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Un comienzo de gira agotador, once
horas de autobús y de atascos en la carretera para llegar a Ginebra,
sin tiempo para comer antes de subir sobre el escenario del AMR: John
Abercrombie, Dan Wall, Adam Nussbaum y Marc Feldman abrieron la sesión
de otoño echando mano a sus reservas de energía. ¡Y menudo concierto
ofrecieron y qué territorios a la vez ardientes y apaciguadores
recorrieron juntos! Al día siguiente, el guitarrista ya estaba
recuperado del viaje y el músico puso las cosas en su sitio.
¿Cuál es hoy en día su relación con
la tradición del jazz?
Abercrombie: Provengo directamente de
la tradición de la guitarra de jazz, intento tocar como Barney Kessel y
Wes Montgomery. Esta es la música que aprendí. La primera música que
toqué en los años cincuenta fue rock’n’roll o rhythm’n’blues...
Luego estudié en Boston, en la Berkeley Music School. Pero más allá
de las informaciones recibidas en la escuela, para mí era importante
escuchar toda clase de música. Intentaba tocar jazz como todos mis
héroes pero no lo lograba. ¡Era demasiado difícil! Primero debía
encontrar mi propio camino. Me inspiraba de Tal Farlow, Jim Hall, George
Benson e intentaba tocar lo que había oído, reproducir lo que sonaba
en los discos y a veces transcribir la música. Pero soy muy perezoso y
no es fácil... En el fondo, creo que aprendí a tocar "on the
job", subiendo al escenario con músicos que eran mejores que yo.
Era la experiencia más importante para captar una música del instante.
Cuando uno está sobre el escenario no se puede parar: ése es el
momento, hay un principio y un final. De esta manera, hacia 1968, tocaba
"straight jazz": blues y standars. Sin realizar ninguna
fusión, sin influencias europeas.
¿Cuáles fueron los encuentros más
importantes durante esos años de aprendizaje?
Abercrombie: Hubo muchos. El primer
músico con quien hice una gira fue Johnny "Hammond" Smith, un
organista negro. Su apodo viene del órgano Hammond, un instrumento que
tocaba de maravilla. Hice giras con él durante dos o tres años
seguidos por los clubes negros de Estados-Unidos, desde Nueva York hasta
los del sur profundo. Tenía que tocar las mismas canciones cada noche.
Cuando no conocía el repertorio, Johnny me decía: "go and
learn!". Y toda la música cambió de repente: descubrí a Jimi
Hendrix ¡y los músicos de jazz empezaron a llevar patas de elefante y
a ponerse cintas en el pelo! Todos querían sonar como Miles Davis,
fuera cual fuera su instrumento. Mi segunda experiencia importante fue
un contrato regular con Chico Hamilton. Además, también trabajaba con
Billy Cobham y los hermanos Brecker; fusión, ¡una música excelente
tocada a un volumen increíble! Luego empecé a tocar con Jack
Dejohnette y volví a una música más orientada hacia el jazz. Estos
fueron mis principales encuentros durante esos años y a menudo fueron
con baterías. A partir de 1973, organicé mis propios proyectos y
empecé a grabar con ECM, donde sigo hoy. Es el principal cambio de mi
carrera, cuando conocí a músicos como Ralph Towner, Charles Lloyd y
todos los demás. Pero esto no cambia el hecho de que empecé tocando
guitarra de jazz y terminaré haciéndolo...
Esta época de la fusión, ¿cambió su
repertorio y su trabajo sobre la improvisación?
Abercrombie: era una evolución natural
–no forcé nada. Me encantaba la música de Jimi Hendrix, tenía mucho
sentido y no sembraba ninguna confusión en mi cabeza. No me gustaban
demasiado otros músicos de rock’n’roll –no vayas a creer que me
gustan todas las músicas– pero tenía un gran respeto hacia él. Como
sentía curiosidad, me informé y me respondieron que Hendrix tocaba de
verdad a muy alto volumen... Vale, ¿y luego? Utiliza un distorsionador
y un pedal "wah wah". ¿Ah? Fui a una tienda y el dependiente
me explicó el "fuzz" y el sistema "wah wah".
