FJ: ¿Recuerda
el primer disco de jazz que escuchó?
BM: Creo que el primer disco que escuché fue
uno a dúo entre Oscar Peterson y Joe Pass, de los que grabaron
para Pablo. Un amigo de mi padre me lo compró cuando tenía
unos once años. Oscar fue el primero a quien verdaderamente
escuché.
FJ: ¿Qué le impulsó a tocar
el piano?
BM: Bueno, he tocado piano clásico desde que
tenía unos seis años, pero no acostumbraba a improvisar.
No tocaba jazz porque no había estado expuesto a eso. Fue
cuando descubrí a Oscar y después de escuchar algunas
grabaciones de Horowitz y otros clásicos virtuosos cuando
empecé a relacionarme con este estilo, en el sentido de que
su técnica me asombraba. Tocaba un tipo de música
totalmente distinta. Fue eso lo que me sumergió en el jazz,
y me demostró todo lo que era posible hacer con el piano.
FJ: ¿Tiene alguna pieza clásica o compositor
favorito?
BM: Siempre estoy escuchando música para piano
de Brahms. Diría que determinadas obras de Brahms son probablemente
lo que considero más cercano a mi corazón.
FJ: ¿Cuáles fueron sus influencias?
BM: He escuchado a un buen número de pianistas
diferentes a lo largo del tiempo, todos bastante distintos. Estaba
inundado de todo aquello que la gente me recomendaba. Cerca de un
año después, un amigo mío me regaló
por mi cumpleaños el disco triple a piano solo de Keith Jarrett,
"Bremen and Lausanne". Una vez más descubrí
lo que era capaz de hacerse con el piano. Creo que podría
relacionarme con él, ya que provengo del lado clásico.
Cuando tenía trece o catorce años empecé realmente
a comprar discos, una especie de frenesí por comprar, por
escuchar todo tipo de pianistas diferentes y a otros músicos
también. Probablemente he recibido más influencia
de instrumentistas de viento que de pianistas.
FJ: Díganos alguno.
BM: Definitivamente Miles, siempre por su sentido
de la melodía y del fraseo, y Coltrane, por supuesto... Bird,
cuando me metí en el be-bop... Desde luego adoraba a Bud
Powell, a Monk y a los pianistas de aquel periodo, pero fueron más
importantes para mí los solos de Bird que transcribía,
tratando así de llegar a la raíz. Todavía sigo
enganchado a esa música, casi como una adicción.
FJ: Fue miembro del cuarteto de Joshua Redman, lo
que fue crucial para su éxito. ¿Sentía la presión
y las expectativas que rodeaban al cuarteto de Redman, y contribuyó
a su desarrollo y a sus perspectivas?
BM: Pienso que todo aquello fue muy bueno, porque
lo que pasó fue realmente orgánico y en cierto sentido
muy natural. Él simplemente juntó esa banda y no supimos
si iba ser especial o no. Sabíamos que lo que estaba haciendo
iba a ser bueno, pero acabó convirtiéndose en algo
realmente especial. Todavía puedo escuchar aquel álbum
y todavía lo disfruto realmente. Creo que, de algún
modo, todo aquello fue muy esperanzador, por lo menos para mí.
Y básicamente con Josh aprendí mucho sobre cómo
liderar un grupo, cómo quedar satisfecho creativamente y
cómo mantener el interés por los otros miembros del
grupo. Siempre daba una oportunidad a todos los demás. El
modo en que escribe y estructura sabiamente sus temas, dejando a
cada uno expresar su propio estilo... Nunca me sentí como
si estuviera llenando un espacio o como un simple "sideman".
FJ: Ha suscitado bastantes comparaciones con Lennie
Tristano y Bill Evans. ¿Cree que esas comparaciones son justas?
