Componentes:
Jon Hassell, trompeta
Rick Cox, Guitarra
Peter Freeman, bajo
Steve Shehan, percusión

Comentario: Decía el gran Joachim Berendt en su famoso libro dedicado al jazz (la Biblia del jazz) que muchos músicos son difíciles de clasificar ya que pertenecen a más de una categoría. Sin embargo -añadía -, no es posible la crítica sin llevar a cabo las socorridas generalizaciones. Todas las clasificaciones hechas con el hombre y la cultura que de éste emana y en la que se incluye la música, son arbitrarias, artificiales y falsas; pero una consideración igualmente sencilla muestra que son útiles e indispensables; y sobre todo, son inevitables, porque corresponden a una tendencia innata de nuestro modo de pensar. Todos los músicos son considerados como particulares puntos de desarrollo: se conducen desde un punto de partida y continúan hasta que llegan a un punto final, después de haber pasado por una secuencia de estímulos e influencias. La música de Jon Hassell, que tuvimos ocasión de disfrutar en el segundo concierto del 24 Festival de Jazz del San Juan Evangelista, una nueva e interesante apuesta de este clásico festival, se presta de una manera clara a la ambigüedad y al eclecticismo. Como pez escurridizo, su música quiere escapar de las catalogaciones. Pero como en todos los grandes trompetistas modernos, al final siempre hay una referencia principal que se llama Miles Davis. Con Hassell, ¿estamos ante una música ancestral o sonidos propiamente urbanos que nos anticipan el futuro?. Volviendo otra vez a Berent, éste escribió que la diferencia entre “pureza” y “eclecticismo” está en el hecho de que la pureza existió tan atrás en el pasado que solemos olvidar cuán ecléctica fue en su día. En este sentido qué decir de la música de Jon Hassell, cuyos sonidos enlazan con la música étnica, el ambient, la música electrónica de Karlheinz Stockhausen y que incluso recuerda, en algunos momentos, a aquellas notas que nos brindó Miles Davis en discos como “Kind of Blue”, “In a Silent Way” o “Bitches Brew”. Después de haber publicado más de diez discos en los últimos 20 años, Jon Hassell ha editado un nuevo trabajo titulado "Maarifa Street"( Label Bleu), siguiendo un estilo que él mismo ha calificado como Fourth World (cuarto mundo), en el que se combina tanto música antigua, digital, oriental y occidental, compuesta e improvisada. El concierto del trompetista de Memphis siguió un desarrollo muy similar en cada uno de los 6 temas que interpretó este iconoclasta cuarteto, en el que Jon Hassell llevaba siempre la batuta como auténtico hacedor de lo que allí se estaba cociendo. Prácticamente interpretaron todos los temas de su nuevo disco, cuyo título hace referencia a “Maarifa Street”, traducido del árabe como calle de la sabiduría.

Abusando quizá a veces de los sonidos pregrabados, la música electrónica, jazz minimalista o como queramos catalogarla de Jon Hassell desprendía un cierto halo misterioso, intimista y generador de sensaciones muy diversas. Rick Cox a la guitarra se hartó de proponer diferentes detalles y sonidos extraídos utilizando los utensilios más extraños desde el extremo de algo que se intuía como una maraca o una pera de aire, a una esponja, un trozo de vidrio e incluso una brocha de afeitar; el bajista Peter Freeman, con su ordenador a mano se ocupó de remarcar los sonidos más graves y el percusionista Steve Shehan dio un auténtico recital de cómo manejar diferentes utensilios desde un arco tocado sobre un platillo, congas, cajas tocadas con grandes escobillas o el golpeo sobre una gran calabaza africana. Todos ellos dirigidos por un Jon Hassell convertido en un músico realmente complejo al que le gusta recurrir a unos sonidos de los que están hechos los sueños. La dificultad de escribir y pensar acerca de la música, estriba en que ésta es más precisa que las palabras. Tal y como tituló uno de sus anteriores trabajos, en el que colaboraba Brian Eno, Jon Hassell llenó el auditorio del San Juan con una muestra más de sus músicas posibles. Interesante y recomendable propuesta, a veces difícil de digerir, pero que no deja impasible al buen aficionado, amplio de orejas y abierto a los caminos nacidos o muy próximos al jazz.

Carlos Lara Cid