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..:: LEWIS PORTER: EL ARTE DE LA INVESTIGACIÓN JAZZÍSTICA

   
 

 

El jazz cuenta casi desde sus orígenes con una abundante bibliografía que, salvo en honrosas excepciones, se ha visto plagada por una falta de rigor asombrosa. Afortunadamente en los últimos tiempos las cosas han cambiado, gracias, en parte, a la introducción de una metodología en la investigación académica sobre esta música y su historia. Uno de los referentes claros de este cambio es el Profesor Lewis Porter, pianista y director del Máster en Investigación Jazzística del Institute of Jazz Studies/Rutgers University.

Porter es el autor de diversos libros (véanse al final del texto), entre los que destaca la biografía definitiva de John Coltrane, artista sobre el que actualmente está preparando un nuevo volumen en colaboración con otros cuatro investigadores. También está ultimando un compendio de 1.500 biografías de músicos de jazz de todo el mundo que estará disponible en Internet próximamente. Sigue actuando y grabando discos, participa en programas de radio y ha colaborado como asesor en numerosos proyectos jazzísticos en discos, cine,... En su empeño por elevar el nivel de la investigación jazzística, ha fundado y codirige Jazz Perspectives, la primera publicación académica de jazz revisada por especialistas (peer reviewed), cuyo primer número se espera para enero de 2007.

El texto original es una entrevista realizada en 1998 por Fabio Rojas a Lewis Porter publicada en Perfect Sound Forever. Esta traducción ha sido posible gracias a la amabilidad de Jason Gross (de PSF) y del profesor Porter. Las fotografías han sido incluidas por cortesía de su autor, Art Paxton.

La próxima traducción de esta serie mensual será un artículo de Dan Morgenstern sobre la crítica de jazz.



 


Lewis Porter
(© Arthur Paxton)

El arte de la investigación jazzística

- Fabio Rojas entrevista a Lewis Porter -

Pregunta: ¿Dónde estudiaste música y cómo empezaste a escribir sobre jazz?

Lewis Porter: La verdad es que me metí en todo este asunto a la antigua usanza. En otras palabras, a veces me defino como “músico callejero con doctorado”. Esto no es exactamente cierto: no he tocado en la calle, pero empecé como músico free-lance, ya sabes, bolos de a veinte dólares la noche, como todo el mundo... Siempre me ha interesado la historia del jazz. Solía coleccionar cosas y estudiar por mi cuenta. En realidad fue una casualidad que en un momento de mi vida, cuando tenía veintiséis o quizás veinticinco años, me ofrecieran enseñar historia [del jazz] en la Universidad de Tufts. Así empezó todo. Me di cuenta de que lo que había estado haciendo durante años era una especie de investigación jazzística y que podía desarrollarla aun más. El claustro de Tufts me convenció de que me iba a interesar un trabajo académico a tiempo completo, para lo cual debería regresar a hacer el doctorado.

P: ¿Qué tipo de preparación necesitaste para dedicarte a la investigación y el estudio del jazz, aparte de tu bagaje musical?

LP: Bueno, echando la vista atrás –porque está claro que ocurrió por accidente– lo que mejor que me ha pasado es que siempre he sido muy meticuloso a la hora de escuchar las obras completas de todos los artistas que me han interesado. Por ejemplo, si me interesaba Louis Armstrong no iba a escuchar sólo los cuatro LPs de Columbia que eran sus grandes éxitos del momento. No sólo iba a escuchar esos cuatro discos, ¡qué va! Repasaba la bibliografía, hacía una lista con todas sus grabaciones y compraba discos de importación italianos e ingleses hasta que tenía todos los temas que grabó al menos desde el principio hasta 1950 aproximadamente. Hice lo mismo con Ellington, con Jelly Roll y lo mismo con King Oliver. Por aquel entonces mis amigos y yo llegamos a la conclusión de que me faltaba un tornillo, pero en definitiva esto fue lo mejor que pude haber hecho, porque el resultado es que mi conocimiento de la historia del jazz no se basa en lo que he leído, sino en lo que he escuchado.

P: Ésa es una forma singular de introducirse en la investigación jazzística. De esta manera, cuando empezaste con el estudio académico del jazz fue desde un conocimiento íntimo y muy profundo de la música. No tenías mucha formación académica en musicología o jazz.