Compré todo eso, volví a casa y empecé a tocar mis solos en
"fuzz"... De hecho, me atraía un determinado sonido. Gran
parte de la música es cuestión de sonido y no de escalas o intervalos.
Como la fusión había sido principalmente una cuestión de sonido, para
mí no era difícil lanzarme a hacerlo. La dificultad principal es que
no era un buen guitarrista de rock’n’roll. Cuando intento tocar como
Eric Clapton no me gusta el resultado. Me gusta escucharlo a él. Pero
yo no lo consigo. Y él no sabe tocar bebop. La diferencia está ahí.
Tuve que asumir que era un músico de jazz, aunque si logro integrar
otras músicas en mi interpretación sigo siendo fiel a mí mismo.
¿Está satisfecho de su sonido actual?
Abercrombie: Sí, pero no dejo de
evolucionar. Respecto a un instrumento acústico, la guitarra eléctrica
es extraña a nivel del sonido. Uno trata de oír la música en su
cabeza pero todo depende finalmente de la manera en que toca el
instrumento, los accesorios y el propio instrumento. Por ejemplo, hace
tiempo que no toco con púa: utilizo mi pulgar y mis dedos –el sonido
se vuelve mas suave. Estoy contento de haberlo logrado, pero sigo
cambiando a menudo de guitarra. En las giras utilizo los
"amplificadores del día". El del AMR en Ginebra era perfecto
pero cada noche es diferente. Pero a pesar de estos cambios, de los
diferentes tipos de acústica y de los titubeos, todo depende de las
manos y de la manera que uno siente y entiende su propia música.
Usted es un músico estadounidense con
contrato en un sello europeo. ¿Siente una diferencia entre el público
europeo y el estadounidense?
Abercrombie: Sí, hay una diferencia.
Creo que los oyentes europeos son más capaces de escuchar todo tipo de
música. Por lo que respecta a la mía es más difícil de implantar en
Estados Unidos porque el público no la considera como jazz. "It’s
sounds too... far out". ¡Vamos, que no es sólo bebop! Me
considero un músico de jazz pero los estadounidenses me ven ahora como
un músico europeo. Es gracioso pero es así... Dicho esto, cuando los
oyentes se interesan de verdad por la música interpretada, el músico
es igual en todas partes.
¿Acaso estas diferencias no son una
consecuencia de los años del márketing?
Abercrombie: ¡Es únicamente un
problema de márketing! Cuando aprendí a tocar jazz no existía aún el
márketing. En 1960, en Boston, cuando tenía ganas de escuchar música
veía "John Coltrane Quartet" en un cartel e iba a comprar una
entrada. Pero no había anuncios para John Coltrane, Bill Evans o Miles
Davis –excepcionalmente algún anuncio en los periódicos. Hoy se
vende el jazz igual que los zapatos. Si un artista no corresponde a la
tendencia de la temporada no será promocionado de la misma manera que
otro. Y las consecuencias son importantes porque en Estados Unidos y en
otras partes también, la gente tiene como únicas referencias la
televisión y las revistas más en boga. Hay una nueva revista, Jazziz,
que hace un buen trabajo pero que se parece al Vogue: papel
satinado, muy elegante, fotos de artistas bien vestidos, etc...
Quien quiere tener éxito en este medio
necesita tener un fotógrafo, un agente, un representante jurídico, un roadie,
un peluquero y un estilista, sin olvidar el patrocinio de una marca.
¡Es increíble! Esta tendencia se ve en todos los países del mundo o
casi, pero sobre todo en Estados Unidos –y no parece que vaya a
cambiar pronto. En Europa lo veo menos, salvo en los festivales de jazz.
