JAZZ
AROUND THE WORLD
Fès Jazz Festival. 14 al 16 de noviembre.
"Jazz en la ciudad santa "
Kocani Orkestar
© 2008, Chema García Martínez
De acuerdo. No es muy normal recorrer la medina Fez
siguiendo a una fanfarria macedonia, la Kocani Orkestar, pero
así son las cosas en el jazz a fecha de noviembre del 2008. Lo certifica el
director del Fès Jazz Festival, hombre de experiencia, que los tiempos del jazz han cambiado, como los otros.
Porque es Fez, y es la música que uno esperaría escuchar en cualquier lugar,
menos aquí; y es la chavalería que cesa en su caza y captura del incauto guiri
para seguir a los balcánicos en su deambular errático por las callejuelas de la
ciudad santa. Y sus padres, de chilaba; y sus madres, con hiyab o a pelo. Y las hippies apenas adolescentes en su alto del Marraquech Express para fumarse un canuto y
ser folladas y abandonadas por un indígena espabiláo. "Fellini en
Marruecos", que sentenció con su habitual tino el colega de La Razón.
¿Jazz en Marruecos? El cronista se abandona a sí mismo en la
terraza del café donde todos parecen estar cerrando importantísimos negocios
con mirada indolente, y se hablan de una mesa a otra cuando no responden
misteriosas llamadas al móvil. ¿A qué venir a Fez a escuchar jazz?
Uno podría estar aquí para acompañar a Randy Weston en el viaje que Thelonious Monk nunca efectuó. Ni Art Tatum. Ni Fats Waller. El
viaje de regreso a la tierra que les vio renacer a todos ellos espiritualmente.
Nuestra Santa Madre África. Y es Randy y es el Riad Mnehbi, un sueño de las Mil
y Unas Noches en las entrañas de la abigarrada medina fasí. Randy con el mismo
sexteto que vengo de escuchar en Buenos Aires, sin Benny Harper, cerrando el
círculo que otros abrieron hace mucho tiempo. Tiempo para que "Blue Moses"
vuelva a su punto de origen y habite entre nosotros, entre estas cuatro
paredes, donde permanecerá aún después de que Randy haya regresado a Nueva
York, o a París, para participar en el homenaje a Miriam Makeba. Incluso entonces.
Me lo habían advertido. Escuchar a Randy Weston aquí es
distinto a hacerlo en ningún otro lugar del mundo, aunque la música sea la
misma, precisamente, porque no lo es.
Tras el concierto, el fornido octogenario recibe a los que
acuden a la trasera del escenario a presentarle sus respetos en el que es,
seguramente, el backstage más hermoso del mundo. El suyo es un amor
correspondido. Randy ama esta tierra y quienes la habitan, le aman a él.
Luego, que el mismo lugar volverá a vérselas con la música
atenuada de Anouar Brahem y su Astrakan
Café Trio, Barbaros Erköse, clarinete, y Khaled Yassine, percusión. Música grave, escueta,
espaciosa, un destilado de esencias étnicas/anémicas. Brahem y sus acólitos
exploran los registros subterráneos de sus instrumentos y solo levantan la voz
para la despedida. La sensación de que todo se halla un poco demasiado bajo
control. Amén.
Plena Libre
© 2008, Chema García Martínez
Uno puede creer que Anouar Brahem y su música es, a la hermosa casa que nos acoge, lo que la
hierbabuena al té moruno: lo suyo. Lo que corresponde. Y lo que no: Mike
Mainieri & Steps Ahead, tan fuera de lugar en lugar como éste
como un pulpo en un garaje ; Y lo que sí : los Hermanos Soussi actuando en el espigado cavedio del Instituto Francés, aún cuando su música se
pierda en el marasmo de una fusión primeriza y precaria. Y lo que no, pero como
sí: la orquesta Plena Libre en el patio del Museo (Dar) Batha. "Plena
Libre por encima", el lema de la banda, y detrás, el roble milenario que da
fama a los jardines del susodicho, y, delante, un gentío moviéndose al son de
la Plena puertorriqueña como Dios y Alá les dio a entender. Y qué mejor, y más
congruente y surrealista punto final.
El jazz se marcha y llegan Ronaldo y Zidane en una avioneta
con bandera española fletada al efecto. Será hasta el año que viene.
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