|
|
JAZZ
AROUND THE WORLD
Aproximaciones al jazz en Bélgica "Marx, jazz y tiendas
de ropa"
Aarschot (literalmente, "patada en el culo"), viernes, 26 de
septiembre de 2008, teatro del C. C. Het Gasthuis. Sin saberlo, la numerosa concurrencia
va a asistir un acontecimiento histórico. El encuentro entre el jazz y el
marxismo, el de Groucho Marx, con el mismísimo "Águila de la Justicia", J.
Cheever Loophole (*), "in
spiritu", paseándose por un escenario de jazz de la mano de Lidia, la chica
tatuada, "la criatura más gloriosa bajo el sol".
For two bits she
will do a mazurka in jazz,
With a view of Niagara that nobody has.
And on a clear day you can see Alcatraz.
You can learn a lot from Lydia
Jan Mües, el intérprete de "Lydia, the
Tattooed Lady" (E.Y. Harburg, Harold Arlen, 1939),
está feliz, todos lo estamos. Su interpretación constituye el momento
culminante de "Café Cool", espectáculo cabaretero en el que se recrea la muerte
y defunción del garito homónimo. Como maestro de ceremonias, una celebridad
local, cantante, guitarrista, recitador y algunas otras cosas más, Freddy
Birset.
El estreno de Café Cool constituye un acontecimiento
social a escala flamenca. Entre quienes han sumado a la celebración se
encuentran Wannes Van de Velde, de 76 años, antiguo músico de jazz y
folk (¡y flamenco!) residente en Amberes, de cuya ciudad es "poeta laureado no
oficial" (**). También Walter Tillemans, hombre de teatro de
largo y poblado currículo cuyo compromiso con la causa es bien conocido: "los
intelectuales tenemos la obligación de saber de jazz", asegura. Y añade:
"los músicos de jazz son los aristócratas de las clases bajas". Pocos pero
apasionados, los aficionados al jazz en Flandes.
© 2008, Maurits Mulder
Es muy posible que el viajero a su paso por estas tierras no
halle rastro de la tan cacareada "guerra de banderas", como que pueda
expresarse libremente en el idioma que le plazca sin problema alguno. Aún así,
pocas cosas hay que unan a las dos comunidades, flamenca y valona. La selección
nacional de fútbol es una, y no siempre; Toots Thielemans, un músico de
jazz, la otra. Su actuación en Jazz Hoeilaart 2008 fue la única en colgar
el "no hay billetes". Aficionados de todo el país acudieron a escuchar al
venerable jazzista siguiendo la vieja tradición flamenca de la trashumancia. Es
sabido que aquí, para escuchar jazz, hay que hacer kilómetros. Luego, que el
marco invitaba. Hoeileaart, con aspecto de ciudad balneario, está situada en el
cinturón verde que rodea la ciudad de Bruselas, siendo éste un territorio en
disputa entre las dos comunidades.
Por un lado, los conjuntos venidos para la competición. Por
el otro, las estrellas invitadas, que además de Thielemans, fueron el
guitarrista Philip Catherine y la cantante Tutu Puoane, sudafricana
de nacimiento, belga de adopción. Puoane le canta a Pat Metheny, a Kurt Elling
y a la tierra que la vio nacer. Una voz bonita aunque corta, un repertorio
discutible. Otra que tal: Lady Linn y sus Magnificent Seven, cantora
residente en la ciudad de Gante, famosa por sus interpretaciones glamourosas en
estilo neo-swing y bailable aunque, aquí, nadie baile. Y eso que divertida, la
chica, lo es, y un rato. Entre los grupos a concurso, el trío del pianista
asturiano César Latorre, con Petros Klampanis, contrabajo, y Artis
Orubs, batería. Latorre reparte su tiempo entre Gijón, Nueva York, Amsterdam y
Berlín. Su sueño: llegar muy lejos con un trío que es "la niña de mis ojos". Y
no ganó, pero faltó poco.
