|
|
No
hay ninguna duda de que con Anthony Braxton (Chicago, Illinois 1945) nos
encontramos ante una de las grandes y fundamentales figuras del jazz
contemporáneo. Sólo sus dos primeras grabaciones para el sello Delmark
- “3 Compositions of New Jazz”, una declaración de principios y el
solo “For Alto”, toda una osadía - justificarían su inclusión en
el partenón de los grandes del jazz del ultimo tercio del sigo XX. Sin
embargo esa importancia no se ve reflejada con un amplio reconocimiento
por parte de los aficionados. Para buena parte de la afición, “Braxton”,
es sinónimo de “vanguardia de difícil hincar el diente”. Braxton
es “víctima” de su propia grandeza y ambición creativa.
Ese
miedo a Braxton viene sin ninguna duda por la conjunción de una “mala
fama” confirmada por un encuentro algo desafortunado con su
“obra”. La obra de Braxton, además de amplia es muy variada. Sus
discos dedicados a recrear standars –una faceta en la que esta
profundizando en la última década si bien siempre ha estado presente-
se alternan con sus propuestas personales, tanto las que dejan amplios
espacios a los improvisadores –siempre dentro de un rigor- como los
que se acercan a la estética de la música contemporánea de corte académico.
En Braxton podemos encontrar tanto raíces de be bop “negro”
deudoras de Parker como el distanciamiento “cool” de un Paul Desmond
si “se trata” de jazz; pero en su acercamiento/dedicación a la música
“europeo-contemporánea” se acerca a las vanguardias históricas –Stockhausen,
Cage o Xenakis-. La sencillez e
inmediatez de un cuarteto con repertorio de standars contrasta con la
complejidad de su ambicioso trabajo - le llevó a la bancarrota - con
cuatro orquestas sinfónicas para el sello Arista o la ópera
“Trillium M” que tuvo que autoeditar en Braxton House, un sello que
lamentablemente está “parado”. Y ese ligero cuarteto de los
standars poco o nada tiene que ver con el del mismo formato con Crispell-Dresser-Hemingway
(una formación tipo y toda una referencia) con el que se enfrenta a su
serie de “Composition Nº…”.
Tradicionalmente,
Braxton, ha titulado sus composiciones con un diagrama a modo de
jeroglífico matemático dándoles un número de composición. ¡Ah, el
sempiterno terror a las matemáticas!!!!. Para su interpretación suele
contar con colaboradores fieles y fijos. Primero fueron sus compañeros
de Chicago - Leo Smith, Muhal Richard Abrams, Leroy Jenkins o George
Lewis-. La perfección formal de “grupo de improvisadores de cámara
de alto rendimiento” lo obtendría al estabilizar desde la primera
mitad de los ochenta hasta principios de la década siguiente su
cuarteto con Marilyn Crispell al piano, Marc Dresser al contrabajo y
Gerry Hemingway a la bateria (hoy todos figuras de referencia del jazz
mas actual e interesante). Los tres dobles discos de Leo que documentan
su gira británica de 1985 o el cuádruple disco de Hat Art grabado en
Willisau en el 91 muestran bien a las claras hasta donde puede llevar a
un grupo de creadores la libertad aunada con la disciplina.
Si
característico del trabajo de Braxton es la nomenclatura jeroglífica
de sus temas - los famosos diagramas - no lo es menos su poderosa
variedad instrumental. Básicamente toca todo lo que se sopla en las
familias de los saxos, clarinetes y flautas. Memorables son algunas de
sus fotografías con enormes clarinetes de pesada sonoridad. Sin hacer
ascos a ninguna de sus variedades, en los que mas concentra su trabajo y
saca mejores resultados es con los saxos alto, soprano y sopranino y con
el clarinete bajo.
