IVAN
PIVOTTI: ¿Qué es lo que te ha empujado, después de llevar unos quince años
tocando la batería al más alto nivel (en el trío de Brad Mehldau después del de
Danilo Pérez y del quinteto/sexteto de Paquito D'Rivera), a darle un giro a tu
profesión y cambiar de instrumento?
JORDI
ROSSY: Siempre he intentado vivir la música desde un punto de vista global; con
la batería me he dedicado a interpretar la música de mis compañeros, a aportar
mi percepción de lo que cada composición puede llegar a ser. Creo que la
batería tiene un papel decisivo en el sonido de cada tema, aporta dinámicas,
dramatismo, color, contrastes, solidez en la forma y en el espíritu. En una
entrevista a Miles le oí decir que un grupo es tan bueno como su batería.
Desde
1989 cuando en Boston conocí a muchos de los músicos con los que he tocado
desde entonces, he sido un sideman y estoy muy feliz de haber dedicado
quince años de mi vida a tocar la música de colegas que admiro profundamente y
con la que me identifico y puedo sentir como propia a la hora de interpretarla.
Pero antes de mi viaje a Boston yo había coliderado un par de grupos, uno con Perico Sambeat y
otro con Javier Juanco, en los que yo además de tocar la trompeta, componía una
buena parte del repertorio. Todos estos años he sabido que antes o después
volvería a la composición y a tocar un instrumento melódico.
© 2008 Gema Darbonens
IVAN PIVOTTI: ¿Por qué el piano,
instrumento armónico por excelencia? ¿Por qué el piano y no retomar, por
ejemplo, tu pasado de trompetista? ¿Se trata de un legado familiar (tu padre y
tu hermana, ambos pianistas), de la influencia y la admiración que le tienes a
Brad Mehldau, de ambas o ninguna de estas razones?
JORDI ROSSY: El piano es el primer
instrumento que toqué de niño, y en el que aprendí a improvisar. Para mí hasta
hace nueve o diez años el piano era un medio para aprender música y
ocasionalmente también de interpretación, pero no me había propuesto entrar en
profundidad en el instrumento para que pasara a ser mi principal medio de
expresión musical.
Entre
1998 y 1999 mis prioridades cambiaron, quería volver a escribir y tenía
curiosidad por oír algo que yo hubiera concebido desde el principio. Cuando me
permití a mí mismo tomarme en serio esta nueva posible identidad como pianista,
me di cuenta de que el piano era para mí un gran amor que siempre había estado
cerca. Por supuesto estar cerca de Brad es una enorme fuente de inspiración no
sólo musical sino también pianística. Además dos grandes amigos y pianistas,
Mike Kanan y Ethan Iverson me animaron, me dieron y me siguen dando grandes
consejos y algo fundamental es que me recomendaron que conociera a Sophia
Rosoff. Sophia es una profesora muy especial a la que voy a ver dos o tres
veces al año que me ha dado unas bases muy sólidas sobre las que puedo
construir mi propio sonido en el piano y una metodología para aprender música
que me ha centrado y me ha proporcionado mucha seguridad y una dirección clara.
IVAN PIVOTTI: El hecho de abandonar una
vida de giras continuas con Mehldau y Larry Grenadier tiene que ver también con
la importancia que tiene para ti la familia. Tus hijos son también músicos
(Félix, trompetista, participa en Wicca
y en muchos de tus directos). ¿Qué significado tiene la música en tu vida
familiar?
JORDI ROSSY: He tenido la suerte de poder
redescubrir la música a través de mis hijos. Poder tocar con ellos es una
experiencia que no puedo describir con palabras. Con toda sinceridad creo que
estoy aprendiendo por lo menos tanto de ellos como ellos de mí.