Mire a Montreux: toqué con Chico Hamilton a principios de los setenta y
no había demasiado márketing alrededor de la música. Hoy se ha
convertido en un supermercado. Este año toqué con Charles Lloyd y
luego tocaban Rickie Lee Jones y Elvis Costello, que son dos artistas
con mucho talento. Pero la imagen y el márketing son ahora tan
importantes que Montreux sólo puede transformarse en "Music
Festival", todo el mundo sabe que ya no es un festival de jazz –es
estúpido. Hay que diferenciar las cosas. Hace seis meses recibí una
llamada de Down Beat en la que me preguntaban si Jimi Hendrix y
Frank Zappa tenían que entrar en el "Down Beat Hall of Fame".
Contesté que no, porque no son músicos de jazz. Son músicos
extraordinarios que me influyeron, pero no es una razón para mezclarlo
todo.
¿Qué tiene de especial esta gira en
cuarteto con Dan Wall, Adam Nussbaum y Marc Feldman?
Abercrombie: Este cuarteto es muy
diferente al de mi último disco (1). Es una historia aparte, aunque
tocamos esencialmente la música que compuse para ese disco. El
resultado es menos "straight ahead" que en trío y esta
diferencia impresiona aún más escuchando el álbum precedente grabado
en directo (2). Tenemos un enfoque más abierto y más libre del mismo
repertorio.
¿Hay una diferencia entre una paisaje
musical abierto y un paisaje musical libre?
Abercrombie: Me cuesta imaginarme un
paisaje musical completamente libre. Existe el riesgo de perderse o de
descomponerse. Necesito algunas estructuras, escribir una música que
lleve hacia paisajes abiertos y luego remita a una melodía dando lugar
a una forma. La libertad es interesante pero conlleva riesgos. Con este
cuarteto hay pasajes libres en cada concierto –como ayer noche en
Ginebra – músicas que nunca hemos tocado y que son a menudo muy
"groovy". Improvisamos mucho juntos.
Hay un sentido muy acusado del espacio
en su forma de tocar. ¿Era un objetivo desde el principio?
Abercrombie: De hecho, nunca les dije a
los demás músicos que no quería más espacio en esta música. Tampoco
he pensado en ello. Puede parecer extraño, pero reflexiono muy poco
sobre mi música. No tengo representaciones claras de lo que quiero
conseguir. John Cage dijo una vez que no oía nada en su cabeza –¡ninguna
música! Sólo oigo música cuando la toco. Aquí, sentado delante de
ti, los violines, las orquestas y todas las trompetas se han callado
[risas]. Creo que es una señal distintiva del músico de jazz: para
oír música necesito tocar y oír a los demás, improvisar... De todas
formas, creo que mi música es más "espaciosa" que el bebop,
por ejemplo. El bebop llena más, pide más notas. Siempre me ha
atraído más el trío de Bill Evans o el quinteto de Miles Davis con
Coltrane, o el cuarteto del propio Coltrane. Me siento más cercano a
estos planteamientos que tienen un carácter impresionista. Mi último
disco tiene ese color especial, espacial, por los artistas que
participan y por las nuevas composiciones. Joe Lovano es el arquetipo
del músico de jazz y Marc Feldman tiene un enfoque más clásico. En
cuanto a Kenny Wheeler es el trompetista perfecto: pleno, lírico y muy
cercano a mi estilo.
¿En qué circunstancias compuso el
repertorio del nuevo disco?
Abercrombie: No necesito nada especial
para este tipo de trabajo. Tan sólo algo sobre lo que escribir y algo
con qué escribir... Compongo a veces de gira, otras veces en casa –da
igual. Viví 26 años en Nueva York y el piano estaba delante de la
ventana. Había un tráfico terrible durante el día. Pero no me
impedía trabajar sobre nuevos temas. Hay que decir también que
funciono con plazos cuando monto un nuevo proyecto o un nuevo grupo. No
pensé en la música de Open Land antes de estar convencido de la
necesidad de una colaboración entre Marc Feldman y Joe Lovano. Uno de
los temas lo compuse un día antes de grabarlo. Y para otros, al
contrario de lo que hago habitualmente, pensé mucho en mis compañeros.
