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Ramón "Mongo" Santamaría Rodríguez es
reconocido cómo uno de los músicos que convirtió al tambor cubano
llamado tumbadora o conga en un instrumento imprescindible de las
modernas agrupaciones de jazz, rock-and-roll, soul, reggae y otros
ritmos modernos. Siguiendo los pasos de precursores como su compatriota
Chano Pozo, quien fuera miembro estelar de la gran orquesta de Dizzy
Gillespie, Mongo Santamaría junto con sus contemporáneos Armando
Peraza, Carlos "Patato" Valdés y Francisco Aguabella, fue
principal contribuyente en la transformación del sonido tradicional de
las orquestas de jazz y más tarde de rock and roll y soul. Hoy en día
la tumbadora, con su característico sonido y sabor cubanos, es
acompañante necesaria en casi todo género de música popular, desde
los conjuntos de norteña en México a los Gípsy Kíngs en Francia, y
la encontramos de rutina en las más variadas orquestas de show desde
Paco de Lucía a Carlos Vives.
La biografía musical de Mongo Santamaría lo ubica en
un constante vaivén entre la ejecución de la música cubana más
tradicional, e.g. el son, la rumba, el danzón, el bolero, la pachanga,
y un estilo fusión muy propio de él, que combina el jazz con la
música negra norteamericana soul y motivos y ritmos de origen cubano.
Empero, Mongo, quien ha cursado la mayor parte de su vida artística en
los Estados Unidos, es, en el fondo, un sonero de corazón. Defensor a
muerte de la música de su país -al que visita de vez en cuando a pesar
de las dificultades vigentes- y promotor del elemento Afro en la misma,
Mongo se ha destacado por sus célebres críticas hacia la
"salsa", a la que considera una imitación. A pesar de esta
posición impopular, debemos destacar que Mongo ha sido admirador y
promotor de las músicas autóctonas de otros países de la cuenca del
Caribe, como Puerto Rico, República Dominicana, Colombia y Trinidad.
Mongo nació en La Habana, Cuba, en el barrio de Jesús
María, un 7 de abril de 1917. Su padre, Ramón Santamaría Giménez, se
dedicaba a labores de albañil y fungía de "sargento" en
actividades políticas locales. Su madre, Felicia Rodríguez, vendía
café, cigarros, etc. en un puesto callejero.1 Poco pudo Mongo conocer a
su abuelo paterno, nacido en África, quien había arribado a Cuba en
condición de esclavo en un barco negrero de contrabando en la última
parte del siglo diecinueve. Pero su abuela materna cocinaba para los
toques de bembé de la religión santera, en los que Mongo comenzó su
aprendizaje en el tambor. Desde muy pequeño Mongo estuvo rodeado de un
excitante ambiente musical en este barrio famoso por sus rumberos de
renombre y por la popular comparsa La jardinera, de la cual Mongo pronto
forma parte. Y era la época de auge del son, género que precisamente
es grabado por primera vez en el año que nace Mongo.2
De dónde son los cantantes
Los musicólogos estudiosos del tema están de acuerdo
en que en el área del Mar Caribe se encontraron v desarrollaron a
través de varios siglos una serie de estilos musicales que podemos
denominar el complejo del son y que incluyen formas afines como el
tamborito de Panamá, e1 porro colombiano, la plena de Puerto Rico, el
son y el changüí en la antigua provincia de Oriente en Cuba, el
merengue en Haití y Santo Domingo y el mento en Jamaica.(3) La variante
cubana de este complejo tuvo su foco de desarrollo en la última parte
del siglo diecinueve principalmente en zonas rurales y urbanas de los
municipios de Santiago, Alto Songo, Guantánamo, Baracoa, Mayarí,
Manzanillo y Tunas en el oriente de la isla, y en menor grado en la
región central de la isla en la zona de Cienfuegos, Trinidad y Sancti
Spiritu, así como en el extremo más occidental.(4) Santiago de Cuba
fue capital cultural de la zona oriental en esa época, que coincide con
el nacimiento de otro género musical de importancia hemisférica, el
bolero. En esta ciudad, a finales del siglo diecinueve y en los albores
del veinte, coincidiendo con la aparición del modernismo en la poesía
"culta" latinoamericana, Pepe Sánchez y Sindo Garay, quienes
proponen un modernismo popular componiendo los primeros boleros de que
se tiene noticia. Y sobre esa fecha trovadores santiagueros ya entonan
estribillos sonados en contra del decrépito régimen colonial español,
v.g. "Caimán aé, dónde está el caimán," y "Pájaro
lindo voló".(5) Con el inicio de la era republicana el son
oriental emigra hacia la capital de la República, donde se consolida
como símbolo de la música cubana. Vale recalcar que esta migración, y
su secuela de herencia cultural soberana, se debió a la formación del
primer ejército nacional de la República independiente, ya que con el
traslado rutinario de miembros del flamante ejército nacional de una
parte a otra de la nueva Cuba Libre los reclutas de la provincia de
Oriente cargaban con ellos, a más del fusil, su tres, su clave y su
bongó, y difundían el tumbao del son. Vencida con relativa facilidad
la resistencia de los círculos de "sociedad" en La Habana,
atemorizados por este nuevo sonido proveniente de "los de
abajo," la popularidad del son se esparce como reguero de pólvora
en la medida en que la nueva tecnología de la grabación permite su
distribución masiva y rápida. De un día para otro el son se convierte
en la música cubana por excelencia, desplazando de su pedestal al
danzón de vieja data, con el cual negocia acuerdos musicales que
resultan en el danzonete y, con posterioridad, el mambo. De niño, Mongo
tuvo oportunidad de presenciar la evolución de los grupos soneros, para
la que, basándose en los formatos de trío -caso Matamoros- o cuarteto,
se conformaban luego en sextetos y septetos. A las originales
agrupaciones compuestas de tres, maracas, bongó y marímbula, se les
sustituía la marímbula con el contrabajo y se añadía la trompeta.