Creo
que esto tiene que ver con el hecho de la relación entre padre e hijos, pero
también con que tanto Félix como Damián son grandes músicos. Ahora soy muy
consciente de lo mucho que la intuición y el oído pueden llegar a rendir, de la
importancia de la claridad de ideas para transmitirlas y de lo directa que
puede llegar a ser la música por sofisticada y compleja que sea.
Además,
mis dos hijos se han dormido prácticamente todas las noches de su vida
escuchando a su madre Ana cantándoles su repertorio de nanas, algunas populares
y otras inventadas. Esta es otra dimensión del significado de la música a nivel
afectivo que tiene que haber marcado tanto a Damián con sus ocho años como a
Félix a sus trece.
© 2008 Gema Darbonens
IVAN PIVOTTI: Wicca es tu primera
grabación a tu nombre. Lo más llamativo es la formación, poco habitual. Has
elegido la formación piano, órgano Hammond y batería, con Albert Sanz y R. J.
Miller. ¿Cómo surgió esta formación? ¿Han tenido alguna influencia en esto los
resultados que consiguió Bill Stewart con la misma formación, junto a Kevin
Hays y Larry Goldings?
JORDI ROSSY: Para mí, cuando pienso en un
grupo, la instrumentación es secundaria, lo mas
importante es el bagaje musical y la afinidad entre los componentes.
Yo
no me había planteado formar mi propio grupo todavía aunque me estaba acercando
al momento, porque ya estaba empezando a escribir con una cierta regularidad
(gracias en gran medida a las clases y a la inspiración de Guillermo Klein).
Un
día llamé a Albert [Sanz] para
tocar el Hammond en un bolo con el quinteto de Félix en el que yo tenía pensado
probar algunas de mis nuevas composiciones; como era previsible, fue un
gustazo. Al poco tiempo me llamó Albert un día para proponerme la idea de tocar
en trío con R. J. [Miller] a la batería; yo estaba encantado (hace años que
admiro a Albert y para mí sólo la idea de que pudiera interesarle tocar conmigo
al piano es como un sueño materializado). El primer bolo que salió fue en el
Altxerri en Donosti, estaba anunciado como Albert Sanz Trío y el repertorio
constaba de cinco composiciones de Albert y cinco mías.
A
los pocos días pensé que este trío era un vehículo perfecto para mis
composiciones y las de Albert, y que esta formación era importante para los
dos. Sólo faltaba darle nombre. Albert ya tiene su propio trío con R. J. y Masa
Kamaguchi al contrabajo, así que no le importó en absoluto que yo le robara el
liderazgo del grupo...
Creo
que para mí ha sido un paso importante el hecho de, por primera vez en mi vida,
darle mi propio nombre a un proyecto. Por primera vez me siento como el máximo
responsable de la dirección del grupo y de todo el repertorio, aunque me gusta
que una buena parte de lo que tocamos sean composiciones de Albert.
Larry,
Kevin, y Bill son amigos desde hace
quince años y los tres son una constante fuente de inspiración y sin duda están
muy alto en la lista de mis favoritos de todos los
tiempos, cada uno en su instrumento. Sin embargo, al menos a nivel consciente,
no tengo ninguna referencia más que intentar hacer sonar mis composiciones (y
las de Albert ) lo mejor posible, y a la hora de
componer yo tengo sólo una intención, escribir lo primero que me pase por la
cabeza sin juzgarlo y luego darle un desarrollo coherente y cambiar lo que sea
necesario hasta que lo que oigo me
resulte convincente.
IVAN PIVOTTI: Para darle más morbo al
proyecto, el excelente pianista valenciano Albert Sanz tuvo que aprender en
pocos meses a manejar el órgano Hammond, tarea complicada que está llevando a
cabo con éxito y humildad (y no sólo haciéndole el bajo al piano). ¿De dónde
procede vuestra amistad?
