Comentario: Los cócteles son peligrosos.
Pueden provocar empachos o indigestiones si el barman no es
muy experto, o bien requerir un trabajo ímprobo para
ofrecer un resultado discreto. No fue el caso la noche
del viernes. El World Saxophone Quartet ofreció
una actuación explosiva, llena de fuerza e intención,
aprovechando los recursos que ofrece la agrupación
de vientos, la aportación de bajo y batería
en clave funky y el concepto hendrixiano
que servía de excusa para esta nueva reunión
de la veterana banda.
Con la presencia del panameño Jorge Sylvester continuando
la lista de sustitutos de Julius Hemphill al alto y soprano
(lista engrosada por, entre otros, Arthur Blythe, Eric Person,
James Spaulding y John Purcell), el cuarteto abrió
el concierto sin acompañamiento, fundiendo los trinos
de los cuatro metales en una chillona textura que permitió
el paso de la parte escrita a la libre improvisación
colectiva con tal naturalidad que el cambio se hizo
difícil de apreciar. Después apareció
sobre el escenario una sección rítmica que destilaba
funk por los cuatro costados: el espectacular batería
Lee Pearson con sus dos cajas y Jamaaladeen Tacuma, con su
Fender Precision rojo lleno de pegatinas y colgado a la altura
de su cintura. Ambos estuvieron toda la noche entregados al
groove, sirviendo de sólido colchón
al discurrir de sus compañeros y divirtiéndose
como nadie. La presencia de estos dos músicos restó importancia a los arreglos, pero aportó variedad
y concisión, ampliando el discurso del cuarteto y aportando
sabores distintos al mencionado cóctel. Las improvisaciones
de los saxofones comenzaban a trío para luego dejarse
seducir por el encanto de los otros tres metales en su arreglo
escrito, y en la irreconocible versión de "Hey
Joe" los acompañamientos, sencillamente feroces,
facilitaron sobremanera el discurso de los veteranos solistas.
Fue en este tema donde Hamiet Bluiett nos dejó una
brillante interpretación a dúo con un Pearson
que reaccionaba de forma tan inmediata a los estímulos
de su barbudo compañero, que a veces daban la sensación
de estar tocando pequeños fragmentos al unísono. "If Six Was Nine" comenzó con swing
para, posteriormente, devenir en una borrachera pseudo-free,
con Sylvester al soprano y especial protagonismo para Tacuma
y Pearson. Este último arrancó el aplauso más sonoro del respetable, tras una larga intervención
solista en la que hizo gala de todo tipo de artificios, aporreando
todos los elementos de su batería a velocidades supersónicas,
tocando a una mano con la otra baqueta haciendo equilibrio
sobre su cabeza, cruzando ambos brazos tras su espalda, prescindiendo
de ambas baquetas e incluso levantándose de su sitio
y utilizando cualquier objeto sobre el escenario (hasta las
propias tablas del escenario llegó a utilizar) como
elemento percusivo.
El gran David Murray calmó la situación gracias
a un precioso solo a tiempo lento con un sonido espectacular,
riquísimo en armónicos y potente como pocos,
para dar paso a una incendiaria adaptación de "Machine
Gun" donde nuevamente Pearson y Tacuma dieron una lección
de funk al servicio de la improvisación, abiertos y
flexibles pero, a la vez, precisos y decididos. Los
originales de Hendrix sufrieron tal metamorfosis al pasar
por el tamiz del grupo que llegaba a ser complejo reconocerlos
y, tras otra buena improvisación de Bluiett, el espectáculo
llegó a su fin. O casi. El bis de rigor,
más convencional, nos permitió descubrir las
cualidades vocales de Murray a ritmo de blues. Y es
que, parafraseando a Karlos Arguiñano, qué fácil
es degustar un cóctel cuando éste sale "rico,
rico y con fundamento".
Otro hecho reseñable es la reinauguración de
la página web del Colegio Mayor San Juan Evangelista,
el popular Johnny que sigue acercándonos a
la buena música y, por supuesto, al buen jazz en directo
tras décadas de actividad. No se lo pierdan: http://www.sanjuanevangelista.org/