JOHN ZORN Masada 10th Anniversary Edition: Voices in the Wilderness
Tzadik 2003 Músicos/Grupos: Pharaoh’s Daughter, Ben Perowsky, Jaroslaw Bester, Steven Bernstein, Lemon Juice Quartet, Kramer, Medeski, Martin & Wood, Rashanim, Tin Hat Trio, Mephista, Mike Patton, Ben Goldberg, Jamie Saft... Comentario: El songbook de Masada lleva camino de convertirse en un referente musical a la manera de otros cancioneros clásicos como los de Jerome Kern o Irving Berlin. Eso sí, con proyección limitada, aunque no por ello menos jugosa en las variaciones e interpretaciones que de él realizan otros músicos afines al yiddish-klezmer-jazz. Esto le sitúa a Zorn un poco más cerca de compositores como Abe Schwartz, Dave Tarras o Naftule Brandwein, que ayudaron a configurar el sonido klezmer en tierras americanas en las primeras décadas del pasado siglo. Masada Guitars inauguró la serie de tributos a los temas de John Zorn con motivo del décimo aniversario de su gestación. Utilizando terminología judía, podríamos decir que estos homenajes son un midrash, es decir, una exploración de los textos sagrados (en los que se está convirtiendo Masada) a través de la imaginación de cada uno. Trazando la historia de este proyecto, según palabras del propio Zorn, un buen día se propuso escribir 100 temas en un año. Al año siguiente compuso 50; de 25 a 30 al siguiente y otras 25 más después, lo cual suma un total de 200 composiciones aproximadamente escritas en un período de cuatro años.
Ahora nos llega este segundo volumen (doble) -Voices In The Wilderness-, en el cual se congrega una suerte de músicos -no tan dispares como pueda parecer- ligados fundamentalmente a la escena neoyorquina. Pharaoh’s Daughter son los encargados de abrir el primer disco. La Hija de Pharaoh (la princesa que adoptó a Moisés según el Nuevo Testamento) es el grupo multi-étnico de Basya Schechter, con centro de operaciones en Nueva York y responsable de fundir melodías judías con las tradiciones de otras culturas desde 1995. Su versión de Karaim es una verdadera fiesta de azafrán y timbres de colores, enfatizada por su desarrollo cíclico y mesmérico. Le sigue Kisofim, del batería Ben Perowsky –a cargo del ritmo en discos de John Cale, Pat Martino, Dave Douglas y John Lurie entre otros- con un acercamiento decididamente jazzístico; Meholalot, del Masada 9, es poseída por Jaroslaw Bester, afamado acordeonista y compositor que demuestra -al igual que en sus propias composiciones- un sentido especial y nuevo de la armonía. Steven Bernstein, líder de Sex Mob, ofrece su particular visión saliéndose de la calzada klezmer en busca de imágenes country, blues y Nueva Orleans, con un Shebuah que es casi un lamento a diferencia del colemanístico original. El grupo israelí Lemon Juice Quartet hace doble el homenaje: a Masada y a John Zorn por su avant-jazz ecléctico de fuentes claramente reconocibles. Y así hasta Kramer y su raï-klezmer con órgano (divertidísimo).
El segundo CD lo comienzan Medeski, Martin & Wood con sus características síncopas haciendo de la tradición algo increíblemente sofisticado. Rashanim, la banda del guitarrista Jon Madof interpreta Avodah con una extraordinaria fuerza, moviendo las seis cuerdas en un ejercicio de improvisación vertical refrescante digno heredero de Bill Frisell y Marc Ribot. El Tin Hat Trio remodela Tannaim y lo convierte en un shiva de múltiples brazos: desde brisas griegas a la música de cámara porteña con kipá. Fieles a sí mismos. Susie Ibarra, Sylvie Courvoisier y Ikue Mori forman Mephista, el supergrupo femenino que desfigura sin piedad Malkut llevándola al terreno de la contemporánea. Mike Patton ofrece su flexible garganta a Kochot tiñéndola de banda sonora. Y como no podía faltar el clarinete en esta Hanukkah (celebración de las minorías) musical, el veterano Ben Goldberg se encarga de improvisar con vehemencia devolviendo el klezmer a donde no pertenece. El disco lo cierran Jamie Saft y su electrónica, esta vez con una tendencia ochentera y su habitual dub-judío.
En definitiva, una verdadera “exposición universal” hebreo-neoyorquina que jamás se desgastará, por su riquísima variedad, por su longitud (24 temas), y sobre todo por la extrema profesionalidad de sus protagonistas. Esperamos impacientes la tercera entrega de esta serie de tributos...y todas las que vengan después. José Alberto Valverde dirige la revista electrónica sobre música y cine " Interferencias 21" |