Comentario: Uno no es dado
a los pronunciamientos absolutos, pero si hubiera que elegir
el "mejor concierto del Festival de Jazz de Vitoria"
(y con permiso de los suecos e. s. t.), ése sería
el del Dave Holland Quintet. La maquinaria del contrabajista
británico está más engrasada que nunca
tras una década de trabajo en común, la soltura
con que se desenvuelven sus miembros es insultante y el público
vitoriano disfrutó de lo lindo.
"Ebb and Flow" abrió el espectáculo
con improvisaciones de altísimo nivel del trombonista
Robin Eubanks y del propio Dave Holland. Los aplausos comenzaron
incluso antes de que el melódico solo del contrabajista
acabara. Los integrantes del quinteto abordaron sus intervenciones
solistas con seguridad y tranquilidad, dispuestos a enhebrar
discursos de altísima cohesión estructural con
total confianza en sí mismos. Si este fue el concierto
del festival, el solo de la edición fue el de Chris
Potter al tenor en "How's Never". Largo, intenso,
lírico, sin ningún tipo de altibajos, impidiendo
relajar la atención del público, se hizo acreedor
a un aplauso sincero y entregado. El saxofonista de Chicago
evoluciona a pasos agigantados y llegó a robar protagonismo
al mismo Holland.
"The Winding Way", composición del bajista
para su proyecto ScoLoHoFo (con John Scofield, Joe Lovano
y Al Foster) se adaptó como un guante al quinteto.
El inglés lanzó contrapuntos polirrítmicos
a su propia línea de bajo, dando sensación de
ausencia de tiempo por momentos para volver a coincidir de
forma precisa con su batería. Holland es capaz de improvisar
contralíneas que serían difíciles de
leer en partitura. En "Secret Garden" Robin Eubanks
llevó su instrumento, el trombón, a sus límites.
El trabajo de los solistas impresiona, pero no podemos olvidarnos
de Nate Smith, culpable de que el grupo camine con solidez,
espectacular y entregado al sonido global; ni del vibrafonista
Steve Nelson, cuyos peculiares colchones armónicos
son la base de libertad sobre la que sus compañeros
se mueven como pez en el agua. Es reseñable que, siendo
cinco músicos tan técnicos, no sea la técnica
su cualidad más destacable. "Vicissitudes"
fue el único tema no compuesto por Dave Holland. Su
responsable, Chris Potter, nos regaló otra improvisación
inolvidable, y lo tardío de la hora no fue óbice
para que los asistentes requirieran con furor un bis, que
fue "Easy Did It", en métrica de 11/4.
El Dave Holland Quintet sigue escalando peldaños,
cruzando líneas, avanzando niveles inexorablemente
en busca de nuevas cimas creativas. Sus cinco músicos
han evolucionado individual y colectivamente, y ya no sólo
sorprende la destreza con que se desenvuelven en métricas
complejas, sino el buen gusto que demuestran en sus improvisaciones.
Todo un referente, un espejo donde mirarse para cualquier
músico actual, esta banda ha escrito algunas de las
páginas más brillantes del jazz contemporáneo.
Y lo que queda.