(entrevista con Ángel
Castañón por José Francisco Tapiz)
¿Cómo se os ocurrió plantear un festival
con un formato tan particular?
Aunque en un principio barajamos la idea de hacer
un festival algo mas convencional, tras darle vueltas pensamos
en buscar un formato de festival menos habitual que rompiera
con las lineas generales de los festivales al uso. Por otro
lado tenemos un interes general por cierta linea experimental,
asíque finalmente decidimos organizar un festival
de solos, algo que hasta la fecha, no se había llevado
a cabo. Por supuesto eramos conscientes de lo inusual del
planteamiento, de las trabas que supondría y de la
receptividad del publico (que ya se verá), pero nos
parece un festival original, interesante y un riesgo que
nos apetece asumir.
¿Cuál fue la respuesta de los músicos?
-¿Os ha costado mucho convencer hasta reunir a esas
ocho figuras?
Bueno, propusimos “el reto” a diferentes
músicos que habitualmente circulan por los clubes
de jazz de Madrid y sí que en algunos de los casos
la propuesta les cogió absolutamente fuera de juego
(45 minutos solo... es broma, fue la respuesta); en cuanto
a los músicos que participan en el festival a todos
ellos la idea les ha encantado, la han acogido con muchas
ganas, comentándonos, algunos de los músicos,
la falta de propuestas arriesgadas y la necesidad de iniciativas
similares que le den un poco de “vidilla” a
los festivales de Jazz, que generalmente vienen a ser lo
mismo de lo mismo.
Nos ponemos a imaginar... ¿a quién
te gustaría traer si tuvieras los medios en algún
futuro? Tanto figuras españolas como extranjeras...
Prefiero no aventurarme la lista seria interminable,
pero... Ornette Coleman, Evan Parker, Dave Douglas, Peter
Brotzman, Evan Parker, Cecil Taylor, Dave Holland, Joe Lovano,
Jorge Pardo, Perico Sambeat, Baldo Martinez... y un muy
largo etc.
José Francisco
Tapiz
MIGUEL ÁNGEL
CHASTANG / TAO GUTIÉRREZ
Asistencia:
un tercio del aforo.
Componentes:
Miguel Ángel Chastang (contrabajo)
Tao Gutiérrez (electrónica y percusión)
Comentario:
Comienzo desigual para el ciclo Jazz a Solo, un programa
que irrumpe en el panorama nacional como un soplo de aire
fresco, con un planteamiento sorprendente y estimulante
a partes iguales: enfrentar al instrumentista consigo mismo
en la soledad de un escenario en un reto de la máxima
exigencia para los músicos. El promotor de la “excentricidad”
(visto el panorama, esta afirmación podría
estar en boca de muchos...): Ángel Castañón,
responsable de la emisión radiofónica “A
ritmo de Jazz” (http://www.uam.es/ra/programas/aritmodejazz.htm),
con el respaldo de la emisora universitaria Radio Autónoma
(http://www.uam.es/ra);
el escenario: el salón de actos del Colegio Mayor
Luis Vives, un recinto acogedor y bien acondicionado que
reúne las condiciones idóneas para disfrutar
a placer de la propuesta.
Con un ligero retraso y sin ceremonias de ningún
tipo, abría el ciclo el veterano contrabajista madrileño
Miguel Ángel Chastang. Si bien algo frío y
descentrado en su comienzo, casi con la sensación
de estar asistiendo a un ensayo con público, pronto
encontró acomodo en el vacío del escenario,
transformando la tensión inicial del reto en disfrute
de la libertad que le otorgaba esta modalidad. Una vez asimilado
este cambio de perspectiva por el protagonista, las ideas
fluyeron sin cortapisas, evolucionando de un planteamiento
a otro mostrando todas y cada una de sus facetas, desde
la rítmica ortodoxa, doblando el tempo o frenándolo
a voluntad, deteniéndose en el blues y sonidos más
negros para pasar después a la melodía y el
fraseo intimista con elegancia y lirismo tanto en pizzicato
como con arco en los que fueron los mejores momentos de
la noche, hasta pisar de puntillas terrenos menos explorados,
superando airoso la dura prueba con el beneplácito
del lamentablemente escaso público asistente.
Antes de abandonar Chastang el escenario, pudo compartirlo
unos momentos con el percusionista Tao Gutiérrez,
dedicando estos instantes a un tímido intento de
colaboración a dueto sobre una secuencia programada,
de la que sacó amplio partido el contrabajista -
guiño al “so what” de Miles incluido
- respirando por fin tras ver acabados sus momentos de soledad.
