Comentario:GNU Trío es el nombre de un proyecto formado por tres argentinos residentes en Madrid. El joven batería Andrés Litwin suma fuerzas con los veteranos Marcelo Peralta (dominador de los cuatro tipos principales de saxofón, en esta ocasión al alto) y Guillermo Bazzola (rodeado de pedales y efectos de sonido). La imaginación, la intensidad, la libertad y el buen gusto se dan la mano en un trío sin bajo donde la interacción entre músicos juega un papel aún más importante que de costumbre.
El grupo decidió abrir su concierto en Bogui Jazz con "India", un clásico del cuarteto de John Coltrane en la época en que Eric Dolphy echaba una mano: una declaración de intenciones. Formas abiertas, improvisaciones extendidas y atención permanente fueron seña de identidad durante todo el espectáculo. Marcelo Peralta, con reminiscencias puntuales de Jan Garbarek, se alejaba por momentos del concepto de nota para jugar directamente con el sonido. Con ramalazos de Bill Frisell, Guillermo Bazzola se apoyaba en su rack de efectos y su pedal de volumen, creando texturas armónicas sobre las que evolucionar. Andrés Litwin, con los platos de su hi-hat visiblemente separados, se mostraba sumamente colorista, pero sin descuidar la labor rítmica. En ocasiones el batería manejaba elementos de percusión, al igual que Peralta, que también utilizó el piano de cola para aportar detalles cordales.
Diversos originales de Peralta y Bazzola completaron el repertorio (a destacar el "Blues for Dewey" que el saxofonista dedicara a Dewey Redman, y que dejaba entrever sonoridades cercanas a Ornette Coleman). Envuelto en una música que busca la reflexión, la paz y, en cierto modo, la belleza entendida sin convencionalismos, el oyente podía cerrar los ojos y transportarse al catálogo del sello ECM. Paisajísticos y transgresores a la vez, los tres músicos combinaron fuerzas en trío, en diversos dúos o incluso sin acompañamiento alguno. A veces Peralta improvisaba arrastrando las notas sobre la batería a doble tiempo de Litwin, en otras ocasiones ambos se enzarzaban en una pelea dialéctica sobre las notas largas de Bazzola, o los dos solistas entrelazaban líneas.
El público asistente supo apreciar el trabajo del trío, y no era para menos. Da gusto encontrar músicos que arriesgan y enfocan proyectos por los complejos derroteros de la expresión pura. Confiemos en que encuentren más a menudo el reconocimiento que merecen.