No hay quien
pueda con el Johnny. Tras el fallido intento de cierre el
pasado año, Unicaja ha retirado su apoyo económico
al que ha sido adalid de la cultura durante 40 años,
que se dice pronto. Contra la falta de financiación,
ideas. El San Juan Evangelista ha conformado este año
un cartel innovador y atractivo, tomando como punto de partida
el jazz europeo y acercando a Madrid a algunos de los nombres
más prometedores de la escena continental junto con
estrellas ya confirmadas en el firmamento jazzístico.
Para comenzar, dos propuestas desde Inglaterra, gran desconocida
y minusvalorada en el panorama del jazz internacional. Portico
Quartet se presentaba como una gran revelación, recién
publicado su nuevo disco Isla y con una oferta
musical híbrida, donde la improvisación se
abre paso entre colchones sonoros de corte chill-out,
a medio camino entre la música de baile más
sofisticada y la corriente minimalista. Los jovencísimos
intérpretes del cuarteto consiguen un timbre colectivo
muy original, ampliando un teórico trío de
saxo, contrabajo y batería con un nuevo instrumento
cuyo uso se incrementa con el paso de los años: el
hang, percusión temperada en forma de olla
metálica y sonoridad cercana a los steel drums
caribeños. No uno, sino tres hangs manejó
Nick Mulvey, imbricándose en la música hasta
hacerse indispensable, y llevando al oyente a un estado
de trance facilitado por la repetición circular de
acordes y la densidad del sonido global. Los temas de Portico
Quartet no están condicionados por la rigidez estructural
ni armónica (los acordes apenas vienen sugeridos
por la línea de bajo y dos notas repetidas en el
hipnótico hang). Más bien el grupo
juega con el sonido como herramienta primaria, organizando
sus composiciones como secuencias de estados anímicos
más que como secciones formales, como colores más
que como paisajes. Tanto al saxo tenor como al soprano curvo,
Jack Wyllie improvisaba sobre materiales concretos, de forma
obsesiva, recordando mucho a Jan Garbarek y haciendo gala
de lo que el crítico Stuart Nicholson llama “el
tono nórdico”. El contrabajista Milo Fitzpatrick
condujo el discurso del cuarteto con autoridad y precisión,
destacando por encima de sus compañeros. Se echó
de menos más variedad en el trabajo de Nick Mulvey
al hang, y más acierto en la batería,
donde Duncan Bellamy incorporó ritmos de drum’n’bass
a su trabajo sobre la caja y el plato ride.
Bellamy mostraba inquietud, buscando a veces sin éxito,
y jugando tanto con el groove que en ciertos momentos
lo perdía, no empastando adecuadamente con el contrabajo.
Apuntan alto e irán tomando tablas con el tiempo.
Su concepto musical merece la pena y habrá que estar
pendiente de su desarrollo futuro. Si se puede poner algún
pero importante a su concierto madrileño, hablaremos
del uso de dinámicas, que brilló por su ausencia
y conformaría un valioso aporte a la música
de la banda.
La segunda parte de la noche correspondía a José
James, vocalista de éxito de origen americano. El
trío que conformaba su sección rítmica
abrió el show con un arreglo deslavazado
del “Syeeda’s Song Flute” de John Coltrane,
donde los tres músicos llevaron caminos ostensiblemente
separados, quizá queriendo dar la impresión
de hacerlo adrede (las miradas que intercambiaron bajista
y batería indicaban lo contrario). Por fortuna la
banda empezó a sonar como tal coincidiendo con la
aparición en el escenario del líder y su corista
Jordana de Lovely. James ofreció un espectáculo
de soul relajado con sonoridades de acid-jazz (cercano
al concepto de Terry Callier), proyectando una imagen cercana
a la de los intérpretes de hip-hop, gorra
torcida en ristre, caminando constantemente por el escenario
y sin dejar de gesticular. Fue un concierto aseado y elegante
pero, como diría Kurt Elling, carente de actitud
jazzística. José James hizo las delicias de
sus fans y esperamos que eso repercutiera en la caja del
San Juan Evangelista.
Esto es solo el principio, la semana que viene será
el European Jazz Ensemble (músicos de Inglaterra,
Polonia, Holanda, Chequia y Alemania) el que se aupará
a las tablas del Johnny, y en semanas sucesivas vendrán
los tríos de Stefano Bollani, Nils Wogram y Bobo
Stenson, el quinteto húngaro Djave, el italiano Enrico
Pieranunzi a piano solo y el batería nacional Carlos
“Sir Charles” González con muy buena
compañía. Como para no perdérselo.