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..: JOHN STOWELL: HACIÉNDOSE CARGO DE LOS NEGOCIOS
Entrevista por Arturo Mora Rioja


El pasado mes de noviembre el guitarrista estadounidense John Stowell vino a Madrid para dar una master class en la Esmuva (Escuela de Música de Vallecas) y para ofrecer un concierto a dúo con el guitarrista argentino Guillermo Bazzola. Ambos visitaron a Arturo Mora, redactor de Tomajazz, para abordar una entrevista que acabó convertida en una charla informal entre los tres.



De izquierda a derecha: Guillermo Bazzola, John Stowell y Arturo Mora

ARTURO MORA: ¿Cómo fue la master class de ayer?

JOHN STOWELL: Lo pasamos muy bien. Era un grupo pequeño de estudiantes, pero prestaron mucha atención, y me encantó la escuela. Puedo decir que el dueño se ha encargado de crear una buena atmósfera para los alumnos, aunque no vi a todos los alumnos habituales, pero la atmósfera en esta escuela está muy bien. Y la gente que estuvo allí parecía muy interesada, estaban comprometidos, no tuve que preocuparme de que prestaran atención. Hablamos sobre cosas técnicas complicadas y creo que lo entendieron muy bien. Guillermo hizo un trabajo muy bueno con la traducción, tocamos un poco y les invitamos a tocar, aunque nadie tocó.

ARTURO MORA: ¿En qué andas metido?

JOHN STOWELL: Bueno, unos seis o siete meses al año los paso viajando. Amigos como Guillermo me ayudan a encontrar trabajo enseñando y tocando. Habitualmente una vez al año vengo por aquí, también he estado yendo a Argentina durante los últimos diez años, por todos los Estados Unidos, un poco en Asia, un poco en Canadá… es como una pequeña red que me ayuda a viajar. También todos los años intento hacer uno o dos CDs para sellos pequeños, es un trabajo educativo, tengo DVDs y cursos en CD-ROM… juntando todo eso funciono bien.

El grupo de gente conocida como Pat Metheny o John Scofield es pequeño, sabes, puede haber cien personas, cincuenta de ellos guitarristas, es un grupo pequeño. A mis estudiantes les digo que es posible llevar una buena vida en la música si quieres hacer varias cosas, no solo una. En el caso de Pat Metheny, si quiere puede dedicarse solamente a dar conciertos y le irá bien, conseguirá dinero suficiente, pero igual también le gusta enseñar. A mí me gusta enseñar, me gusta hacer estos pequeños proyectos, y haciendo todas estas cosas a la vez es posible.

ARTURO MORA: ¿Dónde os conocísteis?

JOHN STOWELL: Nos conocimos en Argentina en 1996, en Buenos Aires, seguimos en contacto y nos volvimos a ver en Los Ángeles en 1997, Guillermo vino de visita.

ARTURO MORA: ¿Habéis tenido muchas oportunidades de tocar en dúo?

JOHN STOWELL: La verdad es que no muchas, nuestro primer concierto es esta misma noche [risas], pero recuerdo cómo toca Guillermo de las otras veces que hemos estado juntos, sé que todo irá bien.

ARTURO MORA: ¿Estáis pensando en hacer algo más grande en el futuro?

JOHN STOWELL: Uno de los motivos de venir aquí esta vez es intentar trabajar un poco más en el futuro.

ARTURO MORA: Volvamos un poco al pasado. Tuviste la oportunidad de empezar a estudiar con el pianista John Mehegan.

