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WAYNE SHORTER QUARTET + IMANI WINDS
42º Jazzaldia (Festival de Jazz de San Sebastián).

  • Fecha: 28 de julio de 2007.
  • Lugar: Auditorio del Teatro Kursaal (San Sebastián).
  • Componentes:
    Wayne Shorter: saxos tenor y soprano.
    Danilo Pérez: piano.
    John Patitucci: contrabajo.
    Brian Blade: batería.

    Imani Winds:
    Valerie Coleman: flauta travesera, flautín.
    Toyin Spellman-Diaz: oboe.
    Mariam Adam: clarinete.
    Jeff Scott: trompa.
    Monica Ellis: fagot.

  • Comentario: Una de las múltiples virtudes de Miles Davis fue su capacidad para descubrir nuevos talentos. Entre los integrantes de sus grupos se encuentra la flor y nata de la historia del jazz moderno, músicos de enorme potencial deseosos de aprender del maestro. Eliminando a John Coltrane de la clasificación, quizás el alumno que más provecho obtuvo fue Wayne Shorter. Saxofonista de Davis en los años sesenta, asimiló la lección más valiosa del "Príncipe de la oscuridad": no cesar en la búsqueda, no mirar hacia atrás, no dejar de evolucionar. Los resultados, más que satisfactorios, muestran hoy en día a un Shorter que avanza noche tras noche en busca de nuevos territorios sonoros al mando de un cuarteto bien pulido con los años. La capacidad de abstracción artística del grupo y el ahínco con que trabajan en sus directos son francamente encomiables, y su presencia en San Sebastián había levantado consecuente expectación.

    Shorter tuvo a bien presentar en la capital guipuzcoana su obra Terra Incognita (encargada por el La Jolla Music Society's SummerFest de San Diego), y para ello se hizo acompañar por el quinteto de viento clásico Imani Winds. El grupo de cámara, compuesto íntegramente por afroamericanos (cuatro mujeres y un hombre), caldeó el ambiente con "Andalucía" de Manuel de Falla y "Fuga y misterio" de Astor Piazzolla, para adentrarse en la pieza de Shorter. Los arreglos para tan curioso conjunto instrumental daban otro cariz a las piezas, y resultaba agradable el contraste entre la habitual solemnidad del mundo de la música clásica y los coloridos ropajes de las cuatro féminas. La actitud simpática y enérgica de la agrupación, patente en los movimientos rítmicos con que Monica Ellis acompañaba sus líneas de bajo al fagot, fue clave para lograr empatía con el público.

    El caluroso aplauso a Imani Winds se fundió con la bienvenida a Wayne Shorter y sus chicos. El cuarteto desarrolló durante más de media hora una pieza marca de la casa, donde el desarrollo motívico dio la mano a la libre improvisación, con los cuatro miembros del grupo funcionando como uno solo. Brian Blade atesoró elegancia, menos fogoso que en otras ocasiones pero aportando más a la mezcla final. Danilo Pérez hiló las armonías que flotaban en el aire con insultante maestría. John Patitucci, haciendo gala de un sonido poderoso, tomó la iniciativa en más de una ocasión, llegando a mandar más que su propio líder, líder que exploró fraseos variados, comedido en ocasiones, incendiario en otros casos, lo importante era cómo influía a sus músicos y cómo éstos alimentaban sus acompañamientos del discurso del saxofonista. Bárbaro.

    Tras ese número del cuarteto, Imani Winds volvió a aparecer en escena, esta vez para unirse a los jazzmen y abordar un par de piezas escritas que, aun así, permitían una cierta flexibilidad formal y dejaban espacio para la improvisación de Shorter. A pesar de utilizar de refilón elementos disonantes de música clásica contemporánea, las composiciones presentaban una clara deuda estética con Stravinsky y con la música para imagen. Melodías coloristas, a veces épicas, otras algo naíf, provocaron que el nivel de abstracción del espectáculo decreciera drásticamente. Bonito e interesante, pero se echó de menos una mayor presencia del cuarteto de jazz. Eso sí, Shorter se lo pasó de miedo haciendo solos sobre el colchón armónico tejido por los ocho músicos. Un bis y desbandada general: había que coger sitio en la Plaza de la Trinidad para ver a Pat Metheny y Brad Mehldau.

    A pesar de la heterogeneidad de la propuesta, dio gusto sentir en directo una música tan sincera. Shorter lleva décadas labrándose un lugar destacado en el Olimpo del jazz, y disfrutar de su legado en San Sebastián fue todo un honor. Especialmente teniendo en cuenta que ese legado sigue vivo y no para de crecer. Y que sea por mucho tiempo.

    © 2007