LP: Yo siempre quise dedicarme profesionalmente a la música y aun hoy prefiero tocar en directo. Lo mío es tocar, yo soy pianista. Por aquel entonces me dedicaba poco más que a hacer bolos. Además, yo era un pianista autodidacta. Cuando me presenté en la facultad de la Universidad de Rochester había que superar unas pruebas muy estrictas para acceder a los estudios de música. Había que superar todo tipo de audiciones de música clásica. Como yo era músico de jazz y autodidacta no pude matricularme de música como materia troncal, pero hice los exámenes necesarios para asistir a clases de música. Así pues asistí a clases de piano, clases de teoría y un par de clases de historia de la música, pero no me licencié en música. Me licencié en psicología por eliminación. Lo que pasó es que cuando llegué a la Universidad de Tufts, el claustro me convenció, concretamente un miembro del claustro al que considero mi mentor, T J Anderson, me convenció de que soy el tipo de persona –por meticuloso y porque siempre andaba investigando cosas– que debería dedicarse a enseñar a otra gente, no sólo a actuar en clubes. Fue entonces cuando empecé a ampliar mi formación académica. Hasta entonces había sido prácticamente autodidacta, salvo por unas pocas clases en la Universidad de Rochester y en la escuela Eastman, parte de la Universidad. En 1979 empecé la licenciatura de música –ahora tengo el doctorado– y desde entonces he realizado un montón de estudios. Lo interesante de todo esto, resumiendo, es que la mayor parte de la educación musical no es jazzística, sino educación tradicional de música clásica, y esto en parte se debe a que hasta hace poco no ha habido ninguna clas e de formación para el tipo de cosas que a mí me gusta hacer.

P: ¿En qué se diferencia la investigación jazzística de la de música clásica? ¿Qué diferencias hay entre la interpretación y los estudios jazzísticos respecto de lo que se aprende en los estudios tradicionales de música clásica?

LP: Me parece una pregunta excelente, porque dirijo –se inauguró el año pasado, en septiembre de 1997– el único máster en investigación jazzística del mundo. No hay ningún otro programa de investigación jazzística, sea licenciatura, máster..., ninguno. Hubo quien me preguntó “¿para qué necesitamos un curso distinto de investigación jazzística? ¿No les bastaría a los alumnos con matricularse en un programa genérico de musicología como hiciste tú, y que luego apliquen lo que hayan aprendido?” Hay un par de razones por las que pensé que nos hacía falta tener nuestro propio plan de estudios. Una, francamente, es de tipo sociológico. He de decir que cuando obtuve el doctorado en la Universidad de Brandeis tenía un bagaje clásico muy sólido; cuando me matriculé nos pusieron un examen auditivo de piezas de música clásica y saqué el segundo mejor resultado de entre treinta alumnos. Era obvio que yo sabía de música clásica, pero mis compañeros no hacían más que tomarme el pelo a todas horas porque yo era músico de jazz. Para empezar, no creo que debamos aguantar ese tipo de cosas. En segundo lugar, toda la tarea que tenía para el curso consistía en aplicar las técnicas de investigación musicológica a la música clásica y, aunque me encanta la clásica, no es lo mismo que poder hacerlo con el jazz. Finalmente, hay una serie de diferencias en nuestra forma de enfocar este tema. Por ejemplo, en la música clásica, todo el trabajo se centra en la partitura escrita. En el jazz todo se basa en la grabación sonora, que es algo completamente distinto; se basa en lo que uno oye, en oposición a lo que uno lee sobre el papel. Tambi&eac ute;n creo que toda la estética del jazz, todo el sistema de valores del jazz es distinto porque su punto de partida es la América negra, no la Europa blanca. Es un sistema de valores muy diferente, que es preciso enseñar de forma separada.

P: Con respecto al papel central de la partitura en la música clásica y de las grabaciones en el jazz, ¿cómo tratarías las grabaciones tempranas de las big bands de, digamos, Duke Ellington y Count Basie, cuyas obras podían estar totalmente escritas, incluso los solos?