JOHN STOWELL: Correcto, realmente empecé estudiando con dos personas: Linc Chamberland era un guitarrista y John Mehegan era el pianista, les conocí en Connecticut cuando yo tenía veinte o veintiún años. John había enseñado en Juilliard, en Nueva York, y creo que fue uno de los primeros en usar números para los acordes. No sé si fue él quien lo inventó, pero realmente fue de los primeros en escribir así en un libro en los años cincuenta, quizá en los sesenta. Total, que le conocí en 1971 o 1972, porque conocía a un bajista que tocaba con él y yo estaba empezando con el jazz. Él tenía trabajo todas las semanas a dúo en un pequeño restaurante en Connecticut, y me dejaba subir a tocar con él. Era gratis, pero yo estaba contento de hacerlo, así que iba todos los fines de semana y él tocaba standards, ni siquiera me decía qué tema era, sencillamente empezaba a tocar algo y yo intentaba averiguar el tono. Estoy seguro de que si lo escuchara ahora sonaría terrible, pero al tener que intentar encontrar algo que tocar, eso ayudó a mi oído, y como él sabía que yo estaba allí para aprender se portaba bien conmigo. Tomé clases con él y luego con Linc Chamberland aprendí técnica básica de guitarra, digitaciones y esas cosas. Toqué con ambos durante dos o tres años en Connecticut y luego me fui a Nueva York. En ese momento sabía que todavía no era lo suficientemente bueno como para conseguir mucho trabajo en Nueva York, pero me dije: “puedo empezar a conocer mucha gente y subir a tocar con alguien”, y eso es lo que pasó, encontré algunos clubes pequeños donde tocar y empezar a trabajar un poco y luego conocí a David Friesen, el bajista. Encontré un club pequeño en el Village, en Nueva York, hacía un dúo con piano, no era gran cosa, pero allí tocaba mucha gente buena como Jim McNeely, Joanne Brackeen… Así que a veces iba ahí a tocar gratis. A veces bajaba tres veces a la semana tan sólo para empezar a conocer gente, yo vivía en una pequeña ciudad al norte de Nueva York, a media hora. David Friesen había conducido atravesando el país desde Oregón hasta Nueva York. Ya tenía experiencia tocando con Billy Hart, con Joe Henderson, pero todavía no se había establecido por su cuenta en Nueva York. Vino para ver si podía conseguir algún trabajo, así que condujo él solo por todo el país, cinco días en coche –es un país grande– a ver si conseguía algo de trabajo, y llegó a este club y subimos a tocar juntos. Nos gustó cómo tocábamos y dijimos de tocar otra vez, nos hicimos amigos y me dijo: “igual vuelvo otra vez durante este mismo año”, y le dije: “tengo este apartamento que no está lejos de la ciudad”, mi compañero de piso se acababa de ir, era un piso barato y tenía ese dormitorio libre, y le dije: “si te quieres quedar en casa te será fácil aparcar ahí tu coche y en cuarenta minutos puedes llegar a la ciudad”, así que se quedó conmigo la siguiente vez, y luego vino una tercera vez con su coche en el mismo año, tres veces. Todavía trabaja así treinta años después. ¿Le conoces? Creo que ha tocado por aquí.

ARTURO MORA: Asistí a una master class que dio hace unos años en el club Clamores Jazz, de Madrid. Promocionaba cuerdas Thomastik.

JOHN STOWELL: Lo sigue haciendo.

GUILLERMO BAZZOLA: Yo toqué en ese concierto con [Carlos] Carli y [Marcelo] Peralta.

JOHN STOWELL: Tiene ese pequeño contrabajo especial de Austria… En cualquier caso, la tercera vez que vino me dijo: “¿te gustaría venir a ver Oregón?”, y yo nunca había estado allí, había ido a la Costa Oeste una vez cinco años antes, pero realmente no la conocía, así que le dije: “claro, iré a visitarte, gracias”. El plan era estar allí tres semanas, así que dejé mi apartamento al cuidado de alguien. Nunca había ido tan lejos en coche. Total, que nos fuimos para allá y según llegamos me encontró trabajo tocando con él. Nunca había tocado jazz como medio de subsistencia, sabes, en ese momento estaba empezando, tenía un pequeño trabajo de profesor, tenía 25 años. Al final me quedé todo el verano. Trabajábamos cuatro o cinco noches a la semana, él encontraba los sitios, trabaja muy duro para encontrar conciertos. Trabajamos juntos todo el verano y luego él se iba a volver otra vez a Nueva York porque iba a hacer un disco para un pequeño sello neoyorquino, Inner City. Todo era material original, pero yo conocía los temas porque los habíamos estado tocando juntos durante seis meses. Como me sabía los temas que iba a grabar habló con la compañía para que yo apareciera en el disco. Entonces pensé que nuestra relación posiblemente iba a ser duradera, así que me dije: “vale, me vuelvo a Oregón y a ver qué pasa”. Al final estuvimos trabajando juntos durante siete años. Por un tiempo conservé mi apartamento de Nueva York hasta que al final lo dejé. De esa forma, a través de él, me familiaricé con los viajes. Esto fue en el 76, luego empezamos a hacer viajes más largos entre el 77 y el 78, vinimos por aquí varias veces en el 79, hicimos el viaje a Rusia con Paul Horn, eso fue unos años después, hicimos un viaje a Austria, viajamos mucho por los Estados Unidos con una furgoneta que compramos juntos, y así me inicié con él en los viajes por carretera. Y luego tuvimos la sensación de que estábamos moviéndonos en distintas direcciones musicales. En ese momento yo ya estaba acostumbrado a la carretera y me gustaba, así que pensé que debía ver si podría seguir en ese plan yo solo. En ese momento ya conocía gente de haber viajado con él y haber vuelto a los mismos sitios. Eso fue sobre el 83, y desde entonces voy en mi coche. Todavía le veo a veces, seguimos siendo amigos, y él todavía viaja mucho.

GUILLERMO BAZZOLA: Sigue viviendo en Oregón.

