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José Miguel López
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P: Una pregunta de difícil respuesta a la que estamos sometidos las
gentes del jazz ¿qué es el jazz para ti?
J.L.: No soy crítico de jazz pero sí he estado mesa con mesa con Paco
Montes durante muchos años y he aprendido mucho de él. Y él respecto
a esa pregunta me decía: "eso me lo han preguntado ochocientas
veces y yo digo siempre lo mismo: esto es jazz". Y "Esto
es Jazz" era su programa y demostraba lo que era poniendo música.
Yo recuerdo que una vez le hice una entrevista a Count Basie en Sitges
hace unos veinticinco años y le pregunté qué era el jazz para él. Me
miró con una cara como diciendo: "este marciano de dónde ha
salido". Y me dijo: "hey man, ¿tienes tiempo para que te lo
cuente?". Y me di cuenta de lo ingenuo que era.
¿Qué es jazz? Madre mía. Desde luego es una música del siglo XX que
se origina en el sur de Estados Unidos donde se mezclan por un lado los
cantos de trabajo ancestrales negros que tienen también su raíz en
ciertas formas de "llamada-respuesta" de raíz africana. Se
mezclan instrumentos europeos de las bandas de metales emigrantes de
centro-europa. Se mezcla todo eso con los cantos negros, con una
tradición de un piano muy particular y de toda esa mezcolanza surge
algo que a partir de los años diez se empieza a llamar jazz. Porque
desde el jazz de Nueva Orleans a lo que hoy llamamos jazz, fíjate tu lo
que ha llovido. Pero el jazz es una forma expresiva musical muy
importante del siglo XX.
P: ¿Cuál es tu relación inicial con el jazz, tu primer encuentro con
esta música?
J.L.: Siendo
estudiante. Cuando a uno le gusta la música te gustan todos los
estilos. Mis contactos con el jazz son de siempre. Yo me acuerdo que mi
madre me decía que de pequeño movía mucho el "culito"
bailando eso de "Rosemary Clooney" que decía eso de
"Mambo italiano..." y cosas por el estilo. Aquello no era jazz
pero tenía swing. Yo me he "chupado" los primeros festivales
de jazz de Donosti. Me iba a Barcelona a "La Cova del Drac" a
ver qué había allí.
Yo soy más rockero que jazzista y me acuerdo de un disco que hicieron
los "Lone Star" titulado "in jazz" que me parecía
maravilloso y nadie de mis compañeros no lo entendía. Mi contacto con
el jazz es híbrido, es mixto, en realidad como todo mi aprendizaje
musical.
P: Jazz y España, Jazz e Instituciones… ¿palabras de difícil
convivencia?
J.L.: Estamos ahora en una muestra ahora por el Injuve en Ibiza* por
lo que decir que la relación es patética se cae por la propia base.
Pero claro, esto es una isla y no hay más. Esto es el sueño de una
noche de verano, está muy bien pero la relación instituciones-música
no existe. Hay algo pero es tan poco. Es realmente patética.
P: ¿Qué ha de cambiar para que el jazz español alcance la madurez?
(si es que no la hubiera alcanzado)
J.L.: Sí
ha alcanzado madurez pero los músicos de jazz tienen que vivir, que
comer... yo recuerdo haber hablado de esto con Blady Bass y sobre todo
con Pedro Iturralde. Son músicos enormes que se han tenido que ganar la
vida haciendo bandas sonoras, siendo músicos de sesión...
Fíjate Pepe Nieto. Es un batería de jazz impresionante, de lo mejor,
pero sin embargo es más conocido como autor de bandas sonoras de
películas, como primer batería de los "Pequeniques"... pero
por qué no se dedica al jazz... porque no puede. Porque necesita comer
todos los días.
Los músicos de jazz que consiguen vivir de esto son dignos de
admiración. Un Chano Domínguez, un Jorge Pardo... pero son una docena.
Lo que tiene que cambiar es la política musical de este país de arriba
a abajo. Se tiene que enseñar música de verdad a la gente, se tiene
que saber qué es música de verdad y qué es canción para consumir en
el momento y adios... ahí seguramente apoyaríamos que los músicos de
jazz tuvieran posibilidad de sobrevivir. No tenemos big bands en
España. Hay muy buenos músicos pero no hay continuidad. No hay una
gran banda en Radio Nacional como sí la hay en otras radios como la WDR.
¿Por qué no la tenemos? Porque no se cree en ello.
También están los sitios en los que se tocan durante el invierno, no
digo durante el verano. Porque los festivales que hay no están mal pero
son sólo para un mes. Y los músicos comen los doce meses. Y esos
locales de invierno son pequeños, pocos y tienen problemas de
insonorizaciones con los vecinos... la problemática es muy fuerte y por
ello me maravillo de que todavía tengamos grandes músicos. Músicos
como Tomás San Miguel, que toca el piano como los ángeles. Un
Paxariño, que es excepcional. Los jóvenes como Abe Rábade, Llibert
Fortuny... sigue saliendo gente joven. Y yo como profesional me
planteo: ¿cómo les puedo ayudar? Está claro que difundiendo esa
música. Y ¡encima son buenos! Pero tenemos mucho por mejorar.
