|
|
John Coltrane. La
primera etapa Impulse! en estudio (1961-1965)
“Me gustaría que alguien me dijera qué tiene Coltrane
de bueno”, se quejaba hace poco Jimmy Rushing en una entrevista al Globe And
Mail de Toronto. “Pienso que no sabe tocar su instrumento”. Esto coincide con
mi opinión (…)
(Philip Larkin en All What Jazz)
"Another Kind Of Blue Trane" 22 x 17 cms
© Jorge López de Guereñu, 2006
Siempre resulta curioso
comprobar, gracias a la perspectiva que aporta el tiempo, cómo se asimilaron en
su época revoluciones hoy en día incuestionables. En muchos casos la respuesta
es simple: muchos no lo asimilaron. Rushing y Larkin no fueron los únicos, ya
avanzada la primera década del siglo XXI es habitual escuchar al pianista Barry
Harris despotricar contra John Coltrane en los seminarios que imparte por todo
el planeta. Tras las revoluciones del swing, el be-bop y el jazz
modal muchos no estaban preparados para una nueva vuelta de tuerca.
Lo cierto es que 1961 fue un año
muy importante en la carrera de John William Coltrane III. El sello Impulse!,
subsidiario de ABC-Paramount, le ofreció el
mejor contrato que un músico de jazz podía esperar, excepto Miles Davis. El
saxofonista encontró campo abierto para seguir investigando justo el año en que
ganó por primera vez los premios de la crítica y de los lectores de la revista Down
Beat en las categorías de saxofón tenor e instrumento “misceláneo” (con el
entonces poco habitual saxo soprano). En ese momento comenzó una búsqueda
consciente en dos planos separados: en el estudio y en directo. En 1961
Coltrane tenía casi totalmente perfilado su nuevo cuarteto, el conocido como
“cuarteto clásico”, en ese mismo año también comenzó a colaborar con Eric
Dolphy, uno de los músicos que más le influyó y, en palabras de Bill Cole, “en
1961 la música de Trane (…) empezó a explorar todo el espacio existente entre
do y do sostenido”.
Tras investigar su técnica de “láminas
de sonido” (“sheets of sound”, como la bautizó el crítico Ira Gitler) y
su habitual secuencia armónica en terceras conocida como “Coltrane changes” (los “acordes de Coltrane”, presentes en “Giant Steps”, “26-2”, “Countdown”), el de Carolina del Norte quería afianzar la faceta comunicativa de su música,
profundizando en las raíces del jazz como legado cultural afro-americano y
dotando a su obra de un marcado tinte religioso. Para ello trabajó en el tono
de su instrumento, estudió ritmos y melodías africanas y buscó músicos capaces
de integrarse en ese contexto. La responsabilidad del instrumento armónico correspondió
a McCoy Tyner, pianista influído por Thelonious Monk, cuyas notas pedal en el
registro grave y abstractos voicings de acordes en cuartas combinaban la
inocencia folclórica con la intensidad espiritual. Hasta tal punto era clave
Tyner en el cuarteto que, si por algún motivo no podía tocar, Coltrane tocaba
en trío, sin piano. A la batería, Elvin Jones era capaz de utilizar todo tipo
de elementos polirrítimicos y de dirigir al grupo con fuerza. Para asentar la
base de la banda, Trane buscó un contrabajista sólido, que pudiera encontrarse
a gusto en este contexto rítmico, pero que no descuidara su función básica.
Reggie Workman y Art Davis ocuparon la plaza hasta la definitiva llegada de
Jimmy Garrison, un bajista atípico por sobrio y por contundente.
El debut para Impulse! vino de la
mano de Africa/Brass, un guiño a la tradición musical africana en el que
el cuarteto se veía aumentado por una extensa sección de vientos con curiosas
combinaciones tímbricas (bombardino, hasta cinco cornetas, tuba, flauta y
clarinete bajo más los más habituales saxos alto y barítono, trombón y
trompeta). Ante la ausencia de Gil Evans, inicialmente elegido como arreglista
de la sesión, Eric Dolphy asumió dicha labor basando sus orquestaciones en los voicings
de piano de McCoy Tyner (según Creed Taylor, productor del álbum, también se
esperaba la finalmente fallida participación del compositor y arreglista Oliver
Nelson). Los músicos entraron al estudio el 23 de mayo de 1961, y grabaron una
segunda sesión el 7 de junio, ya que Coltrane no quedó satisfecho con el
resultado de la primera. Ocho tomas de cinco temas conformaron Africa/Brass,
The Africa/Brass Sessions, vol. 2 y el definitivo The Complete
Africa/Brass Sessions, que contiene todo el material.