De puertas afuera, Bélgica es Toots Thilemans y Philip
Catherine, y Bert Joris, ahora Jeff Neve (***). También Jan Mües,
trompetista, cantante, pintor y dibujante de comics, actor y director de cine,
piloto de aviones de época, astrónomo aficionado. a Mües se le anuncia por las
calles como el "Chet Baker belga", circunstancia que a él no parece molestarle
demasiado. Si su nombre no es, todavía, conocido entre nosotros (ha actuado
únicamente en una ocasión, en Sevilla y Madrid), se debe a que su territorio de
caza abarca casi únicamente los 13.521 kilómetros cuadrados del "Condado de
Flandes". Hace tiempo que este friki metido a músico de jazz renunció a las
miserias consustanciales al oficio de músico de jazz, "para tocar en un club
mal pagado en Bruselas me quedo aquí". Ni en Valonia, ni en Francia u Holanda, salvo
excepcionalmente. Difícil imaginarse la supervivencia de un músico de jazz en
semejantes condiciones. Misterios de un país en el que la máxima estrella sobre
el firmamento toca la armónica (¡) y las emisoras programan el jazz más triste
del mundo: "la música no debe ser "interesante", insiste Mües, "sino hermosa,
divertida".
A falta de clubes de jazz, buenos son los teatros, los
centros culturales, y las fiestas mayores, que aquí también las hay, aunque no lo
parezca. Mües se lo conoce todo. Cuando no es con su propio cuarteto, llamado
"Cool Cargo", o acompañando a Günter Grass en su presentación como
escultor, está compartiendo escenario con otros dieciocho. Los integrantes de
la "Big Big Band", en la que el veterano jazzista ejerce como solista principal
y cantante a las órdenes de su director, Luc Lambrechts. Cada lunes, sus
miembros se reúnen para ensayar en un recóndito club social sito en la pequeña
localidad de Bouwel, a 25 kilómetros de Amberes. El line up se reparte entre los profesionales de prestigio y los amateurs cualificados, pero todos están
aquí con el único propósito de compartir el milagro de la música. Por puro amor
al arte.
El menú de esta noche incluye un primer tiento a "For Lena
and Lennie", de Quincy Jones, más los pertinentes repasos a "No foolish things",
versión funky de "These Foolish Things"; "A foggy day", cantada por el
propio Jan Mües, y "Magic box", de Bert Joris, además de un arreglo que resulta
fallido de "Black Orpheus". Sintomático: la más importante big band en la historia
del jazz flamenco afila su repertorio entre toneles de cerveza y unos
espeluznantes bodegones al óleo puestos ahí para someter a prueba la capacidad
de concentración de los ejecutantes. Los cuales, una vez concluido el ensayo,
procederán a abalanzarse sobre la barra del bar en pos del merecido refrigerio:
aquí, el que bebe, paga, y el que no ha llegado a tiempo, ni toca ni bebe.
El viajero concluye su estancia en Flandes rodeado de
belleza y de buen jazz, lo suyo. Que si aquí no hay clubes, existen otros
lugares que hacen sus veces sobradamente. Y otras cosas. Por ejemplo, un
comercio de ensueño dedicado al disco vintage ubicado en el preciso lugar
donde ejercen las meretrices gantesas según llega la noche. Y, junto al mismo,
la más encantadora tienda de atavíos y menudencias para ella y para él. Un
establecimiento tan jazzístico como su nombre indica: "Zoot Costumiers".
Pues eso.
(*) en la versión española de "At the Circus"
("Una tarde en el Circo"), rebautizado como "Juanito Triquiñuelas"
(**) Wannes Van de Velde
falleció el pasado 10 de noviembre
(***) .y Aka Moon, Octurn, Kris
Defoort y demás integrantes de la radiante cofradía de "los músicos belgas
locos" (Pablo Hernández, de "Sinouj")
|
|
|