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DAVE
HOLLAND QUINTET
XXII Festival de Jazz de Madrid
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Comentario: Hay conciertos
buenos, los hay especiales, y después aparece el capítulo
de los inolvidables. No nos equivocamos mucho si incluimos la
aparición de Dave Holland y su quinteto en el XXII Festival
de Jazz de Madrid dentro de este último grupo. Es difícil
concebir música de tanta calidad con un trasfondo tan
jazzístico y un sonido tan actual. Los miembros de la
banda demuestran conocerse a la perfección, hasta el
punto de que, más allá de reaccionar a los impulsos
de los otros músicos, la sensación es que los
cinco intérpretes deciden tomar el mismo camino en el
mismo momento, como si una fuerza superior tirase de todos a
la vez, y todo ello en lugares donde no cabe pensar en arreglos
ni pactos cerrados de antemano. Jazz en estado puro, improvisación
colectiva con un ensamblaje tan perfecto que resulta difícil
de creer. Si no hubiéramos estado allí, claro.
Arrancó el espectáculo con The Eyes Have It y
cerró con Free for All. El resto, nuevas composiciones
que el quinteto grabará en breve. Y hasta en ese capítulo
se demostró cohesión: daba igual quién
fuera el autor de cada tema, todos sonaban al Dave Holland Quintet,
con esa mezcla de ritmo, oscuridad, métricas poco usuales,
armonías abiertas y espacio ilimitado para improvisar
y para soñar. Por si fuera poco, la ausencia del batería
Billy Kilson desde hace casi dos años ha sido magistralmente
cubierta por un joven Nate Smith cuya excelente técnica
queda en mera anécdota al lado de su capacidad de escuchar
e interaccionar con sus compañeros. En el segundo tema,
un blues menor, Smith tuvo mucho que ver en el éxito
del impresionante solo al tenor de Chris Potter, ya que fue
el batería de color quien dirigió las evoluciones
de su compañero, marcando la velocidad del fraseo y forzando
a Potter a solear continuamente a altas velocidades, escudado
tras la cómplice sonrisa del maestro Holland. El saxofonista
salió victorioso de los aprietos en que le puso el percusionista,
divirtiéndose y dejando un momento memorable. Los temas
servían generalmente de escaparate para un par de solos,
no más. Eso permitía a los improvisadores desarrollar
sus apariciones con tiempo, e impedir el carrusel de intervenciones
que puede convertir a un grupo profesional en combo de escuela
a poco que se descuiden.
Amator Silenti, nueva composición del original Steve
Nelson (qué bien encajan los sonidos de su vibráfono
y su marimba en el contexto musical del grupo) aparentaba ser
una balada lenta y algo sobrearreglada, casi lacrimógena.
Sorprendentemente el tema deviene en una feroz improvisación
libre sin forma, causando un contraste brutal y sorprendiendo
al público, en esta ocasión tan excelente como
la música. La influencia del formato de big band en el
que estos músicos han viajado por todo el mundo en los
últimos años se dejaba notar en la precisión
de los arreglos, hecho que quedó de manifiesto en la
presentación de dos nuevos temas, aún sin título,
a cargo de Robin Eubanks y Chris Potter. El primero de ellos
comenzó con un vertiginoso diálogo entre trombonista
y saxofonista sin acompañamiento. La compenetración
entre ambos músicos tuvo mucha culpa del resultado final.
Y sobre Dave Holland, poco se puede decir ya. Su técnica
de contrabajo es más que envidiable, su capacidad para
crear líneas de bajo melódicas sobre la marcha
no tiene parangón, y como líder sabe encontrar
grandes músicos y hacerles sonar como un grupo. Qué
más se puede pedir.
El mencionado Free for All (tema del disco Extended Play: Live
at Birdland) cerró el concierto con Chris Potter al soprano
y un solo de Nate Smith donde utilizó unas complejas
polirritmias que volvieron loco al respetable, no así
a sus compañeros. El obligado bis vino de mano del Go
Fly a Kite de Steve Nelson, donde Eubanks y Potter intercambiaron
frases con dominio, lirismo y mucha sabiduría. Pedazo
de concierto, pura magia, esperemos que el nuevo disco no tarde
mucho en salir y que esta agrupación siga explorando
y ampliando horizontes musicales. El jazz les necesita.
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