Las grabaciones de son hicieron furor en América Latina y en especial
en países como República Dominicana, Puerto Rico y Colombia, donde
toda una tradición local sonera inspirada por grupos cubanos, pero
sustentada en raíces propias, comienza á desarrollarse. Los números
del Sexteto Boloña, el Habanero y el Septeto Nacional se hacen parte
del cancionero popular del Caribe.(6)
El tío materno de Mongo, José Rodríguez, conocido
como Macho, tocaba maracas en un grupo sonero conocido como Jiguaní, y
fue él quien motivó al joven Mongo para que se dedicara a la música.
Su madre Felicia prefería una educación más formal y matriculó al
hijo en clases de violín en las cuales Mongo no duró mucho. Más bien
gustaba de tocar maracas y cantar en grupos del barrio como, primero, La
Lira Infantil, y después, La Lira Juvenil. Otros que influyeron sobre
la carrera de Mongo fueron Luis Santamaría, su primo por parte de
padre, quien cantaba en las ceremonias religiosas de los lucumíes, como
se llamaba en Cuba a los africanos de origen Yoruba, y Clemente
"Chicho" Piquero, notable bongosero, quien fuera parte anos
más tarde del elenco de la orquesta gigante de Beny Moré. Fue Chicho
el que inspiró a Mongo para decidirse por la percusión como oficio.(7)
"...Tocado por manos de negro cubano, Que
haya jurado tocar el tambó..." Yiri, Yiri, Bon
Cuando contaba apenas veinte años Mongo hace su debut
como bongosero profesional en el cabaret habanero Eden Concert con una
agrupación dirigida por Alfredo Boloña, sonero de fundamento y que
contaba además con Marcelino Guerra, autor de números como "Pare
Cochero," "Me voy p'al pueblo," y "Buscando la
Melodía". Acto seguido Mongo se integra a un sexteto organizado
por Alfredo León, que incluía veteranos soneros como el cantante
Joseíto Núñez, proveniente del Septeto Nacional; el pianista Silvio
Contreras, autor del antológico danzón "Masacre"; Cristóbal
Dobal, compositor y bajista que con el tiempo se uniría al Conjunto
Casino; y del trompeta Miguelito Peyoso. Poco después Mongo es
reclutado por otro sexteto de vieja alcurnia sonera, la Carabina de
Ases. En esta temprana era, el joven bongosero participa por primera vez
en grabaciones con los Lecuona Cuban Boys y con Antonio Machín, en las
cuales la autoridad de su sonido fuerte, definido, acompasado, comienza
a establecerse.
Para muchos como Mongo el sueño de ganarse la vida
laborando como músicos se estrellaba contra la realidad de la
organización social de la producción. La capacidad de trabajo del
músico era, como todo tipo de labor en una economía de mercado, una
mercancía más, y como tal sufría a menudo los avatares de la
superproducción. La economía cubana del período se caracterizaba
además por un monocultivo subdesarrollado dependiente de la metrópolis
estadounidense, que se traducía por añadidura en un grave problema de
desempleo estructural en todas las ramas de la producción. Como si esto
fuera poco, con el advenimiento de la descomunal crisis de la década de
los treinta, se desarrolla en Cuba, en el medio de la masa de
desempleados, un verdadero ejército musical de reserva.
No pudiendo sobrevivir como músico, Mongo tuvo la
fortuna de obtener, mediante "palancas" provistas por amigos
políticos de su padre, un trabajo fijo como cartero para el servicio de
correos del Estado. Por ocho años -hasta 1947- se desempeña en esta
profesión fortuita, mas continúa tocando el bongó donde y cuando
podía, con el anhelo de mantener vigentes sus ilusiones musicales. Tal
vez no poder tocar de una manera fija con un grupo determinado fue a la
larga de gran utilidad para Mongo, quien en estos años se consagra como
bongosero, redondea un sonido propio y desarrolla su versatilidad como
percusionista. Así pues Mongo toca durante la década del cuarenta en
ocasiones con la Sonora Matancera, graba con el conjunto de Miguel
Matamoros, y funge como bongosero con la orquesta de planta de la
emisora Mil Diez. Su sonido se oye con orquesta en la pista de sonido
del film "Ahora Seremos Felices" (1939), es llamado para hacer
breves giras con el Conjunto Hermanos Camacho, que tocaba en la tanda
preliminar de las actuaciones del Conjunto Casino, y suena los cueros
con la jazzband de los Hermanos Martínez.