BM: Con Lennie Tristano me han relacionado mucho
y es curioso, porque realmente no he explorado todavía su
música en profundidad, aunque todo lo que he escuchado de
él me encanta. Y respecto a Bill Evans, claro que lo he estudiado
a fondo, pero tampoco creo que prevalezca sobre los demás,
no más de lo que pudieron hacerlo McCoy Tyner, Herbie, Wynton
Kelly o tantos otros. Desde luego es una comparación que
me halaga porque adoro a Evans. Amo su música. Tal vez sea
por que tenemos una sensibilidad común referida a una capacidad
introspectiva a la hora de tocar, especialmente en composiciones
lentas. Desde luego, he visto comparaciones muy superficiales, como
el hecho de ser un trío y cosas así, o el hecho de
interpretar standards. Pero pienso que está bien, que es
halagador. Al principio me irritaba mucho porque me comparaban constantemente
con otro, especialmente cuando piensas que tienes tu propia voz
pero, en fin, resulta halagador.
FJ: ¿Qué importancia da al hecho de
desarrollar pronto una voz propia?
BM: Pienso que es crucial. No sé si es algo
que se tiene que hacer conscientemente pronto, pero creo que para
mí es fundamental llegar a ese punto y es así como
juzgo mi desarrollo creativo. Pienso, al igual que la mayoría
de músicos de jazz en sus etapas de desarrollo que en éstas,
te atrincheras con la historia de la música y esto tiene
su lado bueno y malo. Es lo que hacía con mis amigos en el
colegio y en la universidad: escuchaba y me obsesionaba con la cronología,
y con quién precede a quién, y de dónde sale
cada uno. Creo que esto es importante, pero llegado a cierto punto,
deja de ser definitivo, y lo fundamental pasa a ser el modo en el
que interiorizas esas influencias y dejas de pensar en ellas mientras
tocas. Es lo que deseas conseguir mientras tocas con alguien, tienes
todo esto en tu interior, pero no es algo de lo que tengas que ser
consciente a la hora de improvisar.
FJ: Hablemos ahora de su trabajo "The Art of the Trio, Volume
Two: Live at The Village Vanguard". ¿Cómo surgió
ese proyecto?
BM: No estaba muy seguro de lo quería hacer
porque siempre te encuentras con muchas opciones a la hora de grabar.
Surgió mientras tocaba con mi trío en el Vanguard.
Siento una verdadera afinidad por ese lugar, me proporciona una
gran inspiración actuar en ese local, por la audiencia y
la intensidad que demuestra mientras escuchan. El local en sí
mismo, por el tipo de música que hacemos, y mucha gente lo
cree así, tiene una acústica fantástica, puedes
escuchar todo perfectamente. Hay muchas sutilezas que se pierden
cuando tocas en otros sitios, como festivales o sitios así.
Y desde luego, tocar en directo es algo totalmente diferente a tratar
de crear en el estudio de grabación. Le pregunté a
Matt Pierson, el productor, si podía grabar todas las actuaciones
de la semana y sacar con ellas un nuevo trabajo y estuvo de acuerdo.
Ahí supe realmente qué es lo que quería hacer,
porque si tuviera la oportunidad, grabaría todos mis discos
en directo, con sólo cinco o seis temas. Esos son mis discos
favoritos. Estoy pensando en "Miles Davis at the Plugged Nickel",
"Blackhawk" [de Shelly Manne] o "Coltrane at Birdland"...
Te das cuenta de lo consiguen en esos lugares y lo hacen porque
pueden dar todo lo que tienen dentro sin limitaciones. Esa música
es algo trascendental para mí.
FJ: ¿Cuánto tiempo lleva tocando con
su trío?
BM: Activamente, creo que unos cuatro años.
FJ: Hoy día, con las grandes discográficas
que buscan bandas de "All-Stars" ¿Es difícil
mantener una banda unida?
BM: Hay mucho de eso, es curioso. Pero es algo que
no me atrae, el hecho de tocar con grandes músicos con los
que nunca has tocado antes. Para mí es fundamental lograr
una empatía con la gente y obtener cierto nivel de confianza
que se consigue al tocar con los mismos músicos durante cierto
tempo, dejándonos unos a otros espacio libre. Hay muchas
cosas que ocurren, incluso a nivel personal, fuera del trabajo como
banda, que influyen en lo que haces cuando tocas. Por eso, y cada
vez más, soy consciente de lo que este trío, con Larry
Grenadier y Jorge Rossy, significa para mí. Algunas veces,
los periodistas me preguntan ¿Cual sería el grupo
de tus sueños? ¿Billy Higgins, o Ron Carter o Joe
Henderson?... Y yo les contesto, "Bueno, realmente es el que
tengo" Y se debe al espacio que puedo conseguir cuando toco
con ellos. Es un placer para mí. Soy consciente de lo importante
que es esto e insisto ello. Esto nos permite crecer porque siempre
sucede así: cada vez que tocamos juntos nos desarrollamos
constantemente.
