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MARCUS MILLER - TUTU REVISITED
VII Festival de Jazz de Peñíscola

  • Fecha: 2 de julio de 2010.
  • Lugar: Palau de Congressos (Peñíscola, Castellón).
  • Componentes:

    Marcus Miller: bajos eléctrico y sin trastes.
    Sean Jones: trompeta.
    Alex Han: saxos alto y soprano.
    Federico González Peña: Fender Rhodes, teclados.
    Louis Cato: batería.

  • Comentario:


    Marcus Miller Band. Foto: Toni Porcar

    Nos vamos haciendo mayores. No hace mucho nos quejábamos de las corrientes que reivindicaban la vuelta al jazz de los 40 y los 50 cuando lo moderno y atrevido era el jazz fusion; y ya llevamos un par de años siendo testigos de proyectos que revisionan el propio jazz fusion, mientras seguimos sin saber muy bien hacia dónde va el jazz hoy en día (debate del que ya habrá ocasión de hablar en otro momento). En breve habrán pasado 25 años desde que Miles Davis publicara su gran obra del estilo, Tutu, y el compositor y bajista del proyecto, Marcus Miller, ha decidido que ya llegó el momento de rendir tributo. Para ello, y en busca de frescura interpretativa, ha montado un quinteto con jóvenes talentos (cercanos a la veintena) más que sueltos en lo que a músicas de groove se refiere.


    Foto: Toni Porcar

    El groove, precisamente, fue el centro de la noche. Durante casi dos horas que se hicieron cortas, Miller y sus muchachos abordaron las composiciones con contundencia rítmica y sabor funky. Con su sempiterno sombrero, una imponente presencia escénica y, quizás, el mejor sonido de bajo eléctrico del planeta, el neoyorquino se erigió en centro absoluto del escenario, acostumbrado a que el público de Peñíscola aplaudiera sus solos antes de acabarlos, asombrados ante su destreza y precisión. Miller utilizó algunos pedales de efectos, entre ellos un wah-wah con el que su instrumento parecía, literalmente, hablar. Combinando técnicas de slap, dedos y pulgar, rellenó los silencios con elegancia sin descuidar en un solo momento su función rítmica.


    Foto: Arturo Mora

    No obstante ese era el contenido del guión. Lo que pocos esperaban era que los jovencísimos acompañantes ofrecieran unos niveles tan elevados de técnica, calidad artística y, lo más difícil de creer, madurez. El batería Louis Cato, siempre sonriente, contagiaba alegría e ilusión. Firme, consistente y con una gran capacidad de escucha, se le adivina un futuro prometedor. Federico González Peña fue el hombre en la sombra, recluído tras su torre de teclados y pendiente de llenar los vacíos armónicos de forma sutil. En un grupo en que el bajista brilla más que nadie, González Peña fue el auténtico gregario, permitiéndose un único momento de lucimiento en "Splatch!", donde se apoyó en la rueda de pitch para regalarnos un solo histriónico y efectivo.


    Foto: Toni Porcar

    Pero la sorpresa se desvió con claridad hacia la sección de vientos. Alex Han es un saxo alto con un nivel técnico envidiable que dará mucho que hablar cuando sepa zafarse de la figura de Kenny Garrett, que le sobrevuela en algunos momentos. Capaz de embarcarse en frenéticos desarrollos pseudo-minimalistas, nunca hizo ascos a amistosos duelos con sus compañeros. El trompetista Sean Jones, sordina en ristre, sólo recordó vagamente a Miles Davis en el timbre. El estilo era suyo, y se erigió en la sorpresa de la noche. Alto, grande, haciendo gala de una cierta elegancia boxística, Jones construía sus solos con paciencia y eficacia, buscando momentos de lucimiento (juventud obliga), pero sabiendo llegar a ellos tras un desarrollo bien hilvanado. En medio de "Jean-Pierre" la banda se sumió en una improvisación en swing rápido sobre una armonía de rhythm changes (los acordes del "I Got Rhythm" de George Gershwin, presentes en infinidad de standards), con Han y Jones dialogando y retándose con tanta insolencia como respeto. Por momentos parecía que rendían homenaje a la frase que el propio Miles Davis solía decir a sus músicos en los años sesenta: "os pago para que practiquéis en el escenario".


    Foto: Toni Porcar

    Hacia el final de la velada Marcus Miller cantó la melodía del "In A Sentimental Mood" de Duke Ellington en su clarinete, y cambió al bajo fretless para, cómo no, cerrar con "Tutu". Apenas se escucharon ocho composiciones, incluyendo el bis, pero las abordaron de manera amplia y muy abierta, sacando el máximo partido de grooves concretos y armonías mínimas, variando la forma sobre la marcha o llegando a interpretar temas dentro de temas. Buen enfoque por parte de los jóvenes de la banda, paradójica revisión del pasado mirando hacia adelante. Nos vamos haciendo mayores pero, por fortuna, el futuro parece asegurado.

    Texto © 2010 Arturo Mora Rioja
    Fotos © 2010 Toni Porcar y Arturo Mora