Promediando la década de 1940 uno de los conjuntos
más populares de Cuba era el de Arsenio Rodríguez. Para satisfacer las
demandas de los bailadores ansiosos de bailar su repertorio, el genial
"ciego maravilloso" conforma una segunda agrupación bautizada
Conjunto Segundo Arsenio, para la cual escoge, como director y tresero,
a Candito Camero y, como bongosero, a Mongo Santamaría.(8)
Durante todo este período, Mongo se limita como
percusionista a tocar el bongó. Era un tiempo de transición para los
grupos soneros. Hacia finales de la década de los treinta algunos
músicos habían experimentado con el sonido más grave y profundo de la
tumbadora -hasta ese momento los sextetos y septetos solamente
utilizaban en la percusión las maracas, la clave, y el bongó. Hasta
ese momento la conga e instrumentos afines -unimembranófonos
abarrilados tocados 'a mano limpia'- se utilizaban en las comparsas del
carnaval, o en toques de bembé y rumba. Para Mongo, fue el Conjunto La
Llave de Rafael "Mañongo" Ortiz el primero que utilizó la
tumbadora o conga hacia el año 1940. Otras fuentes señalan al Sexteto
afrocubano de Santos Ramírez utilizando la conga en el año 1936. (9)
De lo que no hay duda es que fue Arsenio Rodríguez el que supo integrar
el sonido de la conga con el del bongosero -que alternaba con la
campana- para producir el moderno sonido del conjunto sonero que perdura
hasta nuestros días, y que podemos escuchar en todas las agrupaciones
contemporáneas de salsa, de Niche y Oscar de León, al Conjunto Libre y
la Sonora Ponceña.
Dos eventos de importancia para la futura carrera de
Mongo tienen lugar en la década del cuarenta. El primero es que traba
amistad con Armando Peraza, formidable bongosero que hacía pareja con
el conguero Carlos "Patato" Valdés en el Conjunto Kubavana.
Armando provenía también de un origen humilde y se había ganado la
vida de vendedor ambulante y de pelotero semiprofesional de béisbol
antes de dedicarse en serio a la percusión. En los años siguientes
Mongo y Armando trabajarían juntos a menudo y entre los dos marcarían
una profunda huella en los estilos de percusión de las orquestas
norteamericanas de jazz .
El segundo se refiere al trabajo conjunto que Mongo
realizara con el influyente músico Chano Pozo. Los dos se conocían por
sus labores similares en el campo de la música popular y sus trabajos
de percusionistas para comparsas capitalinas. Pero en una feliz ocasión
ocuparon el mismo escenario. Se da la presencia en La Habana en esos
años del connotado ballet ruso del Coronel Basil. Esta compañía poca
suerte tuvo y terminó desintegrándose, pero su coreógrafo David
Lichine así como varias de sus bailarinas permanecieron en la isla.
Lichine organizó un show especial, denominado Congo Pantera, para
presentarlo en uno de los fastuosos cabarets de La Habana nocturna. El
espectáculo combinaba elementos de la coreografía clásica de los
ballets rusos con percusión y elementos locales, en una trama que
tomaba lugar en una mítica aldea africana. En esta sincrética escena
participaron bailarinas rusas, rumberos cubanos de renombre como Vitite,
Alambre, y Silvestre Méndez; Mongo Santamaría tocando bongó y el
afamado compositor, rumbero, tocador de tumbadoras, matasiete, y
bailarín, Chano Pozo, quien tuvo el papel de "jefe de la
tribu". Un ajíaco de ballet ruso y rumba cubana, real y
maravilloso, como una trama de Alejo Carpentier. (10) Poco tiempo
después Chano Pozo abriría toda la época del jazz afrocubano o latino
en los Estados Unidos convirtiéndose en pionero, y en precursor de las
posteriores tareas de Mongo, Armando Peraza, el Patato Valdés, y
Francisco Aguabella.
A viajar se ha dicho
Lo que más anhelaba Mongo era trabajar de tiempo
completo en la música. Corría el año de 1947 y se presenta una
oportunidad de trabajo en México con el Conjunto Clave de Oro. Existía
entre México y La Habana, dos ciudades que "son como
hermanas", un flujo permanente de músicos, que se daba de forma
legal e ilegal. Muchos habían viajado a Ciudad de México a grabar y
habían permanecido en la capital azteca por muchos años. Algunos en La
Habana se metían en un buque de carga llamado "Emancipación"
y se colaban sin papeles por Veracruz tratando de 'resolver' fuera de
Cuba.
