Cartel Anunciador
XV Ciclo Jazz es primavera
Marzo de 2007
PACHI TAPIZ: ¿Cómo surgió la idea de comenzar a programar música y en especial Jazz en el Colegio Mayor Universitario?
ALEJANDRO REYES: Surge de la pasión y afición por la música de un grupo de estudiantes que residíamos en el Colegio y que participábamos en la lucha estudiantil de la época en los años previos a la muerte de Franco, por la libertad y la democracia. El San Juan (Johnny) era un foco destacado en Madrid del movimiento estudiantil y de la concienciación autogestionaria de los propios estudiantes. Los receptores de la música debíamos ser quienes la organizáramos. Esto, junto con la escasez de conciertos no clásicos y de salas de música en vivo en el Madrid de esa época, unido a la ayuda que supuso el contar con un auditorio propio pese a no tener nunca infraestructura técnica.
Lo de programar jazz fue por la atracción que sentimos por esta música. En esa época quizás también se vía como algo prohibido, considerándola como algo semejante estéticamente a la clásica, pero con mayor vitalidad por su constante cambio, por sentirla como un arte y no meramente música comercial o de consumo. También quizás por su origen semejante al del arte flamenco, procedente de las clases oprimidas que buscaban su libertad y realización.
PACHI TAPIZ: ¿Hay muchas diferencias entre la recepción que tenían esas propuestas en sus inicios, por ejemplo en el año 81 que es cuando comienza el Festival de Jazz, y el momento actual?
ALEJANDRO REYES: En los comienzos, cuando los grandes músicos y grupos extranjeros apenas eran escuchados por los escasos discos existentes en el mercado español y eran poco conocidos en vivo, la atracción por el jazz y el interés por esta música eran mucho mayores. Cualquier sesión programada en el Johnny siempre se abarrotaba. Baste recordar que en esos primeros años teníamos que hacer dos sesiones por concierto porque con una no era suficiente. Por todo esto tuvimos la suerte de ver en sesiones dobles, en las que además casi nunca repetían los temas, a muchos de los más grandes músicos de la historia del jazz: Art Blakey, Chet Baker, Stéphane Grappelli, Dizzy Gillespie, etc.
También había muy pocas salas comerciales y por lo tanto existía menos competencia. Afortunadamente en esa época también contábamos con la colaboración extraordinaria de los medios de comunicación, sobre todo la prensa, que dedicaban muchos espacios en los medios nacionales a hacer los previos y las críticas de los conciertos de jazz del Johnny. Como también escaseaban entonces los discos, el resultado era una afición más fuerte y fiel.
PACHI TAPIZ: ¿Cómo ves el jazz en estos momentos respecto de sus inicios? A veces parece como si fuera algo totalmente institucionalizado.
ALEJANDRO REYES: Ahora lo veo como algo institucionalizado. En principio éramos pocos: nosotros, el Hot Club de Barcelona, algún otro sitio similar y los festivales históricos que eran los del País Vasco. Ahora el jazz ya no es así… Esa palabra…Un ejemplo lo tienes con el diario El País (1). Las cuñas en las televisiones y la publicidad que está hasta en las paradas de los autobuses. Aparece la palabra jazz en grande. Es como si de repente se hubiera puesto de moda.
Institucionalmente son habituales tanto los ayuntamientos, como las consejerías de cultura y es que no hay ninguna comunidad ni localidad que no tenga su festival. La palabra jazz, no ya en cuanto a los aficionados sino en cuanto a las instituciones y a los organizadores ha pasado de ser algo bastante privado y casi marginal a algo público. Eso es lo que veo yo.
No hay ninguna localidad en todo el estado español que no tenga su festival de jazz. ¿Sucede que ahora hay más aficionados que entonces? Yo no creo que los aficionados hayan aumentado en gran cantidad, si exceptuamos a los festivales que además del jazz ofrecen otros atractivos como podría ser Donosti, que ofrece una ciudad muy bonita, el verano, la playa y su gastronomía o Granada con la Alhambra. Desde el punto de vista de lo que es la peregrinación de los aficionados a un festival estaríamos hablando de San Sebastián y también quizás de Vitoria. El resto de festivales se nutren de aficionados de su ciudad y su comunidad.
PACHI TAPIZ: ¿El jazz es entonces simplemente una palabra mágica en boca de los políticos?