El respeto del saxofonista a las
raíces quedó de manifiesto en la elección de los temas. Para continuar las
exploraciones modales que acababa de acometer en su reciente versión de “My
Favorite Things” del disco homónimo, Trane partió de la pieza
tradicional inglesa “Greensleeves”, haciendo sonar su saxo soprano con la
inflexión de instrumentos de viento folclóricos sobre una hipnótica línea de
bajo (Reggie Workman) que permanece constante durante toda la toma. La también
tradicional “Song Of The Underground Railroad” (originalmente titulada “The
Drinking Gourd”) es un canto de los afro-americanos que conseguían huir de la
esclavitud en el Sur estadounidense durante el siglo XIX. Como su nombre
indica, “Blues Minor” (de la segunda sesión) es un blues en fa menor con
un sencillo arreglo de vientos, para el que bastó con la primera toma.
Posiblemente parte del descontento de Coltrane con la primera jornada de
grabación tuviera que ver con “The Damned Don’t Cry”, un intento de grabar el
arreglo de Romulus Franceschini sobre el original del trompetista Cal Massey
(amigo de Trane). Apenas hubo tiempo de escribir partituras para todos los
instrumentistas.
El tema del que parte el concepto
del disco, “Africa”, evoca música folclórica africana. El acento rítmico se
sitúa en la parte fuerte del compás (en vez de enfatizar el segundo y cuarto
golpe, como en el swing), la investigación modal es casi totalmente
libre y hay un segundo contrabajo (Paul Chambers en la primera sesión, Art
Davis en la segunda, en la que se grabó la toma definitiva).
La idea de utilizar dos contrabajos era un intento de conseguir la sonoridad
del “tambor de agua” de los indios americanos, de modo que uno de los
contrabajistas asumía la función de percusión melódica mientras el otro
rellenaba con total libertad. Dos días después de la primera sesión de Africa/Brass Coltrane repitió experiencia en “Olé” y “Dahomey Dance”, que pasarían a formar
parte de su Olé Coltrane para el sello Atlantic. Sin saberlo, y con
permiso de Yusef Lateef, John Coltrane estaba erigiéndose en lejano precursor de
lo que más adelante se daría en llamar World Music: una fusión de
estilos musicales de fuerte componente tradicional, en este caso asentada en lo
que para él era su forma natural de expresión: el jazz. Como decía en la
época Don Nelsen, del New York Daily y Down Beat, John Coltrane era “un saxo
tenor de cuyo instrumento está saliendo el futuro”.
El año siguiente, 1962, ocho
sesiones de grabación e infinidad de tomas de cada tema darían como fruto tres
LP: el titulado Coltrane (no confundir con el disco de idéntico título
que editara Prestige en 1957) y los a la vez criticados y ensalzados Duke
Ellington And John Coltrane y Ballads. En Coltrane el
saxofonista continúa con sus investigaciones étnicas, un destacado uso de
armonías modales y el saxo soprano como vehículo con que transmitir sus
inquietudes artísticas. El 11 de abril el cuarteto (ya con Jimmy Garrison como
miembro estable) grabó dos temas: “The Inch Worm”, de Frank Loesser, con una
sección de solos únicamente en dos acordes, y donde Trane parece buscar sin
éxito con su saxo soprano, lanzándose a improvisar varias veces tras la melodía
(hasta interpretar cuatro melodías y tres solos) y “Big Nick”, original
diatónico dedicado al saxofonista George “Big Nick” Nicholas, ex-compañero en
el grupo de Dizzy Gillespie. En junio la banda se pasaría tres días por el estudio
para dar forma a las otras cuatro pistas del vinilo original. Los tintes
folclóricos africanos cobraron vida sobre el standard “Out Of This
World”, en el que Elvin Jones superpone un ritmo de 6/8 sobre el original en
4/4, mientras McCoy Tyner aporta tensión aprovechando el pedal en mi bemol que
sustenta la mayor parte del armazón armónico del tema; por su parte Coltrane se
recrea en una larga exposición de más de tres minutos para abordar un oscuro solo
de soprano en el que utiliza materiales poco habituales en la improvisación
jazzística al uso, combinando frases rápidas y angulosas que desafían la lógica
armónica con obsesivas recreaciones sobre notas concretas mantenidas durante
incluso más de un compás. Como contraste, la posterior intervención de Tyner
parece acercarse más al tradicional concepto de swing. Tanto en éste como
en otros temas del disco se aprecia con claridad cómo el peso rítmico del grupo
recae sobre Jimmy Garrison, que asume un trabajo muy poco lucido, pero gracias
al cual Elvin Jones es capaz de tocar ritmos no evidentes sin peligro de dañar los
cimientos rítmicos de la banda. El “Soul Eyes” de Mal Waldron es interpretado a
modo de balada, si bien en los solos Garrison camina y Jones dobla el tiempo.