Mongo cruza su Rubicón musical y se traslada a Ciudad
de México. A poco de llegar se enferma y se comunica con su amigo
Armando Peraza, quien viaja a México para ayudar a Mongo en este
momento de necesidad. Después de seis meses Mongo y Armando viajan a
Nueva York con el nombre de los Diamantes Negros en un show que es parte
exhibición de la extraordinaria capacidad de ambos rumberos, y parte
música de acompañamiento para una famosa pareja de bailes cubanos,
Pablito y Lilón, que fuera celebrada en sones de Miguelito Valdés y
Beny Moré.(11)
Los dos bongoseros permanecen casi todo el año de 1948
en la Babel de Hierro. En el Teatro Hispano montan su show tocando con
un sinnúmero de congas y bongoses, y acompañan a Pablito y Lilón.
Mongo hace apariciones en el Teatro Apolo de Harlem con Miguelito
Valdés, en el Palladium con Machito y en otros sitios con un grupo
dirigido por Marcelino Guerra. En ese año su compatriota Chano Pozo se
había unido a la gran orquesta del trompetista Dizzy Gillespie tocando
la conga y tocando temas como Manteca, Tin tin deo y otros de su
inspiración. (12) A fines de ese mismo año Chano Pozo muere abatido a
balazos en un bar de Harlem, resultado de una desavenencia sobre la
calidad de una cantidad de marihuana.
No cabía duda de que para los músicos boricuas y
cubanos que llegaban a Nueva York con las proverbiales "una mano
alante y la otra atrás", la metrópolis yanqui ofrecía
oportunidades económicas y artísticas nunca vistas. Mongo opta por
permanecer en los Estados Unidos. Pero del dicho al hecho hubo gran
trecho: primero tocaba el papeleo de las visas. Esto lo obliga a
regresar a México, donde intenta infructuosamente poner sus documentos
en orden. Entre gestión y gestión acompaña al trío Los Panchos y
graba con la orquesta tropical de Arturo Núñez. Después de varios
meses retorna a La Habana para continuar trámites desde su ciudad
natal. Mientras espera impacientemente por el arreglo de su viaje de
regreso a Norteamérica trabaja todo lo que puede: toca con la orquesta
de Peruchín Jústiz en el Teatro Campoamor en un show de la diva Rita
Montaner, donde coincide con el joven trompeta Chocolate Armenteros,
acompaña de nuevo al visitante trío Los Panchos y al boricua Pedro
Flórez, a quien acompaña en grabaciones de los boleros
"Orgullosa" y "Te doy mil gracias", del prolífico
autor puertorriqueño. Por fin, el día 23 de octubre de 1950 llega a
Nueva York en calidad de residente permanente.
"Hay que estar un poco loco pa' vivir en
Nueva York" --Henry Fiol
Comienza Mongo su vida profesional en los Estados
Unidos tocando en el Hotel Park Plaza con la orquesta los Dandys de
Johnny Seguí; en seguida se une al flautista y compositor cubano
Gilberto Valdés, autor de "El botellero," "Yo vengo de
Jovellanos", y "Rumba abierta", y quien había sido
director musical de la compañía de danza de Katherine Dunham, para
formar una charanga, la primera jamás organizada en los Estados Unidos
que cuenta además de Valdés en la flauta y Mongo en las tumbadoras,
con el violín de otro veterano charanguero, el maestro Alberto Iznaga,
y la voz de Macucho, del habanero barrio de Los Sitios. La charanga se
establece en el club Tropicana del Bronx. Por este tiempo Mongo
Santamaría toca la conga para una grabación en una sesión con Dámaso
Pérez Prado, que incluye los números "Lupita" y "Mambo
del 65." Después de la grabación Mongo se une a la caravana de
Pérez Prado que viajaba por todo el país tocando la locura del
momento: el mambo.
En ese maratón musical ocurre una tragedia que casi
sesga de manera fulminante la carrera de Mongo. El bus en que viajaba
todo el elenco -músicos, bailarinas, etc. se estrella contra la entrada
de un puente en una carretera del Estado de Texas, entre Dallas y
Houston. Mongo resulta gravemente herido, con múltiples fracturas de la
cadera y una pierna. Trasladado a un centro de urgencias el cirujano de
turno, en un Estado conocido por su factura racista, en vez de intentar
reparar la fractura de la pierna, estaba a punto de cortársela como se
acostumbraba a hacer si la víctima era un moreno- si no fuera por la
intervención de uno de los músicos, boricua bilingüe, que protestó
airadamente y finalmente convenció al médico de que Mongo no era un
"nigger" local, sino un músico extranjero y que cortarle la
pierna podría traer consecuencias inesperadas para el galeno. Dos meses
permaneció Mongo interno en un hospital y el accidente tuvo
consecuencias duraderas: hasta el presente ha tenido que usar botines
especiales, ya que la pierna, aunque rescatada del serrucho, se la
dejaron chueca; y ha soportado varias operaciones para repararle la
cadera, la más reciente hace un par dé años, testimonio de la
fortaleza física y durabilidad de este "tambolero".(13)De
nuevo en pie, Mongo se reincorpora a la Charanga de Gilberto Valdés en
Nueva York. Y cuando Frankie Colón abandona la orquesta de Tito Puente
en 1952, Mongo Santamaría se suma al equipo del timbalero neoyorquino,
que incluye en el bongó, primero a Manny Oquendo, y después, a Willi
Bobo.