JORDI ROSSY: La primera vez que toque con
Albert fue en 1997 en una prueba de sonido en un bolo con el trio de Brad en
Valencia. Brad estaba resfriado y se quedó descansando en el hotel. Albert estaba por allí y le propuse tocar con Larry
y conmigo en la prueba de sonido. Albert, con mucha tranquilidad, se sentó al
piano y comenzó a tocar el tema de Brad "At a Loss" y el solo de piano de la versión original de ese
tema (en el CD Mehldau & Rossy Trio When
I Fall In Love). Al acabar de tocar el tema todos sabíamos quién era quién. Esta es una de las
cosas más maravillosas de la música, en unos minutos puedes llegar a conocer el
alma de una persona de una manera directa y profunda, y después iniciar una
conversación como si la conocieras de toda la vida.
© 2008 Gema Darbonens
IVAN PIVOTTI: El otro miembro de tu trío,
el batería estadounidense R. J. Miller tiene un sonido muy diferente al que
solías tener tú; a veces usa de manera muy sostenida los platillos en
detrimento de las cajas. ¿Cuál es el criterio que has usado, desde el punto de
vista de un batería, para elegir al que tocaría en tu grupo?
JORDI ROSSY: Hace cuatro años R. J. vino
a casa de visita y tocamos algunos temas juntos. Entonces me di cuenta de que R. J. tiene una forma de
tocar muy personal, y muy rara en su generación. En aquella ocasión estuvo un
poco tímido en algunos aspectos, le faltaba un punto de confianza –tenia 19
años– pero su sentido del tiempo ya era bastante sólido y sus dinámicas
tremendamente originales, un gran respeto por la música y un gusto por la
sencillez también me llamaron la atención.
R.
J. tiene una conexión profunda con Albert, por eso era obvio que valía la pena
probar. La sorpresa fue al escuchar nuestras primeras grabaciones: la sensación
es que hay una complicidad estética total. R. J. forma parte de la esencia del
sonido del trío y es, en este sentido, insustituible.
IVAN PIVOTTI: Respecto a tu estilo como
pianista, lo que impacta en tus composiciones, algunas de un lirismo muy
elaborado, es un toque muy rítmico y muy reconocible, donde en cada nota
pareces estar pensando en la que vas a tocar después. Da la impresión de que
estés improvisando incluso cuando vas siguiendo la composición. Un estilo, en
fin, muy diferente al de Brad Mehldau: ¿cuáles son las influencias?
JORDI ROSSY: De mi estilo pianístico te
puedo decir que no estoy buscando tanto una estética como una manera de hacer.
Pienso en líneas melódicas (dediqué diez años a la trompeta) y procuro
concentrarme en el sonido.
Busco
tener la sensación de que sólo toco lo que surge espontáneamente y con
comodidad, un estado de alerta y de atención íntima al sonido de cada frase.
Creo que cuanto más claramente pueda escuchar cada idea, más fácil será oír en
mi cabeza la continuación o la respuesta adecuada y cuándo será pertinente
introducir una nueva idea. Hay momentos en los que la conexión entre idea, oído
y el contacto físico con el instrumento es total, cuando tengo esa sensación
tengo una gran tranquilidad, es como si la música la estuviera tocando otra
persona y yo sólo estuviera escuchando. Mi objetivo es conseguir llegar a ese
punto inmediatamente, y tocar siempre desde ese lugar.
Las
influencias son infinitas y están mas allá de mi control, referencias no tengo
ninguna porque serían una interferencia en mi propósito de escuchar cada
momento con un oído abierto.
IVAN PIVOTTI: En vuestra gira se ha
podido notar cierta inseguridad justificada en vuestro conjunto y, a la vez,
una gran compenetración caracterial entre vosotros. ¿Qué sensaciones habéis
probado en estos conciertos? ¿Seguís escuchando y analizando las grabaciones
que se hicieron de ellos? ¿Sigues considerando lo vuestro un rodaje
experimental o una investigación?
JORDI ROSSY: Esta pequeña gira, la
primera del trío, ha sido una experiencia enormemente enriquecedora. Por una
parte me ha servido para superar ciertas inseguridades; yo no sabía hasta qué
punto, como grupo, somos capaces de cautivar al publico.
