BEATRIZ PÉREZ REYES: ¿Cómo
nace tu afición por el jazz?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
Por una razón geográfica.
Nací en Francia y me crié
allí. En aquella época en
Francia se oía jazz, en España
no. Era un chaval que estaba en el colegio,
hablaba de jazz con los compañeros,
y había jazz por la radio, cosa que
aquí no. Te hablo de los años
40. Lógicamente, cuando volví
a España, con 20 años volvía
ya contagiado, era un aficionado fuerte.
BEATRIZ PÉREZ REYES:¿Qué
formación o conocimientos se deben
tener para ser crítico de jazz? ¿Se
requieren más conocimientos que para
cualquier otro tipo de música?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
Se puede considerar una profesión.
Crítico, dices tú.
BEATRIZ PÉREZ REYES: Sí, bueno,
o periodista especializado.
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
La especialización viene simplemente
con que no dejes de tener curiosidad infinita
por ir conociendo cada vez más cosas.
El jazz es una historia en la que tú
entras y no se acaba nunca. Está
en evolución permanente.
Yo no sé
si eso es una profesión, entre otras
cosas porque no lo enseñan en ninguna
facultad. Te haces especialista en jazz
porque te gusta, porque tienes mucha afición,
porque devoras los libros que pueden llegar
a tu alcance, te escuchas todos los discos
que puedes comprar –porque esto es
una afición francamente cara–,
te metes en ello y vas acumulando datos
a lo largo de los años.
Hay gente que
se hace crítico. Yo no. Conseguí
no hacerme crítico de jazz, yo toda
mi vida me he considerado comentarista.
Lo que hago por la radio es comentar todo
lo que me gusta, y lo que no me gusta no
lo pongo. Y es muy poco lo que no me gusta.
¿Para qué me voy a comprar
un disco que no me gusta para ponerlo en
la radio y decir: "esto es malo"?
¿Qué derecho tengo yo a decir
que eso es malo? A lo mejor el músico
es buenísimo, sólo que el
problema está en mí y no sintonizo
con su concepto de la música, lo
cual es muy respetable.
BEATRIZ PÉREZ REYES:¿Se puede
vivir como comentarista de jazz?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
Malamente. Vivir no, sobrevivir, al igual
que los músicos de jazz. Hay que
desplegarse por donde puedas. Das conferencias
por ahí, presentas conciertos…
Entre algunas cosas y otras, consigues sacar
adelante tu casa, tus hijos, la Universidad…
Como en mi caso,
por ejemplo, no hay que jubilarse. Yo tenía
que haberme jubilado hace ya muchos años,
pero como no soy autónomo, no me
jubilo. Hay que echar todas las horas de
radio que puedas. Si solamente fuera una
a la semana, en este momento estaría
pidiendo limosna por la calle. La radio
siempre ha pagado una mierda, excepto si
te llamas Jesús Hermida o Luis del
Olmo, que puede que ganes. Cuando eres un
señor especializado, al que tienen
mucho cariño y todo lo que tu quieras,
pero eres "el loco del jazz" que
está en un rincón y tiene
su horita… La cosa no es efectivamente
muy brillante.
BEATRIZ PÉREZ REYES: Respecto a
comentaristas de pop o de rock,
¿está el jazz al mismo nivel
en cuanto a remuneración económica
y reconocimiento?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
Supongo que sí. Los que escriben,
por ejemplo, en El País, tanto al
de jazz como al de pop, no creo que les
den mucho dinero. Yo he hablado de radio,
pero no te digo nada en prensa. Mi buen
amigo Javier de Cambra sobrevive con una
sección fija en La Razón,
pero eso no le da para pagar todas sus facturas,
tiene que hacer otras cosas. No te creas
que ser crítico musical en este país
da para comer. No es ninguna gloria, simplemente
afición pura y dura.
