Antonio Bravo (izquierda) y Germán Díaz (derecha)
© 2008, Merran Laginestra
ENRIQUE FARELO: Músicas populares de la Guerra Civil es un disco bastante paradójico y sorprendente. ¿En qué
momento se cruzaron en el espacio y el tiempo una zanfona con una guitarra
eléctrica, la Edad Media con el
futuro de la música?
ANTONIO BRAVO: Nos conocimos en el Cuarteto
Acústico de Baldo Martínez. Él nos llamó a los dos por separado y grabamos juntos
ese disco. Ese proyecto se quedó un poco parado, pero nosotros hemos mantenido
el contacto. Posteriormente grabé Tangentes, el disco de mi cuarteto, que
también estuvo vinculado a Producciones Efímeras, la discográfica a la que
pertenece Germán, y a partir de ahí volvimos a tomar la relación, a querer
hacer algo en dúo, y la excusa que al final nos ha servido para ello ha sido la
música de la Guerra Civil.
ENRIQUE FARELO: Uno tiene la impresión de
estar, por su instrumentación, ante un dúo único.
GERMÁN DÍAZ: Bueno, eso puede ser así, lo
que no significa que sea algo sobresaliente sino que hay pocas zanfonas que se
dediquen a esto. Es un instrumento que se ha asociado al repertorio histórico,
al repertorio tradicional, y ahora empieza a verse en otros ámbitos porque, como
bien dices, une esos dos campos: el mundo medieval con la modernidad más
aplastante. La zanfona es un concepto medieval pero interesantísimo por el
hecho de que en el siglo X se desarrollase un arco infinito, como es una rueda,
en el que se podían poner cuerdas. También es muy interesante escuchar las
capacidades acústicas del instrumento –lo que tenemos ahora es lo que podía
haber en el siglo XV. Tiene un timbre sorprendente, y ahora mismo se utiliza
mucho en música contemporánea. A los compositores les gusta este “cacharro”
lleno de sonidos.
SERGIO CABANILLAS: Desde el punto de
vista del instrumento, con una nota pedal y una serie de limitaciones, ¿cuál es
tu punto de partida para incorporar la zanfona en un entrono de improvisación?
GERMÁN DÍAZ: Lo que me interesa del
instrumento es la capacidad que tiene de transmitir lo que me hace falta
expresar. El instrumento tiene que ser un medio, no un problema para esto. La
zanfona, si se quita ese bordón del que has hablado –porque se pueden poner o
quitar cuerdas– es un instrumento cromático igual que muchos otros, así que tiene
esa capacidad.
Germán Díaz (izquierda) y Antonio Bravo (derecha)
© 2008, Merran Laginestra
SERGIO CABANILLAS: ¿Realmente eliminas el
bordón a la hora de improvisar o se adapta la armonía de los temas a esa
cuerda?
GERMÁN DÍAZ: Muchos de los temas de este
disco están tocados sólo con la melodía o hacemos un riff con los
bordones.
SERGIO CABANILLAS: Se me antoja una
situación parecida a la de las gaitas...
GERMÁN DÍAZ: No exactamente. La gaita es
un poco más diatónica que la zanfona. Ésta dispone de un teclado como el de un
piano, pero con dos octavas y media. Si se quita el bordón se puede tocar con
agilidad y facilidad.
CARLOS LARA: ¿Cuánto hay de improvisado y
cómo ha sido el proceso de construcción del disco?
ANTONIO BRAVO: El libro de donde proceden
las melodías, que venían con su correspondiente letra, es de Luis Díaz Viana,
quien tiene parentesco familiar con Germán. Nosotros estábamos buscando una excusa
para hacer algo juntos. Para mí la idea no era hacer un dúo con zanfona, sino
más bien con Germán. Me daría igual si tocase el saxofón, aunque en este caso
toca la zanfona... puede ser una suerte para unas cosas...
