Comentario (viernes 20-01-2006):
El nuevo disco de Chema Sáiz va a dar mucho que hablar.
Cómo será la cosa que ya está dando que
hablar antes incluso de ser publicado. Y es que en esta semana
que ha pasado el de Alcalá en el madrileño Café
Central se ha dedicado a presentar algunos de los temas incluidos
en su nueva grabación, acompañados de lo mejorcito
de su anterior De fuera a dentro. Y parece que ha gustado.
No son solamente los temas, no es solamente la concepción
creativa la que da que hablar. Además, en esta ocasión,
Chema ha encontrado a los acompañantes ideales, músicos
jóvenes, trabajadores y de excelente técnica,
pero con un atrevimiento cercano al del líder. Músicos
que no sólo siguen las evoluciones del guitarrista por
donde quiera que vayan, sino que demuestran la insolencia propia
de esta música, arrastrando al propio Sáiz con
ellos, aportando su visión personal y haciendo crecer
al trío hasta altísimos valores expresivos.
No hubo cuartel desde el comienzo del primer pase, con los ya
conocidos Tampoco te pases (basado en Bésame mucho) y
el Vals en re menor, donde humor y clase se daban la mano. Sáiz
manejaba con total naturalidad su cuadrilla de pedales de efectos,
obteniendo sonidos entre chirriantes y galácticos. Toño
de Miguel ejecutaba acompañamientos casi perfectos, con
seguridad y precisión, y Borja Barrueta no dejaba de
escuchar con detalle a sus compañeros, reaacionando instantáneamente
a las propuestas de éstos, dando un discurso de batería
moderna y atrevida, basada en la tradición pero dispuesta
a ampliar constantemente su vocabulario. Fue en el divertidísimo
tema Marketing donde Barrueta arrancó fuertes aplausos
en los cuatros que intercambió con sus compañeros,
llenos de originalidad y descaro. El métricamente complejo
W tomó mucho peso gracias a la aportación de Toño
al bajo fretless, y, al final del pase, concesión a la
relajación de mano de Canción, balada ternaria
donde Chema Sáiz hizo uso del más clásico
sonido de guitarra de jazz para deleitar al respetable.
Unos minutos de descanso y el trio (¿o deberíamos
llamarle Power Trio?) volvía sobre las tablas, al igual
que al principio del primer pase, con enfoque latino. Al día
siguiente y Latín aportaron improvisaciones de calidad,
donde cabe destacar las evoluciones del largo solo de Toño
de Miguel en el segundo tema, agregando efectos a su bajo eléctrico.
Pero el momento de la noche llegó de la mano de esa capacidad
innata del guitarrista para aproximarse a la música de
corte tradicional desde un punto de vista jazzístico,
y que ya demostrara en sus dos primeros trabajos discográficos.
Tras reproducir a la perfección la impertinente melodía
de un móvil en la sala (algo que ya se está convirtiendo
en un clásico), Chema presentó su estratosférica
versión de la canción Que llueva (la Virgen de
la Cueva), ante un público cuya incredulidad al ser presentado
el tema se convirtió en asombro cuando escuchó
las evoluciones de este. Una versión interesantísima,
rítmicamente curiosa, e incluso algo obsesiva, donde
los tres músicos tuvieron su espacio y donde el disfrute
por el buen jazz se entrelazó con las risas y la admiración.
La preparación para la despedida, con el bolero De fuera
a dentro, que diera título a su anterior disco, y donde
Borja Barrueta acompañó con sus manos, a la Jeff
Ballard. Algo que también haría en el cierre del
espectáculo, el nuevo tema Malos Modales, una compleja
muestra de jazz moderno cercana a la concepción de maestros
contemporáneos donde el contraste y los cambios de contexto
fueron ideales colchones para afiladas improvisaciones, vertiginosas
escalas en absoluto exentas de profundidad musical que provocaron,
como era de esperar, la insistente petición de un bis
por parte del respetable. Por desgracia, las ordenanzas municipales
no suelen ser amigas de la cultura, así que nos quedamos
con las ganas. Sólo nos queda consultar la agenda de
próximos conciertos y esperar con ansia la aparición
del nuevo disco.