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© Caroline Mardok
Sea como fuere, era de esperar que el inquieto Reif traspasara pronto esa frontera. El nombre de su discográfica, Songlines –supongo que inspirado en el célebre título de Chatwin, Los trazos de la canción– da ya alguna pista de la amplitud de miras de Reif y del pulso aventurero de su empresa, una iniciativa puramente individual que se materializó gracias a una herencia y que viene a ser un fiel reflejo de su personalidad, tal y como él mismo relata: "Mi interés por el jazz se remonta a los primeros sesenta, pero se afianzó cuando yo estudiaba en la Universidad de Toronto en 1965-1966. Empecé a escuchar de todo a la vez, desde Louis hasta Ornette y demás. Recuerdo un concierto del grupo de Archie Shepp (con Beaver Harris a la batería, si no recuerdo mal) en Toronto, por aquellos años. Era excitante, inquietante (al menos para mis oídos inexpertos), y en cierto sentido desconcertante. También escuché mucho jazz clásico en las tabernas Colonial y Towne, swing, bop (¡Monk!), Tristano... Disfruté de mucho jazz en directo en Los Ángeles, donde estudié cine entre el 67 y el 73 en UCLA y USC, y comencé a paladear diferentes tipos de músicas del mundo (por ejemplo, Ravi Shankar), música clásica y antigua, blues, bluegrass, rock, pop, folk y cosas difíciles de clasificar... Era un gran fan de Traffic, Grateful Dead, Jefferson Airplane, Beatles, Hendrix, etc, y me gustaban algunas tempranas tentativas de jazz-rock, como la banda de Don Ellis, el cuarteto de Gary Burton con Larry Coryell... Solía poner mis discos de Terry Riley, In A Silent Way, y muy a menudo Nick Drake. Tomé ácido alguna que otra vez y flipé en el desierto. Más tarde, ingresé en un impostado grupo sufí en el Valle, intenté meditar en la habitación blanca, que venía a sustituir a la cueva tibetana... Entretanto, trataba de escribir mi tesis sobre cine underground europeo. Songlines refleja todo eso" (de una entrevista con Ken Waxman).
Brad Shepik Trio- Places You Go (2007)
De modo que Songlines se nos presenta como una radiografía espiritual o estética de Tony Reif, auténticas memorias aún inconclusas de este cultivado productor canadiense cuya personalidad y trayectoria, enraizadas en los sesenta, nos hacen pensar en su coetáneo Joe Boyd y sus jugosísimas memorias, de lectura inexcusable, Blancas bicicletas: Creando música en los sesenta, recién publicadas por Global Rhythm. En su catálogo, que crece sin prisa pero sin pausa y que con suerte alguna distribuidora española difundirá pronto en nuestro país, se dan cita, desde el descubrimiento del Tiny Bell Trio hasta el exótico son del gamelán, desde Bill Frisell al reciente homenaje a la música de Nick Drake (Poor Boy, SGL 4202-2), sin olvidar, por supuesto, la escena jazzística de Vancouver (Think like the Waves, recientemente grabado por un Gordon Grdina escoltado por Peacock y Motian, da fe de su extraordinaria vitalidad)… Todo –o casi todo– grabado en formato Super Audio CD, una apuesta por la alta fidelidad de última hora que agradecerán todos los oídos (y que, junto al atractivo diseño, los precios competitivos y el atrevimiento propio de empresas y espíritus independientes, supone una alternativa convincente frente a la crisis de la industria discográfica).