Con la orquesta de Tito Puente, Mongo Santamaría graba
entre 1952 y 1957 una serie de elepés que hicieron época, como, por
ejemplo "Cuban Carnival", con números clásicos como
"Pa' los rumberos", "¿Qué será ...mulata?" y
"Guaguancó Margarito". Otros discos LP de nota con Puente
fueron "Puente in Percussion", "Puente Goes Jazz" y
"Top Percussion". En este ultimo LP se incluirían varios
complejos ritmos afrocubanos sugeridos por el afamado tocador de tambor
batá, Francisco Aguabella.
Aparte de su labor con Puente, Mongo desarrolla a
plenitud su actividad musical en estos años. Pocos saben por ejemplo
que es el sonido de Mongo Santamaría el que se escucha en la
antológica grabación del bolero "Plazos Traicioneros",
interpretado por Vicentico Valdés y grabado en Nueva York en 1954.
En 1955 Mongo comienza a grabar el primero de una serie
de discos de larga duración de música folklórica afrocubana. Este
primer proyecto fue un disco LP de diez pulgadas con el nombre de
"Changó". Clave para la producción del material fue la
presencia en Nueva York de otro rumbero del barrio de Jesús María en
la Habana, hombre de una impecable prosapia rumbera. Se trataba de
Silvestre Méndez, cantante, compositor y percusionista quien visitaba
la Gran Manzana en ese año acompañando el baile de la rumbera cubana
-basada en México- María Antonieta Pons. Silvestre Méndez es un
nombre poco conocído fuera de expertos y musicólogos, pero sus sones
le han dado la vuelta al mundo. Es el autor de "Yiri Yiri
Bon", uno de los primeros éxitos de Beny Moré; de un bolero-chá
que Panchito Riset inscribió para la posteridad. "Te fuiste";
de una bomba que parece compuesta por un boricua, "Mi bomba
sonó", y de un ritmo que popularizaran Cortijo y su combo en los
años cincuenta y sesenta, "Oriza". En Cangó participaron
además de Mongo y Silvestre, el flautista Gilberto Valdés, Patato
Valdés, Antar Daly y Mercedes Valdés. Algún tiempo después se
añadieron cuatro números más con la participación de otro rumbero
recién llegado a Nueva York, el tamborero Julito Collazo y el disco fue
lanzado de nuevo con el título de "Afro-Cuban Drums an
Chants". En el año de 1957 Mongo organiza junto con Marcelino
Guerra y José "Chombo" Silva una agrupación de música
cubana, la Orquesta Maniatan. Esta fue una orquesta que aunque duró
poco tiempo puso a todos en Nueva York, inclusive a Machito, a sudar la
gota gorda, en particular, en ocasiones cuando Armando Peraza de visita
en la ciudad ¡se subía a tocar bongo!
Después de un viaje a San Francisco, Mongo había
grabado con el jazzista Cal Tjader el LP "Más Ritmo
Caliente". La acogida fue tal que en ese mismo año Mongo
Santamaría abandona Nueva York en compañía de Willie Bobo y se marcha
a San Francisco, donde conforman la percusión del quinteto de Cal
Tjader. Con Tjader, Mongo Santamaría realiza una serie de grabaciones
que lo llevan a la cima del mundo del Jazz. Entre otros, debemos
mencionar los LP Latino, "Tjader Goes Latin" y "Demasiado
Caliente".
Es durante el periodo con Cal Tjader que Mongo
Santamaría compone un número que se establecería permanentemente en
el repertorio de todo jazzista moderno. Nos referimos a
"Afro-Blue", el cual ha sido una de las composiciones más
grabadas en las últimas décadas. El saxofonista John Coltrane lo
grabó en seis ocasiones (por lo menos) al punto de que muchos
entusiastas del jazz piensan que es John Coltrane el compositor. Otros
que popularizaron "Afro Blue" fueron el baterista Max Roach y
el vocalista Oscar Brown, Jr.
Con Cal Tjader, Mongo Santamaría grabó exclusivamente
para el sello Fantasy Los directores de esta compañía se dieron cuenta
pronto de que era el pegajoso y complejo sonido percusivo de Mongo lo
que vendía la música de Cal Tjader. Así las cosas, fue fácil para
Mongo convencerlos para producir otros dos discos de música folklórica
afrocubana, "Yambu", grabado en 1958 y "Mongo", en
1959. Estos dos discos constituyen una clínica de guaguancós,
columbias, yambus, comparsas y otros géneros del rico folklore cubano.
El equipo fue una especie de seleccionado de percusionistas residentes
en Estados Unidos, que incluía, además de Mongo, a Francisco
Aguabella, Willie Bobo, Armando Peraza y Carlos Vidal y otros notables
jazzistas como Vince Guaraldi, Al McKibbon y Cal Tjader. Se destacan en
estas grabaciones el solo de bongó de Mongo en "Mazacote", la
voz y el quinto de Armando Peraza en "Che-que-re-que-cheque" y
los toques de Francisco Aguabella en "Macunsere y Ayenye".
