Comentario: La música
puede cumplir distintas y variadas funciones. A veces
puede limitarse a revivir las raíces del pasado con respeto
y solemnidad, otras puede ser un simple entretenimiento capaz
de arrancar sonrisas al oyente, en algunas ocasiones puede implicar
un enrevesado proceso intelectual y en otras evocar un lenguaje
contemporáneo, garante de modernismo con el consiguiente
riesgo asociado. Lo realmente complejo es combinar todos
estos objetivos en perfecta armonía, y eso es justamente
lo que consiguió el guitarrista Chema Saiz en la presentación
en directo de su nuevo trabajo discográfico,
Trio
Album. Para ello contó con la presencia del
batería titular del CD, un cada día más
inspirado Borja Barrueta, atrevido y osado como pocos, y del
contrabajista Pedro Martín, esta noche en la difícil
faena de sustituir a Toño Miguel, tarea que cumplió
con mucho oficio, pero desigual resultado.
Al igual que el disco, el recital comenzó con "Floralba",
balada en la que ya se dejó ver el
modus operandi
de todo el concierto, con Barrueta lanzando constantemente anzuelos
musicales a sus compañeros y Saiz haciendo uso de variadas
técnicas guitarrísticas siempre en busca de contenidos
melódicos y fraseos interesantes. Pedro Martín
nos dejó el primero de sus buenos solos de contrabajo,
claros y ordenados, recorriendo la armonía del tema sin
perder de vista la melodía que lo surca. "Tampoco
te pases" y "Vals en re menor", incluidos en
la anterior incursión en el estudio,
De fuera a dentro,
permitieron comprobar cómo Chema no tiene dificultad
en sacar brillo a los sonidos más graves que su guitarra
y sus pedales de efectos le permiten obtener, y cómo
el de Alcalá de Henares saca partido a su bagaje clásico
para entrelazar técnica de púa con dedos en su
mano derecha. El primer pase iba acabando y el trío
sacó todo su arsenal de recursos gamberros y divertidos
en "Marketing", composición que nunca deja
indiferente, y en la que Borja Barrueta hizo gala de una enorme
imaginación en sus cuatros. "Mero trámite",
el tema rápido por excelencia, supuso la vuelta a la
ortodoxia, que no a la sencillez.
Unos minutos de descanso y vuelta al escenario, con una
pieza que nunca aparece en el repertorio, pero que siempre
acaba sonando: la sempiterna melodía de teléfono
móvil del público imitada por Chema con
su guitarra. Le hemos escuchado tocar de oído
tantos tonos y politonos que las compañías
de telefonía móvil van a tener que empezar
a cobrarle derechos de autor (mejor no demos ideas).
Nuevo comienzo con balada, en este caso un "Melodía
natural" donde Saiz ofreció un amplio repertorio
de técnicas (arpegios, escalas, acordes, ...) ensambladas
con soltura y naturalidad. En "Al día
siguiente" (de De fuera a dentro) guitarrista
y bajista evocaban la armonía del tema sobre el
solo de Borja Barrueta, y el bilbaíno arrancó
sentidos aplausos en su intervención solista en
"Latín". La parte final del espectáculo
fue una sucesión de momentos álgidos, a
destacar esa joya llamada "Que llueva", donde
el líder eleva el popular "Que llueva, la
Virgen de la Cueva" al mundo de la sofisticación
y la expresividad sin límites. Un arreglo
rítmico donde la improvisación de Saiz incluye
bellísimos fraseos perfectamente ligados y donde
los tres miembros del grupo aportan un peso específico
especialmente reseñable. Y, por si fuera
poco, el final de concierto con "Malos modales",
pieza larga y densa, evocadora de trabajos de jazz contemporáneo,
escritorio de trabajo ideal para que Chema investigue
desarrollos melódicos sobre una armonía
modal amplia y un entorno rítmico sugerente.
Por supuesto, el respetable no quería dejar marchar
al trío, viéndose este obligado a interpretar
un bis, ni más ni menos que el "Smells Like
Teen Spirit" de Nirvana, cargado de distorsiones
de guitarra y batería roquera, y con un solo de
Chema en el que demostró esa habilidad innata según
la cual actúa con la capacidad creadora de un gran
veterano y la insolencia transgresora de un joven atrevido.
El próximo sábado 17 de junio podremos
ver al trío en el Festival de Jazz de Móstoles,
compartiendo cartel con el mismísimo Jean-Luc Ponty.
Oportunidad más que merecida por un grupo que ofrece
todos y cada uno de los elementos que uno puede esperar
de una reunión jazzística del siglo XXI,
combinando belleza y diversión a partes iguales
y siempre en progresión.