JOHN STOWELL: Sigue viviendo en Portland también. No le veo demasiado, le vi hará mes y medio, pero hace como tres o cuatro años que no tocamos juntos. Si volvemos a tocar otra vez en el futuro, perfecto, pero no es una gran prioridad, él está muy ocupado y yo también.

Pero fue así como... quiero decir, yo no tenía planes de vivir en Portland, Oregón, parece una elección extraña, siendo músico de jazz, vivir en Nueva York e irte a Oregón, pero ha funcionado bien. Me sigue gustando vivir allí, se está bien, y tengo amigos con los que tocar. A veces conduzco por la Costa Oeste para trabajar, hacia arriba y hacia abajo entre Portland, Seattle, California, Arizona, a veces hasta Canadá. Si el viaje es más largo entonces voy en avión.

Les digo a los músicos que si están dispuestos a viajar para encontrar trabajo encontrarán muchas ventajas al tocar con muchos músicos distintos, porque te expone a ideas distintas sobre la música, a repertorios distintos y también a tocar para públicos distintos, y yo creo que eso ayuda mucho, es una energía diferente.

Cuando llegué a Portland por primera vez la gente estaba entusiasmada, yo era el nuevo, el guitarrista de Nueva York. Así era, técnicamente, aunque no me conocía mucha gente en Nueva York, pero David podía decir que yo era el guitarrista de Nueva York para que la gente se interesara. Al principio trabajábamos y la gente venía a vernos, ahora han pasado casi 35 años y la gente ya no tiene tanto interés en escucharme en Portland, Oregón, porque he estado en esa ciudad durante mucho tiempo, pero sigo a gusto allí.


Foto: Mark Lamoreaux

GUILLERMO BAZZOLA: John es, probablemente, el viajero más extremo que he conocido nunca. Me impresionó cuando le vi en California en 1997.

JOHN STOWELL: Bueno, llevo treinta años haciéndolo, estoy muy acostumbrado. Todo está muy lejos en los Estados Unidos, tengo costumbre de conducir doce horas, normalmente los vuelos no duran más que mis viajes en coche.

ARTURO MORA: Me hablas de la Costa Oeste, pero la Costa Oeste es grande. De Portland a San Francisco…

JOHN STOWELL: ...hay 12 horas. A Seattle se llega en tres, voy mucho. Este invierno iré dos veces a San Francisco, en febrero y en marzo. Phoenix está a 24 horas, con descansos. Estoy acostumbrado, y casi siempre me alojo con amigos, así he encontrado mi pequeña forma de sobrevivir. Quiero decir: si no eres famoso tienes que encontrar una red de amigos, sabes. Si eres conocido tienes agente y manager y ellos contratan los conciertos en festivales, porque la gente quiere que vayas allí, pero si no eres famoso… Es un trabajo comercial, la verdad.

GUILLERMO BAZZOLA: Pero es algo así como la esencia de ser músico, tocar con gente distinta y montar tu vida de este modo.

JOHN STOWELL: Esa es la parte del trabajo que realmente me gusta, me gusta enseñar y tocar con gente distinta, esa parte la disfruto. Pero es un trabajo comercial, se invierte mucho tiempo en el ordenador y en el teléfono y se escucha “no” muy a menudo.

ARTURO MORA: Lo sé [risas].

JOHN STOWELL: Suelo decir a mis alumnos: “cuando os digan no, no lo toméis personalmente, no tiene que ver con si tocáis bien o no o con si les gustáis o no”. No tiene que ver con eso, sencillamente es gente que está en disposición de contratar música y les contacta mucha gente, así que si te dicen que no, tienes que intentarlo otra vez. Si persistes pienso que al cabo del tiempo algunos de ellos acabarán siendo amigos tuyos y te contratarán, tu relación con ellos hará las cosas más fáciles. Pero si no puedes soportar el rechazo no deberías trabajar por tu cuenta, deberías tener un trabajo fijo enseñando o algo así. En mi caso mi trabajo consiste en ser capaz de viajar durante muchas horas y aun así seguir tocando bien, que no me afecten las negativas y ser capaz de invertir mucho tiempo en el teléfono y en el ordenador. Si lo puedo hacer debo hacerlo, y generalmente no me quejo. Me impresiona poder hacer todo esto, la verdad, porque no soy un músico muy reclamado, no soy famoso, tan sólo me conocen algunos guitarristas.

ARTURO MORA: Me impresiona que alguien pueda hacerlo [risas].

JOHN STOWELL: Encontré el modo de hacerlo, tengo pocos gastos, no tengo ni familia ni casa propia, tan solo mi coche y mi equipo, y así puedo ahorrar mucho dinero, estoy contento de tener lo que tengo, la verdad.