El éxito de Santamaría como percusionista convenció
al sello Fantasy a producir dos discos en La Habana en 1960 bajo la
dirección de Mongo. En ese año Mongo y Willie Bobo viajaron a La
Habana para grabar un primer disco de percusión: toques religiosos de
batá y rumbas; y un segundo LP de música del momento. La primera
grabación, 'Mongo in Havana: Bembé', es un producto de excelsa calidad
musicológica, al punto de que las notas para el disco (liner notes)
fueron escritas por un notable antropólogo de la Universidad de
California en Berkeley, experto en la religión, música y lenguas de
Nigeria, el doctor William Bascom. La importancia cultural y el impacto
de esta grabación es tal que debemos examinar su contenido en detalle.
El lado A de este disco consta de cinco toques rituales de tambor batá:
dos a Changó, deidad lucumí del trueno y los tambores; uno para Olla,
mujer de Changó; uno para Yemayá, madre de Changó, diosa de las aguas
y famosa Virgen de Regla de otras canciones populares y uno para Ochún,
orisha (deidad) lucumí sincretizado en Cuba con la Virgen de la
Caridad. El acompañamiento vocal contaba con la voz de la notable
vocalista afrocubana Merceditas Valdés y de uno de los miembros
fundadores del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba y primo de Mongo,
Luis Santamaría. En esta primera parte de la grabación Mongo se
encargó de tocar el shékere. El lado B incluye cinco rumbas: tres
guaguancós y dos columbias. Las voces son las de Merceditas Valdés,
Macucho y otro rumbero de Jesús María y famoso sonero cubano, Carlos
Embale.Para el segundo disco, "Nuestro Hombre en La Habana",
Mongo contó como arreglista con el tresero Niño Rivera y un elenco que
incluía los mejores músicos del momento en La Habana, v.g. Armando
Armenteros (primo de Chocolate) en trompeta, Paquito Echavarría en el
piano y Papito Hernández en el bajo. Entre los números de este disco
habría que destacar "Vengan Pollos", compuesto por Mongo, y
"Barandanga", obra de Armando Peraza.
De regreso en los Estados Unidos Mongo abandona a Cal
Tjader y regresa a uno de sus formatos preferidos en música cubana, el
de la charanga. Junto a otros músicos de la talla del flautista Rolando
Lozano, el violinista y saxofonista José Chombo Silva, el violinista
Pupi Legarreta y el bajista Cuco Martínez de la vieja orquesta de
Arcaño, Mongo produce una serie de discos de larga duración
("Sabroso", "Más Sabroso", "Arriba La
Pachanga") que, aunque no tuvieron gran éxito comercial
demostraron la capacidad de Mongo para reunir gente de calidad y
producir nuevas fusiones musicales. Esta charanga denominada "La
Sabrosa" mezcla el sonido dulce del violín y la flauta cubana con
armonías y timbres propios del jazz. No duró mucho la vida de "La
Sabrosa" pero el experimento de Mongo con nuevas fusiones pronto
iba a tener sorprendentes resultados.
Watermelon man y la Lupe
Corría el año 1962 y los practicantes de la música
cubana en Estados Unidos atravesaban un período difícil. Con la
ruptura de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y la feroz propaganda
norteamericana contra el gobierno de Cuba, así como la fallida
intentona de Playa Girón y la crisis de los mísiles de 1962, no era
fácil comercializar un sonido denominado "música cubana" en
aquel momento. Mongo, a la sazón de regreso en Nueva York, se
encontraba tocando en los pequeños clubes latinos de esa ciudad. Un
día su pianista -un joven llamado Armando (y después "Chick)
Corea- se enfermó y en su lugar apareció otro joven pianista de jazz
llamado Herbie Hancock. Mientras la banda ensayaba a Hancock se le
ocurrió mencionar un número que acababa de
componer, "Watermelon Man". sa misma noche ya lo estaban
tocando y en pocos meses el número se convertiría en uno de los más
populares del 'pop' estadounidense. Por primera vez se escuchaba en la
música popular norteamericana de masas -o sea fuera del más
sofisticado jazz con su relativamente pequeña audiencia- el sonido
inconfundible de un tambor conga. El éxito de este número le produjo
jugosos contratos a Mongo, quien se estableció como un importante
personaje en el panorama de la música norteamericana, con una
reputación como compositor -"Afro-Blue"- y la especial
capacidad de interpretación demostrada con su versión de
"Watermelon Man". Durante el resto de esa década Mongo graba
una serie de LP's en el mismo estilo de fusión, generando versiones
sabrosas de canciones populares provenientes del género afroamericano
soul, como "Cloud Nine", "Cold Sweat", "Green
Onios" y "Sitting in the Dock of the Bay", Mongo se
convierte en figura esperada en todos los importantes centros nocturnos
de jazz en Nueva York, Chicago, San Francisco y Los Ángeles. Aparece
año tras año durante este período en los elegantes shows de los
casinos de Las Vegas. Sus presentaciones siempre combinaban números de
irreprochable música cubana con otros de estricta pulcritud jazzística
y una mayoría del particular estilo fusión elaborado por él. Al
escucharlo los fanáticos del jazz solían decir que no era precisamente
jazz, que sonaba a "música latina"; los amantes de ésta se
quejaban de que no era bailable: pero era un hecho que a poco de
comenzar a tocar su orquesta todo el público ?-fueran amantes del jazz
o de la música latina- se lanzaba a gritar su entusiasmo y agrado por
el sonido de Mongo.(14)
La carrera de Mongo ha sido bautizada como
"bicéfala": tal calificativo se refiere a la práctica
artística de Mongo que mantiene su actividad en la producción de
música en la tradición de su país al mismo tiempo que desarrolla un
sonido más jazzeado.(15) Así pues Mongo, al mismo tiempo que
popularizaba el "Watermelon Man" de Herbie Hancock, incluye en
uno de sus más importantes grabaciones de principios de los sesentas a
una vocalista cubana sin igual: Lupe Victoria Yoli Raymond, quien en su
propia tierra había sido apodada la "mujer diablo" y que
luego adquiriría otros sobriquetes como "la Yiyiyí", hasta
terminar en el de La Lupe. Poseedora de una voz de sonido gritón,
insolente y desgarrante, Lupe había causado sensación en La Habana e
impactado al mundo de los artistas, siendo bautizada por Pablo Picasso
como "genio"; por Hemingway como "la creadora del arte
del frenesí" y por Cabrera Infante como "fenómeno
fenomenológico".
