Comentario:
Varios son los músicos de la esfera jazzística que en un momento u otro de su carrera se han sentido imantados por la obra de grandes autores de la denominada música clásica. Las versiones o adaptaciones han correspondido mayoritariamente a pianistas. Uri Caine –G. Mahler, R. Wagner, R. Schumann, W. A. Mozart y G. Verdi-, Richard Beirach al frente del excepcional trío con Gregog Huebner al violín y George Mraz al contrabajo – F. Mompou, C. Monteverdi y B. Bártok-, Enrico Pieranunzi -J.S. Bach, G.F. Händel y D. Scarlatti, los tres nacidos en 1685-, François Couterier –F. Mompou-, Lucian Ban –G. Enesco- o Lluís Vidal con la colaboración del hiperactivo Dave Douglas –F. Monpou-.
Joan Vidal que no es pianista pero sí un notable compositor y batería, se formó en el ESMUC –Escola Superior de Música de Catalunya- y posteriormente realizó el “Master of Arts in Jazz Percussion” en la Royal Academy of Music de Londres. En sus composiciones se nota positivamente unos aires frescos poco frecuentes por estas tierras, apartados de los aromas característicos de la factoría musical de Berklee. Esto de entrada ni es negativo, ni positivo, es sencillamente diferente.
Vidal ya nos sorprendió muy gratamente en su anterior y primer trabajo, totalmente recomendable, Deptford Suite (Quadrant records, 2012), inspirado en la trilogía “Deptford” (1970-75) del escritor canadiense Robertson Davis, donde mostró su buen gusto por la composición de tintes jazzístico-contemporáneos, con una escritura elaborada y a su vez abierta, donde los notables componentes de su sexteto pudieran dar rienda suelta a sus capacidades.
Su reciente trabajo, titulado Illusionary Rhythms, donde el eje central son cuatro composiciones del desaparecido compositor contemporáneo Györgi Ligeti (Dicsőszentmárton, 1923 – Viena, 2006), más tres composiciones de tres autores por los cuales Ligeti había tenido una particular preferencia, Johannes Ockeghem (1410-1497), Béla Bártok (1881-1945) y Colon Nacarrow (1912-1997).
Este nuevo e interesante trabajo, presentado un poco precipitadamente por imperativos legales, en su estreno nos dejó nuevamente boquiabiertos y a su vez deseando una nueva audición para poder digerir la complejidad de la propuesta.
Vidal ha realizado un nuevo paso, firme y seguro, tanto en su obra compositiva como en su liderazgo al frente de su sexteto, enfrentándose a nuevas y mayores complejidades sin perder un ápice la coherencia formal de su trabajo anterior.
Evidentemente hay cosas que pulir, dinámicas que mejoraran en el transcurso de nuevas actuaciones que a su vez harán que ganen en desenvoltura, frescor e incrementen la contundencia mostrada en su estreno.
Sorprende muy gratamente que los arreglos que son muy cuidados y respetuosos con el original a su vez, resulten plenamente jazzísticos y el paso de un lenguaje a otro funcione perfectamente, sin fisuras, es más, parece un único lenguaje que fluye de forma fresca y natural, donde nada resulta forzado. Unos arreglos pensados como propuesta colectiva, todos trabajando para el grupo, donde la aportación individual mejora la función del sexteto, más los pequeños despuntes personales y contrapuntísticos por la vía de los solos.
Un trabajo rico en timbres, matices y sonoridades, con cambios constantes de ritmos, donde contrastaban los pasajes contundentes de musculosidad rockera, fundidos con la fluidez del jazz y matices contemporáneos, de los temas “Musica Ricercata - VIII” y “Fanfares (Étude 4)”. Los colores cambiantes de “Mikrokosmos - 148”, con tintes ibéricos, latinos o afros, que por momentos hacían rememorar al gran Charles Mingus. Laatmósferasas etéreas del pianístico “White on White (Étude 15), o el final preciosista del último tema de la actuación, “Violin Concerto (Aria)”, pausado, fundiéndose hacia el silencio de forma gratamente reiterada, gracias a les resonancias que iban evaporándose del piano.
Los seis músicos estuvieron todos a un gran nivel, en este trabajo colectivo, diferente y complejo, que se grabará a principios de febrero.