Oscuros nubarrones se ciernen sobre la música. Que los derechos de autor estén en entredicho es muy grave e injusto con los autores. Mucha gente nos ha empezado a ver como usureros, cuando una gran mayoría de autores no gana ni para pipas con los derechos de autor. Hay un gran desconocimiento. Es IMPERIOSO que se separe el tema del derecho autoral de la institución que lo gestiona en monopolio: la SGAE.
Es verdad que la SGAE hace muchas cosas buenas por nosotros, de hecho, es de las pocas entidades que se preocupa, pero esta Sociedad General que, a mi modo de ver, tendría que defender únicamente a los Autores, es también la sociedad de los Editores, esto es, de la industria musical. Como un sindicato vertical. Editores y gente del negocio figuran en los consejos de la SGAE y trabajan en su administración. Se pueden imaginar quién domina el escenario.
Aprovechando una antigua ley, la editorial se queda hasta con el 50% de los derechos de tu obra a cambio de nada (en mi caso al menos). Todos los autores sabemos que si quieres currar tienes que ceder casi siempre la mitad de tus derechos. Todo esto que funcionó en su día, ha devenido finalmente en un mercado persa con mucho dinero en juego, donde aparecen los intermediarios y con ellos los oportunistas de turno, favorecidos por la alarmante incultura musical reinante entre el personal (por no decir indiferencia) y donde la música es lo último (y el dinero lo primero). Y éstos siguen empeñados enrepresentarnos a los músicos.
Ahora la industria musical se está engullendo a sí misma. Se ha desarrollado mucho el aspecto mercantil, pero, presa de los números, la música comercial se ha ido atrofiando, lo que equivale a un lento suicidio de la propia industria. Las leyes del mercado se han comido al arte. La piratería es una grave estocada sí, aunque no es la principal causa. En este país, la cultura siempre se ha dejado para el final y eso ha ido aún a peor. Es fatal que tanta gente encuentre bien que la música sea gratis.
No se valora la música lo suficiente y hoy aún menos, en parte también porque la música que se ofrece es en general malísima: si un artista es capaz de seducir, de fascinar y de enganchar, el público sí gasta el dinero.
No es necesario buscar culpables. Es un problema sistémico. El sistema está obsoleto. Estamos en un ciclo mediocre a muchos niveles. Necesitamos leyes nuevas: no sólo la ley Sinde; la ley de Propiedad Intelectual necesita una actualización para evitar todas esas injusticias y necesitamos regulación laboral para que los artistas salgamos de nuestro eterno limbo legal. Pero más allá de las leyes, toca empezar de cero entre todos y pensar a largo plazo. La música pide un cambio profundo, una revolución que tarde o temprano tiene que ocurrir. De momento, Internet ha llegado para quedarse y al final, nosotros, los músicos tenemos el gran reto: crear cada día la mejor música posible. Talento hay.
Miguel Blanco. Músico. Madrid, 9 de Enero 2011