John Scofield es un músico anfibio. No es que sepa
combinar estilos, es que los disocia a la perfección.
Piety Street, rebosante de gospel, blues
y shuffle, es un disco extraño para
los más acostumbrados a su lado jazzero, y el concierto
que ofreció en Madrid fue uno de los más inusuales
del guitarrista.
Era Scofield, sin duda, con toda su energía, sus
frases angulosas, su boca abierta y ese contorneo con el
que dibuja su discurso musical. Pero resultaba extraño
ver su sempiterna Ibanez recostada en un soporte mientras
enarbolaba una Fender Stratocaster. Más extraño
aún era verle haciendo coros. Y, como todo, lo hacía
bien. Hablaba un lenguaje distinto con sus armas de siempre,
con una capacidad de comunicación fuera de toda duda
y, como ya nos tiene acostumbrados, con un volumen descomunal.
A su lado, una banda potente oriunda de Nueva Orleáns
y con gran conocimiento del estilo: Jon Cleary sirvió
de soporte armónico y cantó casi todos los
temas, arrancando sentidos aplausos en sus intervenciones.
El batería Terence Higgins y el bajista George Porter
Jr., que también ayudó con las voces, mostraron
una solvencia a prueba de bombas, manteniendo un
groove
sólido y continuo con una economía de
notas que contrastaba con lo habitual en bandas de jazz.
El repertorio fue extraido del CD en su mayor parte,
abriendo con “That’s Enough” e incluyendo
“Something’s Got A Hold On Me” o la
emotiva “The Angel Of Death”, con melodía
de bajo incluida. Scofield y Higgins abordaron un dúo
muy inspirado en “Never Come Back”, con el
guitarrista explorando sin cesar, y el cierre vino de
la mano de “It’s A Big Army”, con los
músicos tocando instrumentos de percusión,
haciendo coros y el guitarrista citando “When The
Saints Go Marching In”. Para colmo, en el bis Jon
Cleary enarboló la guitarra eléctrica y
se permitió varios compases de pregunta y respuesta
con el líder, para deleite de la audiencia
Estilos aparte, fue un concierto de altísimo nivel,
muy divertido y donde el público disfrutó
de lo lindo. Hubo poco o nada de jazz, pero mucho, muchísimo
de John Scofield. Y eso siempre es de agradecer.