ARTURO MORA: Háblanos sobre esta gira que hiciste en Rusia con Paul Horn y David Friesen. Se dice que fuiste el primer músico de jazz estadounidense en tocar en la Unión Soviética.

JOHN STOWELL: Ya habían ido muchos músicos estadounidenses de jazz a tocar en actuaciones privadas, en embajadas o consulados, a lo mejor para 200 personas. Pero actuaciones públicas… Mi teoría (no sé si es cierta) es: el jazz siempre existió en Rusia, y el gobierno comunista se dio cuenta de que no lo podían suprimir por completo, así que dejaron que hubiera un poco de jazz, pero controlándolo con cuidado. Algunos músicos con los que hablamos nos dijeron que a veces tenían que tocar para comités que verificaban si la música era aceptable, si no era muy occidental, sabes. El gobierno, creo, quizás pensó que tomaría una postura de poder si permitía que el jazz existiera en cantidades pequeñas.

Era un cuarteto con Robin –el hijo de Paul– a la batería, un buen batería, entonces era muy joven, tenía 23 años, y había guitarra, contrabajo, batería y Paul tocaba flauta y [saxo] soprano. Fuimos allí porque Paul había vivido por un tiempo en Canadá y tenía una especie de ciudadanía canadiense, algo así como un estatus canadiense, y conoció a un promotor canadiense que traía artistas rusos a Canadá. Entonces este empresario trajo a Paul a Rusia como si se tratara de un grupo canadiense, aunque las autoridades se dieron cuenta de que algunos de nosotros éramos estadounidenses. Tocamos dieciocho conciertos, seis en Moscú, seis en San Petersburgo y otros seis en Lituania, en Kaunas y Vilnius. En San Petersburgo fue la primera actuación pública de un grupo de jazz occidental desde Sidney Bechet en 1927, casi 60 años después.

Así que la gente vino, incluso sin saber nada de jazz. Hubo un historiador ruso que habló durante unos diez minutos a modo de introducción, para que el público supiera qué iba a escuchar. La gente tenía mucho interés en ir, y en algunos casos creo que corrieron riesgos. Algunos nos invitaron a sus casas, no creo que se pudiera hacer eso, sabes. En Moscú era imposible porque fue en un teatro y estaba cerrado. Hubo probablemente de 1.500 a 2.000 personas todas las noches durante seis días, así que pudo haber 12.000 personas en los conciertos de Moscú. En San Petersburgo tocamos en estadios grandes. Como era al aire libre la gente podía venir a hablar con nosotros, y aunque sé que nos estaban controlando, nos dijeron: “venid a mi casa”, y fuimos. Estuvimos en la casa de un pintor, una especie de casa comunal con otra gente. Quería hacernos un regalo, unos cuadros que pintó, unas acuarelas de San Petersburgo con unos marcos de madera especiales, y quería darnos un par de ellos, y aún no estaban acabados. Así que cuando nos fuimos a Lituania montó en el tren con su mujer y su hija, doce horas en el tren con sus cuadros, todavía los conservo. La gente puede ser muy generosa si eres su invitado.

Esa fue la primera vez que estuve en Rusia, luego volví otras tres veces. Conocí a un ruso y a un estonio en un festival en Estados Unidos, y les dije: “me encantaría volver”, y conseguí tres pequeñas giras con ellos, en el 93, el 95 y el 98. No fue algo tan grande como con Paul Horn, pero algunas noches tuvimos a unas 400 personas, estuvimos en ciudades del oeste de Rusia, como Moscú, San Petersburgo, Kursk (de donde es mi amigo el pianista. El [saxo] tenor es de Tallin, en Estonia (hablé con él hará un mes). Ahora las cosas son mucho más abiertas allí, claro. El equipo es mejor, hay más libertad musical; creo que aún es difícil vivir para el ruso medio. Si vas por la calle en Moscú se parece a cualquier ciudad occidental. Cuando estábamos con Paul Horn entrabas en una tienda y veías una vitrina con tres cositas, con tres latas, y pensabas: “¿qué comen? No hay comida para todos”, y esas colas enormes para el pan, era duro. Ahora está mejor, conseguir las cosas es muy caro, pero si vas por la calle en Moscú es como estar en Nueva York, puedes conseguir lo que quieras, pero es caro.

ARTURO MORA: Volvamos a hablar de música, tu guitarra mezcla conceptos acústicos y eléctricos.

JOHN STOWELL: La verdad es que uso ambos. Todas mis guitarras son eléctricas, tengo cuatro o cinco para grabar, y tengo una de cuerdas de nailon que suelo usar para directo, y que en el estudio la microfoneo. Es una especie de guitarra híbrida muy delgada, construida por Mike Doolin, un gran lutier de Portland. También uso una técnica híbrida de púa y dedos a la vez, y me encanta el sonido de las cuerdas de nailon para tocar a guitarra sola. Tengo esa guitarra y tengo otras eléctricas de cuerdas de acero que sí paso por el amplificador. Y también tengo una guitarra sin trastes y una guitarra barítono.