BEATRIZ PÉREZ REYES:¿Crees
que tiene cierto prestigio social ser comentarista
de música?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
Te miran raro, simpáticamente, como
a un bicho raro, porque tienes una afición
que no tienen, porque no te gusta el fútbol,
porque…yo que sé. Me gusta
oír música. Y, además,
no te creas que solamente jazz. Si miras
mi discoteca te encontrarás un montón
de discos de música clásica
y de los Beatles, Bob Dylan, Crosby, Stills&Nash…
Me gusta toda
la buena música. Me he especializado
en jazz porque me he dado cuenta de que
estás con la ventaja de opinar sobre
algo de lo que sabes que poca gente tiene
opinión. Es bonito enseñarle
a la gente y decir “vente”,
porque el jazz no muerde, no produce colesterol.
Eres un referente para un sector que está
en tu rollo.
BEATRIZ PÉREZ REYES:¿Cómo
es tu rutina profesional?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
La radio va de forma curiosa, porque tengo
un par de días asignados a la semana
para grabar. Entre otras cosas, porque el
programa va a una hora a la que, como ya
se han terminado los turnos, después
de las 12 de la noche no hay técnico.
Hay que dejarlo grabado por narices. Me
molesta mucho porque prefiero el directo,
pero el jazz nunca va en prime time.
En prime time van las óperas,
las grandes sinfonías… Eso
sí, en Radio 3 de momento lo tengo
en directo, porque voy fines de semana de
14 a 15. Cuando todo el mundo está
comiendo, tengo yo el programa.
Eso hace que haya días en los que
no tenga que ir a la radio. Me levanto y
me pongo a preparar programas y lo que voy
a grabar. A veces, incluso tomo mis comentarios
en un papelito, de “fijaros en el
solo de contrabajo que hace nosequién,
y cuando entra el saxo cómo le acompaña
el batería”. Esas chorradas
que suelo decir, pero que ayudan a la gente
a escuchar jazz y a disfrutarlo.
BEATRIZ PÉREZ REYES: Jazz porque
sí cumplió 40 años
el pasado marzo. ¿Cómo surgió
lo de la radio?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
Un colega, un hombre radiofónico
–yo no tenía nada que ver con
la radio, entonces trabajaba en Hispavox–,
una mañana me llama y me dice: “oye,
acabo de convencer a los directores de que
vamos a abrir una FM independiente, y tú
ésta misma noche tienes un programa
de jazz”. Por aquella época
no existían FMs independientes. La
única que tenía una programación
diferente era Radio Madrid, que era Los
40 Principales. Todas las demás
en España era lo mismo que hacían
en onda media que lo pasaban por su modulación
de frecuencias.
Convenció
a los de Radio Popular para hacer una FM
con programación independiente, y
mete a un montón de tíos,
que no habían hecho radio. Eso sí,
cada uno de los que entramos, unos veintitantos,
sabía muy bien de lo que tenía
que hablar. Julio Ruiz, que acaba de cumplir
40 años en antena también,
especialista en pop americano, empezó
Disco Grande. Al poco tiempo entró
Manolo Fernández con su country;
Gonzalo García-Pelayo hacía
un programa de blues y de flamenco…
BEATRIZ PÉREZ REYES:¿En
qué ámbitos interesa el jazz?
Ciudades, clase social… ¿tiene
un público definido?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
El jazz puede surgir en cualquier sitio.
Vas a un concierto o un festival y te encuentras
gente de lo más pintoresca: desde
chavales jóvenes, punkis, a padres
con sus hijos…
Tengo un amigo que es conductor de autobús.
Sabe un montón y es un loco del jazz,
y, además, se va a los festivales
de Vitoria. Entre los aficionados puedo
decir que están varios ministros
antiguos, como García Vargas, Ministro
de Sanidad y más tarde de Defensa,
en la época de Felipe. O Enrique
Barón, que me contaba que me escuchaba
cuando estaba terminando la carrera en el
colegio mayor. Tienes de todo, desde ministros
hasta la típica señora que
te escribe, y te dice: "soy ama de
casa y fundamentalista en jazz. Desde Gijón".
Desde el punto de vista geográfico
siempre son ciudades. La primera es Barcelona
y luego Madrid. Valencia también
es importante, en Galicia se está
moviendo muchísimo el jazz y está
saliendo gente buenísima. Lo curioso
es que San Sebastián y Vitoria, que
tienen dos de los festivales más
antiguos de este país, durante el
resto del año: ajo y agua.