Con la desaparición de ese cuarteto-faro, Braxton comenzó a trabajar
con una serie de músicos, en muchos casos alumnos suyos, en los cursos
de Wesleyan - Kevin Norton, Joe Fonda, Taylor Ho Bynum, Ted Reichman,
Jason Hwang…-. Y si hasta entonces el interés de sus composiciones se
centraba en las estructuras melódicas, la reiteración melódica,
creando un ritmo obsesivo e hipnótico al estilo sufí, pasa a ser su
centro de atención. Es la “Ghost Trance Music” de la que el propio
Braxton explica sus rudimentos en los libretos de sus discos. Todo
ocurre en una gran bola de sonido que se fagocita a si misma y que queda
desprovista de la brillantez del solismo clásico al formar parte del
todo. Es su momento actual creativo, un momento en cierto modo en
“pause” ya que la documentación de este trabajo llega con retraso y
cuentagotas. Pendientes
desde hace varios años están las anunciadas cajas (8 y 10 cd´s)
documentando los “Ghost Trance Music Festival”. Y es mas requerido
para hacer standars que presentaciones de esta “musica de trance”.
Fascinante
para el braxtoniano, la Ghost Trance Music, es para la mayoría de los
aficionados tan poco recomendable como sus trabajos con gran banda de
querencias “contemporáneas”. Todo es cuestión de gustos y estéticas,
cierto, pero… ¿tan dura es la “Composition 98” (Hat ART) junto a
Crispell-Anderson-Ragin?. Sin duda cuando Ellington dijo aquello de
“No vale nada si no tiene swing” estaba pensando en otras cosas.
A lo largo de su carrera, el solo ocupa un lugar importante. “For
Alto” fue un hito, una señal de salida. Desde entonces ha ido
trabajando el formato y junto a Evan Parker es uno de los maestros del
“genero”. El solo, aunque árido en apariencia es la forma mas
fascinante de descubrir el universo creativo de un músico. Sin trampa
ni cartón, sin apoyos, a cara descubierta, pone a cada uno en su sitio.
Braxton está en su terreno. Por otra parte, aunque los dúos – las
cosas de dos - no es un formato de referencia habitual en su caso, es
otro de los campos en los que se ha prodigado y se deben citar los
realizados junto a Drek Bailey, Richard Abrams, Joseph Jarman, David
Rosenboom, Joe Fonda, John Lindberg…
Como
sideman lo encontramos sobretodo en los años setenta. Participó en
muchos proyectos; grupos a la estela de la eclosión free parisina de
fin de los sesenta. La Celestial Orchestra de Alan Silva o los combos de
Willem Breuker o Gunter Hampel cuentan con su presencia y solismo. Pero
destaca de sobremanera la creación de un grupo colectivo de efímera
vida: Circle (junto a Chick Corea, Dave Holland y Barry Altschul) cuyo
disco ECM, así como el a modo de epilogo a nombre de Holland y con Sam
Rivers en lugar de Corea “Conference of the Birds”, se convirtió en
un disco emblemático del sello alemán. Pero no solo trabajaría en los
terrenos del free ya que por entonces grabó – accidentalmente - con
Tete Montoliu para SteepleChase o con Brubeck - ¡increible pero cierto!
-.
Si
bien los standars han sido una temática que ha ido trabajando a lo
largo de su carrera, incluyendo temas trufados en sus discos de composiciones
o dedicando discos a diversos repertorios – Monk, Tristano o Parker -,
en los últimos años ha cobrado importancia - es en este formato en el
que este otoño se presenta en España (Sevilla) -. Es la “cara
amable” del trabajo de Braxton, pero no un trabajo menor. Algunos de
estos trabajos – el “Parker Project”, mismamente - son elaboradas
reinterpretaciones impensables sin un conocimiento profundo del
material. El respeto al original no quita un aápice de originalidad a
interpretaciones del mas alto nivel. La mente matemática aúna razón y
tradición.
Jesús Moreno (Huesca -
Pirineos Sur; Octubre-Noviembre 2003)
Notas:
Para
consultar su discografía nada como http://www.restructures.net/BraxDisco/BraxDisco.htm.
Allí además de todas las
sesiones bien ordenadas y con la correspondiente información se puede
ver el jeroglífico correspondiente a cada tema.
En Yahoo Groups
hay un alista dedicada a comentar la música y actividades de Braxton.
Cuando escribía esto llegaba la noticia del fallecimiento de Peter
Niklas Wilson, contrabajista y biógrafo de Braxton con quien también
había grabado. Evidentemente hay una dedicatoria.
© Jesús Moreno, Tomajazz 2003
|
|
|