ARTURO MORA: Suenas acústico incluso cuando tocas guitarra eléctrica.

JOHN STOWELL: Lo intento, sí.

ARTURO MORA: ¿Cómo trabajas en eso?

JOHN STOWELL: Siempre microfoneo la guitarra para las grabaciones, incluso si es eléctrica, para que se pueda escuchar el sonido de la púa y de las cuerdas. Me gusta escuchar la articulación de la púa. Y si estoy tocando en directo intento tener un sonido muy limpio, uso dos o tres amplificadores a la vez con un poco de reverb. En directo es algo más complicado. Intento usar las mejores pastillas en las guitarras y las mejores combinaciones de amplificadores. Parece que todo esto está funcionando muy bien.

ARTURO MORA: Mencionaste al lutier Mike Doolin, que ahora es más conocido porque construyó un bajo acústico para Esperanza Spalding.

JOHN STOWELL: Correcto, la verdad es que ella es de Portland. Incluso subió a tocar conmigo una vez antes de ser famosa. Creo que tiene mucho talento, puede tocar el contrabajo realmente bien, puede cantar muy bien, escribe, y tiene veinticinco años, sabes. Ahora en febrero viene a Portland a… No sé si es la directora artística, pero está involucrada en el Festival de Jazz de Portland. Creo que su madre sigue allí y tiene amigos allí todavía. Una dama con talento.

ARTURO MORA: Lo es, lo es. ¿Cómo trabajas con Mike Doolin?

JOHN STOWELL: Es genial, ya me ha construido dos guitarras. Hace seis o siete años hicimos un disco donde toco siete guitarras distintas. No estaba pensado para ser un disco. Antes de que él enviara cada guitarra yo iba y grababa un tema con ella, él enchufaba los micrófonos a una pequeña grabadora portátil en su salón y me decía: “avísame cuando acabes”. Toqué guitarras con cuerdas de nailon, de acero, de caja grande, de media caja… todas distintas. Y luego ponía un CD en la funda del comprador. Estuvimos haciendo eso durante año y medio, y entonces me di cuenta de que tenía unos 90 minutos de música, solo a guitarra acústica. Así que elegí una hora de material y… John Bishop, un amigo mío de Seattle, tiene un sello llamado Origin, una buena compañía independiente –ya habré hecho cuatro o cinco cosas para él–, y John dijo: “venga, hagamos el disco”. Así que si vas a la web de Mike (http://www.doolinguitars.com) puedes ver una foto del disco, y si haces click sobre la portada verás fotos de las guitarras que usé. Hemos sido amigos durante más de diez años. La primera guitarra que me construyó fue una especie de experimento, porque yo ya tenía un cuerpo de guitarra y le dije: “¿me puedes construir un mástil?”, y me dijo: “claro”, así que lo juntamos y así surgió la primera guitarra que me hizo, y la estuve tocando durante unos cinco años. Después me dijo: “creo que te puedo construir una mejor”, y me hizo la que tengo ahora, que tiene una caja más grande y un sonido más acústico; la primera tenía una tapa sólida que era hueca, así que esta tiene un sonido más acústico, y también es más bonita. Me gusta cuanto toco a dúo, tiene un sonido íntimo. Así que si estoy en el estudio, aunque sea una guitarra eléctrica, le pongo el micrófono muy cerca del traste 12 y así consigo que suene muy acústica.

ARTURO MORA: ¿Por qué sujetas la guitarra como la sujetas?

JOHN STOWELL: Porque mis manos no son muy grandes y me gustan voicings parecidos a los de un piano, que se extienden, y todo es más fácil para la muñeca poniendo el mástil hacia arriba. Si miras a otros guitarristas a los que les gustan los voicings extendidos verás que el mástil no está tan alto, pero sí más alto. Piensa en Allan Holdsworth o Joe Diorio. Y también si vas a tocar cosas recorriendo el mástil hacia arriba y hacia abajo es como en un contrabajo, este ángulo es mejor, al menos para mí. He tocado de esta forma durante más de treinta años.

ARTURO MORA: Hablando de esa forma pianística de tocar la guitarra, ¿alguna vez has intentado usar afinaciones raras?

JOHN STOWELL: La verdad es que tengo un buen libro de un amigo italiano, el libro entero está dedicado a afinaciones raras. A lo mejor si encuentro un fin de semana libre cogeré una guitarra e intentaré afinarla de alguna de estas formas, pero todavía no he encontrado tiempo libre suficiente. Tengo un par de guitarras con una afinación más baja, pero sigo usando mis digitaciones habituales. Había un gran guitarrista en Cincinatti, que ya murió, llamado Kenny Poole. Tenía más o menos mi edad, no era tan mayor, y usaba esta afinación baja, como una tercera mayor más baja. Tengo una guitarra con trastes y otra sin trastes con esta afinación.

