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CHICK
COREA & TOUCHSTONE
XXII Festival de Jazz de Madrid
- Fecha: 5 de Noviembre de 2005.
- Lugar: Centro Cultural de la Villa (Madrid)
- Hora: 21:00
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Asistencia: Lleno
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Componentes:
Chick Corea (teclado, piano, percusión, palmas)
Jorge Pardo (flauta travesera, saxos soprano y tenor, palmas)
Carles Benavent (bajo eléctrico, palmas)
Tom Brechtlein (batería, palmas)
Rubem Dantas (percusión, palmas)
Auxi Fernández (baile)
Tomasito (baile)
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Comentario: Es curiosa la
facilidad que tiene Chick Corea para conectar con el público.
En los últimos años le hemos visto sacar a flote
conciertos que no discurrían por la ruta esperada gracias
a esa capacidad de empatizar con el respetable, al igual que
hemos admirado su habilidad para poner la guinda al pastel cuando
el show iba bien encaminado, convirtiéndolo de ese modo
en un momento inolvidable. En esta ocasión, ni tanto
ni tan poco. El término medio.
Touchstone fue el título de un disco que el pianista
grabara allá por 1982, en el que ya le acompañaran
Paco de Lucía y Carles Benavent. Tomando como motivo
la recreación de música árabe y aflamencada
considerada bajo el prisma del jazz, Corea ha vuelto a llamar
a Benavent y sus eternos compañeros de batallas Jorge
Pardo y Rubem Dantas (ambos integrantes durante casi dos décadas
del grupo de Paco de Lucía). Completando la formación,
el batería estadounidense Tom Brechtlein aportando una
visión más cercana a la tradición jazzística.
Y hubo un poco de todo. La recreación de las 1001 noches
que el grupo atacó a lo largo de varios temas se basó
en la sencilla secuencia de largos solos y en la compleja aproximación
a intrincados arreglos, muy al estilo de otra antigua banda
de Chick, Return to Forever. Las dinámicas excesivamente
planas hicieron de la primera hora de concierto un ir y venir
de intervenciones individuales técnica y lingüísticamente
suntuosas, si bien el conjunto careció de la gracia que
se le presuponía. Corea alternaba entre el piano y el
teclado Yamaha, con predominio de este último y un uso
exagerado de la rueda de pitch, Pardo alternaba la flauta travesera
con los saxos soprano y tenor, ofreciendo improvisaciones profundas
y atrevidas, mientras Brechtlein se mantenía en un discreto
segundo plano dando soporte rítmico a las originales
y acertadas evoluciones percutivas de Rubem Dantas. Destacando
incluso por encima del líder se encontraba Carles Benavent.
El bajista catalán tiene esa extraña habilidad
de estar improvisando sin parar, siempre inquieto, tirando frases
continuamente pero sin descuidar su labor de bajista, dando
un preciso soporte rítmico y armónico, respetando
el contexto y aportando variados colores a la interpretación
de cada tema. Sus arpegios, sus picados, sus notas muteadas
y su dominio del tiempo le hizo acreedor a los aplausos más
sentidos de la noche.
Pasada esa primera hora el grupo se encontró consigo
mismo, con la música que mejor saben hacer, esa mezcla
de latin jazz con aire aflamencado donde la continuidad en el
sonido da paso a los juegos con la métrica y los obligados
rítmicos en lugares inesperados, recursos muy flamencos
que hicieron las delicias del respetable. Y lo que no consiguió
ganar el propio Corea lo ganaron las "sorpresas" que
tenía preparadas: dos bailaores que fueron de lo mejorcito
de la velada. Primero Auxi Fernández, embutida en un
bonito vestido negro, moviendo su cuerpo rítmicamente
al son de la música, bailando con pasión y desgarro.
Después Tomasito, acostumbrado a retos jazzísticos
(habitual del grupo de Chano Domínguez), nos dejó
unos pasos por bulerías de impresión. Y así
discurrió el concierto hasta el final: enormes improvisaciones
de los músicos representadas por los bailaores, arte
por doquier y un público contentísimo. Sobre todo
los que veían a Corea por primera vez y quedaron encantados
con la recreación, como bis, del Spain donde el pianista
hacía cantar a los asistentes, y todo eso. Lo de siempre,
sólo que en esta ocasión con el añadido
de los bailaores, quienes demostraron una extraordinaria capacidad
de adaptación a todos los eventos que ocurrían
en la parcela musical.
Pues nada, el auditorio en pie, los artistas saludando y todo
el mundo con un gran sabor de boca. Muchos se habían
olvidado de la frialdad del principio, y Chick volvía
a salvar un concierto que había estado en la cuerda floja.
Genio y figura.
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