El jazz
es grande. Pocas corrientes artísticas son capaces
de convertir problemas en oportunidades de una forma tan clara.
En contra de lo que rezaba el programa de mano (del que hablaremos
posteriormente) y del anuncio por megafonía, el batería
Jürgen Spiegel no pudo actuar en esta cita madrileña
del Tingvall Trio, segunda en este año y en la historia
del grupo. Spiegel no puedo viajar debido al inminente nacimiento
de un hijo, dejando coja, a priori, a una formación
tan cohesionada como esta, donde el conocimiento de los arreglos
y de los compañeros de viaje es esencial. Su sustituto:
Stefan Dahm, también alemán, más orientado
al
swing y habitual de
big bands (buen lector
de partituras, se deduce).
El concierto arrancó igual que el primer CD del
trío, con la melodía de “Sjörup”.
El arreglo funcionaba, el trío caminaba de otra forma
pero con soltura; Martin Tingvall y Omar Rodríguez
Calvo sonreían e intercambiaban miradas de complicidad,
el primero se dirigía a Stefan Dahm con indicaciones
tan evidentes como naturales, y el batería desplegaba
su arsenal de recursos, entre los que destacaba su capacidad
de escucha y reacción. No sólo encajó
a la perfección, además supo tirar del grupo
cuando hizo falta. En apenas unos minutos todos habíamos
olvidado la ausencia de Spiegel y estábamos, sencillamente,
disfrutando del show.
El repertorio, en esta ocasión, fluyó de
forma más deslabazada que en el concierto del pasado
mes de abril, con mayor presencia de temas de Skagerrak,
la primera grabación de la banda. Los tres músicos
exploraron sin fin en los finales de algunos temas (“Norrland
Guld”), donde transitaron por diversos caminos estilísticos
antes de dar la pieza por acabada. “Mustasch”
animó al público, “Nimis” (la
composición más antigua del repertorio) le
relajó. Martin Tingvall movía sus dedos con
soltura, desparpajo y control, cuidando cada nota y canalizando
su discurso en expresivos trémolos y arpegios. Omar
Rodríguez Calvo encandiló desde sus primeras
notas, mostrándose no sólo como un evidente
virtuoso del contrabajo, sino como bastión rítmico
y solista imaginativo. Stefan Dahm se movía como
pez en el agua, apoyándose en sus platillos y aportando
su visión personal a las composiciones del pianista.
Es aquí donde debemos mencionar una anécdota
desagradable que, para colmo, se repetía. En la actuación
que esta misma agrupación ofreció en el Museo
de Arte Reina Sofía hace apenas unos meses, una señora
se quejó de las presentaciones de Martin Tingvall,
solicitando que fuera su contrabajista, cubano de nacimiento,
quien se encargara de hablar “en español”.
En esta ocasión otra señora (¿o fue,
quizá, la misma?) interrumpió a Tingvall gritando
“¡en español y clarito, que no te entendemos
nada!”. Sorpresa, nuevamente, para el líder
del grupo, apuro para Rodríguez Calvo, no habituado
a presentar, y pésima imagen para esta nación,
la de incultura, siesta y toros, la de país de pandereta,
de la que no somos capaces de desprendernos. Por fortuna,
más adelante, cuando el pianista aleccionaba al bajista
sobre cómo presentar el siguiente tema, otro espectador
pronunció un conciso “In English!”,
afortunadamente secundado por otra parte del público,
el que sí parece estar dispuesto a que la situación
evolucione.
Choques culturales aparte, el trío abordó
dos de los temas estrella de Vattensaga, su último
trabajo discográfico: “Hajskraj”, con
el contrabajo simulando a un tiburón, y “Valsang”,
donde imita a una ballena. Martin Tingvall, provisto nuevamente
del uso de la palabra, anunció el final del concierto
en clave de película de terror, de la mano de “Trolldans”
y “Monster”. “I hope everybody understands”
(“espero que todo el mundo me entienda”), decía
el pobre. Tras el obligado bis, los tres componentes de
la banda estuvieron un buen rato firmando discos.
Por desgracia las sensaciones negativas no acaban con la
anécdota de la señora. Es aquí donde
debemos referirnos al programa de mano del concierto, un
tríptico a todo color cuyos textos eran burdas traducciones
literales, aparentemente realizadas por un software
traductor de los que se puede encontrar fácilmente
por Internet. ¿No se lo creen? Hagan click en estas
imágenes, por favor: