© 2008 Carmen Llussà
JUAN CARLOS ABELENDA: ¿Cómo fue esta estancia en Argentina, en unos momentos tan complicados como los de aquellos tiempos?
ENRICO RAVA: Yo llegué a Buenos Aires con Steve Lacy, y justo en ese momento se produjo un golpe de Estado. Nos quedamos un año, porque nunca conseguíamos la suficiente plata para comprar los pasajes e irnos, ya que se tenían que comprar los pasajes en dólares. Los dólares en Argentina tenían dos tipos de cambio, uno el oficial y otro el del mercado negro: al cambio oficial tan sólo los argentinos podían acceder, mientras que en el mercado negro el dólar valía mucho más. Por tanto nunca llegábamos a tener suficiente plata para compra los dólares, para comprar los pasajes.
JUAN CARLOS ABELENDA: ¿Y a nivel musical?
ENRICO RAVA: A nivel musical, adoré y me gustó mucho tocar en Argentina. Tuvimos la posibilidad de tocar en un club durante quince días, junto al quinteto de Astor Piazzolla, es decir tocaba nuestro grupo y el de Piazzolla. Eso fue en el año 1966, y fue el mejor quinteto que tuvo nunca Piazzolla. A este músico por aquella época en Italia no se le conocía, y para mí fue la primera vez que le vi tocar. La primera vez que tocamos en ese club, lo hicimos primero nosotros y luego Piazzolla, y nos quedamos todos extasiados.
Conocimos a mucha gente, como al compositor Juan Carlos Paz o Alberto Ginastera; además, Ginastera produjo nuestro disco junto a Steve Lacy. Yo adoré Buenos Aires, y sigo adorando esa ciudad. Además, con el tiempo he tenido la posibilidad de volver muchas otras veces, e incluso me divorcié de mi primera mujer, que era argentina. Aunque desde el año 1987 no había vuelto hasta justo el año pasado. Fui para hacer un concierto con Stefano Bollani (en dúo)... fue una cosa maravillosa, en un teatro lleno de público y de viejos amigos.
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JUAN CARLOS ABELENDA: Una persona que también te influyó mucho en esa época fue Gato Barbieri...
ENRICO RAVA: Conocí a Gato un poco antes en Roma. Fue el músico que me dio la posibilidad de tocar, éramos muy amigos. Mi primera mujer era la prima de Gato Barbieri, es decir, la conocí a través de Gato. Después, en el año 1973 o 1974 empezó a tener mucho éxito, estaba muy paranoico, tenía el temor que todo el mundo quería algo de él. Y es cuando dejamos de vernos, hasta hace seis o siete años, que volvimos a tocar juntos, e hicimos varias giras por Europa.
JUAN CARLOS ABELENDA: ¿Cómo se entendía en Argentina por aquella época el estilo de música tan libre que tu estabas desarrollando?
ENRICO RAVA: Hubo un rechazo total, evidentemente. Durante los primeros días todo el mundo estaba muy curioso, pero después, lo único que conseguimos fue un gran rechazo. Aunque hubo algunos músicos jóvenes, que empezaron a tocar como nosotros, como por ejemplo Gustavo Bergalli, que luego se fue a vivir a Suecia, y que formó un cuarteto que se parecía al nuestro. Hubo algunos músicos influídos por la música que nosotros desarrollábamos, pero en general, lo que conseguimos fue un rechazo muy fuerte. Aunque ese rechazo tan fuerte no fue sólo en Argentina, sino que también se dio en todo el mundo. Incluso en Estados Unidos el free jazz fue rechazado totalmente. Por ejemplo, el público de color dejó el jazz totalmente, y se convirtió en una música para intelectuales blancos. El problema del free jazz es que, como no había reglas, había músicos extraordinarios, pero también muchos músicos incapaces, y como no había reglas, todo valía. Fue un desastre. Cuando pasó el momento histórico, pues todo el mundo identificaba este estilo de música con un momento político determinado –en París se identificaba con la revolución estudiantil– el free jazz yo creo que perdió su razón de ser.
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JUAN CARLOS ABELENDA: Aunque parece ser que de un tiempo a esta parte hay como un resurgimiento del free jazz, y gracias a músicos como por ejemplo, William Parker, David S. Ware o el hiperactivo saxofonista de Chicago, Ken Vandermark. ¿Conoces a estos músicos?
ENRICO RAVA: Si los conozco. He tocado mucho con William Parker, cuando hacíamos mucha música con Cecil Taylor, como hace unos veinte años. La verdad, yo no creo en esta música; no es que no crea, es que no me interesa. A mí personalmente no me llega más este tipo de música.
JUAN CARLOS ABELENDA: Antes hablabas de Steve Lacy, ¿cómo te ayudó o en qué te influyó este intérprete a la hora de desarrollarte como músico?