LP: También es una buena pregunta porque estás en lo cierto, según de qué orquesta se tratase, no tanto la de Basie como la de Duke.  Hay muchas piezas compuestas para la orquesta de Ellington que estaban escritas prácticamente en su totalidad con poco margen de libertad para el solista, sin mucha flexibilidad para el solista en algunos casos. También existen algunos ejemplos similares en la obra de Jelly Roll Morton, por cierto. ¡Buena pregunta! La cuestión es que en el jazz hay música escrita, no sólo hay improvisación. La mayoría de las interpretaciones jazzísticas contienen cierta proporción de música escrita que sirve de punto de partida sobre el que uno improvisa. Es una mezcla compleja, me alegro de que hayas planteado esta cuestión. Aun así, creo que se requiere un enfoque distinto para el jazz, en otras pa labras, aun teniendo una partitura la interpretación que se hace es muy distinta de la que se haría de una partitura clásica. Por ejemplo: la idea de tocar "con swing”. Uno puede componer algo y decirles a los músicos que tienen que tocarlo "con swing”. Los músicos tienen que saber qué quiere decir eso. No pueden limitarse a tocarlo exactamente como está escrito. O todo el concepto de obtener un color tonal concreto, un sonido determinado en la sección de saxos, un tipo de sonido muy específico, en oposición a obtener un sonido “correcto”. O un tipo de sonido concreto que todo el mundo tiene. Estoy de acuerdo en que podemos aprender mucho de la música clásica, y es algo que tengo en cuenta cuando doy clase. Me encanta la música clásica. Aun hoy la estudio, aunque no me dedique a ello profesionalmente. Es como un hobby, si quieres, pero todavía le dedico tiempo. Podemos aprender un montón de los clásicos, pero creo que también hay diferencias.


(© Arthur Paxton)

P: Permíteme hacerte una última pregunta sobre la enseñanza de jazz y sus diversos enfoques. ¿De qué forma se refleja tu experiencia como investigador e intérprete de jazz en tu forma de enseñar a individuos en el aula?

LP: Creo que ahí reside la mayor diferencia entre cómo enseño yo y cómo lo hacen otros. En primer lugar, siempre enseño desde el punto de vista del intérprete. En otras palabras, la mayor parte de la historia del jazz la han escrito los críticos, y se enseña desde el punto de vista de los críticos y de los llamados “historiadores”. Digo “llamados” porque, por lo que veo, cometen un montón de errores. Hablan del mejor disco de fulanito, o dicen... ésta es una típica: “la orquesta de Duke Ellington alcanzó su cenit entre 1940 y 1942”. En primer lugar, como músico eso no es lo que oyen mis oídos. Su banda suena igual de bien en otras épocas; casualmente a mí me gusta la banda que tenía en los años sesenta. En segundo lugar, eso es algo que no le gustaba al propio Ellington.  Duke odiaba eso porque todavía vivía cuando se hacían este tipo de comentarios, que es como decir: “nunca volverás a ser tan bueno como antes”. Ni siquiera esperaron a que falleciera para hacer ese tipo de afirmaciones. En definitiva, me gusta enseñar desde el punto de vista del músico, y desde ese punto de vista, volviendo a este ejemplo concreto, Duke estaba desarrollándose continuamente, siempre andaba haciendo cosas nuevas, y ninguna de sus épocas fue “la gran época” de Duke Ellington. ¿Me explico?

P: Yo he tenido esa misma impresión cuando he leído libros sobre Ellington. Para mí algunas cosas de sus últimos años, como la Far East Suite, me resultan realmente más atractivas que sus obras más tempranas.

LP: Ése es exactamente uno de los ejemplos que yo hubiera escogido. No hay nada en el periodo 1940-42 que sea comparable con la Far East Suite. No digo que su obra temprana no sea fantástica, pero no comprendo cómo nadie puede decir que la Far East Suite no es tan buena como aquélla. Creo que la diferencia es que yo llevo a cabo mi propia investigación y soy músico, y mi forma de enseñar es consecuencia de ello. Cuando doy clase a mis alumnos del máster, no les digo “Gunther Schüller dice esto”; no les digo “Martin Williams dice lo otro”; no les digo “Downbeat dice lo de más allá”. Lo que les digo es: yo he escuchado estos discos; escuchadlos ahora vosotros y comentémoslos. No nos preocupemos por lo que digan otros sobre esos discos. También les digo: reflexionemos profundamente sobre las cosas que se dicen sobre el jazz, como eso de que Ellington nunca fue tan bueno como entre 1940 y 1942, y veamos si estamos de acuerdo, no demos nada por sentado, no aceptemos ni lo más mínimo como hecho probado. Cuestionémoslo todo y veamos en qué estamos de acuerdo.