FJ: ¿Qué es mas importante para usted en este momento
de su carrera, el apoyo del público o ser aclamado por la
crítica?
BM: El apoyo del público. Creo que es mucho
más importante cuando te vas a la cama por la noche, la satisfacción
de haber hecho aquello que buscabas. Es muy ilusionante, y unas
veces ocurre y otras no. Pero es verdaderamente importante sentir
que conecto con el público porque me demuestra que sigo un
camino honesto, sin engañarles ni haciendo trucos, haciendo
las cosas que sé que funcionarán.
FJ: ¿Qué es lo que le atrae del formato
de trío? ¿Piensa explorar en el futuro otro tipo de
conjuntos, como un cuarteto o grupos más grandes?
BM: El trío es algo que todavía me
estimula. Tomamos la decisión de apegarnos a él durante
una buena temporada y la verdad es que no tengo planes futuros de
hacer algo distinto, por lo menos conmigo como líder. Lo
bueno es que he podido colaborar con Joshua Redman hace poco. Estamos
terminando de grabar su último disco en Nueva York. Para
mí esto es igualmente satisfactorio, pero en otro sentido.
El hecho de formar parte de la visión musical de otro, si
la visión es buena, como en el caso de Josh, es muy estimulante
y agradable el poder hacer esto también.
FJ: ¿Qué otros músicos figuran
en el grupo?
BM: Están Brian Blade a la batería
y Larry Grenadier al contrabajo.
FJ: Al principio de su carrera vivía en Nueva
York y ahora se ha instalado en Los Ángeles. ¿Encuentra
diferencias entre estas dos ciudades?
BM: Creo que mucha gente de Nueva York ve Los Ángeles
como un sitio muerto para el jazz. Después de vivir allí
desde hace dos años, a mí no me da esa sensación.
En Nueva York existe, desde luego, una geografía estructurada,
una verdadera escena del jazz en Greenwich Village y West Village,
y ocurre así con todas las artes. Tienes un escenario clásico
en Lincoln Center, teatros en Times Square, editoriales en Upper
Westside... Todo es así. Eso me cerró algunas puertas
cuando vivía en Nueva York. En Los Ángeles es completamente
distinto. Entre los músicos encuentras a gente mucho más
versátil porque están haciendo bandas sonoras para
películas. Muchos de ellos son asimismo capaces de hacer
un arreglo de cuerdas como de meterse en el pop, pero no en el pop
"pastelero", ya sabes, sino un pop mucho más creativo
al que he estado prestando mucha atención. Ha sido muy interesante
y enriquecedor colaborar en algunas grabaciones de este tipo en
Los Ángeles desde que vivo allí. Creo que cada cual
tiene que encontrar cosas fuera de uno mismo. La gente pregunta:
"¿Debería irme a Nueva York?" Creo que es
una cuestión muy subjetiva. Para mí desde luego fue
importante, no hay duda, es lo que quería hacer cuando dejé
la universidad porque quería ir donde estaban todos mis héroes
que seguían en activo. Pero ahora en Los Ángeles me
parece más interesante aprender cosas distintas y estar involucrado
en otro tipo de estilos.
FJ: ¿Como ve la situación actual del
jazz? ¿Qué dirección piensa que debería
tomar en el futuro?
BM: Creo que goza de buena salud. Hoy tenemos una
cosa que antes no existía y es un mayor interés de
los medios por lo que ocurre en el jazz, casi como el que se presta
a la música pop. Se interesan por alguien y lo hacen no tanto
por su música, sino por su historia personal, su imagen o
cualquier otra cosa. El problema con ese tipo de mentalidad pop
es que tiene fecha de caducidad. Consiguen pronto un gran contrato
discográfico y desaparecen de la escena en pocos años.