GERMÁN DÍAZ: ...o a lo mejor una desgracia
[risas].
ANTONIO BRAVO: Germán vive en Santiago y
yo en Madrid, y el libro era un buen punto de partida; lo compramos ambos y
empezamos a hacer algunos arreglos. Respecto al desarrollo del disco, en
realidad yo sólo llevaba hecho un arreglo cuando fui a Santiago a casa de
Germán. De lo demás no teníamos ni idea. A la semana siguiente ya estaba hecho
todo. Aprovechamos ese flujo energético que hubo, trabajando incluso por las
noches, y escribiendo arreglos que tampoco son excesivamente complejos. No
interesaba esa complejidad, porque es música popular, y si se armoniza en
exceso, en mi opinión se pierde parte del encanto de esas canciones.
CARLOS LARA: ¿Y el punto de partida en la
elección del repertorio?
ANTONIO BRAVO: La idea surgió en buena
parte por el libro de Luis...
GERMÁN DÍAZ: Yo tenía ganas de hacer algo
con este repertorio y ese flujo de energía que hubo fue también una suma de
coincidencias: Antonio vino, tuvimos esos días libres, se creó el repertorio...
La primera cita fue para ver si el proyecto funcionaba, porque nunca habíamos
tocado juntos en dúo y ni siquiera sabíamos si tímbricamente iba a resultar
llevadero. También coincidió que Luis reeditó el libro, que se había editado
inicialmente en 1985. Así que finalmente pudimos hacer una presentación
conjunta del libro y el proyecto.
Germán Díaz (izquierda) y Antonio Bravo (derecha)
© 2008, Merran Laginestra
ENRIQUE FARELO: ¿Pensáis que alguien
pueda malinterpretar que hayáis recuperado este repertorio?
ANTONIO BRAVO: Bueno, puede pasar de
todo. Recuerdo un e-mail curioso que recibió Germán de una programadora
de Rusia preguntando: “¿os estáis riendo de Rusia?”, creo que en relación con
el tema “A las barricadas”, y realmente no se me había ocurrido esa interpretación.
Cuando haces algo así nunca sabes si te puede beneficiar o perjudicar, pero
creo que al final hay que hacer lo que te apetece y punto.
GERMÁN DÍAZ: El problema de las
efemérides es que las hay siempre, y con un hecho como la Guerra Civil o las
brigadas... no es que se cumpla el 70 aniversario, sino que puede haber
aniversarios todos los años con temas relacionados con la Guerra Civil. Tenemos
que decir en nuestro favor que hicimos el disco antes de toda esta polémica que
se ha abierto ahora con el asunto de la memoria histórica. En el disco hemos
hecho versiones de unos temas que en su mayor parte son republicanos, aunque
nosotros no cantamos las letras. También hay temas heredados de otros conflictos
y temas que se cantaban en los dos bandos. No hay intención de polémica ni
mucho menos. De hecho nos han ocurrido anécdotas muy bonitas con gente mayor
que va a los conciertos como el otro día en Bilbao, que se emocionan, aún sin
serles cercano este lenguaje, oyen la melodía y les recuerda ese eco antiguo, y
es algo muy emotivo.
SERGIO CABANILLAS: En esa pasión por
investigar la historia, ¿han tenido algo que ver las influencias de tu tío
Joaquín Díaz, el gran estudioso y divulgador de la cultura tradicional
castellana?
GERMÁN DÍAZ: Querrás decir “mi otro tío”
(risas). Luis Díaz, el autor del libro, es también tío mío. Es hermano de
Joaquín, investigador y antropólogo. Joaquín es más músico, y ha trabajado bastante
acerca de la música tradicional. En casa siempre ha habido música tradicional y
un cierto gusto por la música y por ese tipo de cultura, y no sólo por parte de
Joaquín; mis dos abuelas eran pianistas, y en casa de mi padre, que es la de
Joaquín, pasó lo mismo con la música, al ser su madre pianista.