Peter Epstein, Brad Shepik, Matt Kiklmer - Lingua Franca (2005)
La fructífera asociación de Shepik con Songlines se remonta a los primeros noventa, cuando el guitarrista de Walla Walla, asentado en Nueva York, graba, por un lado, su primer álbum con el trío Babkas (integrado por un Shepik que conservaba aún su apellido original, Schoeppach, más Briggan Krauss al saxo alto y Aaron Alexander a la batería), y por otro el magnífico The Tiny Bell Trio (SGL 1504-2), debut de la flamante formación liderada por Dave Douglas y completada por Jim Black y nuestro guitarrista. Desde entonces, Shepik ha grabado una decena de discos para el sello canadiense, con formaciones diversas en las que destacan colaboradores habituales como Peter Epstein y que van de las citadas Babkas o el Tiny Bell Trio, hasta Brad Shepik and The Commuters o Lingua Franca, hermosos y audaces álbumes que asimilan patrones rítmicos y melodías orientales, balcánicos, caribeños (escuchen "Sunrise", de aire reggae, en el espléndido Lingua Franca), en los que Shepik toca tanto la guitarra eléctrica como el saz y otros instrumentos exóticos, sin caer jamás en la extravagancia o los excesos del multiinstrumentista... Todo hace pensar que uno tiene en las manos, más que un puñado de buenos temas envueltos con gusto, un valioso diario de viaje, y a ello contribuyen las estupendas fotografías, del propio Shepik, de Reif y sobre todo de Caroline Mardok, que aparecen en unos libretos en los que los textos "explicativos" (más allá de los preceptivos créditos y los agradecimientos) brillan por su ausencia, ausencia que da lugar a la conjetura y el enigma: intuimos que las personas retratadas, el perro y la figura femenina de la portada de The Well, las manos ancianas que sostienen una carta, el misterioso encapuchado que se refugia del abrasador sol africano, el caballo árabe de preciosos arreos, son presencias significativas, así como los paisajes, el desierto, el mar, los cruces de caminos en las extensas praderas de Norteamérica... Pero alto, pues corremos el riesgo de dispersarnos en nuestro afán descriptivo, divagando, cuando la música de Brad Shepik, si está marcada por el mestizaje, no resulta nunca dispersa ni diluida, no presenta esas debilidades que a menudo convierten el jazz "étnico" en un mero souvenir. Cabría comparar la labor de Shepik con la de alguno de aquellos folcloristas que a mediados del pasado siglo fatigaban los caminos, grabadora en ristre, para registrar las tradiciones musicales del mundo entero, antes de que fueran engullidas por la homogeneización de los mass media. Claro que también cabría señalar una diferencia esencial: el arma de Shepik no es la grabadora, sino la guitarra, mediante la cual asimila los sones extranjeros, superando el mero interés antropológico. Esto puede parecer una perogrullada, pero deja de serlo a poco que uno repare en la música descafeinada, insustancial, que producen buena parte de los músicos de jazz que exploran las músicas del mundo, y a los que acaso convendría más emplear la grabadora que su propio instrumento, con el que acostumbran a irse por las ramas. Muy otro es el caso de Shepik, cuya capacidad de asimilación e integración de elementos dispares en el discurso jazzístico resulta pasmosa. Puede decirse, sin más, que la guitarra de Brad Shepik, la clásica Gretsch que le vimos tocar esta primavera en Sevilla, habla muchas lenguas.
Brad Shepik - The Well (2000)
Con su vasto bagaje musical, que abarca de Coltrane a los Beatles, de Willie Nelson a Shostakovich, Shepik vuelve a casa con su nuevo disco, Places you go, primera grabación junto al arrollador Tom Rainey y el sutil Gary Versace, su nuevo trío. El disco, tan clásico y moderno como un edificio de Frank Lloyd Wright, es de lo mejor que hemos escuchado en mucho tiempo, desde luego lo mejor que ha llegado a nuestros oídos en lo que va de año, y creo que representa un momento de plena madurez en la carrera de este excepcional guitarrista. ¿Por qué decimos que con él Shepik "regresa a casa"? El título escogido, inspirado en el libro Oh, the places you'll go del Dr. Suess, un clásico de la literatura juvenil norteamericana, sugiere un ámbito casi familiar, y si la portada muestra un cruce de caminos –la encrucijada en que se encuentra el músico de jazz–, apostaríamos a que al menos uno de dichos caminos conduce al hogar. Claro está que el otro podría llevarnos al más lejano confín... La portada convendría lo mismo a este disco fabuloso que a una grabación de country o de blues, y la música, en la línea del penúltimo disco de Shepik, Drip (Knitting Factory), delata más que nunca la influencia de esos estilos eminentemente americanos, sobre todo en las baladas "Return", "Five and Dime" o "As was", pero también en temas cerebrales como "Tides" o "Crossing", que podríamos encasillar torpemente con la etiqueta "downtown neoyorquino". La primera pista, "Témoin", nos da ya una idea del tenor de Places you go: hermosa composición, pegadiza incluso; perfecto entendimiento entre un Shepik que define magistralmente la línea melódica con su "nota a nota" –haciendo valer ese dicho según el cual menos es más–, el Hammond B-3 de Versace coloreando con mesura y buen gusto a raudales y el portentoso Tom Rainey, cuya batería parece una bella tormenta que pasara de largo... Pero si algo interesa escuchar es la voz de los músicos. Nosotros entrevistamos a Brad Shepik esta primavera, por conocerlo mejor, por conocer mejor su música fascinante. He aquí la conversación.
© Caroline Mardok
ALBERTO MARINA CASTILLO: Usted ha viajado musicalmente a lo largo y ancho del mundo: África, los Balcanes, la cuenca mediterránea... ¿En qué medida siente que el viaje –real o figurado– enriquece su lenguaje musical?