Esto no tiene nada que ver con el nivel actual de los músicos.
Para mí es mejor que nunca. Hay muchos grandes músicos
que consiguen grabar su propia música y también hoy
muchos otros que no gozan de esa situación en Nueva York,
pero que son realmente músicos increíbles. No creo
que estemos pasando un mal momento en absoluto, aunque es complicado
decir que dirección tomará en el futuro. Pienso que
una de las cosas que puede ocurrir es este tipo de renacimiento
que tiene lugar en el jazz, en el que muchos de los músicos
jóvenes de mi generación -yo incluido- que están
obsesionados con la historia, miran hacia el pasado y examinando
lo que ha ocurrido en el último siglo. Todo eso esta muy
bien, pero creo que la gente empezará a mirar hacia delante
y a vivir el presente, a tocar música sin tener en ocasiones
una especie de mala conciencia, de estar demasiado intimidados por
la historia. Debemos salir de todo esto y vivir el tiempo que nos
ha tocado vivir.
FJ: Ha estado mucho de gira este año ¿Ha podido practicar,
ensayar? ¿Es importante para usted practicar, llegado este
punto de su carrera?
BM: Es realmente importante, pero es una de las cosas
que no puedo hacer como quisiera cuando estoy de gira, y he estado
mucho de gira, sobre todo durante el último año. He
tenido mucho trabajo con mi trío y no he podido practicar.
Pero cuando estoy en casa es muy importante para mí y trato
de dedicarle tiempo.
FJ: ¿Cuáles son sus temas o standards
favoritos?
BM: Me gustas especialmente los temas sencillos.
Temas muy sencillos pero con una melodía poderosa. También
me atraen mucho las baladas, descubrir nuevas baladas, descubrir
viejas baladas.
FJ: Si no estuvieras tocando jazz, ¿qué
tipo de camino cree que hubiera seguido?
BM: Estoy seguro de que estaría involucrado
con la música de un modo u otro. Lo que me atrajo del jazz
-y siempre fue así, incluso antes de que escuchara nada de
jazz- lo que realmente me divertía y puedo recordar de cuando
tenía ocho o nueve años, era el hecho de sentarme
e improvisar al piano. Y el jazz, más que cualquier otra
música occidental, hace de la improvisación su punto
central, que es precisamente lo que me fascina. Es complicado decir
qué es lo que estaría tocando si no hiciera jazz,
pero creo que tendría que estar relacionado con la improvisación
de alguna manera.
FJ: ¿Hay algún músico al que
considera que el público y las compañías discográficas
deberían prestar mayor atención?
BM: Hay muchos. En Nueva York hay algunos que probablemente
empezarán a ser mucho mejor considerados. Mark Turner, por
ejemplo, es un saxo tenor increíble. Por fin esta siendo
descubierto. Ya ha sacado su primer álbum para Warner Brothers.
Y muchos músicos con los que él ha tocado, como el
guitarrista Kurt Rosenwinkel que es absolutamente fenomenal. No
puedo entender como todavía no consigue un contrato discográfico.
Su música es increíble y original. También
algunos músicos con los que he podido tocar, como Jeff Ballard,
gran batería, y un buen número de tenores, muchos
de los que tocan en el Small's en Nueva York. Un Bajista israelí
que se llama Avishai Cohen que tiene un discurso realmente propio...
Uno de mis músicos favoritos de mi generación es el
gran guitarrista Peter Bernstein y no es suficientemente reconocido.
FJ: ¿Qué tipo de música escucha últimamente?
BM: No escucho mucho jazz últimamente, apenas
un puñado de grabaciones que metí en una bolsa cuando
dejaba mi apartamento. Me gusta mucho el último disco del
grupo Radiohead llamado "OK Computer". Han dado un giro
muy fuerte. Otro disco que pongo mucho últimamente es uno
del cantante y compositor Scott Weiland.
FJ: ¿El antiguo cantante de los Stone Temple
Pilots?
BM: Toco en su primer disco en solitario. Es una
música muy divertida. He tenido la oportunidad de trabajar
un poco con él en Los Ángeles.