P: ¿Qué nombres de nuestro jazz consideras destacan en este
momento?
J.L.: Es complicado porque siempre se te queda algún nombre fuera.
He dado algunos nombres pero hay muchos más. Por ejemplo en contrabajo,
Baldo Martínez es una contrabajista impresionante. Pero me pones en un
aprieto. Yo sacaría una relación de cuarenta, cincuenta músicos con
mucho nivel.
P: Del panorama internacional del jazz, ¿qué nombres y movimientos te
llaman especialmente la atención?
J.L.: A
mí, en cuanto a gustos particulares, mi favorito es John Coltrane desde
hace treinta años. Siempre me ha fascinado a todos los niveles. Del
panorama actual Joe Zawinul me parece fundamental porque ha sabido
evolucionar. Richard Bona. Brad Mehldau me encanta. Stefano di Battista
es un monstruo.
P: ¿Cuál es tu valoración del actual panorama de festivales de jazz
en España? ¿Jazz o acto social? ¿Se cuenta suficientemente con el
jazz español y europeo? ¿Merecerían en todo caso estos últimos
presencia sobre esos escenarios?
J.L.: El
panorama de festivales de jazz... este año se ha desmadrado, hay un
montón de festivales. Yo estoy encantado. Todo esto ha empezado con los
festivales étnicos. Apostaron un par o tres de ayuntamientos y ahora
hay un festival étnico en localidades de lo más pequeñas. Esto ha
contagiado a los de jazz y ahora hay muchos. ¿Todos son válidos?
¿Todos son jazz?... el mal ejemplo lo puso ya hace unos años Montreux.
Festival de Jazz de Montreux y dices: ¿qué pinta aquí - por mucho que
me guste - Joe Cocker? ¿Santana? Empezaron a cambiar el concepto y a
contaminar y eso ya no era jazz. Eso se contagió a San Sebastián que
tuvo un momento de crisis donde no sabían si seguir con el jazz puro o
si abrir la mano y hacer como Montreux. Y siguieron esa línea que para
mí es equivocada. Yo las mezclas las tengo en los ritmos étnicos. Por
ejemplo el de San Javier es una mezcla... con todos mis respetos...
La mezcla es lo que hizo el jazz, pero el jazz está ya definido, tiene
suficientes líneas, no veinte si no treinta caminos muy interesantes...
¿por qué tienes que hacerlo más rentable?... hombre, para que la
gente te venga y te compre la entrada y entonces es cuando el festival
se convierte en un acto social. Hay algunos festivales que vas y ves un
desfile de modelos. Y a mí eso no me interesa.
El público que puede ir a un festival de jazz es aquel que está en una
ciudad bonita de vacaciones y de paso se va a una actuación. Cada uno
tiene sus gustos y el mío es ir a oír jazz. Además hay que distinguir
entre un festival y un club. Es lo que pasa por ejemplo con el
"Calle 54" de Madrid. El otro día presenté a Tomás San
Miguel allí y me quedé asombrado porque había silencio. Y digo
asombrado porque el club está concebido para que no haya
silencio. Que la gente se calle en una actuación es muy
complicado. Yo recuerdo los locales clásicos madrileños como el "Bourbon
Street" que tenían su barra por supuesto, pero cuando el grupo
salía había silencio. Por supuesto había gente que hablaba, pero no
te molestaba. Aquí no, aquí la gente va a hablar.
Por lo tanto una cosa es el club y otra el festival. Al festival se
supone que vas a escuchar. Podemos hablar de si Mendizorrotza (Vitoria)
reune condiciones o no. De si San Sebastián o de si aquí en Ibiza es
el mejor escenario... esto es tan complicado... pero por parte del
público debía haber respeto hacia el artista. Aquí en Ibiza existe,
al menos las primeras filas están en silencio absoluto, pero claro,
vete un poco más atrás.
Tengo una anécdota de un concierto de Pink Floyd. Era carísimo, la
entrada costaba una pasta. Te hablo de hace ya diez o quince años. Y a
mi lado había unos tíos que estuvieron tumbados las dos horas que
duró el concierto. No sé si estaban dormidos o dónde estaban. Los
conciertos de Pink Floyd son casi óperas (con los cerdos volando, los
fuegos artificiales, pantallas, luces...). Ellos no vieron nada...
o quizá vieron más que yo. Y yo me decía: estos tíos han
pagado una millonada por tumbarse en el cemento y no se han enterado de
nada.
P: ¿Festivales o programación de club?
J.L.: Es
que si yo, por ejemplo, pudiera estar en "Calle 54" escuchando
en silencio a alguien pues me quedo con eso. Pero si no hay silencio por
lo menos que el ambiente sea de fondo. Me gusta el sitio donde puedo
disfrutar del músico y si es sin amplificación mejor. Por eso me quedo
con el club siempre y cuando se oiga.
P: ¿Cuál es la realidad del jazz en tu región?