ALEJANDRO REYES: Parece que cualquier político en el momento en que está organizando algo de jazz está haciendo algo importante. Me da esa impresión. Sin embargo esos conciertos y festivales no se reflejan en que en los espacios en radio y televisión hayan aumentado sino todo lo contrario. La compra de discos tampoco ha aumentado de un modo considerable. Si vamos a los grandes establecimientos el departamento de discos de jazz está escondido en el sitio más recóndito y hay que buscarlo con atención para encontrarlo. Quizá sí a través del correo electrónico y de Internet, pero también es cierto que han desaparecido muchas tiendas y los discos son importados, es decir, las multinacionales no los hacen aquí. Todo esto no indica que los aficionados compren más discos o consuman más. Es una palabra.
También creo que la gente se mueve por los grandes nombres. Tu pones por ejemplo Festival de Madrid (supongo que en las demás capitales lo mismo), y la gente va los conciertos y el resto del año no. Es un fenómeno raro de una música que está de moda pero que no ha aumentado en su consumo con respecto al pasado.
Con los clubes pasa lo mismo. ¿La gente asiste a los clubes para ir a ver al grupo que actúa o para tomarse una copa? Creo que ahí está también de moda. Acompaña mucho el ir a los clubes, ya que ahora hay más jazz en directo, pero para tomarse una consumición. Los clubes también están recibiendo esas ayudas de las instituciones municipales. La palabra jazz es como si fuera algo mágico y no sé por qué ahora –y por qué no antes– les gusta tanto a los políticos.
PACHI TAPIZ: Yo creo que es algo que viste. Tiene una cierta aura de…
ALEJANDRO REYES: Sí, parece como si significara ¡qué entendidos!
Maqueta del Colegio Mayor Universitario San Juan Evangelista
PACHI TAPIZ: Por una parte está la programación pública de ayuntamientos, comunidades… ¿Los que como vosotros intentáis programar de un modo independiente, tenéis facilidades?
ALEJANDRO REYES: Es un tema problemático. Generalmente los ayuntamientos no se valen de funcionarios o de personal técnico de la propia administración sino que contratan a gente de fuera. Ayudan, pero muy a regañadientes. Yo creo que la ayuda a festivales como el nuestro tiene que venir de las empresas y de lo privado por que parece que para ellos somos como una competencia. Lo que se persigue no es el bien cultural, sino lo que busca cualquier político que es que tenga un reflejo importante en los medios de comunicación y que se llene. De este modo se mide la calidad por la cantidad y por la proyección pública que tiene lo que se organiza. Aunque ahora la crítica está disminuyendo en los medios de comunicación. Antes era mucho mayor. Ahora los medios de comunicación se dedican más a vender sus productos y cada periódico es como si fuera un negocio que vende todo tipo de cosas. Esas páginas van en detrimento de lo que es la cultura, aunque depende mucho de los redactores jefe de cada medio.
Como te decía, las administraciones contratan a personal de fuera con lo cual organizaciones como la nuestra les suponemos una competencia. Ayudan algo, pero la cuestión es que si nos dan dinero se lo vamos a restar a su programa y evitar que tenga tanta proyección como si no nos ayudasen. Es difícil.
Cuando se apruebe en su totalidad la ley de fundaciones, que no sé como está ahora, y las empresas tengan un beneficio fiscal como pasa en Estados Unidos y otros países en que ayudan a asociaciones sin fines de lucro o fundaciones, se verá que obtienen unos resultados más positivos que ahora. En estos momentos se consigue ayuda muy a regañadientes y no con total libertad. Todo está muy politizado y hay intereses de todo tipo.
Es un tema muy complejo. San Juan subsiste sobre todo gracias a El Corte Inglés y a Unicaja. Otras colaboraciones son difíciles, además de que llevan consigo un papeleo impresionante. Si vas a buscar otro tipo de colaboraciones, como son con el ministerio de cultura, necesitas gestionar todo ese papeleo y para eso se necesita un personal que nosotros no tenemos. Además no sólo es el que te den la subvención sino que luego tienes que justificar todos los gastos y toda esa burocracia lleva mucho trabajo y para eso se vuelve a necesitar personal.
PACHI TAPIZ: En lo que es el San Juan Evangelista, creo que la propia asociación es quien se encarga de organizarlo todo…
ALEJANDRO REYES: Sí. No solo está hacer la programación, para lo cual yo soy el director artístico, sino que está todo lo demás. El San Juan Evangelista no es un teatro como otro que tiene un personal estable en donde hay un electricista, unos taquilleros, un portero, conserjes… Aquí no hay nadie. Se cuenta con un auditorio pero no hay personal de ningún tipo. Esas tareas la hacen los propios universitarios que forman parte de la asociación. Cada generación de estudiantes se apunta cada año y siguen hasta que terminan la carrera en cuatro o cinco años. Milagrosamente esto ha sobrevivido durante todo este tiempo. Esta gente se ha ido renovando y lo bonito e interesante es que ese espíritu permanezca. Están el local, las tomas de electricidad y nada más. Los chicos y chicas hacen todas las tareas. Desde servir el catering a los músicos y llevarles un café o lo que necesiten hasta llevarlos después del concierto a cenar, estar durante las pruebas de sonido, hacer de porteros para recoger las entradas. Eso es lo que hay. Algo diferente y que no se puede comparar con cualquier teatro por que esto funciona totalmente distinto.