SERGIO CABANILLAS: Escuchando tus
trabajos, desde este disco hasta el de Rao Trío, pasando por el Cuarteto Acústico
de Baldo Martínez, da la impresión de que en medio de esa tradición podrías ser
el garbanzo negro de la familia que ha llevado su música al ámbito más moderno.
GERMÁN DÍAZ: Yo creo que es lo que toca.
ANTONIO BRAVO: Dicen que lo natural es
que el más joven sea también el más contemporáneo [risas].
SERGIO CABANILLAS: ¿Y cuáles han sido tus
“malas influencias” para sacar a la zanfona del contexto tradicional? ¿Tiene
Valentin Clastrier algo que ver en ello?
GERMÁN DÍAZ: A Valentin le hemos
escuchado todos. Él ha inventado otro lenguaje para el instrumento. Lo que
todos intentamos es copiarle en la medida de nuestras posibilidades [risas]. Es
triste pero cierto. Nadie puede decir que ha inventado algo en la zanfona
porque su cabeza sigue estando por encima de la de los demás. Ahora tiene en
mente cambiar absolutamente la forma de tocar. Ha encargado un nuevo
instrumento acústico y está trabajando en un nuevo repertorio con sesenta y
pico años. Esa energía es algo formidable.
Brigada Bravo&Díaz - Músicas populares de la guerra civil
(Producciones Efímeras distr. por Galileo MC nube 1009, 2008)
SERGIO CABANILLAS: ¿Hay alguien más en la
lista?
GERMÁN DÍAZ: De zanfonistas, sobre todo
él, porque lo que se ha hecho después ha sido sobre todo copiarle [risas].
SERGIO CABANILLAS: Hombre, tu sonido es
muy reconocible y personal….
GERMÁN DÍAZ: Cada uno tiene que
trabajarlo, como en todos los instrumentos, y cada uno desarrolla su sonido y
su lenguaje. Otra cosa es que las maniobras técnicas sean todas copiadas, y así
es.
CARLOS LARA: Antonio, cuéntanos cómo has
trabajado con los loops en directo para esta grabación.
ANTONIO BRAVO: Es bastante simple.
Disponemos de dos máquinas con las que nos podemos grabar en directo mientras
estamos tocando. No hay ninguna pregrabación, salvo un pequeño fragmento de un
tema original. Nos vamos grabando mientras tocamos. Por ejemplo, yo puedo estar
acompañando un solo de zanfona y grabando la base para después dispararla y
hacer mi solo sobre ella, pero siempre en directo. El disco es así. No hemos
querido grabar nada por pistas, y las muestras que hay son las que hacemos en
el momento. Un técnico que conocemos en Ponferrada tuvo que hacer una
modificación a las máquinas originales para que los loops fueran por un
lado y el sonido directo por otro… en fin, algo técnico. Mi aparato llegó justo
la tarde anterior a la grabación. Fue todo así de rápido, pero al final ha
resultado muy cálido. En lugar de producir demasiado, últimamente me está
gustando publicar trabajos así.
ENRIQUE FARELO: La presentación es
bastante lujosa, a la vez que ingenua respecto a lo bélico. Habladnos del
diseñador de la carpeta y de su trabajo.
ANTONIO BRAVO: Fernando Fuentes, aparte
de ser el responsable de la discográfica junto con Germán, es un amigo y un
gran arquitecto. Yo creo que el secreto, aparte del nivel que tiene Fernando
diseñando cualquier cosa que va desde edificios hasta portadas de CD, es el
cariño con que se hace. Lo que rodea a las grabaciones es tan importante como
éstas: el desinterés, el tiempo y las ganas que se dedican… el amor al arte.
SERGIO CABANILLAS: También hay unas
fotografías que son todo simpatía, y creo que hay alguna anécdota al respecto.