ARTURO MORA: Leí una entrevista en la que hablabas sobre algunos trabajos que te gustaban de Pat Metheny a guitarra solo.

JOHN STOWELL: No sé mucho sobre lo que hace Pat a guitarra solo, pero me ha gustado lo que he oído, sí. Ese disco que hizo con la guitarra barítono y la afinación Nashville está muy bien [Pat Metheny - One Quiet Night]. Toqué una vez la guitarra de Joe Beck, tiene una afinación propia con las cuerdas agudas una octava más grave, las dos de en medio en afinación Nashville y las dos graves en afinación normal. Era muy interesante. Tiene un disco a dúo con Jimmy Bruno. También tengo un amigo en Alemania con una guitarra de ocho cuerdas con un Re grave. Suena muy bien, pero yo no sabría qué hacer con ella, sabes. Para mí seis está bien.

ARTURO MORA: Siempre has estado muy activo en el campo de la enseñanza del jazz. ¿Qué opinas sobre la metodología de Berklee?

JOHN STOWELL: No sé mucho sobre el tema, he dado algunos clinics para ellos. Conozco a algunos de los que dan clase, son muy buenos músicos. No he invertido mucho tiempo mirando los libros, pero conozco al profesorado y a algunos de los licenciados, y creo que están haciendo un buen trabajo.

ARTURO MORA: ¿Estás al corriente de la metodología de Barry Harris y la controversia entre esta y el método de Berklee?

JOHN STOWELL: No conozco su metodología, sé cómo toca y sé que también se dedica mucho a la enseñanza. Lo que suelo decir a mis alumnos es que no hay una forma correcta de hacer nada, hay que trabajar con gente distinta y mirar a libros diferentes. Yo hablo sobre modos melódicos y armónicos de una forma distinta. En vez de hablar de “superlocrio” o “lidio dominante” yo digo: “coge la escala menor melódica y juega con ella”. Tiene sentido, es fácil, nadie me ha dicho: “no lo entiendo”. ¿Mi forma de explicar es mejor? No. Es una forma. Así que le digo a la gente: “estudia con personas distintas, mira varios libros, vete a escuchar música en directo, toma un poquito de cada sitio”. ¿El método de Barry Harris es mejor que el de Berklee? ¿Uno es mejor que el otro? Lo dudo. ¿Hay cosas que puedes aprender de ambos? Estoy seguro. No hay una sola forma de pensar sobre la música para enseñarla o tocarla. Absorbe de distintas fuentes y recopila lo que te sea más fácil.

GUILLERMO BAZZOLA: Ayer John estaba hablando sobre recopilar cosas, sobre tomar ideas de sitios distintos con el objetivo de conseguir tu sonido propio, tu forma de hacer las cosas.

JOHN STOWELL: Creo que es importante que la gente tenga su voz propia. Yo nunca copio, nunca transcribo solos.

ARTURO MORA: ¿Nunca transcribes?

JOHN STOWELL: No, y parte de ello es por vaguería. Para algunas cosas soy un buen trabajador y para otras soy terrible. No soy bueno leyendo a primera vista, no transcribo, hay una pequeña voz en mi cabeza que me dice: “estudia y escucha”. He escuchado a todo el mundo, y sigo haciéndolo. De esa forma he creado mi vocabulario propio, y aún sigo intentando conseguirlo. Y sigue habiendo cosas que no hago tan bien como otros, por haber intentado hacerlas a mi manera, pero he encontrado un vocabulario. Llevo más o menos cuarenta años tocando jazz, y sé cómo expresarme de modo que no suene como nadie. Si te gusta te puede impresionar, porque es original. Y otra cosa buena es que puedo tocar con otros guitarristas sin que haya competiciones, porque ni sueno cercano a los demás. En esta gira estoy tocando con varios guitarristas. Tres de los conciertos son con bajo y batería, el resto son con otros guitarristas. Cinco o seis en Alemania, Guillermo aquí, uno en Italia y otro en Suecia y Dinamarca. Todos tocan bien y todos disfrutan de la experiencia.

A veces algo de competición amistosa está bien, tocar a tempos rápidos: “¿puedes tocar esto?”. Es divertido si realmente no se intenta que la otra persona esté incómoda. Y puedes aprender cosas de ver a otros tocar el mismo tema. Esta música no va de competir –sí solía ser así antiguamente, en las jam sessions de los años 30 y 40, donde tocaban temas en claves extrañas o a tempos muy altos–, pero para mí esta música tiene que ver con la cooperación y con el disfrute de tocar juntos. Si estoy con un alumno en un clinic quiero que se encuentre a gusto, así que lo primero que le digo es: “vamos a tocar un blues”, o “vamos a tocar algo que te guste, vamos a tocar un rato en La menor”, y miro a ver si puede empezar a tocar algo, y que esté a gusto, relajado.


