La cara de Cassandra Wilson: veinte
años entre Blue Skies y Loverly
Mi cantante favorita entre
las de mi generación comenzó su carrera discográfica como líder en 1985. Había
llegado a Nueva York tres años antes, y destacó desde el principio como algo
especial en sus primeras actuaciones con Dave Holland y Abbey Lincoln. Nada más
llegar a la ciudad se integró en el colectivo de los M-Base de Steve Coleman, y
en los Five Elements, el grupo de este saxofonista. La primera vez que la
escuché fue como invitada de la reformada banda de otro gran saxofonista, Henry
Threadgill, en un concierto de su grupo New Air a principios de 1984. Allí,
cantó un standard que me dejó pasmado: “Body And Soul”.
En su primer disco ya había
una interpretación de un clásico de Miles y Bill Evans, “Blue In Green”, que
con la letra que la Wilson le puso sonaba como otro standard. Su segunda
grabación quedó marcada por su interpretación del “Some Other Time” de
Bernstein, acompañada únicamente por su pianista. Su tercer disco, dedicado por
entero a ese repertorio, dejaba bien claro que nos encontrábamos ante una
excepcional intérprete de standards. Blue Skies, acompañada por un trío
de músicos excepcional, es uno de los mejores discos hechos en estos últimos
veinte o treinta años por una cantante de jazz con un repertorio clásico. Sus
versiones de los temas más conocidos de Rodgers y Hammestein o Hart, Jimmy Van
Heusen, Jerome Kern, Irving Berlin y los demás grandes maestros fueron
memorables, casi tanto como las de las más grandes divas de la historia del
jazz.
Wilson siempre ha sido una
artista con un gran sentido de la dirección de su carrera, así que unos diez
años después de su gran disco de standards, volvió al estudio para
realizar una curiosa segunda parte del mismo. Ese tipo de repertorio nunca lo
había abandonado, ya que sus curiosas versiones habían salpicado casi todos sus
otros discos en JMT y DIW primero, y después en sus primeros discos para el
sello Blue Note. Estas dos grandes grabaciones producidas por Craig Street
también están marcadas por interpretaciones como la de “You Don’t Know What
Love Is” que abría Blue Night ‘Til Dawn, o las de “Strange Fruit” y
“Skylark” en New Moon Daughter. Pero tras estos dos discos memorables y
eclécticos, afrontó un nuevo proyecto muy diferente.
En una colaboración
asombrosa con el pianista Jackie Terrasson, hizo su nuevo disco de standards con una formación parecida a la de aquel primer proyecto. La única diferencia
era la sustitución del batería por un percusionista, en un ejercicio que
resultaba muy curioso para este repertorio. Los temas de la época dorada del
Tim Pan Alley eran retomados, con las únicas excepciones de dos
interpretaciones del pianista sin la cantante, de un tema propio y otro de
Herbie Hancock. En los arreglos tenía mucha importancia la colaboración de su
gran amigo, el bajista Lonnie Plaxico, con quien había elaborado también los de
su primero disco con este repertorio. Además en esta colaboración entre dos
artistas con una gran afición a rearmonizar temas, ésta sería una de las
características del proyecto. El resultado de Rendezvous era muy
diferente de aquel primer encuentro con los standards. La influencia de
las grandes del jazz, y particularmente de Sarah Vaugham, notable en aquella
grabación, seguía ahí, pero ésta era muy diferente. Tras diez años de carrera,
el eclecticismo de esta cantante tan influida por las de jazz como por las de soul o incluso por Joni Mitchell, se hacía más presente. El resultado de ello
recordaba, lógicamente, a esa otra artista inclasificable que era Nina Simone.
Los standards han
seguido siendo parte de los cada vez más desiguales repertorios de la cantante.
Al final de esta nueva época, tal vez influida por esa diversidad que parecía
indispensable en sus proyectos, su carrera parecía por primera vez descentrada.
Así, no es sorprendente que tras el relativo fracaso artístico de sus últimas
aperturas hacia el pop, bien por sus repertorios o por su producción,
Cassandra vuelva hace unos meses a encontrar su dirección con otro soberbio
disco de standards, el tercero en veinte años.
En Loverly encontramos
de nuevo los elementos para el disfrute de aquellas otras dos ocasiones. El
piano, en esta ocasión tocado por un espectacular Jason Moran, es el centro
gravitacional del grupo, tal y como antes lo fueron Mulgrew Miller y Terrasson.
La rítmica vuelve a ser lo que marca otra diferencia con aquellos discos
marcados por Lonnie Plaxico y Terri Lyne Carrington en un caso, y la presencia
de las percusiones de Mino Cinelu en vez de una batería en el otro. Aquí, en un
ejercicio de inteligencia y sentido del humor sin par, la Wilson se rodea de
una rítmica con un gran batería de Nueva Orleáns, acompañado por un
percusionista africano. Como remate, la cantante cuyas bandas estaban marcadas
por el sonido de los grandes guitarristas que han pasado por sus grupos en gran
parte de estos veinte años, incluye a uno de ellos en la grabación. La
presencia de nuevo de Plaxico como contrabajista y ayudando en los arreglos, aporta
un aroma conocido a un proyecto en principio tan distinto.