J.L.: Está
el club de jazz del San Juan que se mueven y hacen cosas interesantes.
El "Café Central" pero tiene un ruido tremendo.
"Clamores" tiene programación muy interesante pero tienes que
tener suerte. Yo vi allí a Bill Bruford con Larry Coryell en un sitio
privilegiado. Pero estábamos como latas de sardinas. Podías decir que
lo habías visto pero podías acabar con unas agujetas... Hombre, en
Madrid hay sitios... ¡si no los hay en Madrid!... la oferta ha
mejorado. Hay programaciones semanales donde puedes ver a gente como
Chano o Ximo Tebar.
P: ¿Qué objetivos te planteas como periodista con "Discópolis"?
J.L.: Se
dice todos los días en la cabecera del programa: un viaje cosmopolita y
abierto al mundo musical. Es una cabecera que mantengo desde hace
dieciséis años y medio. Cuatro mil quinientas y pico ediciones. Y fue
muy medida. Busqué precisamente eso. Lo del mundo musical es muy
importante porque después surgió la "world music" y estoy
hablando del año 87. Hay gente que pensaba que lo había cambiado y
no.Todos los estilos son iguales y los ghettos son malos. Por ejemplo,
meter a Salif Keita en un programa de "world music" me parece
un ghetto. Meter a Mehldau en un programa de jazz la noche del
miércoles a las dos de la madrugada me parece una pasada, un ghetto
absoluto. Que no pueda sonar Jorge Pardo o incluso entrevistarle a las
cuatro de la tarde... eso es lo que quiere romper "Discópolis".
Romper ghettos y poder ofrecer todo lo bueno. Nada de discos rojos de
compañías, nada de "chorraditas" de "O.T."... pero
que un cantautor, un Benito Lertxundi estuviera a la misma altura que un
Chano Domínguez o que cualquiera. Lo que trato es de darles cariño,
respeto y reconocer su música.
P: 5 discos imprescindibles de tu discoteca
J.L.: "A love supreme" de John Coltrane es fundamental.
Uno que me gusta mucho reciente es el "Requiem" de Branford
Marsalis que es un disco sentido y muy bueno. De Thelonius Monk,
genéricamente "Round Midnight". Del septeto de Count Basie me
parece que había uno que se llama "Count Basie Septet". De
Weather Report "Black Market".
P: 5 directos de tu vida (a los que acudiste… no se refiere a
grabaciones)
J.L.: Miles Davis en el Palacio de Deportes de Madrid en el años
ochenta y algo. Uno de Freddie Hubbard en Donosti que me dejó (no
estaba como está ahora). Me llamó mucho la atención una etapa de
Pedro Iturralde haciendo jazz-flamenco con Paco de Lucía en pequeños
clubes. Chano Domínguez en Ibiza hace dos años. Quizá por la
proximidad de su muerte recuerdo un concierto en enero en Cannes, en un
pequeño club con cuarenta personas, de Herbie Mann.
P: Algo que quieras añadir
J.L.: Pues que esta lista es muy subjetiva, que la memoria
falla. Habría que ser mucho más objetivo. También quiero añadir un
mensaje de optimismo y una petición. El mensaje es que todo el mundo
que pueda apoye la buena música y desprecie radicalmente la mala. Y la
petición es que cosas como estas del Injuve** o vuestra página la
apoyen. Que den un poquito de ayuda. Cariño, presencia, medios, que
haya un sitio donde recurrir. Yo estoy muy acuerdo con el manifiesto de
la asociación de músicos españoles de jazz.
P: Hablando de ese manifiesto. ¿Lo de la cuota de presencia de
músicos de jazz españoles no es un poco equivocado? ¿Ese es el modo
de conseguirlo? En Francia se hace pero...
J.L.: La cuota tiene trampa. Francia es un mercado muy especial.
Pero la cuota de mercado que se trató de instaurar en España a finales
de los 70 (Fraga intentó implantar una cuota)... y de hecho hay una
cuota de cine en televisión. Pero claro, si te ponen la película a las
4 de la mañana ¿de qué te sirve? Como estoy contra los getthos creo
que lo de las cuotas es muy peligroso. Yo creo que estaría mejor
despertar las conciencias y formar a los programadores, a los
periodistas, a los radiofonistas... para que tuvieran conciencia de que
el que tenemos al lado tiene que comer y es bueno. Y seguramente si come
aprenderá a tocar mejor. Yo apoyaría más eso que la cuota. Que todos
los que trabajamos en esto nos concienciáramos de que tenemos que
apoyar. Programar cosas buenas. A mí las compañías me presionan lo
que pueden y más. Y los promotores... lógico, es su trabajo pero el
mío es decir: ¡eh!, estos son mis criterios. Si esta filosofía fuera
compartida por más gente (hay gente que lo hace)... pero ojalá
fuéramos la mayoría. Y la cuota no sería necesaria porque yo en mi
cabeza ya tengo esa cuota.
*La
entrevista fue realizada durante la Muestra de Jazz del Injuve en Ibiza
entre el 22 y el 26 de julio de 2003.
** Muestra de Jazz del Injuve |
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