BRAD SHEPIK: Los libros, el arte, el cine y la música pueden transportarme si les doy esa oportunidad. Todo ello me enriquece indudablemente como persona, me permite reconocer cuál es mi lugar en el mundo desde diferentes ángulos. Me ayuda a identificarme con otros, con vidas que no estoy viviendo.
ALBERTO MARINA CASTILLO: Songlines, el sello de jazz creado y dirigido por Tony Reif, con su interés universal por las músicas del mundo, parece el sello discográfico idóneo donde publicar su música, ¿no cree?
BRAD SHEPIK: Me siento afortunado de mi larga asociación con Songlines, desde las grabaciones con Babkas a comienzos de los noventa y el Tiny Bell Trio.
ALBERTO MARINA CASTILLO: ¿Son nuevas todas las composiciones de Places you go (a excepción de "Témoin", que aparecía ya en Lingua Franca), escritas ex profeso para el trío? ¿Cuál es su modo de componer, cómo llegan al papel sus composiciones?
BRAD SHEPIK: Las composiciones surgieron de modos diferentes, pero todas tienen en común el hecho de que siempre tuve a Gary y a Tom en mente para el proyecto. Elijo un material que pienso puede resultarnos divertido tocar. Tanto Gary como Tom son unos improvisadores maravillosos, por lo que siempre quise dejarles todo el espacio posible para que se expresaran e imprimieran su sello en la música. Es el mismo método que he empleado en el pasado con mis otros grupos. Puede que Places you go suene de modo distinto o se apoye en referencias estilísticas diferentes, pero mi prioridad continúa siendo la improvisación y la creación de un ambiente en el que mantener una conversación espontánea.
Brad Shepik and the Commuters - The Loan (1997)
ALBERTO MARINA CASTILLO: ¿Cómo conoció a los miembros del trío? ¿Qué fue lo que lo cautivó de Versace y Rainey?
BRAD SHEPIK: Conozco a Tom desde hace mucho. Tocamos juntos por primera vez en Polyouge (Songlines), de Andy Laster. También tocamos juntos con la banda de Oscar Noriega en Luciano's Dream (Omnitone). Tom es un improvisador increíble, con un sonido único a la batería. Lo he escuchado en todo tipo de situaciones, incluyendo actuaciones con New and Used, Fred Hersch, Kenny Werner, Tim Berne y muchos otros. Siempre aporta una gran riqueza al tejido musical. En cuanto a Gary, lo conocí en 2002 en pequeñas actuaciones en Nueva York, y congeniamos musicalmente desde el primer momento. Es un músico fantástico y eso es cosa sabida que demuestra la nómina de músicos del más alto calibre con los que trabaja. Fue poco después de conocer a Gary cuando comencé a imaginar este trío.
ALBERTO MARINA CASTILLO: El Tiny Bell Trio, Lingua Franca, Tridurga, Babkas... ¿Es el trío la formación en la que se siente más cómodo? ¿Por qué?
BRAD SHEPIK: Aparte de la economía que implica el formato de trío, pienso que se presta como ninguna otra formación al tipo de conversación espontánea que me gusta entablar con otros intérpretes.
Babkas - Fratelli (1996)
ALBERTO MARINA CASTILLO: He oído a muchos de mis músicos de jazz favoritos –Dave Douglas, Bob Brookmeyer, etc.– pronunciándose políticamente, y en cierto sentido siento que su música es coherente con ese compromiso político. ¿Qué opina acerca del compromiso político del artista, en general, y en el caso particular del músico de jazz? ¿Cómo influye dicho compromiso en la música?
BRAD SHEPIK: En estos momentos, prefiero expresarme a través de mi música. Creo que mis ideas políticas están contenidas en la música, pero de modo más sutil que si me pronunciara por escrito o hablara de ello. Por supuesto, me ha influido mucho la música más abiertamente política, especialmente la música de la América de los 60, y pienso que el grado en que la política afecta a tu arte es una opción personal. Con todo, me parece que en esencia la expresión personal con pretensiones artísticas es en sí misma una expresión política. El artista puede expresar puntos de vista políticos en su música o no hacerlo, pero eso no implica que ignore el mundo en el que vive. Acabo de leer Collapse, de Jared Diamond, cuya lectura te convence de que todos debemos participar en la política mundial y estar tan informarnos como podamos.
ALBERTO MARINA CASTILLO: He leído en algún sitio que la primera vez que se sintió cautivado por la música fue escuchando el Abbey Road de los Beatles, a la edad de 5 años. ¿Qué músicas escucha? ¿Qué podría decirnos de su conexión con el rock y otras músicas "más allá" del jazz?
BRAD SHEPIK: No puedo decir que haya un tipo de música que escuche con más frecuencia que otros, tiendo a gravitar en torno a la música que implica improvisación, pero también escucho y estudio música clásica, étnica, pop y todo aquello que se cruza en mi camino. No sabría señalar la conexión entre dichos géneros, sólo sé que obtengo cosas diferentes de cada uno de ellos y que todos enriquecen mi experiencia vital.
