Comentario: Tras el paso por el Festival de Barcelona de uno de los padres del free jazz, Ornette Coleman, el segundo plato fuerte del presente festival era la presencia de uno de los padres del hard-bop, ni más ni menos que Sonny Rollins. La expectación de “coloso” del saxo tenor conllevó que se agotaran las entradas una semana antes del evento. Hay que recordar que hacía más de diecisiete años que Sonny Rollins no actuaba en la ciudad condal, lo que supuso una noche mágica y especial, tanto para los aficionados más veteranos como para las nuevas generaciones de amantes al jazz.
La aparición de Sonny Rollins en el Palau de la Música provocó una de las ovaciones más sinceras y aclamadas que en mucho tiempo se ha visto a un músico de jazz. Aunque lo mejor estaba por llegar, y en concreto, el comprobar que a pesar de su edad, Rollins aún posee el don de la creación, y que ostenta todavía ese sonido granítico y elaborado que le permitió ser conocido como el coloso del saxo tenor.
El saxofonista americano se presentó en Barcelona con un grupo de músicos que conoce perfectamente, pues colaboran con regularidad en sus formaciones. La música que desarrollaron estos músicos sirvió a Rollins para elaborar improvisaciones y largos discursos musicales, que permitieron disfrutar de momentos de gran creación e intensidad e hicieron las delicias del público. Todo ello permitió disfrutar de un Sonny Rollins pletórico, tanto en los momentos más aguerridos como en las baladas más sensuales, así como del resto de componentes del grupo, a quien el líder dejó muchos momentos libertad para lucirse.
Un gran concierto y un auténtico lijo para los aficionados al jazz, la posibilidad de disfrutar de cerca de una de las escasas leyendas del jazz que aún se mantienen en activo.