GERMÁN DÍAZ: Las fotos no son del todo
realistas, porque Antonio y yo aparecemos casi a la misma altura, y luego
cuando me ven en los conciertos y… [risas][1]. Las fotos las hizo Merran
[Laginestra] en el patio de casa mientras grabábamos el disco. La anécdota es
muy graciosa, porque el casco nos lo prestó mi padre, que colecciona artículos
militares. Le pedí un casco y me contestó: “no te lo puedo dejar”. Yo le dije
“hombre, déjame un casco, si es para una foto sobre la Guerra Civil”, y el
respondió “no, no, no, porque el modelo de casco que yo tengo es de otra guerra
y... bueno, allá tú, pero ese casco...” . Cuando vio las fotos siguió: “claro,
es que esto está mal y con un casco así no puede ser...” [risas].
ANTONIO BRAVO: Desde la foto ya empezamos
con las chapuzas... [risas].
Oh Trio. Diego Martín, Antonio Bravo y Germán Díaz
© 2008, Oh Trio
SERGIO CABANILLAS: Esta pregunta es para
Antonio ¿qué posibilidades de continuidad tiene tu proyecto en cuarteto y qué otras
iniciativas tuyas están en marcha?
ANTONIO BRAVO: El cuarteto ha funcionado
bastante bien este año; desde el verano hasta aquí hemos tenido una gira
bastante potente. Luego está el proyecto a dúo del que estamos hablando, y
tenemos un nuevo trío con Germán y Diego Martín a la batería que se llama Oh
Trio. Nos hemos estrenado en directo en la Expo de Zaragoza y hemos estado haciendo
una pequeña gira por Francia.
Mucha gente me
pregunta por qué no he hecho cosas en solitario antes, aunque en realidad lo
que no he hecho ha sido grabarlas. No me gustan las prisas para grabar. Cuando
algo me parece que está suficientemente bien, lo grabo. Por suerte nunca me ha
faltado trabajo colaborando con otros músicos, pero a la hora de montar
proyectos personales, grabarlos y sacarlos adelante, tengo que estar a gusto
con la gente con la que toco y con lo que está sonando. No quiero forzar nada.
En estos años sí me he encontrado a gusto con los proyectos y con la gente.
Por eso se han dado las condiciones y lo hemos sacado adelante. Los músicos nos
llevamos bien, compartimos muchas cosas, disfrutamos viajando y tocando juntos,
así que espero poder seguir con los proyectos que están funcionando hasta la
fecha.
SERGIO CABANILLAS: De modo que el paso
siguiente es Oh Trío...
ANTONIO BRAVO: El trío está ahí y ya hay
un directo funcionando...
SERGIO CABANILLAS: ¿Hay planes de
grabarlo?
ANTONIO BRAVO: Podríamos grabarlo en
cualquier momento, pero no nos queremos precipitar. Cuando haya siete u ocho
temas que puedan aportar cosas...
Oh Trio. Diego Martín, Antonio Bravo y Germán Díaz
© 2008, Oh Trio
SERGIO CABANILLAS: De modo que el
proyecto está en fase de rodaje.
ANTONIO BRAVO: Sí. Esa debería ser la
fase natural, por otra parte. Ya sabes que aquí en España lo que sucede a veces
es que para mover un grupo tienes que tener el disco, pero lo natural sería
hacer una gira y luego grabar. Lo que pasa muchas veces es que el producto al
principio está frío y luego gana con el tiempo.
SERGIO CABANILLAS: Otra de tus facetas ha
sido la de organizador y colaborador activo en el Festival Hurta Cordel, uno de
los más interesantes en Madrid en el ámbito de la libre improvisación. ¿Sigues
colaborando en esta organización?