Foto: Mark LaMoreaux

ARTURO MORA: ¿Qué tipo de comentarios y observaciones has recibido de tu trabajo escribiendo en revistas?

JOHN STOWELL: No mucho, creo que hay más reacciones en YouTube. En las revistas, al final de cada artículo suele aparecer un: “aquí está mi e-mail, si tienes alguna pregunta o comentario…”, y no sé si alguna vez hubo preguntas o comentarios. He escrito para seis o siete revistas desde el 95. Últimamente no lo he hecho. Un par de cosas para Downbeat, otra para Guitar Player, puede que cuatro o cinco para Canadian Musician en Canadá, un par para una revista alemana… Pero me escriben mucho más en YouTube, especialmente en los vídeos de fragmentos de mis clases, de los que tengo 50 o 60 en YouTube. Un vídeo se ha visto unas 25.000 veces, que para ser yo no está mal, me encantaría que todos esos se pasaran por un concierto mío, aunque no creo que ocurra. Tengo muchos vídeos vistos entre 5.000 y 15.000 veces, y la gente hace comentarios. Si el comentario está muy bien le respondo, le digo: “gracias por verlo”, y en algunos casos acaba surgiendo una amistad, sabes. Así que más de Internet.

También he hecho algo de educación online. Tengo algunas cosas para una compañía de Florida llamada True Fire, tienen varios cursos en CD-ROM que se pueden comprar por Internet, y ponen extractos de los cursos en YouTube. Uno de ellos se ha visto unas 19.000 veces. Así que la gente está ahí, quizá algunos vengan al concierto, otros compren el CD… En mi caso las cosas no pasan ni rápido ni a lo grande, son muchas cosas pequeñas que ocurren a la vez. Estoy ganando algunos derechos de autor de un libro educativo, de dos cursos en CD-ROM, de un DVD en el que toco y de varios CDs. Entre todo eso consigo algo de derechos. Han sido cuarenta años, lleva su tiempo [risas]. Jimmy Wyble es uno de mis músicos favoritos, murió este año, tenía 89 años y todavía sonaba fantástico cuando tenía 85. Así que creo que, a no ser que tenga mala suerte –problemas en mis manos o algo así– mi mejor nivel está por llegar. Espero seguir tocando cuando tenga 80 años.

ARTURO MORA: Es una filosofía de vida.

JOHN STOWELL: Bueno, la música te mantiene comprometido. Hablo de la música, pero puede ser cualquier cosa, te puede gustar ser barrendero, puedes ser un barrendero fantástico y levantarte por la mañana y hacerlo realmente bien; si te hace feliz y te llena, igual serás barrendero durante mucho tiempo.

ARTURO MORA: Ojalá tuviéramos barrenderos así en España… [risas] En la portada de la revista británica Jazzwise de este mes aparece Denys Baptiste diciendo: “Si quieres ser rico, no toques jazz”.

JOHN STOWELL: Bueno, creo que la mayoría de nosotros se da cuenta de que, tras haber estado haciendo esto durante un tiempo, la mayoría de nosotros no vamos a ser famosos tocando este tipo de música. Les digo a mis alumnos: “si te encanta esta música y tu amor por este arte es suficiente como para hacerte seguir adelante, debes ser músico, de jazz o de lo que sea”. Pero si sólo quieres ser famoso, probablemente sea el camino erróneo.

GUILLERMO BAZZOLA: Siempre estamos quejándonos sobre las cosas malas que tiene ser músico, pero seguimos siendo músicos, eso debe ser porque no hemos encontrado un trabajo mejor que el de músico [risas].

JOHN STOWELL: Eso está bien, pero luego... quiero decir, yo también me quejo un poquito a veces [risas], pero tienes que mirar tu vida en general, y pensar sobre lo positivo y lo negativo. El hecho de no tener manager ni agente ni promotor, y poder ir tocando esta música alrededor de mundo es un auténtico milagro. Estoy trabajando para que pase, y amigos como estos pueden hacer que la cosa funcione, así que intento ayudar a mis amigos si están viajando. Si os puedo ayudar a vosotros también, si estáis viajando y os puedo ayudar lo haré, estaré encantado de hacerlo. Si vais a venir a visitarme podemos tocar allí, sabéis. Así es como funciona esto, en mi caso es una pequeña red. Y si venís a los Estados Unidos esta oferta también es para vosotros, si necesitáis ayuda con los contactos estaré encantado de mostrároslos.

