Agartha: un LP doble –ahora
CD- que contiene un total de 5 cortes en una estructura típica de los discos
del Davis de la época. Temas largos, larguísimos para los usos del momento, y
que frecuentemente ponen a prueba la capacidad física del soporte hasta
romperla, fragmentándose necesariamente para ser embutidos en las 2 caras del
LP.
En Agharta los títulos también son típicos del
Miles de la época: algunos poco identificadores –Prelude o Interlude-
y otros ya usados: Theme From Jack Johnson u otro más significativo, Maiysha,
que remite a las raíces africanas que están en la esencia misma de la música
que Miles quiere desarrollar en ese momento, arrastrado por su conciencia de la
diferencia negra.
Agartha: un espacio donde Miles actúa como guía del
sonido, inventando olas de electricidad sónica que son excitadas por el
huracán del saxo de Fortune, soportadas por las guitarras enloquecidas y las
estructuras rítmicas regulares o las poliritmias de las percusiones y siempre
ancladas por el bajo referencial de Henderson. Como caso excepcional, no hacen
falta otros teclados que los que el propio trompetista manipula.
El resultado es una crema sonora, de colores ácidos salidos
de la paleta de la trompeta, las guitarras y el órgano, y en la cual las
melodías mueren desestructuradas y las armonías convierten el todo en algo
más importante que las partes. Los solos, por potentes que sean –y los de
Pete Cosey o Fortune, por ejemplo, lo son mucho- se funden en la materia
generada por el conjunto casi completo de instrumentos sonando a la vez. No
había habido nada así hasta entonces y no habrá nada parecido después. Agartha
queda como otro mojón en el camino [milestone], necesario para quien
quiera seguir la red de senderos que Miles fue construyendo durante toda su
carrera.
Agartha: funk, jazz, blues, rock… Música. Música
negra. Retales de música negra. Una explosión de energía musical. Música
casi siempre desbocada, que también cuenta con sus recodos de tranquilidad,
como cuando el maestro flautista seduce a sus oyentes para que le sigan a
paisajes que tienen que ver más con la naturaleza que con la máquina. Pero a
pesar de esos momentos, Agartha es una vuelta de tuerca más, esta vez la
definitiva, al acercamiento que Davis ha provocado entre la música y la calle,
entre el tratamiento estilístico a que obliga el arte y la vida urbana tal y
como se desarrolla en el espíritu de los urbanitas que la tejen en ese momento.
Agartha se ofrece como ejemplo de que "el arte es vida
potenciada" [Mann], pero aquí se trata de la vida de las calles de la gran
ciudad y en este sentido, Agartha es una de las estaciones terminales de
la vía On The Corner.
Exactamente 5 meses después de la actuación que ha
originado Agharta, Miles ofrece su último concierto de este periodo.
Cuando retorne a escena mucho tiempo después, ya no podrá continuar por esta
vía: los tiempos han cambiado y We Want Miles se presenta como solución
y puerta espléndida para otras aventuras que se vivirán en la infravalorada
obra de los ochenta.
Agartha: el sonido de Miles, el mismo que ha ido
construyendo desde los tiempos boperos, pero ahora más tratado que nunca desde
la parafernalia eléctrica, desde la propia experiencia de un sonido que ha
liderado los principales momentos del jazz a partir de los años cincuenta hasta
deconstruirlo definitivamente en la prodigiosa década de los setenta.
Agharta: Miles y también M’tume, Sonny Fortune, Reggie Lucas, Pete
Cosey, Al Foster y Michael Henderson... y Teo Macero.
Miquel Codina