La madurez de la artista es
hoy día incontestable. No se priva de guiños a “la antigua Cassandra”, con
pasajes vocales en las que recuerda sus primeras influencias, mientras que en
otros deja clara su evolución. En sus dos dúos, uno con el guitarrista, otro
con el bajista Herlin Riley (que sólo interviene en ese tema), aparece esa
estática inconfundible y mágica en algunas de sus últimas actuaciones. Se
regodea en su voz prodigiosa, y cuando usa el scat o sus melismas, lo
hace con un sentido de la medida que sólo da la experiencia. El blues,
que siempre ha estado presente como trasfondo de esta música que llamamos jazz,
tiñe con su particular color sus interpretaciones llenas de emoción. Tras
veinte años, vuelve a su vehículo perfecto para demostrarnos que sencillamente
juega en otra liga que el resto de los cantantes del mundo. Sólo por estos tres
discos de standards, ya merece entrar en el panteón de las grandes.
¿Y el otro lado de
Cassandra Wilson?
Nunca entenderé cómo
funcionan las compañías discográficas. En un momento en el que todas muestran,
con razón, una gran preocupación por sus caídas de ventas, no reaccionan de
manera muy coherente. Por parte de esas compañías pocos ejemplos de
desconocimiento de su mercado se me ocurren, como el del lanzamiento de una
nueva recopilación de Cassandra Wilson, titulada Closer To You: The Pop Side.
Ante semejante título, uno se pregunta: ¿más cercano a quién?
Me considero un aficionado
bastante típico a la fascinante música de Cassandra Wilson. Tengo todos sus
discos, e incluso alguna recopilación que salió al mercado con algunas tomas
inéditas procedentes de antiguas sesiones. Me gusta hasta tal punto su música,
que he comprado otras recopilaciones temáticas, como una de Blue Note con
interpretaciones de la música de Jobim, sólo por conseguir una versión de
Cassandra de uno de sus temas, que no aparece en sus discos. Hasta he comprado
varias recopilaciones celebrando todo tipo de eventos, sólo por escuchar cómo
hace un tema de Hendrix o una versión alucinante de “The Good Life”. Incluso he
llegado a ver una película infumable del actual gobernador de California por
verle bailando con una de las peores actrices europeas al son de “I’ve Got You
Under My Skin”, con Cassandra y toda su banda en el escenario. También compré
el disco con la espantosa banda sonora correspondiente de James Newton Howard
sólo por tener esa versión de Cassandra en mi colección.
Supongo que en estos tiempos
abundan los pillos que no tienen que hacer más que buscarlas en la red para
completar sus colecciones. No como los que tenemos que buscar los discos donde
aparecen esas joyas, acompañadas a veces por desgracia de bastantes otras
cosas, que por ser suave denominaré como “prescindibles”. Las compañías que
tienen esas grabaciones podrían sacar al mercado una recopilación de esos temas
aprovechando para vestirla como el bonito objeto de este artículo, para
vendérnosla a muchos de “nosotros”, e incluso a algunos de “ellos”, pero no…
Es mejor sacar al mercado
otra recopilación para venderla, o intentarlo al menos, a los aficionados
casuales. Estos pueden estar más interesados en versiones, fabulosas eso sí, de
temas de U2, Van Morrison o The Band que ya conocen. Los que compramos discos
ya las tenemos en nuestras estanterías. Por desgracia esos aficionados
casuales, o los bares donde se pincha ese tipo de música, son mucho más
aficionados a las descargas ilegales que a la música de Cassandra Wilson.
Entonces, ¿a quién va dirigida semejante recopilación? Yo lo tengo claro,
aunque tal vez me equivoque: a las baldas de los chollos en esas grandes
cadenas donde a menudo se encuentran cosas increíbles. Espero que ahí al menos
alguien descubra, dentro de unos meses, lo que esa gran cantante hace con esas
canciones que todos conocemos, sean grandes, como las de Dylan o Neil Young, o
tonterías como las de los Monkees o U2. Tal vez hasta alguien se interese por
bucear en la obra de una gran artista que es capaz de hacer maravillas con casi
cualquier cosa. Casi hasta con una horrible canción de Sting, aunque para
haberlo logrado hubiese necesitado de otra magia que la musical.
Espero que al menos tengamos
que esperar mucho, muchísimo tiempo, para que salga al mercado lo que realmente
nos interesa a los aficionados de verdad a la música. Todos sabemos, por
desgracia, lo poco que tardan esas mismas compañías en sacar al mercado, uno
tras otro, hasta el último tema inédito en otras circunstancias, en una muestra
total de necrofagia. Que no suceda en mucho tiempo: Cassandra aún tiene que
transformar muchas canciones, aunque a veces se equivoque y escoja engendros,
como el de Sting, que no merecen ni ese nombre.
Texto e ilustración: © 2009, Jorge López de Guereñu
Cassandra
Wilson: Loverly.
Con Jason Moran, Marvin Sewell, Lonnie Plaxico, Reginald Veal, Herlin Riley,
Lekan Babalola, Ronda Richmond y Nicholas Payton. Blue Note/EMI.
Cassandra Wilson. Closer To You: The Pop Side. Blue
Note/ EMI. |