Con una dilatada carrera musical a sus espaldas, los componentes
de este trío conforman una de las mejores experiencias
de las que se puede disfrutar en la actualidad. La sombra
de África es alargada y son muchos los músicos
de jazz que han sido seducidos por sus encantos. Hay que
remontarse a 2003 para datar el nacimiento de este proyecto
que, desde entonces, ha editado dos discos, Kalimba
y Out Of The Desert, algunos de cuyos temas formaron
el repertorio del magnífico concierto que se pudo
disfrutar en los jardines del Mueso del Traje de Madrid.
Sin ser una idea original, ya que hay otras formaciones
que han trabajado con los mismos materiales proporcionados
por la música gnaoua del norte de África
(por ejemplo Randy Weston y su African Rythms Trio), sí
que aborda ésta con la libertad creativa que proporciona
el jazz de vanguardia de Joachim Kühn y Ramón
López. Ambos engarzan a la perfección con
los sonidos que se escuchan en ese territorio imaginario
sonoro del desierto, representados por el marroquí
Majid Bekkas. Bajo el hijo conductor de los ritmos africanos,
los músicos dieron buena cuenta de su proyecto multicultural,
capaz de proporcionar un sin fin de sensaciones. Es una
experiencia catártica donde los tres realizan su
trabajo en un perfecto engranaje armónico. El resultado
de este ejercicio multicultural germano-hispano-marroquí
no deja indiferente a nadie. Recoge el guante de la música
magrebí y la traslada a terrenos en los que aparecen
hasta ciertas connotaciones ascéticas. El piano preparó
siempre el terreno en el que la improvisación se
adueñó de los diferentes momentos. El registro
percusivo del gembri (una especie de contrabajo)
fue fundamental y sirvió de sustento a toda la actuación.
Hubo llamadas y respuestas vocales, uso de tempos acelerados
y atonalidades por parte del piano de Kühn. La incorporación
de la música libre proporcionó a esta experiencia
unos campos sonoros sugerentes y casi hipnotizantes. Los
momentos más brillantes vinieron de la mano del batería
Ramón López, que extrajo todas las posibilidades
a los recursos percusivos a su disposición. Es un
batería diferente, que en todo momento dejó
patente su sello personal. A su lado también fueron
dignos de mención los subrayados de Kühn al
saxo alto.
La música de estos tres músicos es más
visceral que racional. En principio no parece nada compleja
en cuanto a su elaboración al comienzo de los temas
y, a medida que se desarrollan y se suceden los ritmos,
parece que siguieran vías divergentes, pero al final
convergen siempre en una misma meta. El concierto no dio
tregua y cada momento fue más bello que el anterior.
Una auténtica joya multirrítmica y un nuevo
acierto de la organización por saber estar atenta
a la universalidad de una música, que nos trasladó
durante toda la noche a unos territorios sonoros llenos
de sensibilidad e imaginación.