“Tunji”, dedicado al percusionista nigeriano Michael Babatunde Olatunji,
presenta una melodía sobre armonía “modal” (un único acorde en este caso) que
desemboca en una relajada estructura de blues con espacio para que los
cuatro músicos improvisen, mientras “Miles’ Mode” (en honor, como su propio
nombre indica, a Miles Davis) está íntegramente basada en el acorde de si
menor. “Big Nick” no pertenecía al disco original, fue añadida como pista
adicional de la edición en CD, junto con el blues en la bemol “Up ’Gainst The
Wall” (grabado en septiembre, en una de las sesiones de Ballads). La
inclusión de ambas piezas no parece muy acertada, por su carácter más festivo y
menos introspectivo que el resto de composiciones. Esto no implica que la
música de Coltrane estuviera tomando direcciones siniestras, pero sí estaba salpicándose
de un cierto halo de misticismo. Como decía su biográfo Bill Cole: “intenta
exponer en su música la filosofía positiva inherente a la música
afro-americana”.
Por si Trane no tuviera poco con
la controversia surgida a raiz de sus exploraciones (extremas para gran parte
del público y crítica) a partir de ese momento el saxofonista iba a tener que
enfrentarse con una segunda polémica. En esta primera etapa en el sello
Impulse! Coltrane iba a combinar discos como los dos comentados, de sonoridades
modernas e investigaciones rítmicas y armónicas, con grabaciones más asequibles
para el gran público. Grabados entre 1962 y marzo de 1963, sus tres siguientes trabajos,
Duke Ellington & John Coltrane, Ballads y John Coltrane
& Johnny Hartman hicieron al saxofonista y a su productor Bob Thiele
acreedores a comentarios como el de Bill Cole: “Creo que las críticas que
estaba recibiendo fueron la justificación principal para las decisiones de
producción de Impulse!”. ¿De quién fue la idea? ¿Fue una decisión de John
Coltrane o de Bob Thiele? Exactamente esas preguntas le hizo el crítico y
activista pro-negro Frank Kofsky, encontrando clara respuesta en las palabras
del músico: “Hice una tontería. No estaba contento con la boquilla de mi saxo y
me puse a trabajar en ella, pero en vez de mejorarla la eché a perder.
Realmente me desanimó un poco, porque había algunos aspectos de mi forma de
tocar –esas cosas rápidas a las que estaba llegando– que no podía hacer porque
la había dañado, así que tuve que acortarla”. Un aparente alto en el camino y
vuelta a material más simple debido a problemas técnicos. Aunque cuando Kofsky
interpeló: “¿Tuvo algo que ver con esos discos la reacción de Impulse! a las
críticas?”, Coltrane resolvió el misterio: “Bueno, no lo sé. Creo que en
Impulse! querían tener lo que ellos llaman algo equilibrado, una especie de
catálogo diverso, y yo no veo nada malo en ello. Mira, me gustan… de hecho la
mayoría de las canciones que escribo ahora mismo, las que incluso considero canciones,
son baladas. Así que ahí hay algo que… quiero decir, realmente me encantan esas
cosas”.
Sea como fuere, el 26 de
septiembre de 1962 John Coltrane entró al estudio para grabar un disco a medias
con uno de los músicos más relevantes de la historia del jazz: Duke Ellington.
Ambos alternaron a sus dos secciones rítmicas (Jimmy Garrison y Elvin Jones por
parte del saxofonista, Aaron Bell y Sam Woodyard acompañando al pianista) y
registraron siete temas, cinco de Ellington, dos de Coltrane y el “My Little
Brown Book” de Billy Strayhorn. Si bien la comunión entre músicos está lejos de
ser perfecta, Duke Ellington & John Coltrane esconde muchos detalles
musicales llenos de interés. El entorno varía mucho dependiendo de qué sección
rítmica acompañe, algo especialmente evidente en los dos blues de la
sesión: “Stevie” (dedicado a Stephen James, sobrino de Duke), en tonalidad de
do, suena más reposado y antiguo con Bell y Woodyard llevando un swing firme y marcado. “Take The Coltrane”, en fa, se interpreta a un tempo más rápido,
con mayor libertad rítmica y un Elvin Jones muy activo. También es curioso
escuchar a la sección rítmica de Duke acompañando los solos de Trane y
viceversa. Parece que el respeto inundó la grabación de este LP. En cambio los
líderes no perdieron su personalidad propia en ningún momento, mostrándose tal
como eran. Ni Coltrane abandonó su discurso incisivo ni Ellington su lenguaje y
economía (algo especialmente claro en su acompañamiento a los solos del
saxofonista), y eso que el primero contempló la colaboración con cierto
vértigo: “[Duke Ellington] ha establecido modelos que yo todavía no he
alcanzado”. Trane usa el soprano en el “Big Nick” que ya grabara en su disco
anterior, y nos regala una melodía inolvidable sobre el no menos inolvidable
arpegio de Duke en “In A Sentimental Mood”. Pero quizás lo más importante de
cara al futuro fuera la lección aprendida del pianista y compositor: no repetir
tomas en la medida de lo posible. Coltrane estaba acostumbrado a interpretar
los temas una y otra vez hasta que encontraba la versión que más le satisfacía.
