Comentario: Como ya ocurriera
con "Jazz con sabor a club", Fémina 2007 es
un intento del Ayuntamiento de fomentar la música de
calidad en las pequeñas salas de la Villa, con una condición
en este caso: el liderazgo de la formación musical debe
correr a cargo de una mujer. En este contexto concurría
la trombonista norteamericana Cheryl Walters a Segundo Jazz,
uno de los clubes con más solera de la capital. Para
la ocasión, la de Nueva Orleans se hizo acompañar
por algunos de los músicos jóvenes más
sobresalientes de la escena actual.
Con enorme respeto a la tradición, pero buscando nuevos
rumbos, el quinteto salió a romper con un "Sweet
Georgia Bright" pletórico de
swing, con
solos claros, concisos y rebosantes de lenguaje con los que
la banda se apropió de la atención del respetable.
En "Hipopótamo Swing", original de Javier Bruna,
el guitarrista Héctor García Roel abordó
su solo de dinámica ascendente en perfecta comunión
con el batería Diego Gutiérrez, todo un espectáculo
de escucha e interacción. El conocimiento mutuo entre
Gutiérrez y el contrabajista Gerardo Ramos sentó
una base sólida sobre la que discurrieron las improvisaciones
de sus compañeros. El lirismo llegó de la mano
–compás ternario incluido– de "Summer
in Central Park". El unísono de flauta y trombón
con sordina destilaba belleza, al igual que las intervenciones
solistas de ambos instrumentos. La Walters, divertida en sus
presentaciones, se encontraba a gusto, y así lo demostró
en "Afro-Centric", merced a un inspirado solo de trombón
de tintes oscuros sobre un complejo
riff de bajo. García
Roel asentó su improvisación en motivos casi minimalistas.
"Metropol", también de Bruna, cerró
el primer pase. El navarro mostraba dos caras bien distintas
dependiendo del instrumento a manipular: dulce y lírico
con la flauta, fiero y apasionado con el tenor.
El segundo asalto arrancó con un "Hocus Pocus"
que sufrió todo tipo de alteraciones, del
swing
a la bossa pasando por el cha-cha-cha. La imaginación
se apoderó del ambiente y, mientras Gerardo Ramos nos
obsequiaba con un solo cristalino y bien estructurado, Gutiérrez
centraba su acompañamiento en el percutir de sus manos
sobre la caja, y García Roel rasgaba las cuerdas de su
guitarra mientras las apagaba con su mano izquierda, a modo
de güiro. El quinteto afrontó el
parkeriano
"Segment" en clave de
funk, y recreó
el "Enjoy the Silence" de Depeche Mode a ritmo de
bolero. Cheryl Walters mostraba sutileza en las melodías,
siempre buscando el empaste tímbrico con Javier Bruna,
y conducía sus solos por el camino de la expresividad.
Pero si hablamos de conducir, el volante de este autobús
tiene un claro propietario: Diego Gutiérrez, batería
versátil de inspiradas ideas, adalid de la interacción
y amigo de la fuerza escénica.
Otra composición de Bruna, "The Machine", dio
fin a un concierto variado y divertido. Cheryl Walters, tras
varios años de estancia en Madrid, está proyectando
una prometedora carrera en solitario, con una buena elección
de músicos y de repertorio. Confiemos en que este concierto
tan sólo sea el punto de partida de algo grande. En su
caso y en el de muchas otras féminas.