PACHI TAPIZ: ¿Cuántos chavales suelen estar involucrados?
ALEJANDRO REYES: Cada curso varía pero este año hay unos veinte. Muy jóvenes, entre veinte y veinticinco años. El abuelo soy yo, aunque por mi oficina llevamos parte de la programación, las ayudas y demás, aunque hace falta mucho tiempo y mucho trabajo: presentar un programa, unos presupuestos y con lo que te den hacer frente a los gastos y cubrirlos sin pérdidas, por que no tenemos a quien se haga cargo de ellas. A lo largo del curso hay que intentar que los gastos e ingresos sean iguales.
Esto cada vez se ha puesto más difícil. En los comienzos los músicos venían en autogestión la mayoría de ellos. Los artistas españoles cobraban cinco mil pesetas cada uno y un músico como Tete Montoliu te cobraba quince mil y con la taquilla se sacaba lo que costaba. Ahora que cobran mucho más dinero no se puede. Es casi un milagro que esto subsista.
PACHI TAPIZ: ¿Cuáles son los criterios estéticos que seguís a la hora de confeccionar la programación?
ALEJANDRO REYES: Sobre todo la calidad. Distinguir lo meramente comercial o de consumo de lo estético e imperecedero. Ir pasando con el tiempo de dar a conocer, difundir y divulgar esta música poco a poco ir presentando lo más vanguardista, el free jazz, el hard bop, sin olvidar nunca que el Johnny es un centro universitario y sus objetivos deben ser sobre todo culturales, es decir, sin beneficios económicos. La música vista como cultura y no como negocio o algo meramente de distracción o entretenimiento, pese a la fuerza cada vez más en vigor de las confusiones imperantes de la sociedad, de medir la calidad por la cantidad, confundir el contenido con el envoltorio, y mantener a ser posible la búsqueda de la curiosidad y el asombro por lo desconocido.
PACHI TAPIZ: En 2006, que fue el XXV aniversario del Festival de Jazz, planteasteis un festival muy arriesgado. No en lo relativo a su propuesta artística, sino desde el punto de vista de lo que se programa habitualmente en los festivales de Jazz en España. Me gustaría que valorases el resultado final del festival.
ALEJANDRO REYES: En la línea estilística que indicaba anteriormente. En el San Juan no tiene sentido que simplemente presentemos los mismos conciertos que cualquier sala comercial española, dejándonos llevar por lo que más suena, o pretender siempre abarrotar la sala programando sólo con el criterio del mero entretenimiento o de locomercial. Aquí estamos en el buscar una línea artística arriesgada y que no sea meramente hacer conciertos por hacer conciertos.
El resultado final de esta edición se puede decir que ha sido bastante satisfactoria, aunque un concierto en particular ha dejado un sabor agridulce porque no se entendió su propuesta, que resultaba más étnica en conjunto que jazzística. Es lo que sucedió con Akosh S. Aunque mi sorpresa ha sido que en Cuadernos de Jazz a ese concierto es precisamente al que le dedican una gran cantidad de espacio.
En cuanto al resto, una vez más hemos tenido la confirmación de Dave Douglas, Louis Sclavis y Marc Ribot y el descubrimiento positivo de músicos como Javier Vercher y Jason Moran, entre otros. El concierto de Dave Holland ha sido la constatación una vez más de contar afortunadamente con un gigante vivo de la historia del jazz en permanente creación.
Pese a la carencia de recursos económicos, de infraestructura y de personal técnico y del esfuerzo y sacrificio constante que supone el mantener viva su utopía, el Johnny pretende seguir siendo otra cosa en Madrid como ocurre con otras propuestas interesantes en España, como el Teatro Central de Sevilla, Arco y Flecha en Barcelona, Festivales de Granada, Jazz del Siglo XXI en Vitoria, Imaxinasons en Vigo, Sigüenza y algunos otros pocos más.