Ellington se quejaba, argumentando que al repetir tomas se perdía la frescura,
y el saxofonista acabó incorporando la idea a su modus operandi. Genios
aprendiendo de genios. Como comentaba Stanley Dance en las notas al libreto: «Los
grandes músicos de jazz nunca son “modernos” en el sentido limitado de la
palabra. Son eternos».
El 18 de septiembre el cuarteto
volvió al estudio de Rudy Van Gelder, situado en las colinas de Englewood
(Nueva Jersey), para registrar “What’s New”, “Nancy (With The Laughing Face)” y
el comentado “Up ‘Gainst The Wall”. Esa fue la primera de las tres sesiones que
conformarían Ballads, uno de los discos de John Coltrane más conocidos
por el gran público, y blanco de críticas por su carácter conservador.
Nuevamente el saxofonista se defendió en palabras concedidas a Frank Kofsky: “Y
esas baladas que hicimos al final fueron, indudablemente, las que yo sentía en
ese momento. Yo mismo las elegí; era algo que se me pasó por la cabeza –venía
de mi juventud, o algo así– y tenía que hacerlo. Todo ocurrió en ese instante
en que mi confianza en el instrumento había decaído, así que parecía que era el
momento de disipar mis dudas”. Ni corto ni perezoso, el saxofonista escogió
ocho standards que nunca había tocado (con la excepción de “It’s Easy To
Remember”), y se embarcó en tres sesiones de grabación (aparte de la
mencionada, cinco temas fueron grabados el 13 de noviembre y uno más el 21 de
diciembre, con Reggie Workman sustituyendo a Jimmy Garrison en el contrabajo)
que arrojaron como fruto un trabajo detallista en el que se enfatizan las
melodías más que los solos, por lo general cortos (las ocho composiciones no
dan para más de treinta y tres minutos de duración). De hecho la improvisación más
florida del disco es la de McCoy Tyner en “Say It (Over And Over Again)”, y
tanto en “What’s New” como en “It’s Easy To Remember” no hay solos. Todos los
temas comparten la estructura tradicional AABA (una melodía principal ejecutada
dos veces, un puente y una recapitulación de la melodía), Coltrane utilizó
únicamente el saxofón tenor e hizo caso a los comentarios de Duke Ellington, ya
que la mayoría del material del disco fueron primeras tomas. La única variación
estilística se encuentra en el tratamiento latino de “All Or Nothing At All”. A
pesar de ello, Ballads no es en absoluto un disco monótono, más bien
demuestra la capacidad del grupo para hacer frente con toda solvencia a
cualquier situación musical.
La “trilogía conservadora” se
cerraría con John Coltrane & Johnny Hartman, colaboración con el
cantante Johnny Hartman quien, al igual que el saxofonista, había pertenecido a
la banda de Dizzy Gillespie (de la que Coltrane fue tercer saxo alto). A
principios de marzo de 1963 se registró la grabación, también justificada por
Trane en su entrevista a Frank Kofsky: “Y sobre Johnny Hartman –alquien con
quien estaba obsesionado de algún modo–, sentía algo sobre él, no sé qué era.
Me gustaba su sonido, creía que había algo ahí que yo debía escuchar, así que
le localicé e hicimos ese álbum. La verdad es que no me arrepiento en absoluto
de haber hecho esas cosas”. Musicalmente, John Coltrane & Johnny Hartman
es una continuación de Ballads, en la que el protagonismo recae sobre el
vocalista, donde el gusto por las primeras tomas se lleva casi hasta el extremo.