P: Excelente. ¿Quieres añadir algo más sobre la enseñanza y la investigación jazzística?

LP: Sólo una cosa: soy partidario de un concepto muy amplio de la enseñanza de jazz, y creo que si profundizas en lo que estoy diciendo, no se trata sólo del jazz, sino de todo un sistema de pensamiento, toda una forma de ser independiente. Se tarda un poco más en llegar a tus propias conclusiones, pero a cambio eres más independiente. En vez de decir “he leído esto en el Village Voice, por tanto debe de ser cierto”, lo que dices es: “voy a averiguarlo por mí mismo”. Por darte un ejemplo, en las clases de la licenciatura, la primera que doy en septiembre es siempre sobre la Biblia. Mis alumnos me miran como si estuviera loco: ¿por qué estamos hablando sobre la Biblia? La razón por la que hablamos sobre la Biblia es que muchas de las cosas que asumimos como ciertas en Occidente sobre el mundo que nos rodea, en realidad proceden de la Biblia. Lo que me gusta es analizarlo y dar un ejemplo de las cosas sobre las que vamos a reflexionar durante el curso. Saco algo de la Biblia y pregunto “¿cómo interpretarías eso? ¿Cuáles son las diversas interpretaciones de eso?”  De forma que es algo que va más allá de la música. Es todo un sistema de pensamiento.

P: Terminemos con unas breves preguntas: ¿Cuáles son, en tu opinión, los académicos que están produciendo buen material?

LP: Éste es un campo académico muy pequeño. Parte del motivo por el que puse en marcha el máster es que durante años he tratado de animar a la gente a que trabaje sobre el jazz y me di cuenta de que no llegaba muy lejos porque si no había quién les instruyera, nadie se iba a poner manos a la obra simplemente porque yo se lo pidiera por favor. Son pocos, pero hay algunos a los que aprecio de verdad. Uno es Scott DeVeaux. ¿Conoces su libro The Birth of Bebop? [1]

P: Sí.

LP: El que habla de Coleman Hawkins.

P: Sí, el mismo.

LP: En mi opinión es muy bueno. Me gusta lo que hace. Es un buen músico. No tiene un enfoque “clásico”. Tiene la idea de la que hablábamos antes, tienes que adoptar un punto de vista distinto.

Otra persona que me gusta es Mark Tucker. Mark ha escrito principalmente sobre Duke [2]. Ha hecho algo sobre Count Basie, pero ha escrito principalmente sobre Duke, aunque le interesan otras muchas cosas. De hecho, está interesado en Monk, y puede que salga con algo interesante sobre Monk. Además es un buen escritor, sabe cómo hilvanar una frase.

Mi favorito, no obstante, es un colega del que la mayoría de la gente ni siquiera ha oído hablar. Ha estado en la Universidad de Illinois durante años y creo que se acaba de retirar. Se llama Larry Gushee. De verdad que creo que es brillante. Su especialidad son los primeros años del jazz. Ha llevado a cabo una investigación sobre los primeros años del jazz que es insuperable, y ha publicado muy poco. Como tengo buena relación con él, he visto parte de su trabajo. Todo lo que puedo decirte es que no soy el único que le está dando la lata para que termine el libro que resultará de su trabajo [3]. Vais a alucinar.

P: ¿Tienes algún consejo para los que escriben sobre jazz o quieren investigar sobre jazz?

