Comentario:
El supergrupo de la pianista japonesa Hiromi Uehara inauguró esta nueva edición del festival veraniego de la Universidad Complutense de Madrid en el siempre agradable Jardín Botánico de la Ciudad Universitaria. Como entrante, y tras las introducciones de nuestro compañero Pablo Sanz (El mundo), el cuarteto de Amelia Bernet dio un repaso a standards habituales en repertorios de cantantes, como “Our Love Is Here To Stay”, “Angel Eyes” o “Love For Sale”. Una actuación aseada, sin pretensiones, y que se hizo excesivamente larga.
Las sensaciones fueron bien distintas cuando el grupo de Hiromi apareció sobre las tablas. A pesar del fresquito de última hora, a buen seguro los asistentes hubieran disfrutado un rato más de la japonesa y sus chicos. Con una estrafalaria imagen marca de la casa, Hiromi no paró de sonreir, moverse y transmitir un torrente de energía dentro y fuera del escenario. Centrados en el repertorio de su último disco
Beyond Standard, los cuatro músicos abordaron
standards de jazz desde el enfoque contemporáneo de la banda, haciendo sonar a jazz progresivo temas como “Softly, As In A Morning Sunrise” o “My Favorite Things” (ambos con la métrica cambiada a 7/4). Tony Grey asombraba con su técnica de guitarra clásica aplicada al bajo eléctrico de seis cuerdas, siempre preciso y lírico en sus intervenciones solistas, y Jordan Perlson fue un ejemplo de discreción, todo un elogio dada la pasión con que el cuarteto abordaba los intrincados arreglos.
Pero si alguien despuntó por encima del resto, ese fue David “Fuze” Fiuczynski. Con su guitarra de dos mástiles, el líder de Screaming Headless Torsos estuvo soberbio, con mucha imaginación y un dominio absoluto de su instrumento. El mástil inferior correspondía a una guitarra eléctrica al uso, el superior a una guitarra sin trastes de 12 cuerdas en la que utilizaba el color de la música vietnamita que con tanto celo ha estudiado durante años (algo especialmente patente en su versión de “Caravan”). Slides, cuartos de tono y una articulación similar a la de la voz humana otorgaban a su discurso una expresividad sólo comparable a del propio piano de Hiromi. Pequeña en estatura, enorme en fuego escénico, la pianista también utilizó dos teclados con los que variar la apariencia tímbrica de la música. Un curioso arreglo a-lá Chick Corea del “Clair de lune” de Claude Debussy, el tema tradicional japonés “Ue Wo Muite Aruko”, “I Got Rhythm” sin acompañamiento (con aire stride) y “Time Travel” (de su anterior trabajo Time Control) dieron forma a un repertorio redondo.
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Para finalizar, un delicioso bis a piano solo (nueva composición) donde el cielo estrellado se fundió con las luces del escenario. Hiromi Uehara detuvo el tiempo y allí nos quedamos.