Comentario:
Vaya pedazo de jam session se podía haber montado anoche. Cantidades ingentes de músicos de la escena jazzística madrileña abarrotaban las butacas del Teatro Lara, recinto más que apropiado para el cierre del ciclo 1906, que ha paseado a estrellas nacionales e internacionales por diversos escenarios de la piel de toro.
La concentración de guitarristas era especialmente notable. Kurt Rosenwinkel pertenece a esa escena moderna que algunos tachan de fría, pero su calidad de heredero natural de la generación de Scofield, Metheny y Frisell le permite no solamente llenar escenarios: por la tarde también supo rodearse de alumnado en la master class que ofreció en la Esmuva (Escuela de Música de Vallecas).
El concierto comenzó, algo plano, con “Our Secret World”. Las evoluciones técnicas de los músicos mostraban un nivel muy por encima de lo habitual, pero el cuarteto no acababa de adaptarse. El buen hacer del guitarrista contrastaba con las discretas apariciones de un Aaron Parks que, a ratos, parecía poco más que un añadido al trío. Eric Revis, excelente en su labor contrabajística, aportó un par de solos bien trabajados. Kurt Rosenwinkel tocaba muchas notas, pero no desperdiciaba ni una. De hecho usaba el silencio como arma expresiva, delimitando fronteras entre ideas y realzando cada una de sus frases. La suya es una búsqueda consciente, intelectual, a veces encendida y generalmente exitosa. Poco a poco el calor fue inundando el escenario y, en las obligadas presentaciones (tras “Safe Corners”), se produjo un punto de inflexión a partir del cual la actuación entró en la categoría de inolvidable. Rosenwinkel adornó el ritmo latino de “Brooklyn Sometimes” con un solo kilométrico, interminable y más inspirado a medida avanzaba. Sus recursos no se agotaban, y Justin Faulkner le acompañaba a la batería con tanta precisión y una capacidad de escucha y reacción tan inmediata que la improvisación parecía estar escrita. Un incesante hi-hat marcando el segundo y cuarto tiempo de cada compás testificaba, impertérrito, la evolución del solo. Incendiario y memorable. No menos memorable fue la introducción de batería a “Turns”. Faulkner subdivide el tiempo como nadie, y supo mantener su interpretación en un altísimo nivel de intensidad. El tema se desarrolló en una rápida métrica ternaria, encandilando a los presentes y haciendo a los músicos acreedores a un bis.
Este concierto cerraba la cuarta edición del ciclo 1906 que, además de a Rosenwinkel y sus chicos, ha acercado a diversas ciudades españolas a Roy Hargrove, Wallace Roney, Tineke Postma, Stanley Jordan y Jeff Berlin, sirviendo también de presentación para artistas nacionales como Abe Rábade, Javier Vercher, Virxilio da Silva o Yul Ballesteros. Se agradece la iniciativa y se desea continuidad.
