La crisis
nos ha demostrado que el crecimiento vertiginoso y descontrolado
puede devenir fácilmente en caída abrupta. Así
ha ocurrido con empresas, sectores laborales y, por supuesto,
eventos culturales. El mapa de festivales de jazz nacionales,
superpoblado años atrás, ha menguado considerablemente,
y los árboles de un día se han retirado para
permitirnos apreciar un bosque pequeño pero estable.
Una de esas iniciativas labradas con tiempo, dedicación
y mucho cariño ha sido el Festival de Jazz de Peñíscola,
que este año ha vuelto a la carga en su séptima
edición con un cartel envidiable.
Foto: Arturo Mora
Esta su jornada inaugural consistió en un reclamo
para vecinos y turistas del enclave costero, presentando
un espectáculo gratuito de Dixieland a cargo de la
Jazz Street Marching Band, un octeto de músicos locales
que, en esta edición del Festival, se va a dedicar
al obligado pasacalles vespertino por el paseo marítimo
de Peñíscola. Esta noche la banda se presentó
en un escenario, el montado para tal propósito en
la entrada del Palau de Congressos. Ataviados con sombreros
de paja y ropajes al uso, afrontaron un divertido repertorio
de clásicos del género como "Livery Stable
Blues", "The Entertainer", "Do You Know
What It Means (To Miss New Orleans)?" o "Down
By The Riverside". La banda, formada por jóvenes
intérpretes de la provincia de Castellón (cada
uno de una localidad distinta), supieron hacer disfrutar
al público de lo lindo, combinando las características
tímbricas de los diferentes instrumentos y utilizando
diversos clichés del estilo de forma efectiva.
Foto: Arturo Mora
La grandeza del jazz nos regaló un momento memorable
al final de la actuación. El grupo abandonó
el escenario para interpretar el celebérrimo "When
The Saints Go Marching In" caminando entre el público
y ocupando la explanada situada junto a la entrada del Palau,
cuando tres espontáneos del público, ataviados
con gorras y aspecto de aficionados al hip-hop,
empezaron a bailar según los cánones del break-dance,
con todo tipo de piruetas y ejercicios gimnásticos.
Los músicos les rodearon y ambas expresiones artísticas
se fundieron con inesperada naturalidad. A modo de bis la
banda volvió al escenario para abordar "Hello
Dolly" reclamando la presencia de los improvisados
bailarines.
Foto: Arturo Mora
No sabemos si este 1 de julio de 2010 asistimos al nacimiento
del Dixie-rap (o del Break-jazz, o del
Hip-Horleáns), pero la noche fue divertidísima
y sugiere excelentes augurios para un Festival por el que,
en estos tiempos de crisis, van a pasar figuras de la talla
de Marcus Miller, Tom Harrell, Herbie Hancock o Madeleine
Peyroux. Mucha suerte.