Aún estamos en el principio. Fue una gran idea de Albert grabar los conciertos
y analizarlos, yo no creo que sea necesario hacerlo constantemente, pero sí al
principio.
Casi
todo lo que uno toca en un escenario sale automáticamente del inconsciente y es
importante escucharse desde fuera para observar con distancia qué es lo que ha
quedado plasmado en la grabación. Cuando un grupo lleva una larga trayectoria
ya no es necesario.
Para
mí la gran alegría fue comprobar que incluso en algunas noches en las que tuve
momentos de dudas, el sonido del grupo resultaba compacto y convincente en la
grabación. Esto me ha dado una confianza muy necesaria para seguir
profundizando en nuestro sonido como trío.
© 2008 Gema Darbonens
IVAN PIVOTTI: En el tema que da nombre al
disco interviene, en calidad de invitado y con un solo muy elegante, Enrique
Oliver al saxo tenor. ¿Qué nos puedes decir de este joven músico?
JORDI ROSSY: Enrique es un músico con una
capacidad y madurez fuera de lo común, está absorbiendo lenguaje a una
velocidad increíble y creando un estilo propio que combina elementos muy
variados, siempre con coherencia y mucha elegancia. Además ha conectado
musicalmente con FélixFélix, y entre los dos tienen una forma única de frasear.
IVAN PIVOTTI: El sello Fresh Sound vuelve a estar detrás de
tus proyectos, Jordi Pujol sigue confiando en tus inquietudes, nada
sorprendentemente a tenor de los extraordinarios músicos de la nueva vanguardia
neoyorkina que le presentaste y que dejaron en su sello unas grabaciones
memorables, como Brad Mehldau, Mark Turner, Joshua Redman, Kurt Rosenwinkel,
Seamus Blake, Chris Cheek, Kevin Hayes y Freddie Bryant, entre otros. ¿Qué
recuerdos te trae esa época de ida y vuelta, de conexión Nueva York-Barcelona,
ahora que llevas años sin vivir en EE UU?
JORDI ROSSY: Yo tengo una gran relación
con Jordi Pujol de Fresh Sound Records.
Jordi es un autentico amante de la música con criterio propio, que confió en mí
cuando todos estos músicos aún eran desconocidos, y nos dio la oportunidad de
grabar con total libertad nuestra música.
Creo que está haciendo una labor impagable a favor de, por lo menos dos
generaciones de músicos; yo ya no conozco a la mayoría de músicos que graban
para New Talent.
IVAN PIVOTTI: De aquellos años también
recordamos las colaboraciones con tu hermano Mario al contrabajo, también junto
a Brad. Él ahora vive en Valencia, donde ha montado un club. ¿Se prevé alguna
reunión familiar?
JORDI ROSSY: Hace poco estuve tocando con
Mario al contrabajo, mi hijo Félix a la trompeta, Albert Sanz a la batería,
–sí, no es un error de imprenta, Albert es un batería de los que me gustan–,
Vicente Macián al saxo tenor, y Hugo Astudillo al saxo alto. Fue una gran
experiencia, y el club Mercedes Café
–en memoria de nuestra hermana, la pianista Mercedes Rossy– es una maravilla:
tiene una acústica perfecta, pudimos tocar a pelo, y fue un gustazo tocar con
Mario otra vez, espero poder repetirlo pronto.
IVAN PIVOTTI: En tu reciente actividad
como pianista, ¿has colaborado con otros músicos aparte de los que forman tu
trío? ¿Jordi Matas y quién más?