ENRICO RAVA: Con Steve Lacy entré en una nueva dimensión, de entrada descubrí un mundo musical que no conocía, que era la improvisación radical, donde yo, durante dos o tres años, me sentí como pez en el agua. Steve Lacy me dio mucha confianza, fue el que me llevó a Nueva York, y gracias a él conocí todo un circuito de lugares y músicos muy diversos.
Después de estar tocando durante tres o cuatro años con Steve [Lacy], me di cuenta que no me reconocía en la música que hacía con él. Su música cambió. Reconozco que Steve Lacy fue uno de los grandes saxofonistas del jazz, pero nunca quise ser en lo que al final se convirtió. Él era fantástico tocando jazz, muy moderno, muy abierto, pero el quería ser algo distinto, el quería ser un intelectual americano, compositor y contemporáneo. Él quería ser algo que no era. Esta es mi opinión. Para mí, nadie puede tocar lo que él interpretaba cuando esta desarrollando un standard, era modernísimo. Lacy tenía como una especie de autocensura, era algo autopunitivo. Sus composiciones eran muy punitivas tanto para los músicos que las interpretaban como para los que las escuchaban.Siempre tuve la impresión cuando estuve con Steve Lacy, como de una persona que no quiere aceptarse por lo que es y que quiere ser algo más, se encontraba fascinado por John Cage, Stockhausen y por muchos otros temas.
"Con Steve Lacy entré en una nueva dimensión,
de entrada descubrí un mundo musical que no conocía,
que era la improvisación radical,
donde yo, durante dos o tres años,
me sentí como pez en el agua."
JUAN CARLOS ABELENDA: De tu paso por Argentina, ¿cómo te ha influenciado a lo largo de tu vida tanto personal como musical la cultura argentina, y más concretamente el tango?
ENRICO RAVA: Me ha influenciado muchísimo. Y me han influenciado tanto Argentina como Brasil. En mí tuvo un influencia fundamental.
JUAN CARLOS ABELENDA: ¿Y de tu paso por Estados Unidos y en concreto por la escena musical de Nueva York?
ENRICO RAVA: Sí, también me ha influenciado. Yo soy un gran aficionado al jazz desde que tenía ochos años. Cuando estuve en Nueva York, la música que escuchaba en aquel tiempo era la misma música que había escuchado de pequeño. Lo que ocurría es que tenía a esos músicos en persona, delante de mí. No era una cosa que yo no conocía, como por ejemplo, cuando llegué a Argentina, que no conocía el tango.
JUAN CARLOS ABELENDA: ¿Sigues en contacto con músicos norteamericanos? ¿Sigues o tienes conocimiento de cómo se desarrolla el jazz tanto en Estados Unidos como en Nueva York?
ENRICO RAVA: Más o menos sí, tengo amigos músicos como por ejemplo Dave Douglas. Mi próximo disco para ECM lo voy a grabar en Nueva York, junto a Mark Turner, Paul Motian, Larry Grenadier y Stefano Bollani. Ello lo haremos aprovechado que Bollani y yo estaremos promocionando nuestro disco a dúo.
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JUAN CARLOS ABELENDA: Sin duda alguna, la escena musical actual de Nueva York no se parece en nada a la que tú tuviste la oportunidad de disfrutar.
ENRICO RAVA: La escena musical de Nueva York ha sido y es muy cambiante, y siempre será muy cambiante.
JUAN CARLOS ABELENDA: Eso es evidente, aunque mi pregunta va encaminada por otro lado, y en concreto es que, parece ser que en Estados Unidos, el interés por el jazz es escaso, y más teniendo en cuenta que es el país donde surgió esta música.
ENRICO RAVA: El interés del jazz se centra en cinco o seis grandes ciudades como, Nueva York, Chicago, San Francisco y algunas otras. Si no es en estas ciudades, el interés es completamente mínimo. Hay lugares como por ejemplo en Ohio, que no saben quién fue Miles Davis, y como mucho creen que fue un jugador de fútbol americano. El interés es mínimo. El interés por esta música está en Europa, en Japón, e incluso últimamente en Italia.
JUAN CARLOS ABELENDA: Abundando en este tema, ¿se puede decir que Estados Unidos es el márketing y que Europa es la creación?
ENRICO RAVA: No sé si es así. Lo que está claro es que el mercado es Europa. Estados Unidos, y muy en concreto Nueva York, sigue teniendo un poder de comunicación muy grande, pues uno hace una cosa en esa ciudad y se tiene conocimiento de ello en todo el mundo. Pero de toda formas en Estados Unidos hay músicos muy interesantes, pero yo creo que la escena más viva en la actualidad se encuentra en Europa, ya sea como público o en la faceta creativa. El público demuestra un gran interés por muchas propuestas y eventos musicales. En Italia, por ejemplo, hace poco hice un concierto a dúo con Bollani a la cinco de la tarde y a las nueve de la noche en el mismo teatro, y estaba completamente lleno en las dos actuaciones, y eso que el teatro tenía un aforo para cuatro mil personas. Aunque tengo que decir que esto es un fenómeno muy italiano y que no siempre es así en Europa.