Una vez solo en escena Tao Gutiérrez, el rumbo de
la noche cambió radicalmente. Y es que, a tenor de
lo oído, lo que desplegó el percusionista
granadino en escena no se acercaba ni por asomo a las premisas
que dan nombre al ciclo, a saber: el jazz salió tras
los pasos de Chastang, dejando tras de sí un proyecto
basado en su mayoría en loops repetitivos de escasa
o nula variedad rítmica que dejaban poco espacio
a la ya limitada capacidad improvisadora del solista, quien
compartió su “soledad” con una omnipresente
base secuenciada de corte bailable salpicada de sampleados;
nada que ver con el refinamiento en lo electrónico
que exhibiera Eivind Aarset hace pocos días junto
a Dhafer Youssef en el San Juan. Ni siquiera los breves
momentos de brillantez en las pinceladas étnicas
aportadas por el didjeridoo, el berimbau y un último
solo de darbuka pudieron aplacar por mucho tiempo el convencional
monotema digital, que convirtió un set de percusión
que en otras manos hubiera permitido adentrarse en terreno
inexplorado en un mero museo de instrumentos.
En suma, una de cal y una de arena que dejó patentes
las diferencias entre el músico de estudio orientado
a la producción de éxitos y el jazzman curtido
en mil jam sessions de madrugada, y consagró el nacimiento
de un ciclo esperanzador que merece asentarse dentro del
circuito nacional y del que aún quedan tres citas
que a buen seguro se adentrarán en los terrenos de
la experimentación para clausurarse con una cita
más que recomendable (por lo imprevisible) para el
domingo: Antonio Bravo y Chefa Alonso.
Sergio
Cabanillas
ANTONIO
MOLINA / MARCOS MONGE
Asistencia:
un tercio del aforo.
Componentes:
Antonio Molina (guitarra)
Marcos Monge (saxo tenor)
Comentario:
Pasados los nervios y el ajetreo de la apertura, la segunda
jornada del primer ciclo Jazz a Solo nos deparaba una deliciosa
doble velada en alas del blues y el free jazz. En esta ocasión
sí hubo unos minutos para las presentaciones, a cargo
del director de Radio Autónoma Miguel Ángel
Ramos, quien hizo gala de su elocuencia en la breve exposición
de las premisas del ciclo, así como los pertinentes
agradecimientos al organizador y al público asistente.
Tras la presentación salió a escena el veterano
bluesman Antonio Molina, acompañado por una preciosa
guitarra de Jazz adaptada a su condición de zurdo
al estilo de Jimi Hendrix, cuyo espíritu visitó
el salón de actos del Luis Vives a lo largo de su
exposición. Pasados los necesarios minutos para rebullirse
una vez más del peso de la soledad, se centró
en un repertorio basado en su mayoría en el blues,
pero también con buena parte de influencias de la
música popular americana. Para ello hizo uso acertado
y eficiente de la técnica grabando en directo las
progresiones de cada pieza para después dedicarse
a improvisar sobre ellas haciendo gala de sensibilidad y
buen gusto, pasando por diversos estilos, bordeando el soul
con la elegancia de Robert Cray o atacando riffs más
contundentes próximos al estilo del más eléctrico
Chicago, llagando al cenit en una sencilla recreación
del “Little Wing” de Hendrix que hizo las delicias
de los asistentes, incluyendo al que suscribe.
Con el ambiente relajado tras la sesión de blues
y un breve descanso, salió a escena Marcos Monge,
saxo tenor natural de Nicaragua y miembro del quinteto Akafree,
así como de formaciones como Dead Capo o Insecto.
Pese a sus inquietudes nada afines a convencionalismos,
no enfocó su repertorio de forma rupturista para
con su predecesor en escena, sino que inició su exposición
tomando como punto de partida el “Well you needn’t”
de Monk, melodía en la que fue situando a su antojo
pausas y silencios, retorciéndola progresivamente
hasta desmembrarla por completo, técnica que también
aplicó al desarrollo de otras piezas del repertorio.
Monge ejerció con soltura y claridad de ideas apabullante
la libertad absoluta que le concedía la soledad del
escenario en una actuación extraordinariamente amigable
pese a ubicarse claramente en el terreno del free Jazz lindero
con la libre improvisación, con dominio técnico
y entrega absolutas desde el más ortodoxo y elegante
fraseo bop, pasando por melodías exquisitas dignas
de Ben Webster hasta explorar en terrenos más abstractos
texturas sonoras de todo tipo, armónicos, percusión
de llaves y ligados hasta registros altísimos, exprimiendo
hasta las últimas consecuencias las posibilidades
tímbricas del tenor. Una exhibición impresionante
en todos los aspectos que exigió lo máximo
del intérprete, sonriente y agotado por el esfuerzo
físico, que finalizó su actuación entre
los aplausos del público.
El balance: extraordinario, sin duda la mejor sesión
del ciclo hasta la fecha; llegado a la mitad del mismo,
no cabe la menor duda de que aún nos aguardan sorpresas
en las dos jornadas restantes de un programa que, de ser
fiel a su filosofía inicial, se está ganando
a pulso un puesto de honor en el circuito nacional.
Sergio
Cabanillas
CHEFA
ALONSO / ANTONIO BRAVO
Asistencia:
un tercio del aforo.