Su elepé con Mongo es la primera producción de La
Lupe en Estados Unidos, principio de una carrera que la llevaría a
grabar con Tito Puente y popularizar las composiciones de Tite Curet
Alonso como "La Tirana" y "Puro Teatro".
Lo de La Lupe revela otro aspecto de la biografía
profesional de Santamaría: su perspicacia para reconocer el talento de
nuevos artistas y brindarles una oportunidad para triunfar en el mundo
de la música popular y del jazz. Por su orquesta han desfilado jóvenes
talentos que se convertirían en destacados compositores, solistas y
directores de sus propias orquestas. Además de Chick Corea y Herbie
Hancock, tenemos el caso del flautista Hubert Laws, del pianista
colombiano Eddy Martínez y del trompeta y arreglista de Mongo por
muchos años, Marty Sheller.
La salsa
En los años setenta Mongo mantiene su dualidad
musical. Su sonido "norteamericano" se hace más popular que
nunca, en especial con la añadidura al elenco de su viejo colaborador
Armando Peraza, con quien la orquesta hace una aparición en el Festival
de Jazz de Montreux (Suiza), donde se roban el show en el año 1971
interpretando números como "Watermelon Man" y "Cloud
Nine", vieja composición de Mongo, "Come Candela" y un
memorable mano-a-mano en los tambores con Armando Peraza, quien ya se
preparaba para unirse al conjunto de Latin Rock de Carlos Santana.
Para esta fecha la presencia colombiana en la
agrupación de Mongo es notable, porque al pianista Eddy Martínez se
une el sonido de flauta y saxofón de un joven procedente de Sincelejo,
Justo Almario. Hijo de un percusionista (Luis Licho Almario), Justo
Almario conocía no solamente el panorama rítmico del Caribe sino que
se había criado escuchando las grabaciones de Mongo con Tito Puente,
Cal Tjader, etc. Con Justo Almario como director musical Mongo viaja a
Europa, a Japón, a América del Sur y a su tierra cubana, donde
presentan una serie de conciertos. Con Justo Almario también graban un
importante elepé en el año 1974, en el que Mongo una vez más retorna
a sus raíces criollas. En "Ubané" Mongo utiliza a un notable
sonero cubano Justo Betancourt como vocalista e incluye no solo un
número de añoranza, como es el tributo al bongosero Agustín
Gutiérrez "Manana", figura de los septetos cubanos de los
años treinta, sino que basándose en los consejos de Almario, importa
una brigada de tambores de la costa cumbiambera, para grabar la pegajosa
"Cumbia Típica".
Pero es una nueva era, la del nacimiento de un
improvisado condimento musical, la "salsa". Y cuando las
Estrellas de Fanía entran en acción el empresario director Jerry
Másucci sabe que tiene que contar con Mongo Santamaría para prestigiar
el nuevo sonido. Mongo es contratado por la Fania y participa en el
Concierto del Yankee Stadium donde muestra sus dotes de percusionista en
el duelo con Ray Barretto de "Congo Bongo".
En los años ochenta la actividad de Mongo mantiene los
mismos derroteros. Es invitado como figura de primer plano al escenario
de su triunfo en el Jazz Festival de Montreux en 1980, donde se une al
legendario Dizzy Gillespie en una notable ejecución del
"Summertime" de Gershwin. Y siempre en busca de nuevas
variaciones en su sonido, produce un elepé en 1984 donde abundan los
motivos y sonidos del Caribe angloparlante. 'Soca Me Nice" es una
importante producción por otras razones. En ella Mongo nos introduce a
un joven y versátil percusionista cubano, Humberto Hernández
"Nengue," y su arreglista de siempre, Marty Sheller, se
anticipa por doce años a las versiones de los Beatles de Ralph Mercado
con un interesante arreglo del tema "Day Tripper".