Anotaba esbozos y me preguntaba si les convendría. Para uno de los
temas, me inspiré en el estilo de Kenny Wheeler, en su manera de
exponer la melodía.
Así pues, no tiene una técnica
particular para componer...
Abercrombie: En realidad no. La
mayoría de las veces es una cuestión de perseverar en el desarrollo de
mis ideas. Pasa lo mismo con la improvisación. La única diferencia es
que improvisando no puedo parar mientras que componiendo me puedo tomar
una pausa, volver sobre el resultado, escoger, etc... La noción del
tiempo varía en estos dos enfoques. A veces, para la composición
utilizo un equipo electrónico para la guitarra y el piano y así puedo
escuchar tranquilamente el resultado. Me ayuda a acordarme de lo quiero
anotar. Luego, el proceso de creación colectiva tiene una importancia
determinante. No sé exactamente lo que quiero con una nueva
composición, mientras que otros tienen una idea mucho más precisa de
lo que tiene que hacer cada instrumento. Sólo propongo una melodía y
algunas armonías y la música se pone a respirar a través de la
interpretación. Cada vez que toco mis propios temas el resultado es un
poco diferente. No es un problema para mí. Es necesario llevar las
riendas cuando se compone para una big band o una gran formación. Pero
en mi caso, las estructuras pueden ser mas libres.
¿Compone también para otros contextos
como el cine, la danza o el teatro?
Abercrombie: Nunca lo he hecho.
Trabajé una vez para una compañía de danza pero era más en el plano
de la improvisación. Me gustaría componer para el cine pero tienen que
pedírmelo: no lo haría por necesidad personal. Me gustaría probar con
una película independiente, no con una superproducción. Creo que es
una influencia de la música ECM, que conlleva a menudo esta dimensión
del viaje, este sentimiento de trasladarse a otro lugar.. Algunos de mis
temas son verdaderas canciones, otros evocan una sucesión de imágenes.
¿Adónde le transporta la música?
Abercrombie: Creo que la música es una
manera de huir de la realidad. Lleva a otra realidad, te enfrenta a
otros problemas que no tienen nada que ver con la vida y el sufrimiento
pero que son problemas musicales. Claro que a veces son más fáciles de
resolver. Ayer vi una entrevista a Woody Allen. Le preguntaban por qué
hacía películas y respondió que una película es más fácil que la
vida real. El cine es abstracto, la música es abstracta. Son lugares en
los que uno puede trabajar sobre una serie de emociones y de ideas,
hasta el punto de perderse en ocasiones. La música me aleja de la
realidad y me aproxima a mis emociones, a lo que cuenta en el instante.
En el concierto de Munich, antes de venir a Ginebra, terminamos con un
blues absolutamente clásico, que sonaba como un "bebop
blues". Normalmente no necesito tocar algo así, pero anteayer
tenía la imperiosa necesidad de hacerlo.. Pero no creo perderme en la
música: es más bien un vía de escape. Improvisando con mi cuarteto
sobre el escenario siento que formo parte de un todo. Intento escuchar
para sentirme integrado al nivel más alto.
Entrevista realizada por Christian
Steulet
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John Abercrombie: «Open Land» (ECM 1683,
distribucion Phonag). Con Dan Wall (organo hammond), Adam Nussbaum
(bateria), Marc Feldman (violon), Joe Lovano (sax. tenor) et Kenny
Wheeler (trompeta y cornetin).
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«Tactics» (ECM 1623). John Abercrombie Trio, con
Dan Wall (organo hammond) et Adam Nussbaum (bateria).
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