Componentes:
Chefa Alonso (saxo soprano y percusión)
Antonio Bravo (guitarra)
Comentario:
Todo lo bueno se acaba, y si es con finales como éste,
uno queda con hambre hasta la próxima edición.
Broche de lujo a esta primera edición del ciclo Jazz
a Solo, protagonizado por un mano a mano entre dos de las
máximas figuras de la improvisación en España:
Chefa Alonso y Antonio Bravo, con resultados sorprendentes.
Abrió la velada la saxofonista coruñesa Chefa
Alonso, alma mater del quinteto Akafree y cofundadora del
colectivo Musicalibre (http://www.musicalibre.org),
organizadores del Festival Internacional de Improvisación
Hurta Cordel de Madrid, toda una autoridad en la materia.
Se hizo acompañar en escena por un set de percusión
y su habitual saxo soprano, instrumentos que alternó
a lo largo de un desarrollo conceptual basado en los colores.
Alonso exploró las evocaciones sonoras de esta idea
de forma casi didáctica: antes de cada pieza anotaba
en una pizarra el color que evocaría a continuación,
encabezando la lista con una cita del Poeta Victor M. Díez,
compañero de fatigas de la protagonista en el proyecto
a cuarteto “Sin Red”, el cual se autodefine
como “propuestas multidisciplinares que combinan poesía,
danza, artes plásticas, música improvisada”.
La cita del autor leonés es perfecto preámbulo
a lo que se avecina: “y los colores también
son columpios”.
Intercalando piezas a percusión y saxo, Chefa pintó
su lienzo sonoro utilizando con maestría y fluidez
los recursos tímbricos en las piezas de percusión,
escogiendo con mimo las baquetas adecuadas a las texturas
a asociar con cada color: las empleó terminadas en
varillas de madera para “Ocre circular” haciendo
uso variado y colorista (valga la redundancia) de los instrumentos
(campanas, cajas de diversos tipos, una lámina de
metal y un muñeco infantil, accionado con el pie
sobre el suelo) de forma cíclica; evocó el
“Tierra” con mazas acolchadas, obteniendo registros
más graves; hizo sentir el “Hueso” bajo
las uñas por medio de fricción con las escobillas,
para finalmente hacer aletear “El rojo de un enjambre
de amapolas” con baquetas de madera. En los temas
a soprano, se valió oportunamente de los cromatismos
para salpicar de “Añil errático”,
y de fraseo endiablado, armónicos y variaciones riquísimas
en “Cinco colores libres para Isa” y el oleaje
del “Verde mar”, en una exposición muy
libre sin ser extrema ni árida a la audiencia, sino
francamente estimulante.
Tras el preceptivo descanso, salió a la palestra
el también coruñés Antonio Bravo quien,
además de otras aventuras improvisatorias, es miembro
desde su formación del quinteto de Baldo Martínez,
coincidiendo en ésta con Chefa Alonso en su debú
discográfico “No pais dos ananos”, además
de compartir actividades en el colectivo Musicalibre y el
Festival Hurta Cordel. Tras un bellísimo y jazzístico
comienzo pleno de buen gusto, elegancia y virtuosismo el
gallego deplegó toda una enciclopedia de la guitarra
contemporánea en la que sus dedos citaron, desde
su propia visión, a un Abercrombie sumergido en amplios
y grandiosos espacios hasta las inquietantes e hipnóticas
melodías de Robert Fripp, pasando por los armónicos
conseguidos percutiendo las cuerdas propios de Michael Hedges,
aunque en este caso inmersos en dominios más oscuros,
evolucionando en su desarrollo hacia territorios más
atonales, fundiendo progresivamente el sonido de la guitarra
con relámpagos de sonidos generados via midi que
fueron ganando protagonismo hasta desembocar en una apoteosis
disonante a la que se sumó Chefa Alonso como epílogo
a una noche inmensa.
No podemos dejar de felicitar a Angel Castañón
y Radio Autónoma por asumir el riesgo de una propuesta
rompedora que ha pagado con escasez de público su
carácter de novedosa dentro del panorama musical
madrileño, una iniciativa pionera que se ha nutrido
íntegramente de intérpretes que, o bien son
españoles o bien desarrollan sus creaciones en nuestro
país, demostrando de nuevo el altísimo nivel
de muchas de las propuestas nacionales. No nos cabe duda
de que esa escasez de público se cura a base de difusión
y años, en los que esperamos que el ciclo sea fiel
a su planteamiento inicial y, a través de algún
patrocinio responsable, pueda crecer y poder incluír
en su nombre el apelativo “Internacional”, conservando
un espacio amplio (el 50% que reclama la Plataforma de Apoyo
a Nuestro Jazz sería lo justo) para esos proyectos
de aquí que han hecho de su primera edición
una experiencia inolvidable. Nos vemos en el 2º Festival
Jazz a Solo.
Sergio
Cabanillas