PACHI TAPIZ: Aparte de los ciclos de jazz, flamenco y otras músicas, ¿tenéis algún otro tipo de actividad adicional? Me refiero a charlas, cursos, conferencias…
ALEJANDRO REYES: Otros años se ha hecho pero en los últimos tiempos la gente no responde. Hemos dado conferencias de introducción para los universitarios sobre el jazz, los espirituales, el gospel o el flamenco. Pero cada vez los estudiantes muestran una asistencia menor. Yo cuando era estudiante estaba muy ansioso por aprender de todo. Ahora sucede que quizás el tiempo es más reducido o que tienen que sacar mejores notas y hay menos tiempo para todo. Al ver que la asistencia ha disminuido bastante hemos dejado de hacerlo.
Antes también programábamos otro tipo de músicas, como música clásica cuando no había tanta en Madrid. Pero ahora ya hay muchos conciertos y nosotros no necesitamos hacer nada para rellenar ese hueco que antes sí existía. Y por otro lado tampoco hay una inquietud por quienes pudieran asistir. Habría que traer a algún solista o grupo muy importante para atraer la atención, pero no lo podemos hacer.
PACHI TAPIZ: Tras vuestra larga trayectoria, quería saber qué es lo siguiente con lo que nos vamos a encontrar y también si hay algún sueño pendiente.
ALEJANDRO REYES: Hay artistas que me habría gustado que hubieran estado y que no pudieron estar. Por ejemplo Miles Davis. Aunque la leyenda dice que estuvo, no llegó a estar. Cuando venía con frecuencia a España, su caché para la época era muy elevado. Sucede lo mismo con las grandes divas como Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan. Aunque han venido otras importantes como Cassandra Wilson (que ahora está de moda) o Betty Carter, aquellas dos no pudieron estar.
En el año 70, cuando Thelonious Monk vino de gira a Europa, me hablaron para que viniera aquí, lo que me pareció una muy buena idea. Al final se puso enfermo, se suspendió la gira y no pudimos tener a Thelonious Monk en el San Juan.
Con todo y con eso tuvimos la suerte de que estuviera un histórico como Dexter Gordon en el año 82, en un concierto memorable. Lo mismo sucedió con Art Blakey. Estos dos grandísimos artistas estuvieron en los inicios de los años 80, que es cuando empezaron a venir a España los grandes músicos americanos. Anteriormente habían venido para dar algún concierto aislado en Barcelona o Madrid y para tocar en los grandes festivales. Han venido también Chick Corea, John McLaughlin. Grandes músicos que ahora sería imposible traer. También Tony Williams, Philly Joe Jones, Max Roach y Elvin Jones, pianistas como Hank Jones, Tommy Flanagan. Gente importante. Clásicos que pasaron por aquí.
Ahora en lo que estoy interesado es en que vengan los artistas de la última generación que todavía no son muy famosos y que cuando lo sean será imposible traerlos. Son gente que ofrece una calidad tremenda que une tradición y modernidad. Demuestran que el jazz es un arte vivo que no se ha quedado anclado en el pasado. Son gente que presenta cosas nuevas y ocurre como con la música contemporánea respecto a la clásica: si uno se queda en escuchar siempre las cuatro estaciones de Vivaldi, por ejemplo, resulta muy aburrido aunque sea algo histórico. El jazz va hacia delante incorporando elementos nuevos, como por ejemplo la electrónica o el rap.
A mí lo que me gusta sobre todo es la melodía. Que me dejen las notas de la melodía en donde creo que está la belleza y eso es algo de lo que pocos artistas son capaces y a quienes voy buscando. Paul Bley o Abdullah Ibrahim son artistas que hemos traído y que han conseguido darnos eso que yo buscaba.
En definitiva, ahora es imposible traer a los grandes músicos que quedan a un recinto como el nuestro debido a la competencia entre festivales. Son músicos que me encantaría traer y sus conciertos serían inolvidables. Pero su caché, no ya por ellos sino por los que los mueven (los mánagers y demás), es imposible. Aunque lo mismo están tocando allá en los Estados Unidos en un club o en algún sitio que les apetezca y cobrando mil o dos mil dólares y no tienen ningún problema. Aquí hay un movimiento alrededor de ellos y una lucha entre los agentes artísticos que hacen, debido a que hay una gran demanda, que eleven su caché y entonces nuestra posibilidad para estos grandes nombres es nula. Sonny Rollins, Wayne Shorter, Ron Carter podrían ser algunos de ellos… En una ocasión tuvimos a Bobby McFerrin, que dio dos conciertos inolvidables. Iñaki Añúa nos ayudó y logramos traerlo para dos conciertos en el mismo día cobrando 5500 dólares… Ahora no sé lo que cobraría, pero lo mismo cuarenta o cincuenta mil por cada concierto, seguro. Eso es imposible para nuestras posibilidades.
Notas:
(1) La entrevista se realizó en plena campaña publicitaria del citado diario promocionando la colección de discos “Estrellas del Jazz”
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