Sólo “You Are Too Beautiful” fue grabada dos veces (porque a Elvin Jones se le
cayó una baqueta), aunque de acuerdo con las palabras del productor Bob Thiele
“My One And Only Love” también requirió un segundo intento. Según comentarios de
Michael Cuscuna, responsable de la reedición en CD, parece ser que se registró una
versión del “Afro-Blue” de Mongo Santamaría (con Hartman cantando la melodía
sin letra) que no fue publicada, y de la que no queda grabación alguna.
“De lo único que me arrepiento es
de no haber conservado esa misma actitud, que era: voy a hacer algo, me da
igual el qué. Esa era la actitud al principio pero, como te digo, hubo un
montón de razones para que las cosas ocurrieran como lo hicieron”. Cerrada,
pues, esta etapa, 1963 iba a ser un año de transición para John Coltrane y su
cuarteto. Los problemas de Elvin Jones con las drogas le apartaron de la banda
entre abril y octubre (su sustituto fue Roy Haynes), en julio Trane conoció a
Alice, su futura esposa, y un terrible suceso influyó de forma decisiva en el
proceso creativo del saxofonista: el 15 de septiembre se produjo un atentado en
una Iglesia Baptista de Birmingham, Alabama, que ocasionó la muerte de cuatro
niñas negras. John Coltrane compuso “Alabama” (grabada en directo el 8 de
octubre para su disco Coltrane Live At Birdland), cuya melodía está
basada en las inflexiones vocales de un discurso de Martin Luther King, Jr. El
saxofonista adoptaría dicha forma de componer de ahí en adelante, imitando con
precisión la voz humana y tratando de interpretar textos con su saxo tenor. El
27 de abril y el 1 de junio de 1964 se grabaron las cinco pistas que conforman Crescent,
disco en el que Coltrane admitió haber utilizado esa técnica: «Algunas piezas
del álbum Crescent también son poemas, como “Wise One”, “Lonnie’s Lament”
o “The Drum Thing”. Algunas veces procedo de esta forma porque es un buen enfoque
para la composición musical».
Con Crescent John Coltrane
se acerca a su punto culminante en esta primera etapa en el sello Impulse!. Los
problemas con la boquilla quedan olvidados hasta el punto de que en esta
grabación se puede escuchar el sonido Coltrane por excelencia. Los discos más
digeribles para el gran público forman parte del pasado y el saxofonista
conforma un universo musical de apariencia mística, reflejada en la
articulación de su saxo tenor, en esa inflexión similar a la voz humana, en las
disposiciones armónicas del piano de McCoy Tyner y hasta en los títulos de los
temas. “Bessie’s Blues” es el único corte de apariencia más tradicional, un blues
en mi bemol cuyo motivo melódico está formado por notas del acorde. En el resto
de piezas se impone la tensión, la flexibilidad del tiempo y la ambigüedad
armónica, que el grupo resuelve apoyándose en desarrollos motívicos y
confrontando la precisión polirrítimica con pasajes interpretados rubato
(con sensación de ausencia de compás). “Wise One” se alimenta de un intenso
pedal en mi, las improvisaciones en “Lonnie’s Lament” discurren sobre un único
acorde, do menor séptima, y “The Drum Thing” es un espacio abierto para la
batería de Elvin Jones, sobre cuya interpretación Coltrane dibuja una melodía
acompañada por un pedal de contrabajo. Si bien las improvisaciones en
“Crescent” sí caminan con swing (incluso el líder cita la melodía de
“Bessie’s Blues” en su solo), el inicio del tema (y del disco) es otro profundo
canto de saxo abordado con sensación de ausencia de compás sobre un acorde
suspendido. Crescent no ayudó a disminuir la intensidad de los
comentarios negativos hacia Trane. Parte de la crítica y público seguía sin
comprender el pulso rítmico del cuarteto, el intrincado discurso del
saxofonista y el sentir religioso de la música (parafraseando a Nat Hentoff: «No
uso el término “religioso” de forma sectaria, sino en el sentido de que la
persistente búsqueda musical de Coltrane es, simultáneamente, una búsqueda de
significado en el mundo y de su lugar en el mundo»). Aun así el material de
estudio distaba mucho de la fiereza e intensidad de sus actuaciones en directo,
las que más críticas recibían.