BEATRIZ PÉREZ REYES:¿Son
los festivales veraniegos la principal vía
de difusión del jazz para alcanzar
un público más amplio?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
Nunca he llegado a la conclusión
de que ayudaran realmente. No creo que enseñe
jazz. La afición se desarrolla mucho
más en los clubs, pero en este país
los clubs están muy mal. Están
saliendo promociones muy buenas de músicos
de las escuelas, pero luego no hay circuito
en el que tocar.
Los festivales no salvan para nada la supervivencia
del músico español. Con tocar
una vez al año en un festival no
va a vivir. Por eso te encuentras con cantidad
de músicos españoles que acaban
tocando con artistas de pop. O dan clase.
Se van creando profesores, pero, como no
se les da oportunidad de ir tocando por
ahí, van dando clase a los que luego
tendrán que meterse en otra escuela…
BEATRIZ PÉREZ REYES: Hemos hablado
de las capitales del jazz en España,
pero, ¿y de Europa?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
Para mí es París. Hay muy
buen jazz en todas partes. Hay veintitantos
clubs y funcionan todos. La vida cultural
en Francia es otra historia, y los músicos
de jazz franceses tienen sitios donde tocar
por todo el país.
BEATRIZ PÉREZ REYES:¿Cuál
es el papel del San Juan Evangelista en
la historia del Jazz?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
En España yo creo que es fundamental.
Si no existiera el San Juan, habría
que inventarlo. Su importancia traspasa
nuestras fronteras, y ha sido posiblemente
el referente de la defensa de la cultura
en esta ciudad durante muchos años.
Y esto con problemas de subvención,
que cada vez hay menos dinero…
¿Por qué Dave Holland ha
venido tantas veces aquí? O gente
como John Scofield, que te dice que es estupendo,
que suena de puta madre, y el público
bien… Se dan cuenta de que aquí
en concierto hay una receptividad estupenda.
Siempre dije que en una determinada época,
sobre todo a finales de los 70, principios
años 80, en Madrid no había
jazz y el San Juan era la última
esperanza. Todavía no existía
el Café Central, ni Clamores, y aquí
entrabas y estaba Art Blakey con los Messengers,
McCoy Tyner y su trío, Dexter Gordon,
Tete Montoliú… Lujo asiático.
Mejor que en Nueva York. Alejandro [Reyes]
trajo aquí media historia del jazz
en aquella época. Y eso gracias a
que no se ha bajado del burro nunca. Testarudo
y tozudo como hay que serlo. Chapeau.
Un día a este hombre hay que hacerle
una estatua enorme para siempre.
BEATRIZ PÉREZ REYES:¿Conciertos
del San Juan que recuerdes muy especialmente?
JUAN CLAUDIO CIFUENTES “CIFU”:
Muchos. Uno, especialmente, donde acabé
sentado debajo del piano. Estaba la sala
a tope y nos subimos al escenario un montón
de tíos que no podíamos sentarnos.
Eran Art Blakey y los Jazz Messengers. Entonces
estaba Wynton Marsalis tocando con Blakey,
de joven trompetista.
Otro, un trompetista muy majo, Hannibal
Peterson. Éramos 6 en la sala. Nadie
se explica por qué. No había
fútbol, no llovía… El
tío salió al escenario, vio
que éramos 6 y dijo: “sentaros
todos aquí delante”. Se sentó
con las piernas colgando del escenario y
nos regaló un concierto de quitarse
el sombrero.
Luego uno de mi buen amigo, el batería
Daniel Humair, no solamente uno de los mejores
bateristas de toda la historia de este continente,
sino también un tío con una
creatividad especial. Vino una vez con Michel
Portal y estaba haciendo un solo de batería.
Entonces, hizo una figura rítmica,
se volvió, cogió la cortina
negra que cae desde arriba, e hizo con la
cortina el mismo ritmo que había
hecho con los tambores. Se caía el
San Juan. Fue genial.
Entrevista © 2011 Beatriz
Pérez Reyes
Fotografías © 2011 Paco Manzano