ARTURO MORA: ¡Gracias! ¿Qué piensas sobre el impacto de la crisis económica en el mundo del jazz?

JOHN STOWELL: Es más duro. En mi caso mucho de lo que hago es trabajo por mi cuenta, hago workshops en escuelas, y sus presupuestos están disminuyendo, así que escucho a menudo: “me gustaría que estuvieras con nosotros, pero este año no tengo dinero para ti”, eso pasa todo el rato. Hay menos dinero. Hay formas de lidiar con esta situación, antes estaba charlando con Chema Vílchez, el guitarrista (le conocí en Los Ángeles hace diez o doce años y no le había vuelto a ver hasta hoy). Le dije que una de las cosas que he estado haciendo son conciertos en casas, hice dos en Alemania, y muchos en Estados Unidos. Vas al salón de alguien, invitas a diez amigos y pones una cesta sobre la mesa para que aporten su donación, y muy a menudo consigues más dinero que tocando en un club. Puede pasar, sabes, y creo que si los problemas económicos nos arrebatan oportunidades tenemos que crear nuestras propias oportunidades. Si esperase que sonara el teléfono, o si esperase que llegaran ofertas, me quedaría sentado en Portland, Oregon, no pasaría nada. Tengo que tomar la actitud de un vendedor, tengo que ser detective y vendedor, ambos, tengo que buscar las cosas. Quiero decir, a Guillermo no se le habría ocurrido que yo viniera aquí si yo no le hubiera dicho que quería venir, él está ocupado con sus cosas… Todo el mundo está ocupado con su vida. Si eres Esperanza Spalding no hay problema, todo el mundo te conoce y te quiere, pero si no, tienes que recordarles que estás disponible. Es parte del trabajo, ser persistente. Ser un vendedor supone que el 100% sale y entre el 5 y el 10% vuelve, ya seas un vendedor de coches, de ordenadores o un músico. Es una tasa de retorno pequeña. Si no puedes vivir así no deberías establecerte como músico por tu cuenta, deberías tener un trabajo enseñando en algún sitio a jornada completa. Esos son los contras. Las cosas siempre están cambiando. Muchos de mis amigos han estado haciendo esto durante mucho tiempo, muchos de mis amigos en escuelas igual han estado ahí durante 20 años y luego se retiran, así que tengo que empezar otra vez, ahora el que está allí no me conoce. “¿Cómo estás? Mi nombre es… Aquí está mi e-mail, esta es mi web…”. Tengo que empezar otra vez. Me pasa todos los años, a lo mejor cada dos o tres años, la gente se va, siguen siendo amigos míos, pero ya no están en la escuela. Cuando mis amigos dejan esos puestos de trabajo tengo que empezar otra vez. ¿Lo puedo hacer? Sí, puedo hacerlo. Tengo que hacerlo. Si no quiero hacerlo y me quedo en casa sentado no va a haber trabajo, a no ser que tenga un trabajo de jornada completa, que creo que no me gustaría. Me ofrecieron alguno, pero me gusta la variedad.

ARTURO MORA: Finalmente, ¿qué planes tienes para el futuro?

JOHN STOWELL: Más de lo mismo. He hablado con varios amigos para hacer un disco de cámara, a lo mejor con un cuarteto de cuerda. Tengo algunos amigos que saben orquestar. He estado escribiendo más música, no tengo mucha, tendré unos 15 o 16 temas, pero algunos son muy interesantes, así que me gustaría orquestar algo. Voy a hacer otro curso en CD-ROM para la compañía esta de Florida, True Fire, y voy a seguir haciendo cosas educativas, algo de un DVD, creo. Varios CDs cada año y un DVD de vez en cuando, más libros, más temas educativos… Tengo algo de trabajo ahora, sabes. Si te vas haciendo cada vez más famoso, eso quiere decir que podrás tener oportunidades para trabajos mejores, de modo que podré decirle a un amigo que nos vamos de gira durante una semana. Podré hacer eso cuando sea lo suficientemente conocido, y no mucha gente lo está haciendo hoy en día, tan solo unos pocos. ¿Cuántos grupos estables con trabajo hay en jazz, quizá 50 o 100 personas? Que tengan un nombre, que puedan viajar por los grandes festivales y dar clinics, quizá alguno más. No muchos más. Me gustaría llegar a eso. Me gusta tocar y me gusta enseñar, porque me lo paso bien, pero si esa oportunidad apareciera me haría feliz, y estoy intentando que todo eso pase, pero no tengo garantías. Tengo una reputación internacional muy muy pequeña. Así que estoy contento si vienen a verme 50 o 100 personas. A veces son 10 o 20. Tengo algo, estoy agradecido por ello.

Texto, traducción y fotos (excepto donde se indica) © 2010 Arturo Mora Rioja