Comentario:
Ave Fénix. Ese es el acertado título del nuevo disco de Andrés Olaegui, uno de esos luchadores de la escena jazzística que ha fraguado su carrera a lo largo de los años, evolucionando hacia una inteligente fusión de estilos y sin perder un ápice de sinceridad en su discurso artístico. La presentación del CD, en la madrileña sala Mynt, arrancó con un lick similar al del “Freedom Jazz Dance” de Eddie Harris para adentrarse en una progresión armónica reminiscente del jazz fusión de los años ochenta sobre fondo flamenco. Así es la música de Olaegui, un cóctel de experiencias musicales bien agitado, que no removido.
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Para la ocasión el guitarrista se arropó de su cuarteto habitual ampliado por la percusión de Jesús Mañeru y numerosos invitados. Especial mención para la impecable sección rítmica que hizo fluir la música con solvencia y soltura. Javier Pérez tuvo mucha presencia, demostrando buen conocimiento del lenguaje flamenco y abordando diversos unísonos con el líder. Guitarrista y bajista demostraron un buen entendimiento mutuo, dejando mucho espacio armónico en ocasiones. El grupo iba sumando diversas incorporaciones, como las de Javier Romanos a la guitarra española y Araceli de la Fuente al cante en los temas más flamencos. El baile también se sumó a la fiesta, de la mano de la bailaora Pilar Carrasco y de Fany a la colorista danza oriental. Olaegui no abusaba de los solos, dejando hacer a sus músicos y dirigiendo a la banda, vigilante, desde la esquina. Javier Pérez hacía uso de las posibilidades polifónicas de su instrumento, y la música caminaba entre el jazz, la fusión, el flamenco y el folclore étnico. A mitad del concierto se incorporó el flautista Jaime Muelas, solo de nay incluido, y hacia el final pudimos disfrutar de un momento para los más nostálgicos: el reencuentro de Andrés Olaegui con dos de sus compañeros del mítico grupo Guadalquivir: el saxofonista Pedro Ontiveros y “El Mangli”, que arrancó sentidos aplausos del respetable tras su solo de guitarra eléctrica con distorsión.
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El espectáculo se alargó todo lo que se pudo, bis incluido. Exitosa presentación de un disco más que logrado, y esperanza para los músicos nacionales: es posible crear proyectos personales de calidad y mostrarlos sobre los escenarios.