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YELLOWJACQUETS - XIMO TEBAR
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Fecha:
8 Julio 2003
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Lugar: Patio Central de Conde Duque (Madrid)
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Ciclo: Los Veranos de la Villa
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Hora: 21:00 h
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Comentario: Nueva
edición de "Los Veranos de la Villa". Cartel,noche y público de lujo (muchísimos músicos entre los
asistentes: Pedro Iturralde, Enrique Morente, Valentín Iturat, Marc
Miralta, Yayo Morales, Pato Muñoz...).
Increíble puntualidad:
a las 21:00 horas aparecía el valenciano Ximo Tébar y su grupo
(2 voces femeninas, teclados, bajo eléctrico, batería y percusión).
Ximo es uno de los mejores guitarristas de jazz de Europa, y así
nos lo ha demostrado en sus discos en trío y en sus actuaciones en
clubes, pero en Madrid se presentó con ese formato tan parecido al
del Pat Metheny Group, con ese sonido tan parecido al del Pat Metheny Group,
con esas canciones estructuradas de forma parecida a las del Pat Metheny
Group, pero a siglos luz del Pat Metheny Group.
A pesar de que la interpretación
de sus temas fue fabulosa a algunos nos
decepcionó el tratamiento de su música, ya que Ximo no necesita
de esos artificios para reclamar su alta posición en el escalafón
del jazz nacional. Fue triste ver cómo un guitarrista de jazz con
voz propia caía en el terreno de la imitación y sonaba a ratos
a Metheny, a ratos a George Benson... a todos menos a él mismo. Incluso
el valenciano usa una Gibson 335 como la que Metheny tuvo durante años.
Aún así la acogida del público fue excepcional. Se
puede decir que triunfó en una difícil plaza como la del Conde
Duque. Especial mención merece la actuación del bajista César
Giner, que nos ofreció un solo impresionante utilizando técnica
de "slap", así como una breve versión del "Teen Town" de Jaco
Pastorius al unísono con el guitarrista.
Unos minutos para "comentar la jugada" mientras el sol desaparecía
de Madrid y apareció uno de los cuartetos más emblemáticos
de la historia del jazz contemporáneo: los Yellowjackets.
Los cuatro
músicos y sus cuatro instrumentos (sin artificios, sin parafernalia,
con sencillez y decisión). Una música directa interpretada
a la perfección por cuatro de los artistas más técnicos
que el amplio y maltratado espectro de la Fusión nos ha dejado.
Abarcaron
temas de todas sus épocas y ofrecieron momentos de elevada intensidad.
Un disfrute para el público y un motivo de desmedida admiración
para los músicos profesionales y aficionados que abarrotábamos
el recinto.
Russell Ferrante aportó gracias a sus dos teclados el
típico sonido "Yellowjackets": esas progresiones de acordes interpretadas
con sutileza al piano, esos solos trabajados, esos colchones de teclado
de fondo y esos perfectos unísonos con Bob Mintzer, gran saxofonista
y arreglista, que demostró estar capacitado para tocar al más
alto nivel en prácticamente cualquier contexto armónico, rítmico
y melódico.
Emoción salvaje al saxo tenor y delicada sofisticación
al EWI, ese instrumento electrónico que funciona como un saxofón
pero que ofrece unos timbres muy adecuados al estilo de la banda.
En la batería
la incorporación más reciente: el jovencísimo Marcus
Baylor, que con sólo 24 años fue la envidia de todos.
Un tempo perfecto, unos recursos rítmicos inagotables y una picardía
digna de mención, ya que fue la base de la interacción entre
los miembros del grupo.
Pero si de interacción hablamos, tenemos
que cerrar con, posiblemente, el músico más impactante de
la noche: el gigantón zurdo Jimmy Haslip, que arrancó toda
la música que quiso de las seis cuerdas de su bajo encordado para
un diestro. La aparente heterogeneidad del aspecto de Haslip y su extraña
postura de manos contrastaba de forma increíble con la maestría
que ofreció. Haslip pertenece a esa generación de grandes
intérpretes del bajo eléctrico, que rayan al máximo
nivel sin necesidad de juegos pirotécnicos "funkies" ni de imitar a
Pastorius. Estuvo sencillamente soberbio, sabiendo perfectamente cuándo
complicar y simplificar sus líneas, tomando el rol de solista cuando
era necesario, apoyando a sus compañeros, e incluso presentando al
grupo con sus conocimientos de castellano (lo único que no le salió
perfecto).
En definitiva, una buena noche, un público más
respetuoso que en ediciones anteriores de "los Veranos de la Villa" (será
porque la mayoría eran músicos) y una inevitable comparación
entre el nivel del jazz contemporáneo en España y en Estados
Unidos, que no nos deja muy bien parados, pero más por mérito
de los americanos que, a pesar de lo comentado, por demérito de
Ximo.
Arturo Mora Rioja
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