LP: Básicamente, aparte de venir a Rutgers a estudiar, un par de cosas: una, haz lo que yo hice por casualidad pero que resultó ser un plan excelente: escucha los discos tú mismo, no te limites a leer lo que otros hayan dicho y a creerte un experto por ello. Y no te limites a escuchar lo que alguien haya decidido que son los grandes éxitos o lo que sea. Tú decides. Hazte con todo. Hoy en día es mucho más fácil. Cuando yo coleccionaba discos tenía que conseguirlos en 78 RPM, perdón, tenía que conseguir cintas grabadas de discos de 78 porque ni siquiera tenía un tocadiscos de 78. Tenía que conseguir cintas –de bobina– de discos de 78 y LPs de todas partes del mundo. Ahora se puede conseguir todo en CD: Duke Ellington, volúmenes del 1 al 25, o Louis Armstrong, volúmenes del 1 al 15. Así que lo primero es escuchar tan to material como puedas y llegar de verdad al meollo de esas músicas. Lo segundo es lo que hablábamos antes: sé muy crítico. Hasta las afirmaciones más básicas, cuando las analizas, suelen contener errores de todo tipo. Te daré un ejemplo que suelo plantear a mis alumnos de postgrado: “El jazz viajó río arriba desde Nueva Orleans a Chicago”. ¡Hay tantos errores en esa frase!  Es una afirmación famosa, ¿verdad?  Está en todas partes.

P: La he leído muchas veces.

LP: Pues bien, hay muchas cosas de esa frase que son erróneas. Para empezar, si miras en un mapa, el río Mississippi llega a Minneapolis, no a Chicago, y nunca se ha dicho “el jazz viajó río arriba desde Nueva Orleans a Minneapolis”. En segundo lugar, si conoces un poco la historia de los negros en EE UU, es cierto: si tenías una tarde libre y querías sacar a tu familia a pasar un buen rato, te los llevabas a un vapor del Mississippi; pero si lo que ibas a hacer era mudarte con la familia, las maletas, las bolsas y los niños llorando, no te subías a un vapor en el que ibas a tardar dos meses en llegar a cualquier parte. Te subías a un tren. El tren era el medio de transporte que usaba todo el mundo. Incluso con una pequeña afirmación como esa, siempre digo “alto ahí; piénsalo bien y mira si tiene sentido”.  ¿Y sabes qué pasa? Que no lo suele tener.

P: Parece un buen consejo para cualquier tipo de literatura o trabajo.

LP: Exactamente. Mi experiencia es que conozco a un montón de periodistas que escriben cosas con muy poco tiempo, para Downbeat, etc... el plazo de entrega es la semana que viene y tienen que acabarlo pronto. Siempre me dicen, “Lew, admiro lo que haces, pero es que yo no tengo tiempo para hacer ese tipo de investigación”. Todo lo que puedo decir es que es espero y deseo que saquen tiempo para hacer al menos un poco más de investigación. Porque, si no, no vamos a elevar el nivel del debate.

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Notas del traductor:

[1]
DEVEAUX, S.: The Birth of Bebop (University of California Press, 1997 y 1999)
[2] TUCKER, M.: Ellington, The Early Years (University of Illinois Press, 1991 y 1995)
       TUCKER, M.: The Duke Ellington Reader (Oxford University Press, 1993 y 1995)
[3] GUSHEE, L.: Pioneers of Jazz - The Story of the Creole Jazz Band (Oxford University Press, 2005)

© Perfect Sound Forever, 1998 (para el texto original )
© Fernando Ortiz de Urbina, 2006 (para la traducción al castellano)

Algunos de los libros de Lewis Porter:

- PORTER, L., ULLMAN, M.: Jazz - From its Origins to the Present (Prentice Hall, 1992)
- PORTER, L.: Jazz - A Century Of Change (Wadsworth, 1997)
- PORTER, L.: John Coltrane - His Life and Music (University of Michigan Press, 2000)
- PORTER, L.: Lester Young (University of Michigan Press, 2005 - Ed. revisada y aumentada)

 

   
   

Fernando Ortiz de Urbina es traductor y miembro del Chartered Institute of Linguists británico. Escribe sobre música desde 1993 y ha colaborado con El Diario Vasco (San Sebastián), Radio Euskadi (Bilbao), Jazzwise (Londres), La Tempestad (México) y Teoría (Puerto Rico). Actualmente es el corresponsal en Londres de Cuadernos de Jazz y prepara una discografía de Eddie Costa.