En los últimos años Mongo ha sido afligido por una
serie de problemas de salud: dos incidentes cardíacos y dos operaciones
de la cadera para tratar de remediar las consecuencias del maltrato
médico recibido en aquel aciago día de 1950 cuando se estrelló en el
bus en que viajaba con la orquesta de Pérez Prado. Pero igual ha
mantenido su actividad musical, apareciendo en conciertos con los pinos
nuevos de la percusión, como su confeso discípulo el chicano Poncho
Sánchez y el genial boricua Giovanni Mañenguito Hidalgo. En 1996
produce un nuevo elepé "Mongo Returns", que incluye al
pianista Hilton Ruiz, y aparece en concierto con McCoy Tyner.
Soneando el jazz
En octubre de 1997 nuestro artista fue objeto de un
emocionante homenaje en Los Ángeles, en la inauguración del Primer
Festival Internacional de Latín jazz; presentes estuvieron viejos
compañeros como Armando Peraza y Francisco Aguabella así como nuevos
valores de la percusión como Giovanni Hidalgo y Marc Quiñones y
estrellas de la música cubana y el Latín-Jazz como Cachao, Paquito de
Rivera y Arturo Sandoval. Ya entrado en sus ochenta años, Mongo
Santamaría ha dejado atrás una estela de grabaciones que cubren la
gama de la música popular moderna y en las que acompaña a los más
diversos personajes desde Ray Charles a René Touzet; sus alumnos se
cuentan por docenas, entre los cuales se encuentran el fallecido
percusionista Willie Bobo y el notable conguero Poncho Sánchez. Gracias
a su histórica labor musical ya la conga dejó de ser instrumento
exótico y pasajero para convertirse en elemento esencial del moderno y,
a veces, soneado sonido del jazz contemporáneo. Y no obstante su fama y
éxito en el mundo del jazz, Mongo Santamaría continúa siendo una
persona humilde, sincera y franca que ha enjuiciado su propia carrera
musical con orgullo cubano y latino al afirmar, simplemente, "soy
un sonero".
Notas
-
Se agradece a la Jazz Oral History Program, del
Smithsonian Institution, su autorización para utilizar materiales
provenientes de la entrevista con Mongo Santamaría, realizada por
el autor los días 10 y 11 de septiembre de 1996.
-
Ver al respecto, Cristóbal Díaz Ayala,
Discografía de la Música Cubana, Volumen 1 / 1898 a 1925,
Fundación Musicalia, San Juan, Puerto Rico, 1994.
-
Sobre este tema ver Argeliers León, Del Canto y el
Tiempo, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1984, p. 121.
-
Danilo Orozco González, "Procesos
socioculturales y rasgos de identidad en los géneros musicales con
referencia especial a la música cubana", Revista de Música
Latinoamericana, Volumen 13, Número 2,1992.
-
Danilo Orozco González, "Antología Integral
del Son," Volumen 1: Familia Valera Miranda, Serie Especial
Científica e Histórica, disco producido por EGREM, Santiago de
Cuba, s.f.
-
Fabio Betancur Alvarez, Sin Clave y Bongó no hay
Son, Editorial Universidad de Antioquia,1993.
-
Clemento "Chicho" Piquero se radicó en
México a partir de los años cuarenta, luego de viajara ese país
con la compañía afro BATAMÚ; gran repicador de tumbadoras y
bongó, Chicho es el bongosero del famoso "Concierto para
Bongó", de Dámaso Pérez Prado.
-
Entrevista por el autor, para la Jazz Oral History
Program de Smithsonian Institution, con Armando Peraza.
-
Así afirma Jesús Blanco Aguilar, Ochenta Años
del son y los soneros en el Caribe, 1909?1989, Fondo Editorial
Tropykos, Caracas, Venezuela, 1992.
-
Sobre la historia de Congo Pantera ver Leonardo
Acosta, Cubano Be,Cubano Bop, LaHabana, mimeografiado, p150 153,
s.f.; consultar también, Max Salazar, Chano Pozo, en Latin Beat,
Volumen 3, Número 3, abril 1993.
-
Escuchar por ejemplo las inspiraciones de Miguelito
Valdés cuando canta la conga de Electo "Chepín" Rosell,
"José Isabel", o a Beny Moré cuando entona la letra de
su "Rumberos de Ayer".
-
Prolífico compositor, Chano Pozo tiene en su haber
números como "Apana Boroco Tinde", "Blen Blen
Blen" "Parampanpín", "Nague", "Guachi
Guaro" y muchos más.
-
Entrevista con Mongo Santamaría para la Jazz Oral
History Program de Smithsonian Institution.
-
José Manuel Gómez, Guía Esencial de la Salsa,
Editorial La Máscara, Valencia, España, 1995.
-
Ibid, p. 129.
Nota: La revista DESLINDE es publicada
por el Centro de Estudios del Trabajo en Bogota, Colombia. Es una
revista de pensamiento critico ante la problematica colombiana y lleva
unos veinte años de existencia. Su pagina web es: www.deslinde.org.co
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