El 29 de junio de 1964 muere en
Berlín Eric Dolphy, compañero y amigo. La madre del fallecido regala a Trane su
flauta y su clarinete bajo. A finales de año el cuarteto vuelve al estudio de
Rudy Van Gelder para firmar el que ha sido considerado el mejor disco de la
carrera del saxofonista y, para muchos, de la historia del jazz: A Love
Supreme. En él Coltrane hace justicia a sus declaraciones: “Me gustaría
señalar lo divino a la gente en un lenguaje musical que trascienda las
palabras. Quiero hablar a sus almas”. En forma de suite en cuatro
partes, A Love Supreme combina los recursos con que el saxofonista había
trabajado en los años previos, conformando un trabajo redondo que no sólo conquistó
con el tiempo su lugar en el Olimpo jazzístico, también llegó a un público más
variado, en parte cercano a la contracultura de los años sesenta. No en vano la
grabación ha sido elogiada por numerosos intérpretes de rock que
encontraron en ella inspiración para su propia música, apreciándola por su
carácter místico e incluso psicodélico más que por su condición de obra de
jazz. El “amor supremo” al que se refiere el título tiene que ver con la
devoción de Trane por Dios, como reflejan tanto el poema que acompaña al disco
como las notas al libreto del mismo, ambas redactadas por el propio Coltrane: «Este
álbum es una ofrenda a Él. Un intento de decir “GRACIAS DIOS” a través de
nuestro trabajo (…)». Con A Love Supreme da gracias a esa fuerza divina
que, según él, le instó a abandonar el mundo de las drogas años atrás.
Desde un punto de vista técnico,
la obra presenta un sentido unitario basado en la ya comentada combinación de
precisión rítmica y ausencia de compás, y en un claro sabor pentatónico que pone
de manifiesto el gusto del saxofonista tanto por la tradición afro-americana como
por la influencia de otras músicas del mundo. Como ya era habitual en las
bandas de Miles Davis, y aprovechando la excelente comunión existente entre los
miembros del cuarteto, Coltrane no arregló el repertorio en exceso, tan sólo
llevó a la sesión de grabación bocetos armónicos, pequeñas ideas en base a las
que sus compañeros podían expresarse con libertad. Tanto el comienzo del disco
(“Acknowledgement”) como el final (“Psalm”) se interpretan ad líbitum. En
“Acknowledgement”, tras el gong y el fraseo de saxo inicial, se presenta
un simple motivo de cuatro notas (fa, la bemol, otra vez fa y si bemol) que
marca el desarrollo del resto de la grabación. “Resolution” es una estructura
de veinticuatro compases, y “Pursuance” un blues en si bemol menor. Aun
siendo teóricamente composiciones más cercanas a las habituales de la época, el
ambiente creado por la banda está en línea con el de “Acknowledgement” y
“Psalm”, los voicings de piano de McCoy Tyner dejan mucho espacio
abierto para las improvisaciones del líder, y Jimmy Garrison afronta con
humildad su trabajo de gregario para que Elvin Jones despliegue una intensa
actividad rítmica. Al final de la primera parte, y tras modular a diversas
tonalidades el motivo inicial de cuatro notas con el saxo, la grave voz de
Coltrane canta dicho motivo usando las palabras “a love supreme”. Con un corto
solo de contrabajo (inspirado en el uso de dobles cuerdas que Charlie Haden utilizara
en el cuarteto de Ornette Coleman), Garrison tiende el enlace entre
“Acknowledgement” y “Resolution”. La melodía de éste último explota de forma
sorprendente y majestuosa. La improvisación melódica de Tyner contrasta con la
fiereza con que el saxofonista desarrolla su discurso, entrando y saliendo de
la armonía sin llegar a dar sensación de disonancia estridente, pero
manteniendo un elevado nivel de tensión. El siguiente enlace corresponde a
Jones. El batería preludia “Pursuance”, donde nuevamente se suceden las improvisaciones
de piano y saxo tenor y el nivel de intensidad y tensión parece insuperable, en
parte gracias al acompañamiento en cuartas de McCoy Tyner. “Pursuance” presenta
un sonido de cuarteto más similar al que ofrecían en directo, con esos intrincados
fraseos que tantas críticas despertaron y que hicieron al saxofonista acreedor
a una cierta aleatoriedad en su concepción solista, hecho que él mismo
desmintió en declaraciones concedidas al crítico francés François Postif: “Mi
técnica me permite ir muy lejos (…), pero debo añadir que esto siempre ocurre
de forma muy consciente”.
Otra improvisación sin
acompañamiento, esta vez más larga, de Jimmy Garrison, daba la entrada a la
parte final de la suite: “Psalm”, composición en la que Coltrane iba a
llevar al extremo su técnica de interpretar palabras a través de su saxo (como se
ha dicho, “Alabama” y varios temas del disco Crescent fueron precursores en el uso de esta disciplina). “Psalm” es una lectura
completa de su poema “A Love Supreme” donde cada sílaba del texto corresponde a
una nota de saxofón. Sobre la tonalidad de do menor, Coltrane acentúa ciertas
sílabas para dar sentido a su interpretación, haciendo especial hincapié en el
motivo con que “lee” la frase “thank you God” (“gracias, Dios”). El sentir
religioso, el respeto a la tradición del jazz y la música afro-americana, el
acercamiento a otras culturas, las investigaciones armónicas y rítmicas, todo
el bagaje de John Coltrane se da la mano en A Love Supreme y llega a sus
más altas cotas expresivas. Ese 9 de diciembre de 1964 marcó un hito en la
historia del jazz y de la música reciente, en un disco no sólo escuchado hasta
la saciedad, sino respetado como pocos.
