Comentario: Los conciertos
de Directo Jazz se están convirtiendo en un clásico,
y esperemos que sea por mucho tiempo. Difícil plaza,
no obstante, la del Auditorio del Conde Duque, donde, dado el
carácter gratuito del ciclo, se agrupan fervientes seguidores
del jazz más actual con legiones de jubilados ansiosos
de música dulce y melódica. Contentar a ambos
no es tarea fácil, y parece que en esta ocasión
Chema Sáiz lo consiguió.
Con la ayuda de Bobby Martínez y el soporte rítmico
de Tomás Merlo y el extraordinario Guillermo McGill,
el guitarrista de Alcalá de Henares mostró distintas
caras, haciendo la velada variada e interesante. Tras el inicio
con el tema Kevin, Sáiz ofreció una excelente
improvisación en su Vals en Re Menor, comenzando desde
abajo e incrementando la dinámica de su solo paulatinamente
de forma casi inapreciable hasta llegar al máximo punto
de expresividad. En este tipo de tratamientos fue donde más
se hizo notar la presencia de McGill. El batería de
origen uruguayo es un músico de detalles, capaz de
matizar adecuadamente cada frase de sus compañeros,
y capaz también de moverse en terrenos atrevidos como
los de la siguiente pieza, W, donde el percusionista nos dejó
un espectacular solo lleno de polirritmias sobre un contexto
rítmico muy complejo. Anteriormente Sáiz había
arrancado algunos de los aplausos más rabiosos del
público, al introducir en su discurso la distorsión
de guitarra y el uso de frases y acordes más habituales
de entornos rockeros.
Vuelta a la tranquilidad (esta vez en formato de trío)
con De fuera a dentro, tema que da título al último
trabajo discográfico del guitarrista, y donde el lirismo
y el uso de acordes toman especial protagonismo. Parece que
el descanso le sentó bien a Bobby Martínez,
ya que el americano interpretó su mejor solo en una
rapidísima versión del monkiano Round Midnight
que acabó con un divertidísimo intercambio de
frases entre ambos solistas. Tomás Merlo, salvo algún
que otro incidente con su atril, se mostró serio y
rocoso en su acompañamiento, y muy efectivo cuando
de improvisar se trataba.
El final de lujo vino con Tampoco te pases y Al día
siguiente, temas con los que el cuarteto se metió al
público en el bolsillo, haciéndose acreedores
de un bis: “la canción más sencilla del
mundo” (como el propio Chema la presentó), ni
más ni menos que una desenfadada versión en
blues del clásico infantil francés Frère
Jacques.
Seguiremos pendientes de este tipo de eventos. El ciclo Directo
Jazz se despide, esperemos que tan sólo hasta después
del verano, y a Chema Sáiz podremos verle con esta
misma formación el próximo 30 de junio en el
Galapajazz de Galapagar (Madrid).