JORDI ROSSY: Llevo casi cinco años
tocando el piano con el quinteto del guitarrista Jordi Matas, con Martí Serra
al saxo, Óscar Domenech a la batería y Pere Loewe o Tom Warburton al
contrabajo, he aprendido muchísimo tocando su música. También he pasado muchas
horas tocando con el grupo de Félix en el que han tocado muchos músicos
diferentes, pero los mas asiduos han sido Adrián Mateo al bajo, Josep Maria
Balanya a la guitarra, Oriol Cot a la batería y el muy increíble maestro Benet
Palet en todos los instrumentos imaginables.
Además
en los últimos dos años, he tocado con Guillermo Klein a dos pianos y también
en dos formaciones lideradas por él, una en Barcelona, con Carme Canela (voz),
David Xirgu o Dani Domínguez (batería), Gorka Benítez o Pintxo Villar (saxo
tenor), Sandrine Robilliard (violonchelo) y Julia Valle o Massa Kamaguchi
(contrabajo). La otra formación, con base en Nueva York, cuenta con Bill
McHenry al saxo, Ben Monder a la guitarra, Matt Pavolka al contrabajo y Richard
Nant a la trompeta y percusión.
© 2008 Gema Darbonens
IVAN PIVOTTI: ¿Cuáles son tus proyectos
para el futuro, aparte de una gira con Chris Cheek y tu hijo Félix?
JORDI ROSSY: Estoy muy ilusionado con el
trío y también con la idea de tocar mi música en quinteto con Félix a la
trompeta y con Enrique Oliver o Eladio Reinón al saxo tenor, dependiendo de la
disponibilidad de cada uno.
Recientemente,
hablando con Toti Cannistraro, un amigo y manager italiano, surgió la
idea de tocar en quinteto con Chris
Cheek al saxo tenor y también con Seamus Blake.
Para
mí la posibilidad de volver a hacer música con estos amigos, pero esta vez
desde el piano y tocando mis composiciones, es algo muy especial.
IVAN PIVOTTI: ¿Podemos esperarnos una
vuelta, aunque sea puntual, a la batería? Sabemos de alguna recaída con baquetas en ciertos
locales nocturnos de la bahía gaditana…
JORDI ROSSY: Nunca he abandonado
completamente la batería, simplemente he dejado de tenerla como medio de
subsistencia y he intentado relegarla a un segundo plano para tener tiempo y
energía para el piano y la composición, pero la he seguido tocando puntualmente.
IVAN PIVOTTI: Última pregunta. ¿Qué
quiere decir Wicca? ¿Se refiere a la
brujería?
JORDI ROSSY: Wicca es el nombre que se da a la diosa suprema, algunos dicen que
a la diosa Diana, también es cierto que esta palabra se asocia a la brujería en
general.
A
mí me atraen dos aspectos de la palabra Wicca:
por una parte, la idea de resucitar el paganismo como espiritualidad no ligada
al cristianismo en particular o al monoteísmo en general. Yo estoy convencido
de que el monoteísmo es una página de la historia que necesitamos pasar lo
antes posible para sobrevivir en este pequeño planeta. Además, la mayor parte
de las religiones politeístas tienden
hacia la idea de ver al ser humano como una parte más de la naturaleza
de la que depende, en contraposición al monoteísmo en el que el hombre es el
amo y señor de la "creación" que la usa a su placer. Las
consecuencias están a la vista.
Por
otra parte, creo que ya toca un relevo en el poder, tengo mucha más confianza
en general en las mujeres que en los hombres a la hora de administrar y
organizar. Creo que si las mujeres se
hacen con el poder, aún hay posibilidad de salir de este suicidio colectivo
organizado por los barbudos de turno. La Iglesia Católica
merece el más alto premio a la eficacia genocida y a la hipocresía.
Hay
quien cree en la existencia de las brujas, y quien piensa que sólo existen en
la imaginación. Yo no sé si los cientos de miles de mujeres que fueron
torturadas y quemadas vivas en público por la Iglesia Católica
tenían o no poderes sobrenaturales, pero lo que todos sabemos es que eran
mujeres reales de carne y hueso que murieron como brujas, y a ellas les dedico
este CD.
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