Aun así en su momento no todo el
mundo lo acogió con fervor. Siete meses después de ser grabado, A Love
Supreme apareció en el mercado a la vez que My Favorite Things,
grabado cuatro años antes. Philip Larkin escribió sobre ambos: «[A Love
Supreme] es una especie de suite religiosa en cuatro movimientos con
títulos como “Reconocimiento” [“Acknowledgement”] o “Propósito” [“Resolution”].
(…) El tono de Coltrane, ya sea al saxo tenor o al soprano, [es un] ruido
delgado y afilado, ocasionalmente agrio como un oboe, a veces acaba en un
chillido en registro agudo, continuamente poseído por un desencanto casi
escandinavo. Luego está la forma en que los temas son flagelados en vez de
tocados: al intentar acometer la nada trivial tarea de hacer una grabación fea
de “Summertime” [de My Favorite Things], Coltrane destroza cada acorde
convirtiéndolo en nada a velocidad suicida, y la misma ferocidad se repite en
la sección “Pursuance” del último disco. (…) Otra vez, la elección y
tratamiento de los temas por parte de Coltrane es hipnótica, repetitiva,
monótona. (…) Es difícil relacionar su trabajo con algún tipo de propósito
emocional». El músico habló a Frank Kofsky sobre las críticas: “Me ofrecí, en
un artículo en [la revista] Down Beat, a reunirme y hablar de ello con
quien tuviera interés en comprenderlo, ¿sabes? Creí que si de verdad ellos
tenían verdadero interés o si creían que aquí había algo, en vez de condenar
aquello que no conoces… si quieres debatirlo, hablemos sobre ello. Pero nadie
vino, así que no creo que quieran saber lo que tengo que decir sobre esto”.
La música de Trane estaba
rompiendo barreras y convirtiéndose, a la vez, en referencia obligada. El
saxofonista se veía cada vez menos en el papel de lo que en Estados Unidos se
conoce como entertainer (“el que entretiene”) y más en el de artista.
Como comentó a Kofsky: “No me importa mucho tocar en clubes (…). Muchas veces
no tiene sentido que a alguien se le caiga un vaso o pida la cuenta en mitad
del solo de Jimmy [Garrison] (…). [Mi música] está empezando a requerir otro
tipo de presentación (…). Creo que la música, según mi valoración, está
creciendo hacia algo más, así que tenemos que encontrar ese tipo de lugar donde
tocarla”.
Dos meses después de grabar A
Love Supreme John Coltrane continuó avanzando y llevando sus conceptos
musicales al extremo. Sumido en su universo de rápidas sucesiones de notas que
dibujaban acordes sin parar, incluyendo la disonancia como recurso de trabajo
habitual y recuperando por momentos la figura del segundo contrabajista, el
grupo se embarcó en las sesiones de grabación correspondientes a The John
Coltrane Quartet Plays. La música de Coltrane se volvió cada vez más
profunda e intensa, su predilección por los modos menores y la libertad de
espacio le llevaron a sumergirse en un discurso dramático y el innegable
trasfondo artístico de su trabajo acalló a los que le acusan de pretencioso.
Este disco supone el paso anterior a su salto definitivo hacia un universo
completamente abierto e imprevisible. Hasta ahora todos los mundos de Trane
aparecían con prominencia en su música, validando las palabras de Frank Kofsky
en las anotaciones a la edición en vinilo: “Coltrane es, de hecho, la figura
que se sienta a horcajadas sobre las corrientes neo-bop de los años
cincuenta y la insurrección rebelde del avant-garde”.