© Caroline Mardok
ALBERTO MARINA CASTILLO: ¿Cree usted que nuestro tiempo está, más que nunca, marcado por el eclecticismo, la heterodoxia y la desintegración de los géneros musicales? ¿Más que ayer?
BRAD SHEPIK: Quizás, pero a fin de cuentas el hombre ha estado siempre contando las mismas historias, sólo que de maneras diferentes. Siempre ha existido el mestizaje cultural (ahí están la ruta de la seda, la ruta de las especias, etc.). Si hoy día este fenómeno se ha intensificado (lo cual probablemente ha ocurrido) es porque cada vez resulta más fácil viajar y comunicarse salvando distancias enormes.
ALBERTO MARINA CASTILLO: ¿Con qué músicos del pasado le habría gustado tocar?
BRAD SHEPIK: No sabría responder a esa pregunta... muchísima gente... Me habría encantado escuchar en directo a un montón de músicos, a Bach, por ejemplo, a Coltrane, Mozart, Brahms, Django, Wes Montgomery y muchos otros.
ALBERTO MARINA CASTILLO: ¿Qué proyectos tiene, además de su trío actual?
BRAD SHEPIK: Como líder, en este momento me concentro básicamente en el trío, pero también hago giras con Joey Baron's Killer Joey, el Paradox Trio de Matt Darriau, el cuarteto de Bob Brookmeyer, Simon Shaheen's Quantara, el quinteto de Alexis Cuadrado y el cuarteto de Arthur Kell, entre otros.
Dave Douglas - the tiny bell trio (1994)
ALBERTO MARINA CASTILLO: Si le digo "España" y "jazz", ¿qué es lo primero que se le viene a la cabeza?
BRAD SHEPIK: Gorka Benítez, con el que he tenido el placer de tocar en el grupo de Arthur Kell, Alexis Cuadrado, con el que he girado y grabado. Otros músicos españoles a quienes admiro son Vicente Amigo, Perico Sambeat, Chano Domínguez, Paco de Lucía, Carlos Benavent...
ALBERTO MARINA CASTILLO: ¿Cuál es el último disco que ha escuchado? ¿Cuál es el último disco que lo ha emocionado?
BRAD SHEPIK: Últimamente he estado escuchando Since You've Been Gone, de James Brown, Time-the Revelator, de Gillian Welch, Doin' Our Own Thing de Maceo and All the King's Men, la interpretación de El clave bien temperado por Kenneth Gilbert, Apparitions, de Adam Roger, Virtuoso, de Joe Pass, Secrets, de Allan Holdsworth, Live in Tokyo, de Paul Motian, Romero y Julieta de Prokofiev, la grabación de los cuartetos para cuerda 5-8 de Shostakovich por el Manhattan String Quartet. La grabación de El arte de la fuga por Musica Antiqua, The Living Room Tapes de Lenny Breau, las suites para laúd de Bach por John Williams.
Todos me encantan de un modo u otro.
ALBERTO MARINA CASTILLO: Eduardo Mendoza dice que cuando le preguntan qué tres libros elegiría en caso de naufragar en una isla desierta, él siempre responde que sin duda preferiría ahogarse antes de tener que escoger sólo tres libros... Permítame ahora que le haga una de esas preguntas estúpidas que le hacen a uno sentir que preferiría ahogarse antes de tener que escoger en la insulsa isla desierta: ¿Cuáles son sus músicos y/o compositores predilectos?
BRAD SHEPIK: Ciertamente, es difícil contestar. He aquí algunos de mis compositores favoritos: Bach, Willie Nelson, Ben Monder, Gillian Welch, Jaco Pastorius, McCartney and Lennon, Shostakovich, Tony Scherr, Schubert, Gil Evans, John Coltrane y muchos más.
ALBERTO MARINA CASTILLO: Dígame, por favor, algunos conciertos que recuerde con especial agrado, de esos que le hacen sonreír a uno al pensar: "yo estuve allí".
BRAD SHEPIK: Hermeto Pascoal e Grupo en el backstage en Seattle allá por el año 1987.La música era como una cascada, una auténtica fuerza de la naturaleza que me dejó en un estado de éxtasis. También el Paul Motian Trio en Visions en Nueva York, por aquel tiempo.Fui uno de los pocos afortunados que lo escuchó. Los he escuchado muchas veces desde entonces y siempre me parece increíblemente profundo (y cada vez más abarrotado).
Más información sobre Songlines: http://www.songlines.com
Más información sobre Brad Shepik: http://www.bradshepik.com
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