Comentario:
Una de las diversas facetas que engrandece a nuestro Johnny es su espíritu solidario con las causas más nobles, y en estos días de ajetreo jazzístico una de las más cercanas y acuciantes es la reapertura del club de Jazz Bogui. Es por esto que el Johnny cedió su escenario para convertirlo por una noche en la sede de la jam session del Bogui, que tantos martes hemos disfrutado en el local de la madrileña calle Barquillo.
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El mediodía del 21 de octubre el absurdo nos golpeaba de lleno: el Bogui era precintado. Una de las mejores programaciones que se hayan visto en un club –sufragada además por el propio Ayuntamiento de Madrid en el ciclo “Jazz con sabor a club” del Festival de Madrid– se esfumaba en las narices de los aficionados pocos días antes del arranque del Festival, ocasionando un sinfín de contratiempos a los músicos contratados para la ocasión que se vieron afectados por las cancelaciones. Músicos como los neoyorkinos Scott Dubois y Jonathan Kreisberg, el compostelano Abe Rábade o el pianista estonio Kristjan Randalu se han visto obligados a realizar cambios en sus giras europeas o han perdido directamente sus conciertos y sufrido cuantiosas pérdidas derivadas de los cambios de billetes de avión, alojamientos y otros conceptos.
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Pero los aficionados que frecuentaban la sala y los músicos que tantas veces pisaron su escenario no se han resignado y acudieron a la convocatoria en el San Juan. No faltan nombres de peso para apoyar al Bogui; a los miembros de Fractal, el guitarrista Hector García Roel y el saxofonista Javier Bruna, que junto al contrabajista Francisco López “Loque” y el batería Arnaldo Lescay formaron el grupo base de la jam, se sumaron leyendas como Jorge Pardo, muy activo toda la velada, Perico Sambeat, quien llegó apresuradamente tras su actuación en el escenario principal del Festival de Jazz de Madrid para sumarse a la jam, el saxofonista cubano Román Filiú, el guitarrista Ángel Rubio, Pedro Ruy-Blas y otros muchos músicos como Jorge Cerrato, Valentín Iturat, Noah Shaye, Andrés Litwin, Marta Sánchez, Rubén Andreu, Igor Prochazka, Miguel Rodríguez, Yoio Cuesta o David Fernández entre otros. También se dio el caso de quienes acudieron pero no pudieron tocar por las limitaciones del horario, como Abe Rábade, Bruno Pedroso, Federico Lechner o José Miguel Garzón. Entre el público, Dick Angstadt, todo el personal del Bogui y Juan Claudio Cifuentes, el “Cifu”, asistían al evento.
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Hector García Roel abrió la jam como tantas otras veces en el Bogui, junto a él, Román Filiú y la base rítmica comenzaron con “Solar” y se inició el desfile de repertorio al uso en estas lides. No faltaron “Caravan”, “Round Midnight” y un “All Blues” en el que se vivió un duelo interpretativo de altura entre Jorge Pardo y Pedro Ruy-Blas, quien acomodó la letra de “Everyday I have the blues”, dando como resultado un sentido “Everyday I have the Bogui blues”. Con Javier Bruna subido al escenario, el grupo atacó el “Witch Hunt” de Shorter y siguió con el socorrido “Scrapple From The Apple” de Charlie Parker para terminar la velada con “Love For Sale” en la voz de Yoio Cuesta.
El Bogui ha cambiado el rostro del jazz en Madrid. Y el acontecimiento de esta noche no fue sino un reflejo de lo que ocurría cada martes noche en el Bogui. La jam, que los últimos años ha estado a cargo del cuarteto Fractal, se ha convertido en un punto de encuentro de los músicos de la ciudad, un foro integrador en cuyo escenario podían coincidir músicos de leyenda en gira por la capital, profesionales prestigiosos y estudiantes en un libre intercambio de ideas que ha enriquecido enormemente a la comunidad jazzística de Madrid, además de ser el sustrato ideal en el que han germinado multitud de proyectos que han ampliado en cantidad y calidad nuestra oferta cultural.
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Al cerrar la jam, Hector García Roel, emocionado, expresaba en palabras el pensamiento de muchos de los asistentes: una sala como Bogui, donde no caben drogas ilegales ni altercados, que ha hecho del respeto a los músicos y la atención a sus clientes su seña de identidad, que presenta una oferta extraordinariamente amplia y veraz del jazz que se practica hoy en España, Europa y Estados Unidos en un ambiente sano y distendido, no es sino un activo fundamental para esta ciudad que debe ser respetado, protegido y potenciado.
Este acto no exigía responsabilidades políticas, ni dimisiones, ni cambios en ninguna política. Sólo pidió para Bogui que se ejecuten lo antes posible las medidas oportunas para que este refugio del jazz sin exclusiones pueda volver a despertar en todos los madrileños y visitantes que hasta allí se acerquen el apetito por la cultura, por la música en vivo, por el jazz... por la vida.