ANTONIO BRAVO: Siempre he estado y estoy
en contacto con gente de libre improvisación. A mí lo que me interesa en
general son la improvisación y las músicas donde hay improvisación como el
jazz, por supuesto... la libre improvisación es una tendencia que me interesa,
lo cual no quiere decir que me guste todo, del mismo modo que no puedo decir
que me guste todo en jazz. Sigo perteneciendo a la asociación Música Libre,
pero me he apartado del núcleo de la organización, porque es saludable que rote
la gente que está a la cabeza, y creo que el asunto ha quedado en buenas manos.
Sigo disponible para lo que haga falta en la asociación y me interesa muchísimo
la improvisación libre, sobre todo su mezcla más natural con el jazz, algo que
en España no está pasando.
SERGIO CABANILLAS: Sí, parece que aquí el
jazz y la libre improvisación son elementos disjuntos. Es curioso, porque hace
poco tiempo nos comentaba Abe Rábade que, por ejemplo, en Portugal, hay mucha
demanda de free jazz y música libre improvisada.
ANTONIO BRAVO: En España, no sabemos exactamente
por qué razón, el campo del free jazz es algo menospreciado incluso en
ocasiones por los músicos de jazz, puede que por desconocimiento. Si hubiera
gente más potente en ese área… pero una cosa lleva a la otra. Si no hay más
gente potente es porque ese campo está bloqueado, cosa que no sucede en
Francia, Portugal, Italia o Europa central. Me contaba Carlo Actis Dato que la
relación es como cincuenta a cincuenta: a veces jazz y libre improvisación
tampoco están muy mezcladas. Yo creo que deberían fundirse de una forma más
natural y haber menos recelo entre distintos estilos. Yo conozco a gente de los
dos campos y parece algo de lo que casi no se pudiera hablar. Supongo que esto
irá cambiando con la gente más joven y que se irá naturalizando más.
SERGIO CABANILLAS: Germán es cofundador
del sello Producciones Efímeras. ¿Cómo ves ahora mismo el campo de la edición
discográfica, la distribución, la producción? ¿Hacia dónde va esto?
GERMÁN DÍAZ: Hace poco estuvimos haciendo
una gira. Tocamos en algunas tiendas pero no había discos, por una nefasta
coordinación entre la distribuidora y la tienda que vende el disco. En otras
ocasiones, lo mismo hay una tienda que vende discos frente a la sala de
conciertos, pero no hay discos del artista que toca. Está mal. Incluso a veces
puede llegar a venir a tocar alguien de una multinacional, la compañía no lo
sabe y no hay discos del artista en la distribuidora. Las cosas están mal, aunque
en los conciertos se venden discos. Lo que no se puede es pretender hacerse
millonario.
SERGIO CABANILLAS: ¿Es, entonces, un
problema de distribución?
GERMÁN DÍAZ: No necesariamente. Hay
discográficas que apuestan por cosas muy interesantes, pero que tienen difícil
sacar unos beneficios para que un cierto número de personas puedan vivir de los
discos. Lo primero, es un producto de lujo, y además, con esto de la crisis, a
nadie le gusta pagar 18 euros –que en mi opinión es un precio alto, para el
precio al que nosotros vendemos al distribuidor– si puede no pagarlos. Nosotros
en [Producciones] Efímeras mandamos los discos y decimos a la gente que cuando
lo oigan, si les ha gustado, lo paguen. Hasta el momento nadie ha dejado de
pagar nuestro precio. A lo mejor sucede que nosotros vivimos en una especie de
micromundo. Nos gustan los discos, nos gusta la música, en ocasiones somos algo
fetichistas, y muchas veces nos gusta tener el soporte.
ANTONIO BRAVO: En el campo del jazz
español y estilos similares, nosotros además partimos de la base de que no
esperamos un beneficio económico especial con el disco. En este sentido vamos
un poco contracorriente. El disco es una tarjeta de presentación importante. En
mi caso, si después se vende o se autofinancia, el dinero que pueda ganar de un
disco lo voy a invertir en otro. Tenemos esa falta de afán de lucro. Eso es
importante y al final hace que los resultados superen las expectativas.