El grupo grabó tres temas el 17
de mayo de 1965. Sorprendente como pocos, Trane convierte el clásico “Chim Chim
Cheerie” (de la película Mary Poppins) en una afilada exploración
sónica. La procedencia del tema, su métrica de vals, el ambiente modal y el uso
del saxo soprano establecen claras coincidencias con la versión de “My Favorite
Things” registrada cinco años antes, si bien en 1965 los límites armónicos se
habían difuminado en el cuarteto y la dupla Coltrane-Tyner creaba paisajes
sonoros mucho más intensos y extravagantes que en los años precedentes. El
original “Brazilia” pone de manifiesto que el trabajo en estudio de la banda
cada día se parece más a su directo, no sólo debido a la fiereza con que se
presentan las piezas, sino también a la mayor longitud de las mismas. “Song Of
Praise” comienza con un impresionante solo de contrabajo de casi cuatro minutos
a cargo de un inspiradísimo Jimmy Garrison, un músico original y trascendente,
a veces tan incomprendido y denostado como su líder. La posterior exposición de
la melodía a modo de canto por parte del saxofonista está impregnada de
espiritualidad, y recuerda sobremanera a “Psalm”, de A Love Supreme.
Poco a poco Coltrane estaba llegando a donde quería. Años antes hizo las
siguientes declaraciones: “[Quiero tocar] basándome solo en las armonías: será
muy divertido para mí, pero sin duda no para los oyentes”. Con The John
Coltrane Quartet Plays Trane comienza a trascender el propio concepto de
armonía.
Las sesiones previas, del 17 y 18
de febrero, incluían a Art Davis como segundo contrabajista. El “Nature Boy” de
Eden Abhez suena decididamente dramático, con los acordes simplemente sugeridos
a modo de pedales mediante el arco de uno de los contrabajos. McCoy Tyner apoya
con rápidos arpegios agudos y Coltrane se lanza en una improvisación arrastrada
sobre la hipnótica figura marcada por Elvin Jones en su plato ride.
“Feelin’ Good” (bonus track de la edición en CD, junto a la primera toma
de “Nature Boy” y una versión en directo de este mismo tema) combina el
trasfondo místico del resto del disco con un concepto más tradicional de swing.
Estos serían los últimos standards grabados en estudio por John
Coltrane.
The John Coltrane Quartet Plays
cierra una etapa en el trabajo del saxofonista y anuncia el comienzo del
final del classic quartet. Llegados a este punto, para muchos a mediados
de los sesenta el tronco central del jazz dejó de crecer. A las revoluciones
del swing, el be-bop y el jazz modal, y a valiosas aportaciones
individuales como las de Thelonious Monk o Charles Mingus, se unió el espectro
sonoro de John Coltrane esquematizado en sus sheets of sound, Coltrane
changes y el nacimiento del movimiento Avant-Garde. A partir de ahí
el free jazz, las mezclas con músicas étnicas, el jazz-rock, el jazz
fusion y el emergente jazz europeo ampliaron el espectro horizontalmente,
creando soberbias ramas del árbol, pero sin integrarse de forma indiscutible
como corrientes centrales. No obstante, en 1965 el inquieto John Coltrane ya
estaba preparado para dar un nuevo paso hacia discos más abstractos como Ascension
o Meditation, otro nuevo cambio en su carrera, gracias a su filosofía
tan válida en el jazz como en la vida: “El cambio es inevitable en nuestra
música; las cosas cambian”.
Bibliografía:
- John Coltrane (Bill Cole) Da Capo Press 1976, 2001
- John Coltrane, His Life
And Music (Lewis Porter) The University Of Michigan Press 1999, 2006
- John Coltrane
And The Jazz Revolution Of The 1960s (Frank Kofsky) Pathfinder, 1970, 1998
- A Love Supreme
y John Coltrane (Ashley
Kahn) Alba Editorial, 2002
- All What Jazz.
A Record Diary 1961-1971 (Philip Larkin) Farrar-Straus-Giroux, 1970, 1985
- El sello que Coltrane
impulsó. Impulse Records: la historia (Ashley Kahn) Global Rhythm Press, 2006
- Notas al libreto Africa/Brass
(Dom Cerulli), Impulse!, 1961
- Notas al libreto The
Complete Africa/Brass Sessions (David A.Wild), MCA Records, 1995
- Notas al libreto Coltrane (Michael Cuscuna) MCA Records, 1997
- Notas al libreto Duke
Ellington & John Coltrane (Stanley Dance) Impulse!, 1962
- Notas al libreto Ballads (Gene Lees) Impulse!, 1962
- Notas al libreto Crescent (Nat Hentoff) Impulse!, 1964
- Notas al libreto A Love
Supreme (John Coltrane) Impulse!, 1964
- Notas al libreto The
John Coltrane Quartet Plays (Frank Kofsky) Impulse!, 1965
- Notas al libreto Meditations (Nat Hentoff) Impulse!, 1966
- The Real Book
- The Real Book
vol.2
- The Real Book
vol.3
- The New Real Book
- The New Real
Book vol.2
- Jazz LTD. Over
500 Tunes The Real Books Missed
|
|
|