"Miles Davis no sólo como trompetista
sino como un tipo que piensa la música...
es el músico de jazz moderno con el cual más me identifico."
JUAN CARLOS ABELENDA: En Francia también hay una gran tradición por el jazz y un gran interés.
ENRICO RAVA: En Francia también hay gran interés. En Francia a diferencia de Italia, todo es muy espontáneo. En Francia todo se encuentra institucionalizado, y si tienen un festival, seguro que va a durar veinte años. En cambio en Italia, si un día cambia el político de la ciudad y no le gusta el jazz, el festival que tenían ya no se vuelve a llevar a cabo nunca. En Italia hay gran cantidad de conciertos y de festivales. En cualquier ciudad hay una gran actividad musical, y un músico que tenga cierto éxito puede tocar cada día en una ciudad diferente.
JUAN CARLOS ABELENDA: Cambiando de tema, a lo largo de tu trayectoria discográfica se puede percibir una clara influencia de Miles Davis en tu sonoridad. ¿Cómo te ha servido de modelo para poder desarrollarte como trompetista?
ENRICO RAVA: Seguramente Miles Davis no sólo como trompetista sino como un tipo que piensa la música... es el músico de jazz moderno con el cual más me identifico. Hay discos de Miles que los puedo escuchar cada día y no cansarme. Pero esto no sólo me pasa con Miles, sino que también me ocurre con otros músicos como Bix Beiderbecke, Louis Armstrong o Chet Baker. Pero con Miles... yo me siento muy cerca de él y ello además, por un hecho de edad, porque cuando Miles estaba en su máximo apogeo en los años 1957 y 1958, yo estaba empezando a tocar, y esa misma música que yo oía era la que yo quería tocar. Ponía los discos de Chet y Miles y copiaba los solos que hacían, no sabía qué notas eran, pero copiaba lo que tocaban.
JUAN CARLOS ABELENDA: ¿Y por lo que respecta a la época eléctrica de Miles Davis, un período que fue muy criticado desde algunos sectores de la prensa especializada y los aficionados?
ENRICO RAVA: A mí no me llega tanto esta época eléctrica, aunque Miles me llega siempre. En el medio de todo el grupo eléctrico él no dejaba de tocar como sabía hacerlo.
© 2008 Carmen Llussà
JUAN CARLOS ABELENDA: … aunque el disco en directo que grabó en Montreux fue un auténtico cúmulo de despropósitos.
ENRICO RAVA: El disco de Montreux es un psicodrama, pues Miles estaba tan mal. Es un disco que me hace sentir mal, pues se escucha a un hombre que se está muriendo. Pero, por ejemplo, el último concierto que yo vi de Miles fue en Montpellier, con el último conjunto que tuvo, que ya era feo de por sí. Cuando volvió en el año 1982 le acompañaban gente muy buena como Bob Berg o Al Foster, mientras que sus últimos grupos fueron terribles. En este concierto que comento Miles salió un momento a tocar, y se puede decir que era muy feo lo que se estaba llevando a cabo. Para mí, el Miles que cuenta, el Miles que es imprescindible, es el de las grabaciones con Charlie Parker, los dos quintetos que tuvo hasta el Bitches Brew. Ese es el Miles que yo adoro.
JUAN CARLOS ABELENDA: Y aparte de Miles, ¿otros trompetistas?
ENRICO RAVA: He seguido y escuchado a muchos trompetistas como Clifford Brown, Blue Mitchell, Kenny Dorham, Tony Fruscella, Lee Morgan e incluso Wynton Marsalis, que es uno de los trompetistas más increíbles de la historia del jazz, pero no puedo decir que me llegue o me emocione, aunque mi admiración es total. Los que me gustan menos, son los seguidores de Wynton, pues todos intentan tocar como Marsalis, pero sin conseguirlo.
JUAN CARLOS ABELENDA: De trompetistas europeos, ¿supongo que Paolo Fresu es un nombre imprescindible?
ENRICO RAVA: Paolo es un trompetista que me gusta. Lo único que tiene Paolo es que tiene una ambición tan enorme, que hace de todo. Ahora ha entrado en política, y esto no le hace ningún bien. Al final, en los últimos años está haciendo siempre lo mismo y no está mejorando. Mi crítica a Paolo es que es uno de los más bellos sonidos que hay en el mundo, y sería mucho mejor si se centrara en tocar y en trabajar la música.
JUAN CARLOS ABELENDA: Has vuelto grabar en el sello discográfico ECM. ¿Por qué tú vuelta al mismo?
ENRICO RAVA: Manfred Eicher quería hacer cada año un disco. En cambio, por aquel entonces yo tenía más cosas que hacer. Cuando volví a ECM, me di cuenta de que Manfred tenía razón, pues llegué a realizar una cantidad de discos inútiles. Con Eicher estoy completamente concentrado
Texto: © 2008 Juan Carlos Abelenda, Tomajazz
Fotografías: © 2008 Carmen Llussà
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