FJ: ¿Hay mucha diferencia entre tocar jazz
y tocar rock?
BM: El público es totalmente diferente. He
hecho un par de bolos con él en Los Ángeles. Recuerdo
uno en particular durante estas navidades para la gran cadena de
radio K-ROQ. Fue en un anfiteatro de la Universal con miles de personas.
Salí con ellos, disfrazado con toda la parafernalia, y todos
se pusieron a gritar enloquecidos. Es algo totalmente diferente.
Hay mucha pompa y puesta en escena. No se trata sólo de la
música, es muy importante la imagen y el envoltorio, la personalidad
de la banda y su cantante. Es algo que me hacía torcer la
nariz cuando estaba muy metido en el jazz. Pero sinceramente es
algo que no debería ocurrirme, porque yo crecí escuchando
rock and roll, Jimi Hendrix, Led Zeppelin, Grateful Dead, Steely
Dan y todo ese tipo de cosas. Antes de descubrir el jazz y mientras
me interesé por él seguí escuchando mucho este
tipo de música. No sé si sería gratificante
hacer gira con un grupo así, en la que no hay sitio para
la improvisación. También participé en un disco
de Willie Nelson, y fue muy divertido. Tenía una gran banda.
Es un tipo de satisfacción muy diferente la que se obtiene
con ellos, es muy visceral, muy físico todo lo que ocurre.
Ocurre a un nivel primario, "estomacal". Pero es muy satisfactorio,
muy diferente.
FJ: La mayoría de los puristas del jazz no ven con buenos
ojos el rock. Rechazan el acid jazz o la fusión. ¿Encuentra
este tipo de mentalidad saludable o cree que conlleva un mensaje
elitista?
Tú lo has dicho. Es elitista. Lo que he podido
ver respecto al jazz, echando la mirada atrás, es que la
gente lo toma como una forma elevada de arte, en el sentido de que
sólo les gusta el "Kind of Blue" de Miles o John
Coltrane. Tenemos todo un legado de grabaciones, todo un canon que
nos va a acompañar siempre. Eso es incuestionable. Pero ¿por
qué hemos de tener tanta mala fe con ello? Históricamente
lo que ha hecho el jazz ha sido tomar prestados elementos de todo
tipo de géneros y hacerlo desde una forma casi sacrílega.
Y esto no ocurre sólo en el jazz. La música clásica
también lo ha hecho, cogiendo prestadas formas de danzas
y minuetos y convirtiéndolas en el tercer movimiento de algunas
de las más grandes sinfonías del mundo. Tomando canciones
tradicionales y haciendo de ellas esos preciosos lieder. Pues lo
mismo ha ocurrido con el jazz, con Dizzy Gillespie tomando cosas
de la música cubana, o Art Tatum y su influencia de la música
clásica, sus aproximaciones a Debussy... El Jazz nunca ha
tenido miedo de coger elementos de cualquier parte y transfigurarlos,
llevándolos a otro nivel. Creo que esto puede seguir pasando
ahora. Es eso lo que me atrae. Puedes tomar una canción de
pop de cualquier periodo y, si es un buen tema, con una buena melodía,
puedes expresar esa melodía e improvisar sobre ella, o prescindir
de ella y volverla del revés. No hay necesidad de mantenerlo
intacto y separarlo de todo lo demás. Eso lo único
que hace es alienar al público. Es muy elitista. Eso ahuyenta
a la gente.
FJ: ¿Tiene algún proyecto futuro en
mente?
BM: Creo que continuaré trabajando con el
trío. Eso será lo más importante, y volver
a grabar con ellos. Más composiciones propias, tengo muchos
temas en los que he estado trabajando. El último disco ("The
Art of the Trio, V. 2") sólo tenía standards.
También seguiré trabajando con Joshua Redman. Me gustaría
grabar algo a piano solo. Es algo que me ha dado mucho respeto y
por lo que he estado esperando hasta sentir que tengo algo importante
que decir, y creo que estoy llegando a ese punto. Así que
tal vez, en los próximos años, haré un disco
a piano solo con temas propios.
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