Comentario: Seis años
hacía ya de la puesta de largo de e. s. t. en el Teatro
Principal de la capital alavesa, y cuatro de ese asalto al Polideportivo
de Mendizorroza en el que a punto estuvieron de eclipsar al
mismísimo Pat Metheny. Desde entonces el trío
sueco no sólo ha fortalecido sus cimientos, haciendo
gala de un perfecto conocimiento mutuo entre sus integrantes;
también ha crecido como banda en todos los sentidos,
ofreciendo un espectáculo redondo más allá
del terreno musical. En esta vuelta a tierras vitorianas la
alta expectación del público se vio colmada con
creces. Los tres mosqueteros del jazz europeo desplegaron su
arsenal de recursos con soltura y naturalidad, sin ningún
tipo de afectaciones, mientras se proyectaban, en tiempo real,
planos cortos del concierto modificados digitalmente sobre el
fondo del escenario.
Para comenzar algo nuevo y algo viejo, intercambiando dos
composiciones de su reciente
Tuesday Wonderland ("Eight-Hundred
Streets by Feet" y la deliciosa "The Goldhearted
Miner") con las rápidas "The Rube Thing"
y "Definition of a Dog", esta última en un
desarrollo imbricado que permitía al oyente zambullirse
en otro tema dentro del propio tema. El desparpajo de los
suecos se dejaba ver en la expresión de sus rostros,
mezcla de concentración y relajación, en el
atrevimiento de Dan Berglund cuando utilizaba sus pedales
de distorsión o golpeaba las cuerdas con su arco, en
el enfoque minimalista con que Magnus Öström afrontaba
sus improvisaciones o en cómo Esbjörn Svensson
abandonaba la banqueta del piano para bailar al ritmo de éstas.
La lenta "In The Tail Of Her Eye" preparó
el terreno para la interpretación memorable de la noche:
un "The Unstable Table & the Infamous Fable"
sobrecogedor, con improvisaciones dramáticas, intimistas
y emocionantes a cargo de Svensson (sutil como nadie, contando
una bella historia en un lenguaje de marcado acento clásico)
y Berglund (fiero, salvaje, turbador, el arco y la distorsión
como vehículos de expresión tan melódica
como desgarrada). El sincero y sentido aplauso del respetable
allanó el camino hacia el final del espectáculo
con "Tuesday Wonderland" y el obligado bis, a petición
popular: Esbjörn Svensson preguntó al público
qué quería escuchar, y un espectador de primera
fila solicitó "When God Created The Coffeebreak".
Dicho y hecho. No quedó ahí la cosa: con el
trío en camerinos, y ya encendidas las luces generales
del Principal, la insistencia de los espectadores forzó
a los escandinavos a afrontar una segunda propina (algo que
no llegó a verse en ninguna actuación en Mendizorroza):
"Sipping On Solid Ground" redondeó una velada
inolvidable.
Tres artistas con mayúsculas, tan líricos como
explosivos. Un grupo que garantiza excelencia aun sin saber
qué van a tocar cada noche (el repertorio varía
constantemente), alcanzando cimas creativas concierto tras
concierto. Tres individuos inspirados que destilan humildad
e ilusión. Una música en la que todo es de verdad,
y que valida, como ya hiciera seis años atrás,
el título de las jornadas vitorianas del Teatro Principal:
"Jazz del siglo XXI".